¡Ay, nuestro buen rey Borís! ¡Qué regalo fabuloso nos hizo el día que se dejó caer por aquí arriba y tuvo la ocurrencia de declarar la guerra al Excelentísimo y Reverendísimo señor Obispo! Pues bien, hoy repasaremos su vida sentimental y también su carrera militar, probablemente dos de los rinconcitos menos transitados de su proteica personalidad. Y todo, gracias a los documentos que Gerhard Lang -el historiador alemán que un buen día sintió la llamada de Borís, como Buck la del bosque- ha ido herborizando en archivos de medio mundo: un cartapacio ahora depositado en el Archivo Nacional de Andorra que constituye como han podido ir comprobando las últimas semanas una auténtica mina.
Pero vayamos de una vez al meollo del asunto: teníamos hasta ahora clichada a su amante digamos oficial, la norteamericana Florence Marmon -ex, según parece, de un magnate del automóbil con sede en Indiana-, con quien se topó en 1933 en Palma de Mallorca. Porque Borís tenía buen ojo a la hora de escoger lugar de residencia. Con decir que se casó con una vecina de la Costa Azul, y que después de su aventura andorrana se dejó caer por Estoril, a ver si pescaba algo... Y la intuición nos dice que era esta Marmon la que pagaba los sainetes de nuestro Borís. En fin, que como sabemos a la pobre Florence la empaquetó hacia los EEUU después de la guerra de Andorra. Aunque interpretó mientras duró su papel de reina consorte con convicción: incluso consiguió que el Obispo Guitart la invitara a la misa en honor del (entonces) recién traspasado presidente Macià que se celebró en la catedral de la Seo el 20 de julio de 1934. Borís y el Obispo podían estar en guerra, pero una misa es una misa. Por lo menos, así figura en los documentos de Lang.
Marmon es, seguro, la que más fortuna mediática ha tenido entre las consortes de Borís. Pero no fue ni la primera ni la última, porque el hombre era en este sentido un culo inquieto parecido, en fin, a los presidentes de la República francesa. El caso es que Lang ha puesto nombre y apellidos a la segunda señora del harén de Skossyreff: la británica Phyllis Peel Smith, Polly para los amigos, cuya pista el historiador ha tenido la paciencia de seguir hasta Londes, done la pobre polly se casó en 1920 con un tal Patrick Beauchamp Heard: teniente, atención, de la Royal Navy, galones que algunos pagaríamos por lucir un día. El de teniente, o el de optio de la IX Hispana, pero esta es otra historia, me temo.
En fin, que pobre, porque Phyllis y Patrick se separaron tres años después... por adulterio. De él, se entiende. Que una década después acabara enredándose con un vendedor de humo como Borís -un pasaporte holandés a su nombre expedido en 1923 lo describe como un hombre "sin religión" de 1,79 metros de altura, el pelo "negro", cejas y ojos "marrones" y la nariz "recta"- no dice mucho a favor de su ojo con los hombres. Del ojo de Polly, claro. Para que vean de qué clase de individuo se encaprichó, aquí va una gacetilla del The Majorca Sun fechada en Palma -donde se conocieron- en septiembre de 1933, meses antes de la asonada andorrana: "La señora Marmon y su huésped, el capitán Borís Skossyreff, han sido interrogados por la policía bajo la sospecha de que en el piso de la primera haya sido utilizado como lugar de cita de pervertidos (!), y porque podría estar involucrada en el tráfico de cocaína".
Las legítimas
Hasta ahora nos hemos ocupado de las dos amantes digamos que oficiales de Skossyreff. Pero es que Borís también tuvo esposas legítimas. Dos, por lo menos. A la primera también la conocíamos: Marie Louise Parat, nacida en 1895 en Marsella, y con domicilio en Saint Cannat. La de la finquita en la Costa Azul, vaya. Ignoramos cuándo contrajeron matrimonio, pero lo que sí es seguro es que estaban casados en octubre de 1943, porque Lang ha localizado el contrato de trabajo que autoriza a Skossyreff y señora a trasladarse a Berlín para empezar una nueva vida. La fotografía de Marie Louise de aquí arriba proviene de este curioso, a la vez que insidioso y algo inquietante documento, que incluye una ficha antropométrica al más puro estilo nazi, con casilla para la "raza ("judía/no judía"), y datos como la altura (1,65 metros), el color del pelo ("rubio"), los ojos ("negros"), la nariz ("moyen") y la forma del rostro ("ovalado").
Volveremos enseguida sobre la deriva alemana del periplo de Skossyreff. Pero antes terminemos con su trayectoria sentimental, siempre según los documentos exhumados por lang. La vida conyugal del matrimonio acaba oficialmente el 31 de diciembre de 1957, cuando Borís y Marie Louise -que después de la II Guerra Mundial se habían establecido en Boppard, en el suroeste de Alemania- firman el convenio de separación. Nos despedimos aquí de Marie Louise, que desaparece de esta historia -y quizás de la Historia- pero nos quedamos con él, para quien habrá una segunda vez.Fue el 3 de abril de 1969, cuando un Borís ya maduro -69 años, según la fecha de nacimiento, 21 de enero de 1900, que consta en el certificado de matrimonio- se casa con una tal María, una chica alemana nacida, atención, en 1939 en la localidad sajona de Brunswick. Es la señorita con cofia -ahora, ya convertida en señora- de aquí abajo, que en otros documentos aparece citada como Roswitha von Skossyreff. Parece que esta vez la cosa salió algo mejor, porque María (o Roswitha) es quien firma la esquela de Borís publicada en un diario de Boppard al día siguiente de su fallecimiento, ocurrido el 27 de febrero de 1989.
En la 6a división pánzer
Así que Borís, el rey de Andorra, nacido en 1900 en Vilna, Lituania -entonces perteneciente al imperio de los zares- murió como ciudadano alemán en Boppard en 1989. ¿Sorprendente, no? Quizás no tanto si tenemos la suerte de acceder al dosier elaborado por la Administración Militar Soviética para ala Alemania ocupada con motivo de la detención de Borís, practicada el 12 de noviembre de 1948 en Eisenach por los herederos del NKVD. El acceso ahora es facilito, porque el dosier lo tenemos también en el Archivo Nacional. Pero, ¿y entenderlos? El reto es factible si tenemos a mano una auténtica rusa de Ekaterinburgo. Es nuestro caso: Alexandra Grebennikova, qué casualidad. Y resulta que según el dosier, que hay que leer, advierte, con las reglamentarias reservas que genera cualquier actuación de la policía política de la URSS- Borís Mikhalovich Skossyreff se afilió al partido nazi en 1935. Según el juez instructor, en esta fecha "ingresó en la filial extranjera del NSDAP en París y por cuenta de los servicios de inteligencia nazis se dedicó al espionaje con el objetivo de tomar el pulso a las tendencias ideológicas de la población y de distribuir propaganda nazi".
La verdad es que sorprende que la inteligencia nazi -¿el Abwehr? ¿La SiPo? ¿La Gestapo?- confiara en un hombre tan, ejem, disperso como Borís. Pero no dudaremos aquí de la capacidad de nuestro hombre para dar gato por liebre al más duro de los polis nazis. El informe soviético pasa de puntillas por las actividades concretas del espía Borís i salta hasta 1943, cuando se traslada a Berlín. Pues según el juez, Skossyreff fue nombrado "director" de un "campo de concentración para trabajadores franceses" -la clientela del Servicio de Trabajo Obligatorio, que no podemos considerar exactamente mano de obra esclava, pero tampoco trabajadores libres.
Primera página del expediente de Borís Skossyreff abierto por la Administración Militar Soviética en la Alemania ocupada. Fotografía: Fondo Lang / Archivo Nacional de Andorra. |
El caso es que "como consecuencia de sus órdenes, los trabajadores franceses [bajo su custodia] sufrieron diversos castigos". Lástima que no especifique ni cuáles ni cuántos. En el mismo 1943, en fin, Borís, es reclutado por la Wehrmacht y enviado al frente del Este, glups, cuando las cosas comienzan a ponerse feas -para los alemanes, se entiende: Paulus se acababa de rendir en Stalingrado, y ya nada fue nunca lo mismo para Hitler. Participa en operaciones en Minsk, Vitebs y Smolensko, obtiene el grado de mayor y es destinado a la sección de inteligencia de la 6a división pánzer. Casi nada. Se dedicó, continúa el señor juez, a interrogar personalmente a prisioneros de guerra soviéticos. Y lo debía hacer bastante bien, porque entre pitos y flautas cosechó sendas Cruces de Hierro, de 2a y de 1a clase. Y no es por nada, pero una Cruz de Hierro se otorgaba exclusivamente por el valor demostrado en combate. Vaya, que a un juez soviético de 1948 le debía de hacer mucha gracia, toparse con uno de sus bravos titulares.
Hasta quí, la trayectoria bélica de Skossyreff, quye fue lo suficientemente hábil para volver vivo del Este, sobrevivir a las depuraciones de la postguerra y esperar que la tempestad amainara en Boppard, en el sector francés de la Alemania ocupada. Pero la suerte le dio la espalda en noviembre de 1948, cuando es detenido en Eisenach, zona soviética, procesado, condenado por espionaje y "agente al servicio de los nazis", y enviado a un "campo especial del ministerio del Interior de la URSS". Al gulag, vamos. El expediente no dice a cuántos años; el hecho es que lo liberan el 4 de junio de 1956, y si hay que juzgar por la fotografía de aquí arriba, con un aspecto no muy lozano. Pero quizás tiene que considerarse afortunado de que un tipo como él, exciudadano ruso y, por lo tanto, probablemente un traidor a ojos soviéticos, se saliera de esta con sólo ocho años de trabajos forzados. Volvió a Boppard, y rehizo su vida. No es poco para un exoficial de la Wehrmacht enviado al gulag. Borís, como ven, es una caja de sorpresas. Y sospechamos que la cosa no termina aquí.
[Este artículo se publicó el 3 de febrero de 2014 en El Periòdic d'Andorra]
Conclusión:que fue un tipo sin escrúpulos amparado por otros de la misma ralea.
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