Incursiones relámpago, estilo Sturmtruppen, en episodios que tuvieron lugar en Andorra y cercanías durante la Guerra Civil española, la II Guerra Mundial y las dos postguerras, con ocasionales singladuras a alta mar, a ultramar y si conviene incluso más allá.
[Fotografía de portada: El Pas de la Casa (Andorra), 16 de enero de 1944. La esvástica ondea en el mástil del puesto de la aduana francesa. Copyright: Fondo Francesc Pantebre / Archivo Nacional de Andorra]

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miércoles, 2 de julio de 2014

Alicia Giménez Bartlett: "Los años andorranos fueron los más amables en la vida de la Pastora" (la Pastora y IV)

Vuelve la Pastora. Ahora, la de ficción, la que la escritora Alicia Giménez Bartlett (Almansa, 1953) convirtió en la protagonista de Donde nadie te encuentre, premio Nadal 2011. Ya saben: Florencio Pla Meseguer (Castellón, 1917-2004), alias la Pastora, el maquis hermafrodita que en 1956 se refugió en Andorra y que cuatro años después fue delatado, detenido y entregado a la policía franquista, acusado de 29 asesinatos y condenado a sendas penas de 30 y 40 años de prisión. Giménez Bartlett parte de la investigación que en la España negra -en este caso, negrísima- de 1956 emprenden un psiquiatra francés y un periodista barcelonés seducidos por el rastro del maquis hermafrodita.


Giménez Bartlett, creadora de Petra Delicado, se llevó el premio Nadal del 2011 con la novela Donde nadie te encuentre, donde sigue el rastro de Florencio la Meseguer, el maquis hermafrodita. Fotografía: El Periódico de Catalunya.


-¿Fue la Pastora un personaje digamos mediático, en España de los 50, o simple carne de cañón para publicaciones sensacionalistas tipo El Caso?
-Estudié el bachillerato en Tortosa, y en la época, en la zona del Maestrazgo y de los Puertos las madres decían: "Portate bien o vendrá la Pastora y se te llevará". Todo esto, en aquel ambiente tenebroso y de miedo. Recuerdo a mi padre, que era republicano, escuchando a escondidas emisoras extranjeras -entre ellas, Radio Andorra- mientras mi madre le decía: "Cuidado, que no te oigan los vecinos. Todo esto es hoy inimaginable".

-La policía le endosaba 29 asesinatos. Él sostenía que se había limitado a vigilar mientras sus compañeros perpetraban los golpes. ¿Cuál es su opinión al respecto, usted que lo ha conocido íntimamente?
-Dos tribunales franquistas, dos, no pudieron condenarlo a muerte porque no se pudieron probar todas las acusaciones. Pero es obvio que estuvo sistemáticamente involucrado en actos de violencia, que presenció asesinatos -en plural- y que si no fue cómplice por activa, como mínimo sí que lo fue por pasiva. Lo que podemos pretender es mitificar al personaje, presentándolo como una Madre Teresa de Calcuta que se encontró un fusil por casualidad. Pero al final, no me atrevo a pronunciarme sobre su culpabilidad. De hecho, lo que más me interesa es su trayectoria psicológica, retratar al ser humano que había detrás de la leyenda, su sufrimiento y su extrema soledad.

-¿Cree que el hermafroditismo de la Pastora derivó en una patología psicológica?
-Los indicios y testimonios dicen que no fue así. Tuvo que ser una persona muy equilibrada -no olvidemos sus muy humildes orígenes, y que no aprendió a leer ni a escribir hasta que ingresó en el maquis- para sobrevivir dos años absolutamente solo, escondido en una cueva, justo antes de irse a Andorra, y no perder la cabeza.

-Para el lector el hermafroditismo es, para decirlo suavemente, un elemento casi exótico. Pero para él debió ser una experiencia traumática.
-En realidad no era un hermafrodita puro. Sufría, es cierto, una malformación genital. Por eso su madre lo inscribió en el registro como mujer, para evitarle en el futuro las probables burlas de que hubiera sido objeto en el servicio militar, por ejemplo. Sus hermanas le pegaban porque era diferente, y aprendió a lidiar con todo este acoso a causa de su sexo ambiguo a base de violencia. Era un tipo alto y bien parecido, que sabía hacerse respetar. En la novela cuento un episodio en  mi opinión revelador: advertido por unos chavales de que un grupo de hombres pretendía emborracharlo y desnudarlo en medio de la plaza del pueblo, se presentó en la fiesta con un estupendo vestido rojo... y con un hacha reluciente y enorme al cinto.

-¡¿Un hacha!?
-Sí. La colocó ostentosamente en el colgador donde los otros dejaban los abrigos, y con voz bien alta dijo: "Espero que nadie me dé mucho trabajo, esta noche, porque sólo he venido a bailar". Y nadie le sopló. Este fue el tipo de aprendizaje vital por el que tuvo que pasar la Pastora.

-Calvo, su biógrafo, cuenta que en sus días andorranos conoció a cierta chica que podría haber sido el amor de su vida.
-Eso parece, pero el mismo Calvo duda de que jamás practicara sexo con nadie. La Pastora era consciente de que nunca tendría un novio, y mucho menos un marido. Pero tampoco novia ni mujer. Creo que había descartado el sexo entre sus expectativas vitales. Vaya, estoy convencida de ello, aunque no podemos estar del todo seguros.

-En un reconocimiento médico que se le practicó en Valencia en 1968 se afirma que el individuo dice tener apetencias por el sexo femenino y haber tenido eyaculaciones..."
-Era un gran masturbador, con el permiso de Dalí. Pero porque no tenía otro remedio, especialmente con los prejuicios y los temores de la época. Dudo por lo tanto que jamás tuviera sexo... si es que fisiológicamente podía practicarlo, porque eso tampoco lo sabemos.

-No parece un individuo excesivamente politizado. ¿Habría ingresado en el maquis si no hubiera sido hermafrodita?
-Diría que se hizo del maquis por motivos más psicológicos que no políticos. Vivió siempre solo y aislado: como sus hermanas le pegaban, su madre, que temía que lo acabaran matando, lo había entregado a los 9 años a otra familia, que a los 11 ya lo enviaba solo al monte a cuidar de los rebaños. No tuvo nunca una familia de verdad, ni por descontado novios, ni tan siquiera amigos. No tenía nada ni tenia a nadie. Y de repente descubre el maquis, encuentra unos compañeros que de entrada le enseñan a leer. Se siente por fin miembro de un grupo. Creo sinceramente que fue todo esto lo que le impulsó a quedarse. 

-Y usted, ¿se habría interesado literariamente por el personaje si no hubiera sido hermafrodita?
-Lo me atrajo de él no fue su condición sexual sino lo que se derivaba de ella: la absoluta soledad que experimentó a lo largo de toda su vida. Es que nos encontramos casi, casi, ante un experimento psicológico: cojan a una persona y háganla vivir aislada toda su vida, a ver qué pasa...

-Si fuera una historia de buenos y malos, ¿el primero sería el periodista Enrique Rubio, que se encarnizó con el personaje?
-Supongo que este señor no hizo nada tan diferente de lo que hoy hacen tantos periodistas: algo de sensacionalismo, aliñado con un poco de sal y otro de pimienta. Todo vale por la audiencia. O para vender diarios. 

-Marino Vinuesa, el funcionario de prisiones que lo acogió al final de su vida. ¿sería el bueno de la película? ¿O hay gato encerrado?
-No, no. He aquí un buen hombre, alguien que sintió piedad y obró en consecuencia. Vinuesa nos permite mantener la fe en el ser humano incluso en una historia tan triste, tan patética como la de la Pastora.

-¿Por qué se refugió en Andorra?
-Ya había estado allí en 1952. Sabía que era muy difícil pasar a Francia sin buenos papeles, y además tenía miedo de sus compañeros del maquis: no dejaba de ser un desertor y tenía todas las papeletas para que le acabaran montando un juicio sumarísimo. Quiero pensar que en algún momento pensó que en Andorra podría establecerse definitivamente. De hecho, allí rehizo su vida, tenía su trabajo e hizo algún dinero. Los años andorranos quizás fueron los más plácidos, los más amables de su vida. Pero lo delataron.

-Para terminar, y sobre el maquis: ¿los considera usted unos revolucionarios con causa, o unos bandoleros contumaces?
-Doy de ellos una visión bastante ecléctica y no los mitifico en absoluto. Ya está bien de prejuicios. ¿Héroes antifranquistas? Sí, pero con la excusa del maquis y del antifranquismo se cometieron muchos actos de violencia extrema e injustificada, y al final la sola idea de luchar contra la maquinaria de represión franquista equivalía a llevar a aquellos hombres, carne de cañón, al matadero.

[Esta entrevista se publicó el 16 de febrero de 2011 en El Periòdic d'Andorra]

martes, 6 de mayo de 2014

La Pastora rió la última (La Pastora III)

El historiador catalán Josep Albert Planes reconstruye el periplo de Ciscu de Pessonada, el hombre que delató al maquis hermafrodita; "El contraban de frontera al Pirineu català" (Farell) retrata el tráfico ilegal de mercancías en la Andorra de los años 40 y 50.

¡El Ciscu de Pessonada! Seguro que lo recuerdan. Sí, hombre, el tipo aquel que un mal día de mayo de 1960 delató a Florencio Pla Meseguer, alias la Pastora, el maquis hermafrodita que -ya saben- se había refugiado cuatro años antes en Andorra y llevaba una vida más o menos tranquila. Hasta que topó con el tal Ciscu, claro. Así lo contaba el mismo Florencio en 1988 en una entrevista publicada en la revista El Temps: "Un contrabandista a quien llamaban el Ciscu me debía 12.000 pesetas y le reclamé que saldara la deuda. Fue y me delató al teniente coronel de la Pobla de Segur. Me cogieron cuando iba a sacar el rebaño. Y la policía andorrana me entregó a la Guardia Civil en la frontera". Una peripecia fascinante, la de Florencio, recogida por su biógrafo José Calvo en Del momnte al mito y recuperada literariamente por Alicia Giménez Bartlett en Donde nadie te encuentre, premio Nadal de novela 2011.

Colla de contrabandistas de Aransa con los fardos al hombro y burro (andorrano, por cierto) en el puerto de Perafita en 1952. Fotografía Archivo Isidre Navarro / El contraban de frontera al Pirineu català.

Añadamos a lo que antecede que la delación le costó a la Pastora una condena a muerte, después conmutada por otra de 20 años de presidio: la policía le imputaba nada más y nada menos que una treintena de asesinatos. 21 guardias civiles, siete alcaldes e incluso un ermitaño. Probablemente, todos los casos no resueltos del Maestrazgo y alrededores. Hasta aquí, nada que no supiésemos gracias a Calvo. Pero quedaba por dilucidar unno de los grandes enigmas de esta trucluenta historia de la negra postguerra: ¿quién era, este misterioso Ciscu de Pessonada capaç de vender a un colega por 12.000 pesetas? Pues hete aquí que el historiador barcelonés Josep Albert Planes nos lo cuenta en El contraban de frontera al Pirineu català, colección de testimonios de los protagonistas del intenso y lucrativo tráfico ilegal de mercancías -tabaco, perfume, medicinas, lana, medicinas, botones, aceite, gasolina, anethol...- que tuvo lugar en las comarcas fronterizas en los años 40 y 50, con Andorra, ejem, como centro neurálgico del tinglado.

Seguro que de haberlo podido leer, a Florencio le hubiera alegrado sus últimos días, porque resulta que el cadáver del tal Ciscu apareció flotando en el pantano de Oliana cierto día de 1962. Muerto de un tiro. terminaba en las aguas del pantano la vida aventurera de quien Planes describe como un tipo "bajito y corpulento, decidido, de carácter abierto y extrovertido" -que se lo digan a Florencio...- aunque también como "el mayor contrabandista de Pessonada", que por lo visto es mucho decir. El mayor y probablemente el más longevo, porque su inquietante y ambigua trayectoria arranca -recuerda el historiador- en los días de la GUerra Civil -contemporáneo por lo tanto de Barberan- cuando era un destacado miembro de la CNT en la comarca del Pallars Sobirà y de paso alcalde de Pessonada. Con los buenos, ya se ve, hasta que cambia oportunamente de chaqueta y se convierte en requeté. En los años 40 ya es uno de los reyes del contrabando de la zona junto con un tal Eusebio, primo suyo y también originario de Pessonada.

Las dotes de supervivencia del Ciscu y también su falta de escrúpulos los demostró con la delación de la Pastora, pero venía de lejos: en los días finales de la contienda no dudó en entregar a las nuevas autoridades franquistas a dos soldados republicaons refugiados en su casa. Así que con estos antecedentes no podemos decir que sorprenda el final sórdido con cadáver y bala en el pantano de Oliana. En fin, que si alguna vez lo supo, seguro que la Pastora rió la última.

Como se ha dicho, la historia de Ciscu es una de las muchas que recoge Planes en este apasionante viaje por uno de los períodos peor conocidos de la postguerra española y mundial en zona pirenaica. Unos años en que Andorra, qué casualidad, se convierte en epicentro de un submundo por donde pululan aventureros profesionales, carabineros sobornados, supervivientes de todas las derrotas y perdedores vocacionales. Entre una España que se moría de hambre y la Francia ocupada por los alemanes, los más listos de la clase supieron convertir la coyuntura bélica en una oportunidad para forrarse: en las tres jornadas que duraba un viaje estándar entre Vilamur, en el Palars, hasta Sant Julià de Lòria, ya en Andrra, el contrabandista podía ganar la friolera de 200 pesetas, dice Planes. El equivalente al salario mensual de un jornalero de la época. Como ra aresistirse, aun habiendo de restar de este monto las 50 pesetas que costaba el silencio del guardia civil de la aduana. En el trayecto de ida, los contrabandistas cargaban lana: en Esoaña se pagaba a 17 pesetas el kilo; en Andorra la revendían por 50 a los franceses...

El negocio era como se ve redondo, porque de vuelta los contrabandistas llenaban el fardo sobre todo con tabaco procedente de las fábricas de Sant Julià de Lòria: tabletas de picadura, paquetes de caliqueños, cortarons de cuarto de kilo y en los años 50, Carmela y Carlemany. Compraban el tabaco andorran a 70 pesetas el kilo; en Sort y Tremp lo revendías por 105. Las rutas desde el Pallars pasaban por el Mas d'Alins -¡como San Josemaría!- y Arduix, el Coll de la Galina, Civís y Ras d'Ars. El chollo de la lana terminó con la guerra mundial, y el tabaco se convirtió en el producto de contrabando estrella. Pero atención a la gasolina: el truco consistía en desplazarse hasta Andorra con el depósito de la furgoneta vacío y llenarlo a tope. En un viaje podían trasegar hasta 200 litros de carburante. Así es como la Seo de Urgel se llenó de gasolineras. Todo el mundo sacaba beneficio: hasta los coches de línea ,que cargaban garrafas de aceite en la Seo para revenderlo en Andorra a los franceses. Con la peculiaridad de que lo que en territorio español era constitutivo de un delito de estraperlo, al atravesar la frontera se convertía por arte de magia en otro de contrabando.

[Este artículo se publicó el 17 de marzo de 2011 en El Periòdic d'Andorra]

miércoles, 19 de marzo de 2014

Vida, pasión y muerte del maquis hermafrodita (La Pastora II)

El historiador José Calvo reconstruye la trayectoria de La Pastora, protagonista del premio Nadal 2011 que Alicia Giménez Bartlett obtuvo con Donde nadie te encuentre.

"¡Te cortaré el cuello!" Esta amenaza fue la perdición de Florencio, el maquis hermafrodita, el terror del Mestrazgo, donde todavía hoy -medio siglo después- se le recuerda con el sobrenombre con el que ha pasado a la crónica negra espanyola: La Pastora. El destinatario de la amenazaera el Cisco de Pessonada, reconocido contrabandista a quien Florencio reclamaba una deuda de 12.000 pesetas que el de Pessonada se negaba a devolverle porque -alegaba- no constaba en ningún documento. De repente, el señor contrabandista se había vuelto un leguleyo. En fin, que todo esto ocurría en Andorra, donde Florencio se había refugiado en 1956 dejando atrás un luctuoso y quien sabe si apócrifo rastro de sangre: la policía franquista le endosaba una treintena de asesinatos, que no está mal -exactamente, 21 guardias civiles, siete alcaldes e incluso un ermitaño- cometidos en la zona del Maestrazgo entre 1949 y 1954.

"¡Te cortaré el cuello!" El tal Cisco lo denunció, y a partir de aquí todo fue de mal en peor para Florencio: el 5 de mayo de 1960 la policía andorrana lo detuvo, muy probablemente en la borda de Les Pardines de Sant Julià de Lòria, donde trabajaba cuidando los rebaños de la casa. Como pastor, vamos. ¿La excusa? Que se trataba de un ciudadano extranjero indocumentado. Ni más ni menos que los últimos cinco años, pero ahora mediaba denuncia del Cisco, y vete tú a saber los hilos que podía mover un contrabandista bien situado. Esa misma tarde, para que no hubiera lugar a pensárselo do veces, era entregado a la guardia civil en el puente de Arcavell, y La Pastora iniciaba un via crucis judicial -una condena a muerte y sendas penas a 30 y 40 años de reclusión, conmutadas después por otra de sólo 20 años- que no terminaría hasta el 22 de septiembre de 1977, cuando salió del penal cántabro del Dueso. Los años siguientes, hasta su muerte en 2004, los pasó en la localidad valenciana de Olocaut y acogido a la hospitalidad de Marino Vinuesa, funcionario de prisiones con quien había coincidido en Valencia.

Esta es a grandes rasgos la historia de Florencio Pla Meseguer (Vallbona, Castellón, 1917-2004) según la ha podido reconstruir el periodista castellonense José Calvo en Del monte al mito. Una vida que combina en dosis similares aventura, drama y también truculencia y que ha proveído a Alicia Giménez Bartlett del material con que pergeñar Donde nadie te encuentre, la novela ganadora del premio Nadal 2011. Bartlett sigue el periplo de La Pastora exactamente hasta su huida a Andorra. Es decir, los años de plomo, cuando Teresa deja de ser Teresa -o Teresot, como también era conocida-, se convierte en Florencio, ingresa en la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA) y se erige en uno de los maquis más buscados de España.

Mala estrella
El caso es que Florencio había nacido niño -padecía un cuadro de pseudohermafroditismo, según la terrorífica terminología médica- pero fue inscrito en el registro civil como mujer. Y como mujer vivió hasta que en 1949 la Guardia Civil liquida a una cuadrilla del maquis que se había refugiado en la cabaña que Florencio utilizaba para cobijar a sus cabras. Cayó también el propietario de la cabaña, y Teresa, temiendo las represalias que le podían caer de rebote, huye al monte e ingresa en el AGLA. Su padrino en el maquis es Jesús Caelles, jefe del 23º sector, que la lleva a su casa en La Senia, le corta el pelo y la (lo) viste con ropas masculinas. Acababa de nacer Florencio.

La aventura en el maquis durará sólo 20 meses. Abandona la guerrilla en compañía de un tal Francisco Serrano, alias El Rubio, se emplean durante un tiempo en Andorra pero -dice Calvo- terminan volviendo al Maestrazgo y retomando ahora una vida más próxima al bandolerismo que al (supuestamente) romántico maquis: se suceden secuestros, extorsiones y sí, también asesinatos. "Él aseguraba que se había limitado a vigilar mientras sus compañeros ejecutaban sus fechorías; mantenía que jamás había matado a nadie. Lo creo, pero también es cierto que se le condenó como cooperador necesario de las muertes en las que se vio implicado", matiza el historiador.

En cualquier caso, lo cierto es que en 1954 se le agota la fortuna. El Rubio muere en un enfrentamiento a tiros con los propietarios del mas del Reguer, en Tarragona, a los que pretendía extorsionar. Florencio se refugia en una cueva de Chert (Castellón) donde permanecerá durante dos años sin mantener contacto con persona alguna, dice Calvo.Y en 1956 salta a Andorra: "Su sueño era pasar a Francia, donde parece que tenía un hermano, pero temía las represalias de sus antiguos compañeros de armas". En este rincón del Pirineo ejercerá su oficio de pastor, pero también como contrabandista y como hombre de confianza de los propietarios de unos almacenes de Andorra la Vella. Incluso tendrá por lo visto el tiempo y la oportunidad de enamorarse. Una chica -continúa Calvo, que entrevistó a Florencio en 1988, tres décadas después de estos hechos- que lo marcó pero que desaparece del mapa al cabo de poco tiempo. Mala suerte que vuelve a visitarlo cuando confía sus ahorros, pura inocencia, en un individuo de dudosa reputación, un tal Constante que se iba a Francia y se había comprometido a esperarlo en su nuevo destino. Con el dinero, claro. Pero Constante también desaparece y es en ese momento cuando Florencio se topa con el Cisco de Pessonada. Todavía no lo sabe, pero acaba de firmar su sentencia.

Dice Calvo que la Guardia Civil sólo le encontró encima seis fotos del de Pessonada, uno de los dos únicos amigos que por lo visto hizo durante su aventura andorrana. Teniendo en cuenta el otro fue el dichoso Constante, no es que tuviera mucho ojo para las amistades. En fin, según Calvo parece que en el primer momento los agentes de la Seo no lo reconocieron como La Pastora, el buscadísimo maquis dels Maestrazgo. La única fotografía de que disponían era la de una mujer, y ellos tenían ante sí a un fornido hombretón que se identificaba como Florencio Pla. Una marca en el labio superior -leporino- que reconoció un teniente natural como él de Castellón fue lo que finalmente lo delató.

[Este artículo se publicó el 17 de enero de 2011 en El Periòdic d'Andorra]

viernes, 28 de febrero de 2014

El maquis hermafrodita, carne de novela (La Pastora I)

Alicia Giménez Bartlett se lleva el Nadal con la recreación novelada de la vida de Teresa Pla, el maquis hermanofrodita, que se refugió en Andorra en 1956 y que, tras ser delatada, fue detenida y entregada a la Guardia Civil cuatro años después.

La fascinante crónica negra de Andorra todavía está por escribir. Una lástima, pero qué le vamos a hacer, mi país y yo somos así, señora. Mientras esperamos que alguien ponga manos a la obra, habrá que conformarse con las migajas. Por ejemplo, las que saltan de la mesa de Donde nadie te encuentre, la novela con que la escritora Alicia Giménez Bartlett (Almansa, Albacete, 1951) se llevó el día de Reyes el último premio Nadal. Bartlett, conocida sobre todo por la saga de la inspectora Petra Delicado -Ana Belén en la versión televisiva: así, cualquiera- se atreve aquí con la muy truculenta y muy real historia de Teresa Pla Meseguer (Castellón, 1917-2004), también conocida como La Pastora, Teresot, Florencio y Durruti: brevemente, un hermafrodita masculino a quien el padre registró al nacer como mujer (Teresa), que como mujer creció y que en 1949, después de ser vejada por un pelotón de la Guardia Civil, cambió literalmente las faldas por los pantalones e ingresó en el maquis que operaba en las montañas del Maestrazgo, donde -ya convertida en Florencio- se labró una sólida reputación como guerrillera antifranquista. Tanta, que al ser capturada, en 1960, la acusaron de 29 asesinatos -que no fueron probados- y fue condenada a sendas penas de 30 y 40 años de reclusión. Teresa, Teresot, Florencio o Durruti se benefició de la amnistía de 1977 y vivió sus últimos años en relativa paz, de nuevo en su Castellón natal.

Fotografía de la ficha policial de Florencio Pla fechada en 1960, el año que fue capturada en Andorra y entregada a la Guardia Civil. Fotografía: Archivo.

Hasta aquí, y muy brevemente, la vida y obra de la protagonista de Donde nadie te encuentre. Pero, ¿qué tiene que ver, en todo esto, nuestro rincón de Pirineo? Pues mucho, porque resulta que en 1956, cuando la célula del maquis en que militaba pasa a Francia, Florencio se quedó en Andorra, "guardando el rebaño de dos masías, y viviendo del contrabando de tabaco y de nailon", según afirmaba en una entrevista publicada en 1988 en la revista El Temps. El plácido exilio andorrano terminó bruscamente en 1960, cuando fue delatada por otro contrabandista, capturada por la policía y entregada a la Guardia Civil. Un caso excepcional que contradice la tradicional hospitalidad que encontraron en Andorra los refugiados políticos de uno y otro signo, y que Florencio, recordaba en esta misma entrevista de El Temps: "Llevaba cinco años trabajando duro. Había ahorrado algún dinero y los guardé en casa de un amigo, que un buen día desapareció con ellos. Como me había quedado sin nada, le reclamé a otro contrabandista de nombre Cisco que me devolviera 12.000 pesetas que le había prestado en cierta ocasión. Pero este Cisco me denunció al teniente de la policía de La Pobla de Segur. Me cogieron cuando salía a pastorear con el rebaño. Y me entregaron a la Guardia Civil". Con la delación y la traición andorrana acaba precisamente la novela de Gimenez Bartlett, publicada por Destino. Pero esto es sólo el comienzo. Esta historia continuará. No les quepa la menor duda.

[Este artículo de publicó el 11 de enero de 2011 en El Periòdic d'Andorra]