Incursiones relámpago, estilo Sturmtruppen, en episodios que tuvieron lugar en Andorra y cercanías durante la Guerra Civil española, la II Guerra Mundial y las dos postguerras, con ocasionales singladuras a alta mar, a ultramar y si conviene incluso más allá.
[Fotografía de portada: El Pas de la Casa (Andorra), 16 de enero de 1944. La esvástica ondea en el mástil del puesto de la aduana francesa. Copyright: Fondo Francesc Pantebre / Archivo Nacional de Andorra]

Mostrando entradas con la etiqueta Donde nadie te encuentre. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Donde nadie te encuentre. Mostrar todas las entradas

miércoles, 2 de julio de 2014

Alicia Giménez Bartlett: "Los años andorranos fueron los más amables en la vida de la Pastora" (la Pastora y IV)

Vuelve la Pastora. Ahora, la de ficción, la que la escritora Alicia Giménez Bartlett (Almansa, 1953) convirtió en la protagonista de Donde nadie te encuentre, premio Nadal 2011. Ya saben: Florencio Pla Meseguer (Castellón, 1917-2004), alias la Pastora, el maquis hermafrodita que en 1956 se refugió en Andorra y que cuatro años después fue delatado, detenido y entregado a la policía franquista, acusado de 29 asesinatos y condenado a sendas penas de 30 y 40 años de prisión. Giménez Bartlett parte de la investigación que en la España negra -en este caso, negrísima- de 1956 emprenden un psiquiatra francés y un periodista barcelonés seducidos por el rastro del maquis hermafrodita.


Giménez Bartlett, creadora de Petra Delicado, se llevó el premio Nadal del 2011 con la novela Donde nadie te encuentre, donde sigue el rastro de Florencio la Meseguer, el maquis hermafrodita. Fotografía: El Periódico de Catalunya.


-¿Fue la Pastora un personaje digamos mediático, en España de los 50, o simple carne de cañón para publicaciones sensacionalistas tipo El Caso?
-Estudié el bachillerato en Tortosa, y en la época, en la zona del Maestrazgo y de los Puertos las madres decían: "Portate bien o vendrá la Pastora y se te llevará". Todo esto, en aquel ambiente tenebroso y de miedo. Recuerdo a mi padre, que era republicano, escuchando a escondidas emisoras extranjeras -entre ellas, Radio Andorra- mientras mi madre le decía: "Cuidado, que no te oigan los vecinos. Todo esto es hoy inimaginable".

-La policía le endosaba 29 asesinatos. Él sostenía que se había limitado a vigilar mientras sus compañeros perpetraban los golpes. ¿Cuál es su opinión al respecto, usted que lo ha conocido íntimamente?
-Dos tribunales franquistas, dos, no pudieron condenarlo a muerte porque no se pudieron probar todas las acusaciones. Pero es obvio que estuvo sistemáticamente involucrado en actos de violencia, que presenció asesinatos -en plural- y que si no fue cómplice por activa, como mínimo sí que lo fue por pasiva. Lo que podemos pretender es mitificar al personaje, presentándolo como una Madre Teresa de Calcuta que se encontró un fusil por casualidad. Pero al final, no me atrevo a pronunciarme sobre su culpabilidad. De hecho, lo que más me interesa es su trayectoria psicológica, retratar al ser humano que había detrás de la leyenda, su sufrimiento y su extrema soledad.

-¿Cree que el hermafroditismo de la Pastora derivó en una patología psicológica?
-Los indicios y testimonios dicen que no fue así. Tuvo que ser una persona muy equilibrada -no olvidemos sus muy humildes orígenes, y que no aprendió a leer ni a escribir hasta que ingresó en el maquis- para sobrevivir dos años absolutamente solo, escondido en una cueva, justo antes de irse a Andorra, y no perder la cabeza.

-Para el lector el hermafroditismo es, para decirlo suavemente, un elemento casi exótico. Pero para él debió ser una experiencia traumática.
-En realidad no era un hermafrodita puro. Sufría, es cierto, una malformación genital. Por eso su madre lo inscribió en el registro como mujer, para evitarle en el futuro las probables burlas de que hubiera sido objeto en el servicio militar, por ejemplo. Sus hermanas le pegaban porque era diferente, y aprendió a lidiar con todo este acoso a causa de su sexo ambiguo a base de violencia. Era un tipo alto y bien parecido, que sabía hacerse respetar. En la novela cuento un episodio en  mi opinión revelador: advertido por unos chavales de que un grupo de hombres pretendía emborracharlo y desnudarlo en medio de la plaza del pueblo, se presentó en la fiesta con un estupendo vestido rojo... y con un hacha reluciente y enorme al cinto.

-¡¿Un hacha!?
-Sí. La colocó ostentosamente en el colgador donde los otros dejaban los abrigos, y con voz bien alta dijo: "Espero que nadie me dé mucho trabajo, esta noche, porque sólo he venido a bailar". Y nadie le sopló. Este fue el tipo de aprendizaje vital por el que tuvo que pasar la Pastora.

-Calvo, su biógrafo, cuenta que en sus días andorranos conoció a cierta chica que podría haber sido el amor de su vida.
-Eso parece, pero el mismo Calvo duda de que jamás practicara sexo con nadie. La Pastora era consciente de que nunca tendría un novio, y mucho menos un marido. Pero tampoco novia ni mujer. Creo que había descartado el sexo entre sus expectativas vitales. Vaya, estoy convencida de ello, aunque no podemos estar del todo seguros.

-En un reconocimiento médico que se le practicó en Valencia en 1968 se afirma que el individuo dice tener apetencias por el sexo femenino y haber tenido eyaculaciones..."
-Era un gran masturbador, con el permiso de Dalí. Pero porque no tenía otro remedio, especialmente con los prejuicios y los temores de la época. Dudo por lo tanto que jamás tuviera sexo... si es que fisiológicamente podía practicarlo, porque eso tampoco lo sabemos.

-No parece un individuo excesivamente politizado. ¿Habría ingresado en el maquis si no hubiera sido hermafrodita?
-Diría que se hizo del maquis por motivos más psicológicos que no políticos. Vivió siempre solo y aislado: como sus hermanas le pegaban, su madre, que temía que lo acabaran matando, lo había entregado a los 9 años a otra familia, que a los 11 ya lo enviaba solo al monte a cuidar de los rebaños. No tuvo nunca una familia de verdad, ni por descontado novios, ni tan siquiera amigos. No tenía nada ni tenia a nadie. Y de repente descubre el maquis, encuentra unos compañeros que de entrada le enseñan a leer. Se siente por fin miembro de un grupo. Creo sinceramente que fue todo esto lo que le impulsó a quedarse. 

-Y usted, ¿se habría interesado literariamente por el personaje si no hubiera sido hermafrodita?
-Lo me atrajo de él no fue su condición sexual sino lo que se derivaba de ella: la absoluta soledad que experimentó a lo largo de toda su vida. Es que nos encontramos casi, casi, ante un experimento psicológico: cojan a una persona y háganla vivir aislada toda su vida, a ver qué pasa...

-Si fuera una historia de buenos y malos, ¿el primero sería el periodista Enrique Rubio, que se encarnizó con el personaje?
-Supongo que este señor no hizo nada tan diferente de lo que hoy hacen tantos periodistas: algo de sensacionalismo, aliñado con un poco de sal y otro de pimienta. Todo vale por la audiencia. O para vender diarios. 

-Marino Vinuesa, el funcionario de prisiones que lo acogió al final de su vida. ¿sería el bueno de la película? ¿O hay gato encerrado?
-No, no. He aquí un buen hombre, alguien que sintió piedad y obró en consecuencia. Vinuesa nos permite mantener la fe en el ser humano incluso en una historia tan triste, tan patética como la de la Pastora.

-¿Por qué se refugió en Andorra?
-Ya había estado allí en 1952. Sabía que era muy difícil pasar a Francia sin buenos papeles, y además tenía miedo de sus compañeros del maquis: no dejaba de ser un desertor y tenía todas las papeletas para que le acabaran montando un juicio sumarísimo. Quiero pensar que en algún momento pensó que en Andorra podría establecerse definitivamente. De hecho, allí rehizo su vida, tenía su trabajo e hizo algún dinero. Los años andorranos quizás fueron los más plácidos, los más amables de su vida. Pero lo delataron.

-Para terminar, y sobre el maquis: ¿los considera usted unos revolucionarios con causa, o unos bandoleros contumaces?
-Doy de ellos una visión bastante ecléctica y no los mitifico en absoluto. Ya está bien de prejuicios. ¿Héroes antifranquistas? Sí, pero con la excusa del maquis y del antifranquismo se cometieron muchos actos de violencia extrema e injustificada, y al final la sola idea de luchar contra la maquinaria de represión franquista equivalía a llevar a aquellos hombres, carne de cañón, al matadero.

[Esta entrevista se publicó el 16 de febrero de 2011 en El Periòdic d'Andorra]

miércoles, 19 de marzo de 2014

Vida, pasión y muerte del maquis hermafrodita (La Pastora II)

El historiador José Calvo reconstruye la trayectoria de La Pastora, protagonista del premio Nadal 2011 que Alicia Giménez Bartlett obtuvo con Donde nadie te encuentre.

"¡Te cortaré el cuello!" Esta amenaza fue la perdición de Florencio, el maquis hermafrodita, el terror del Mestrazgo, donde todavía hoy -medio siglo después- se le recuerda con el sobrenombre con el que ha pasado a la crónica negra espanyola: La Pastora. El destinatario de la amenazaera el Cisco de Pessonada, reconocido contrabandista a quien Florencio reclamaba una deuda de 12.000 pesetas que el de Pessonada se negaba a devolverle porque -alegaba- no constaba en ningún documento. De repente, el señor contrabandista se había vuelto un leguleyo. En fin, que todo esto ocurría en Andorra, donde Florencio se había refugiado en 1956 dejando atrás un luctuoso y quien sabe si apócrifo rastro de sangre: la policía franquista le endosaba una treintena de asesinatos, que no está mal -exactamente, 21 guardias civiles, siete alcaldes e incluso un ermitaño- cometidos en la zona del Maestrazgo entre 1949 y 1954.

"¡Te cortaré el cuello!" El tal Cisco lo denunció, y a partir de aquí todo fue de mal en peor para Florencio: el 5 de mayo de 1960 la policía andorrana lo detuvo, muy probablemente en la borda de Les Pardines de Sant Julià de Lòria, donde trabajaba cuidando los rebaños de la casa. Como pastor, vamos. ¿La excusa? Que se trataba de un ciudadano extranjero indocumentado. Ni más ni menos que los últimos cinco años, pero ahora mediaba denuncia del Cisco, y vete tú a saber los hilos que podía mover un contrabandista bien situado. Esa misma tarde, para que no hubiera lugar a pensárselo do veces, era entregado a la guardia civil en el puente de Arcavell, y La Pastora iniciaba un via crucis judicial -una condena a muerte y sendas penas a 30 y 40 años de reclusión, conmutadas después por otra de sólo 20 años- que no terminaría hasta el 22 de septiembre de 1977, cuando salió del penal cántabro del Dueso. Los años siguientes, hasta su muerte en 2004, los pasó en la localidad valenciana de Olocaut y acogido a la hospitalidad de Marino Vinuesa, funcionario de prisiones con quien había coincidido en Valencia.

Esta es a grandes rasgos la historia de Florencio Pla Meseguer (Vallbona, Castellón, 1917-2004) según la ha podido reconstruir el periodista castellonense José Calvo en Del monte al mito. Una vida que combina en dosis similares aventura, drama y también truculencia y que ha proveído a Alicia Giménez Bartlett del material con que pergeñar Donde nadie te encuentre, la novela ganadora del premio Nadal 2011. Bartlett sigue el periplo de La Pastora exactamente hasta su huida a Andorra. Es decir, los años de plomo, cuando Teresa deja de ser Teresa -o Teresot, como también era conocida-, se convierte en Florencio, ingresa en la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA) y se erige en uno de los maquis más buscados de España.

Mala estrella
El caso es que Florencio había nacido niño -padecía un cuadro de pseudohermafroditismo, según la terrorífica terminología médica- pero fue inscrito en el registro civil como mujer. Y como mujer vivió hasta que en 1949 la Guardia Civil liquida a una cuadrilla del maquis que se había refugiado en la cabaña que Florencio utilizaba para cobijar a sus cabras. Cayó también el propietario de la cabaña, y Teresa, temiendo las represalias que le podían caer de rebote, huye al monte e ingresa en el AGLA. Su padrino en el maquis es Jesús Caelles, jefe del 23º sector, que la lleva a su casa en La Senia, le corta el pelo y la (lo) viste con ropas masculinas. Acababa de nacer Florencio.

La aventura en el maquis durará sólo 20 meses. Abandona la guerrilla en compañía de un tal Francisco Serrano, alias El Rubio, se emplean durante un tiempo en Andorra pero -dice Calvo- terminan volviendo al Maestrazgo y retomando ahora una vida más próxima al bandolerismo que al (supuestamente) romántico maquis: se suceden secuestros, extorsiones y sí, también asesinatos. "Él aseguraba que se había limitado a vigilar mientras sus compañeros ejecutaban sus fechorías; mantenía que jamás había matado a nadie. Lo creo, pero también es cierto que se le condenó como cooperador necesario de las muertes en las que se vio implicado", matiza el historiador.

En cualquier caso, lo cierto es que en 1954 se le agota la fortuna. El Rubio muere en un enfrentamiento a tiros con los propietarios del mas del Reguer, en Tarragona, a los que pretendía extorsionar. Florencio se refugia en una cueva de Chert (Castellón) donde permanecerá durante dos años sin mantener contacto con persona alguna, dice Calvo.Y en 1956 salta a Andorra: "Su sueño era pasar a Francia, donde parece que tenía un hermano, pero temía las represalias de sus antiguos compañeros de armas". En este rincón del Pirineo ejercerá su oficio de pastor, pero también como contrabandista y como hombre de confianza de los propietarios de unos almacenes de Andorra la Vella. Incluso tendrá por lo visto el tiempo y la oportunidad de enamorarse. Una chica -continúa Calvo, que entrevistó a Florencio en 1988, tres décadas después de estos hechos- que lo marcó pero que desaparece del mapa al cabo de poco tiempo. Mala suerte que vuelve a visitarlo cuando confía sus ahorros, pura inocencia, en un individuo de dudosa reputación, un tal Constante que se iba a Francia y se había comprometido a esperarlo en su nuevo destino. Con el dinero, claro. Pero Constante también desaparece y es en ese momento cuando Florencio se topa con el Cisco de Pessonada. Todavía no lo sabe, pero acaba de firmar su sentencia.

Dice Calvo que la Guardia Civil sólo le encontró encima seis fotos del de Pessonada, uno de los dos únicos amigos que por lo visto hizo durante su aventura andorrana. Teniendo en cuenta el otro fue el dichoso Constante, no es que tuviera mucho ojo para las amistades. En fin, según Calvo parece que en el primer momento los agentes de la Seo no lo reconocieron como La Pastora, el buscadísimo maquis dels Maestrazgo. La única fotografía de que disponían era la de una mujer, y ellos tenían ante sí a un fornido hombretón que se identificaba como Florencio Pla. Una marca en el labio superior -leporino- que reconoció un teniente natural como él de Castellón fue lo que finalmente lo delató.

[Este artículo se publicó el 17 de enero de 2011 en El Periòdic d'Andorra]