Incursiones relámpago, estilo Sturmtruppen, en episodios que tuvieron lugar en Andorra y cercanías durante la Guerra Civil española, la II Guerra Mundial y las dos postguerras, con ocasionales singladuras a alta mar, a ultramar y si conviene incluso más allá.
[Fotografía de portada: El Pas de la Casa (Andorra), 16 de enero de 1944. La esvástica ondea en el mástil del puesto de la aduana francesa. Copyright: Fondo Francesc Pantebre / Archivo Nacional de Andorra]

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lunes, 5 de mayo de 2014

Maria Escrihuela: la primera "mademoiselle Aquí" de Radio Andorra

Localizamos en Badalona a Maria Escrihuela, la locutora que en abril de 1940 reinauguró las emisiones de Radio Andorra, interrumpidas con el estallido de la II Guerra Mundial; fue la primera en locutar por antena la célebre sintonía "Aquí Radia Andorra, emisora del Principado de Andorra" que después popularizaría su sucesora, Victoria Zorzano.

3 de abril de 1940. En el flamante edificio de Radio Andorra en Encamp se registra un movimiento inusitado. Entre las autoridades presentes figuran el consejero Picart, uno de los hombres fuertes del Consell General, y también Jacques Trémoulet, el rey de la radiodifusión francesa que ha osado desafiar el monopolio estatal de las ondas, y el gran patrón de la emisora. Es un día histórico: Radio Andorra está a punto de volver a la vida después de que las emisiones experimentales, inauguradas el 7 de agosto de 1939, se interrumpieran inopinadamente a final de ese mismo mes, cuando el estallido de la II Guerra Mundial era ya inminente. Volvamos al 3 de abril de 1940. De repente se hace el silencio, suena un golpe de gong y una voz femenina pronuncia una sintonía destinada a formar parte de la historia de la radiodifusión: "Aquí Radio Andorra, emisora del Principado de Andorra". No es sólo una sintonía sino también una leyenda destinada a clavarse en la memoria colectiva de varias generaciones de radiooyentes de todo el mundo, y que sobrevivirá hasta el enmudecimiento definitivo de la estación, ordenado por el Consell General -el parlamento andorrano- y ejecutado manu militari (o casi) el 9 de abril de 1981.





Abril de 1940: Maria Escrihuela posa en la gran sala de máquinas de la estación, en el edificio de Encamp, y en el exterior de la emisora. Escrihuela se incorporó Radio Andorra procedente de Radio Badalona, de la que era copropietario el empresario francés Jacques Trémoulet, el gran patrón de la estación andorrana y donde la locutora había debutado en abril de 1939. aventura andorrana empezó el 3 de abril de 1940; al cabo de un mes Escrihuela decidió regresar a casa. La  Fotografías: Archivo Maria Escrihuela.



Escrihuela ha conservado durante casi siete décadas el cuaderno en que sus compañeros de Radio Andorra le escribieron unas notas en la hora de las despedidas. Está su colega francés, Edmond Abouly, que se refiere a ella como "ma jeune et charmante collègue". Lástima que Abouly haya caído en un olvido todavía más contumaz que Escrihuela... Está también el testimonio del gran capataz, Trémoulet en persona, que dice que la voz de la locutora catalana es "aussi belle et aussi gaie que le ciel d'Espagne". Y el del consejero Antoni Picart, que la llama "gentil senyoreta" y glosa su vos "de oro", en un alarde de originalidad. Footgrafías: Archivo Maria Escrihuela.
La emisora de Radio Andorra, en Encamp, hacia 1939; los primeros estudios estaban ubicados en la torre, según cree recordar Escrihuela. Fotografía: Archivo Jean-Marc Printz.  
La primera locutora de Radio Andorra, hoy nonagernaria, fotografiada en su domicilio de Badalona, en octubre del 2009. Fotografía: Máximus.




Tradicionalmente se había atribuido a Victoria Zorzano, la celebérrima speakerine de los años 40, el honor de aquel primer "Aquí Radio Andorra..." Pues no fue Zorzano, sino la locutora catalana Maria Escrihuela (Badalona, 1916) quien lanzó por primera vez al éter aquella histórica sintonía. Lo recuerda como si fuera ayer: "Vinieron todos los consellers [como se denominan los diputados del parlamento andorrano] y hubo una gran fiesta. A mí me habían traído el día anterior de Badalona. Me pusieron ante el micrófono -creo que el estudio, una mesa muy sencilla, se encontraba en la torre del edificio- y me hicieron locutar la sintonía. Ya la traían preparada, claro. No lo improvisaron. A mi lado tenía a monsieur Edmond Abouly, que venía de Radio Toulouse y que se iba a encargar de las emisiones en francés. Dije 'Aquí Radio Andorra, emisora del Principado de Andorra', y empezó todo".

Escrihuela fue a parar a Andorra de una manera casi rocambolesca: en abril de 1939, con 22 años y sin ninguna experiencia previa, se había incorporado al equipo que iba a relanzar Radio Badalona en la inmediata postguerra. En agosto de ese mismo año, y a través de su hombre de confianza, Estanislau Puiggròs, Trémoulet se convirtió en copropietario de la emisora catalana: "El señor Puiggròs venía con frecuencia y cierto día apareció diciendo que necesitaban una locutora para Andorra. Me miró y me soltó a bote pronto: '¿Por qué no viene usted, señorita Maria?' Hay que decir que yo entonces estaba prometida y que como quien dice no había salido de casa. Ante las reticencias de mi madre, mi futuro marido soltó que no se me comerían, en Andorra, y me convenció para que me lanzara a la aventura. A partir de aquí todo fue muy rápido. Quizás fue al día siguiente que el mismo señor Puiggròs vino a buscarme para llevarme a Andorra. Me instalaron en el hotel Modern de Escaldes. Y enseguida me vi en Encamp, ante el micrófono y toda aquella gente..."

Un mes, prorrogable
Según el acuerdo con Puiggròs, la aventura andorrana de Escrihuela tendría una vigencia de un mes. Transcurrido este primer período, le propusieron renovar cada tres meses. Pero ella no aceptó -"Estaba prometida y en lo único en que pensaba era en volver a casa"- y fue entonces cuando le pusieron una chica para que aprendiese a su lado el oficio y la pudiera substituir. Era Victoria Zorzano, que tampoco tenía cuando aterrizó en Radio Andorra -recuerda Escirhuela- ningna experiencia ante un micrófono. El relevo se produjo a mediados de 1940, en una fecha que no logra concretar. Zorzano heredó no sólo el micrófono, sino la sintonía de "Aquí, Radio Andorra..." que a iba a convertir en uno de los iconos radiofónicos de los años 40: "Había que decirlo medio riendo, porque si no, no funcionaba", dice Escrihuela: "Acabamos haciéndonos amigas, pero ella no se lo terminaba de creer, que yo me iba, debía temer que me lo repensara y decidiera quedarme, porque de vez en cuando me lo repetía: '¿Seguro, que te vas?'" No iba tan desencaminada, Zorzano: "Me dijeron que si alguna vez quería regresar, siempre tendría un sitio en Radio Andorra. Así que un día subimos con mi marido a Andorra y fuimos a ver al doctor Picart. Le propusimos que si le daban el puesto de director de programas, podríamos venir los dos y quedarnos en Andorra. Pero no hubo manera: '¿No ve que al cabo de dos días estarían hartos de Andorra, y que su marido tiene una carrera musical por delante?' Hay que decir que en toda Andorra la Vella, en aquellos momentos -hablo de 1940- quizás había dos tiendas..."

La aparición de Maria Escrihuela tras décadas de silencio aporta luz sobre algunos de los misterios de la primerísima etapa de la estación: ¿en qué consistía la programación? ¿En qué idiomas se emitían? Según la locutora, durante los primeros meses de emisiones Radio Andorra se limitó a emitir publicidad -Anís la Andorrana era una de las marcas que causaban furor- y a los tradicionales discos dedicados: "A nuestro querido padre, en el día de su santo..." recita Escrihuela. Fórmula importada de Radio Badalona, donde Puiggròs había comprobado su tirón popular y comercial. También radiaban bandos institucionales, y la sorpresa salta cuando cree recordar que algunas emisiones se hacían regularmente en catalán. Incluso recita espontáneamente la versión catalana de la sintonía: "Aquí Ràdio Andorra, emissora del Principat d'Andorra". Lo que no cabía en la programación -todo un signo de identidad que perduró durante toda la historia de la estación- eran las noticias, ni espacios diferenciados como fueron en los decenios siguientes el popularísimo Concierto de los radiooyentes. En estos primeros meses de vida, tampoco se había establecido todavía la estricta segmentación lingüística posterior, que había de destinar la franja horaria diurna a la audiencia francesa, y la nocturna, a la española.

Escrihuela y Abouly compartían estudio y se alternaban al micrófono. Entre las anécdotas de esta auténtica edad de los pioneros cuenta la bronca que le soltó el locutor francés, más veterano, cuando cierto día se le cruzaron los cables y cantó en antena: "Aquí Radio Badalona, emisora de la costa..." "Lo mejor, dice Escrihuela, es que al día siguiente fue al mismo Abouly a quien se les escapó un 'Ici Radio Toulouse...'" La memoria de Escrihuela, casi centenaria, conserva datos dispersos pero suculentos que no acierta a interpretar: por ejemplo, los dos bandos en que estaban divididos los gerifaltes de la emisora: "Venía uno y nos ordenaba decir tal cosa; luego venía otro, y todo lo contrario. I monsieur Abouly terminaba decidiendo: 'Lo haremos como queramos nosotros'". Evoca también el clima de crispación -en plena guerra mundial, y con las cicatrices de Guerra Civil todavía sangrando- que se vivía en la Andorra de la época: "En más de una ocasión apedrearon la camioneta de Radio Andorra que venía a recogerme al hotel para llevarme a Encamp. Eran los obreros que trabajaban en la carretera. No sé por qué lo hacían, aquello, pero se terminó cuando el señor Puiggròs vino a buscarme personalmente".

"La vida de tu m'allunya..."
Radio Andorra era todavía una aventura incierta y precaria en un mundo que se lanzaba de cabeza a una larga y sangrienta guerra mundial. Pero comenzaba a convertirse en el fenómeno de masas que seria ya a mediados de los años 40. Así se explica que, a las pocas semanas de retomar las emisiones, el conseller Picart -que en los recuerdos de Escrihuela era uno de los hombre que cortaba el bacalao en la emisora- le pidió que firmara las primeras tarjetas postales para los admiradores: "Estaba muy incómodo, el día que vino a proponérmelo. Y eso que yo le había dicho que por mi parte no habría ningún problema. Resultó que lo que me colocaron encima de la mesa eran las fotografías que le habían hecho a una maniquí profesional, una chica rubia y preciosa que se parecía a Grace Kelly. ¡Por lo visto yo no les parecía lo suficientemente guapa! Peor firmé, claro que sí".

La carrera posterior de Escrihuela fue breve. A mediados de los años 40 siguió a su marido -el compositor y director barcelonés Joan Pich i Santasusana- a las Islas Canarias para hacerse cargo de la Filarmónica de Las Palmas, y abandonó por lo tanto Radio Badalona, donde se había reincorporado tras la incursión andorrana. Ya no volvería a ponerse ante un micrófono.

En la hora de las despedidas, y aparte de los sentidos mensajes que le dedicaron sus colegas de Radio Andorra y que ella ha conservado durante casi siete décadas, Escrihuela escribió unos versos en el libro de oro de la emisora, que vete tú a saber dónde se encuentra: en paradero desconocido como tantos otros elementos del patrimonio histórico de la estación, comenzando por el gong. Pero esta es otra historia. Vamos con los versos de Escrihuela, que dicen así: "La vida de tu m'allunya,/ però et sentiré al meu costat./ I quan seré a Catalunya/ recordaré les besades que t'he dat" ("La vida de ti me aleja,/ pero te llevaré a mi lado./ Y cuando esté en Cataluña,/ recordaré los besos que te di"). Una declaración de amor que ha tardado casi siete decenios en ver correspondida y que debería servir para restituir el lugar de honor que le corresponde a Maria Escrihuela en la historia de la radiodifusión. Hubo otras y mucho más populares, sin duda. Pero ella fue la primera "mademoiselle Aquí" -como fueron conocidas las locutoras de Radio Andorra a partir de mediados los 40. A cada uno lo suyo.

viernes, 31 de enero de 2014

¿Quién te quiere, Radio Andorra?

Hay cosas que no se entienden: por ejemplo, que para conocer la historia de Radio Andorra tuviéramos que recurrir hasta ahora a La radiodifusión en Andorra, la tesis doctoral de Eugenio Giral y un sesudo, académico tocho de medio millar de páginas, al portal del historiador Jean-Marc  Printz, aquiradioandorra.ad, i -perdonen la insistencia- Aquí Radio Andorra, la novela en que el radiofonista Sylvain Athiel -el impulsor, ya saben, del museo que el ministerio de Cultura proyecta en el histórico edificio de la emisora en Encamp- pasa por el filtro de la ficción los años dorados de la estación. Nada más. Hasta ahora, decíamos, que llega Gualbert Osorio y se saca de la manga La historia d'un mite que va fer historia, monografía sintética, documentada y destinada al público general que llena un vació clamoroso (otro, vamos) en la historiografía sectorial andorrana. Ya era hora.

Osorio sabe de lo que habla: fue el último director de Radio Andorra y el hombre a quien el sábado, 7 de abril de 1984, le tocó el gordo: cerrar definitivamente el chiringuito y poner el punto final a cuatro décadas largas de trayectoria radiofónica. A instancias, por cierto, del Patrimonio Nacional (español), la oficina del ministerio de Hacienda de quien dependía entonces la estación, en uno de los capítulos menos y peor conocidos de esta historia. Y con la intervención en la sombra, atención, de Alfonso Guerra, el maquiavélico, todopoderoso y castizo vicepresidente del gobierno español que presidía en la época Felipe González. Se ve que Guerra se la tenía jurada a Luis Ezcurra, entonces presidente de Proersa, la compañía propietaria de la concesión de Radio Andorra por cuenta del gobierno español... Un galimatías, vamos. Pero, ¿por qué? Pues porque Ezcurra, que había sido subdirector general de TVE en los 60 -es decir, en  pleno franquismo- era un hombre del Antiguo Régimen. Y todos sabemos que unos de los propósitos de Guerra era que a España no la reconociera "ni la madre que la parió".

Osorio, ante la puerta principal del edificio histórico de Radio Andorra en Encamp, donde en 1939 empezaron las emisiones de la estación y donde el ministerio de Cultura proyecta abrir un museo de la radio. Fotografía: Àlex Lara / El Periòdic d'Andorra.

Era la segunda muerte de Radio Andorra, a la que el Consejo General -el Parlamento andorrano- ya había enmudecido manu militari el 10 de abril de 1981. Las emisiones se retomaron temporalmente el 4 de enero de 1984. Y Radio Andorra calló definitivamente el 7 de abril de aquel mismo año. El caso es que fue Guerra quien firmó su sentencia de muerte. Pero la enfermedad la venía incubando la emisora  desde años atrás. De hecho, casi desde el mismo nacimiento. Y esta es precisamente una de las tesis de Osorio, que cierra el libro con unas palabras demoledoras: "Radio Andorra nació sin facilidades y murió sin que hubiera ninguna necesidad". Por si quedaba alguna duda, incluso señala a los corresponsables del radiocidio: "Fue utiliza ero poco querida; en cambio, significó el final del aislamiento y la entrada de Andorra en la autovía de la comunicación".

Por La historia d'un mite que va fer historia desfilan, claro, los personajes fundamentales de esta fascinante aventura radiofónica que arranca el 8 de agosto de 1939 con Anatole de Monzie, ministro francés de Trabajos públicos, como locutor de excepción: desde Bonaventura Vila y Jacques Trémoulet, los dos artífices de todo este tinglado, hasta los primeros locutores de verdad, María Escrihuela y Edmond Abouly, que en abril de 1940 retomaron las emisiones suspendidas en septiembre con el estallido de la II Guerra Mundial, y Victoria Zorzano, el primer fenómeno mediático de la estación, las sucesivas mesdemoiselles Aquí -Carmen del Monte, Lidia Merino- con espacio de éxito estratosférico como El concierto de los radiooyentes y El cuarto de hora del oyente, los primeros programas estrictamente informativos, los boletines de María Pura y Rosabel, y Recull d'Andorra, la primera emisión en catalán, con Rossend Marsol, Sícoris, y su "peculiar dicción" -en palabras del autor- como protagonistas.

El último director de radio Andorra en la sala de máquinas del edficio histórico de Encamp, donde se conservan las emisoras que han prestado servicio en la estación. Fotografía: Àlex Lara / El Periòdic d'Andorra.


La leyenda, también
Osorio pone orden y concierto en episodios conocidos pero tan confusos como la llamada Guerra de las radios y el cierre de la frontera francoandorrana, con la retención del síndico Cairat en la aduana del Pas de la Casa, y el lanzamiento de Sofirad, futura Sud Radio, con la que el estado francés haría la competencia a Radio Andorra hasta casi hundirla. También tienen su rincón de gloria las múltiples estrellas que desfilaron por el Roc de les Anelletes, donde hoy se levanta el hospital Nostra Senyora de Meritxell y adonde en 1942 se trasladaron los estudios y la administración, con un lugar de privilegio para Antonio Machín y su tropa, en vivo desde el estudio 1 de Radio Andorra; las dos grandes revoluciones tecnológicas de la estación, con la erección de las antenas del lago de Engolasters, todavía en pie y a adquisición de la nueva emisora Brown Boveri, a principios de los años 60; o el gran hito de Radio Andorra, que tenía el espacio franquicia, ya se ha dicho, en los discos dedicados: el récord absoluto, apunta Osorio, se registró un día del Carmen de los años 60, con Madrecita María del Carmen -por supuesto- de... ¡Manolo Escobar! Para que se hagan una idea: "Las dedicatorias, que leían un locutor y una locutora, se alargaron más de tres horas". Glups.

El puñado de leyendas -o de mixtificaciones- generadas alrededor de Radio Andorra también las aborda Osorio, comenzando por el papel de la estación en la II Guerra Mundial: sostiene que no se puede probar por falta de documentación -¡qué lástima!- que jugara algún papel en la transmisión de mensajes cifrados a los submarinos alemanes -Otto Kertschemer, Erich Topp, Gunter Prien, ¡el héroe de Scapa Flow!: ¿se imaginan? Como mucho, añade, los fugitivos que cruzaban los Pirineos y acababan en Andorra colaban algún mensaje en clave en las dedicatorias para comunicar a sus familias que una expedición había llegado a buen puerto. Eso sí: los dos bando intentaron ganarse la emisora para su causa. Osorio cita una reunión en la Seo entre Trémoulet y emisarios nazis en que los enviados de Hitler pretendían adquirir el 20% de la estación; también un intento de los británicos de apropiársela una vez terminada la guerra. Por cierto, el volumen incluye una notable aproximación biográfica al mismo Trémoulet, gran patrón de Radio Andorra y hombre de apasionante peripecia vital, condenado a muerte por colaboracionista y posteriormente indultado que acabó en España protegido de Serrano Súñer, y por encima de todo, dice Osorio, un auténtico visionario. Porque no otra cosa que un iluminado había que ser a mediados e los años 30 para tener la ocurrencia de instalar una emisora en Encamp, entonces algo así como Marte. Más o menos, especula gráficamente el autor, "es como si hoy día a Turner se le ocurriera trasladar a Andorra la sede central de la CNN. ¿Qué pensaríamos?" Pues esto, insiste, es lo que hizo Trémoulet en los años 30. ¿Por qué precisamente y contra todo pronóstico -y contra el buen sentido- en Andorra? Como no se cansa de repetir estos días el expresidente Zapatero a cuenta de sus memorias, la respuesta la encontrarán en el libro. Y si me permiten un consejo, yo de ustedes no me lo perdía.

[Este artículo se publicó el 28 de octubre de 2013 en El Periòdic d'Andorra]