La fascinante crónica negra de Andorra todavía está por escribir. Una lástima, pero qué le vamos a hacer, mi país y yo somos así, señora. Mientras esperamos que alguien ponga manos a la obra, habrá que conformarse con las migajas. Por ejemplo, las que saltan de la mesa de Donde nadie te encuentre, la novela con que la escritora Alicia Giménez Bartlett (Almansa, Albacete, 1951) se llevó el día de Reyes el último premio Nadal. Bartlett, conocida sobre todo por la saga de la inspectora Petra Delicado -Ana Belén en la versión televisiva: así, cualquiera- se atreve aquí con la muy truculenta y muy real historia de Teresa Pla Meseguer (Castellón, 1917-2004), también conocida como La Pastora, Teresot, Florencio y Durruti: brevemente, un hermafrodita masculino a quien el padre registró al nacer como mujer (Teresa), que como mujer creció y que en 1949, después de ser vejada por un pelotón de la Guardia Civil, cambió literalmente las faldas por los pantalones e ingresó en el maquis que operaba en las montañas del Maestrazgo, donde -ya convertida en Florencio- se labró una sólida reputación como guerrillera antifranquista. Tanta, que al ser capturada, en 1960, la acusaron de 29 asesinatos -que no fueron probados- y fue condenada a sendas penas de 30 y 40 años de reclusión. Teresa, Teresot, Florencio o Durruti se benefició de la amnistía de 1977 y vivió sus últimos años en relativa paz, de nuevo en su Castellón natal.
Fotografía de la ficha policial de Florencio Pla fechada en 1960, el año que fue capturada en Andorra y entregada a la Guardia Civil. Fotografía: Archivo. |
Hasta aquí, y muy brevemente, la vida y obra de la protagonista de Donde nadie te encuentre. Pero, ¿qué tiene que ver, en todo esto, nuestro rincón de Pirineo? Pues mucho, porque resulta que en 1956, cuando la célula del maquis en que militaba pasa a Francia, Florencio se quedó en Andorra, "guardando el rebaño de dos masías, y viviendo del contrabando de tabaco y de nailon", según afirmaba en una entrevista publicada en 1988 en la revista El Temps. El plácido exilio andorrano terminó bruscamente en 1960, cuando fue delatada por otro contrabandista, capturada por la policía y entregada a la Guardia Civil. Un caso excepcional que contradice la tradicional hospitalidad que encontraron en Andorra los refugiados políticos de uno y otro signo, y que Florencio, recordaba en esta misma entrevista de El Temps: "Llevaba cinco años trabajando duro. Había ahorrado algún dinero y los guardé en casa de un amigo, que un buen día desapareció con ellos. Como me había quedado sin nada, le reclamé a otro contrabandista de nombre Cisco que me devolviera 12.000 pesetas que le había prestado en cierta ocasión. Pero este Cisco me denunció al teniente de la policía de La Pobla de Segur. Me cogieron cuando salía a pastorear con el rebaño. Y me entregaron a la Guardia Civil". Con la delación y la traición andorrana acaba precisamente la novela de Gimenez Bartlett, publicada por Destino. Pero esto es sólo el comienzo. Esta historia continuará. No les quepa la menor duda.
[Este artículo de publicó el 11 de enero de 2011 en El Periòdic d'Andorra]
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