tag:blogger.com,1999:blog-81894522569891261602024-03-05T20:31:30.724+01:00 .Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.comBlogger178125tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-90359131389688825232015-10-02T23:48:00.002+02:002015-10-02T23:59:47.526+02:00Un apunte sobre las mixtificaciones en la epopeya de los pasadores<div style="text-align: justify;">
[Este artículo fue publicado, con alguna modificación que no afecta al sentido, el 20 de julio de 2015. Al día siguiente recibimos la llamada de la hija de Joaquim Baldrich -que no se llama Maria Teresa: Quimet no tuvo ninguna hija con este nombre- para confesarnos su sorpresa, por no decir pasmo, ante la sensacional noticia de que dábamos cuenta: el nicho que el fugitivo Alberto Curiel le legó en 1982 a Maria Teresa Baldrich en agradecimiento a los servicios de su padre como guía, puesto que fue Baldrich el que supuestamente le ayudó a cruzar el Pirineo y llegar a Barcelona. Ciudad donde, por cierto, Curiel acabó instalándose. De hecho, Baldrich murió en 2012 y jamás mencionó el episodio de Curiel y el legado del nicho. Su hija no le concede ninguna verosimilitud. No es la única aportación que se ha revelado dudosa, por no decir falsa, de <i>Refugi de jueus</i>, el libro recientemente publicado y del que procede el episodio del nicho. También parece descartado que fuera Antoni Puigdellívol, el contrabandista y exdeportado andorrano (a Buchenwald, por cierto), el Puigdellívol implicado en la venta de un supuesto autoretrato de Rembrandt que tuvo lugar en mayo de 1945 en Barcelona, y que dejó rastro en un informe de la unidad de inteligencia del ejército norteamericano dedicada al expolio artístico perpetrado por los nazis. En este caso la precisión la aportó la historiadora Rosa Sala Rose, que ha investigado a fondo la trayectoria de Puigdellívol -uno de los secundarios de lujo de <i>El marqués y la esvástica</i>- y que concluye que el traficante de arte es otro Puigdellívol -Antoni Puigdellívol Puigdellívol- y que además se trata muy probablemente de un falso Rembrandt, según el dictamen -dice Sala Rose- de uno de las máximas autoridades en el pintor flamenco. Como se ve, entre Sala Rose y la hija de Quimet Baldrich nos dejaron sin artículo. Y por esta misma razón lo habíamos dejado en el cajón. Hasta hoy: pensamos ahora que merece la pena volver sobre este asunto para llamar la atención sobre el peligro de mixtificación que se cierne sobre materia tan seductora como es la epopeya de los pasadores (y por supuesto, de los fugitivos). Hasta un volumen como este, patrocinado por la Diputación de Barcelona y que cuenta con el aval académico de Josep Calvet -probabemente, la máxima autoridad en la materia- incluye (por lo menos) dos gazapos considerables, que corren el peligro de sentar cátedra precisamente por la autoridad de sus promotores: si la hija de Baldrich no hubiera leído este artículo y no se hubiera tomado la molestia de hacer la llamada, hubiera quedado establecido un episodio incierto, por lo menos en estos términos y con estos protagonistas. Por otra parte, a cualquiera -menos a Sala Rose, tan tenaz como meticulosa- se le hubiera pasado por alto que Antoni Puigdellívol Puigdellívol y Antoni Puigdellívol Argelich no son la misma persona, y le hubiera atribuido alegre y verosímilmente al segundo veleidades de traficante de arte expoliado. La evasión pirenaica durante la II Guerra Mundial es, en fin, suficientemente rica en capítulos y personajes heroicos -y también escabrosos- como para <i>enriquecerla </i>con episodios fabulosos. Por esta razón decidimos incluir el artículo que sigue, aun sabiendo que las dos anécdotas que lo sustentan son -por lo que sabemos- falsos. Pero incluso así, igualmente fascinantes, ya verán.]<br />
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Más oportuno, imposible: hace dos meses fallecía Lluís Solà, el último superviviente de la epopeya de los pasadores. Por lo menos, en Andorra y alrededores. Y resulta que su periplo durante los años centrales de la II Guerra Mundial como guía de fugitivos -ya saben, sobre todo judíos pero también jóvenes franceses refractarios al Servicio de Trabajo Obligatorio o que pretendían unirse a las filas de De Gaulle, así como aviadores aliados abatidos sobre la Europa ocupada- da precisamente cuerpo a uno de los capítulos de <i>Barcelona, refugi de jueus</i> (Angle), una nueva monografía sobre este fascinante episodio recién salida del horno y que, como su título apunta, repasa el paper de la capital catalana como lugar de tránsito -y, en ocasiones, destino final- de una cantidad considerable de evadidos judíos.</div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijTxXLE9KEomRaNFGfWdx0_7AoYzvlagcELDTXrVhy-rsWVNrW9PfV-KYrxAxgugfcgo2cz1A4GUQ7hHw4AmlYEJiwX4y1fRI7DTFdupPjswYZ6Sks6vL7EjcQyJrTtcWAbXN0SBk_5Rw/s1600/p.+11+2+baldrich+molne.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijTxXLE9KEomRaNFGfWdx0_7AoYzvlagcELDTXrVhy-rsWVNrW9PfV-KYrxAxgugfcgo2cz1A4GUQ7hHw4AmlYEJiwX4y1fRI7DTFdupPjswYZ6Sks6vL7EjcQyJrTtcWAbXN0SBk_5Rw/s640/p.+11+2+baldrich+molne.JPG" width="480" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Joaquim Baldrich, en primer plano, y Eduardo Molné, delante del hotel Palanques de la Massana, sede más o menos oficial de la cadena de Antoni Forné en la que ambos colaboraron; de todos ellos se ha hablado ampliamente en este blog; si volvemos a sacarlos a colación es porque, según el testimonio de Nelly Curiel, su padre, refugiado judío que se instaló en Barcelona en 1942, legó al fallecer un nicho al guía que lo ayudó a cruzar los Pirineos: el mismísimo Baldrich. Fotografía: Máximus.</td></tr>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXRUbUd4FU-cKhXYWdw6fKbCIVBwoFasf9x3IlgbWFD_rjQHgsz9bCfl9plYx515JKWarA-XDcg_xxijtifNgicA2Xog5jlrzIBCYKi9iJq14mrDGqeJoBcZ2aimuErjCQSxftWsb0XRs/s1600/lluissola1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXRUbUd4FU-cKhXYWdw6fKbCIVBwoFasf9x3IlgbWFD_rjQHgsz9bCfl9plYx515JKWarA-XDcg_xxijtifNgicA2Xog5jlrzIBCYKi9iJq14mrDGqeJoBcZ2aimuErjCQSxftWsb0XRs/s640/lluissola1.jpg" width="526" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Lluís Solà, fallecido en julio de 2015 y el último superviviente de la epopeya de los pasadores; también de él hemos dado cumplida cuenta desde estas páginas. Refugi de jueus dedica un capítulo a sus andanzas. Fotografía: Familia Solà.</td></tr>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6FN2U49y8ZdEW9jLBv5NeLRlq4f750YcSvjBNcOboBTwXnkcFPfiZnV5j49o4GlqkE9rYk2JdSTXpUrlgyro5Dq-YIzEEobzEi-xjp5k9MfdKWu0gxCvKx5DzajyiNcXrI5U2niTomRU/s1600/lluissola2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6FN2U49y8ZdEW9jLBv5NeLRlq4f750YcSvjBNcOboBTwXnkcFPfiZnV5j49o4GlqkE9rYk2JdSTXpUrlgyro5Dq-YIzEEobzEi-xjp5k9MfdKWu0gxCvKx5DzajyiNcXrI5U2niTomRU/s640/lluissola2.jpg" width="450" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Supuesto autoretrato de Rembrandt expoliado por los nazis que según los historiadores Víc, a la compañçíator Sorenssen y Rosa Serra intentó colocar Antoni Puigdellívol, excontrabandista y superviviente del campo de Buchenwald a la compañía Bauer Type Foundry de Nueva York. La unidad de inteligencia del ejército norteamericano encargada de seguir el rastro de las obras de arte expoliadas redactó un informe sobre este asunto, pero se desconoce cómo concluyó. Fuente: Rosa Sala Rose.</td></tr>
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El historiador Josep Calvet -coautor de <i>Refugi de jueus</i> y autor, seguro que lo recuerdan, de <i>Las montañas de la libertad</i> y <i>Huyendo del Holocausto</i>- habla de unos 10.000 fugitivos para el Pirineo catalán. Lo hace en el capítulo titulado Escapant de la persecució nazi, en que nuestro Solà juega un paper destacado, ya lo hemos avanzado, pero también Joaquim Baldrich (el Pla de Santa Maria, Tarragona, 1917-Escaldes, 2012) y por supuesto la red que Antoni Forné dirigía desde el hotel Palanques de la Massana. Detengámonos un momento en Baldrich, viejo conocido de este blog, porque aparece a cuenta de uno de los judíos que ayudó a pasar -el judío Alberto Curiel- con la particularidad de que al morir éste último en Barcelona, en 1982, y como muestra de agradecimiento -algo truculenta, todo hay que decirlo- le legó... ¡un nicho!<br />
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Volveremos enseguida a este episodio porque -convendrá el lector- se lo vale. Pero es que Calvet deja también constancia del tristísimo caso de Jenny Kehr, que Rosa Sala Rose ya había recogido años arás en La penúltima frontera: originaria de la ciudad alemana de Appenheim, donde había nacido en 1895, Kehr fue capturada el 8 de octubre de 1942 en Coll de Nargó, a un tiro de piedra de la frontera andorrana, junto a su marido, Max Regensburger. Procedían del campo de concentración de Gurs, de donde habían huido un minuto antes de que los judíos en él retenidos fueran deportados al Este, y tenían la esperanza de saltar a los EEUU. El matrimonio fue a parar a los calabozos de la Seo, como tantos otros en su misma situación, y a partir de aquí sus caminos de separan de forma definitiva y también trágica: Max es reexpedido al campo de Miranda, destino habitual de los fugitivos en edad militar; Jenny, a la prisión de mujeres de las Corts, en Barcelona, con la mala fortuna de que el gobernador civil de Lérida, Juan Antonio Cremades, ordena el 30 de octubre que sea repatriada a Francia, lo que equivalía a una condena a muerte. Nunca pisó suelo francés; de hecho, ya no salió de Barcelona: la noche antes de ser repatriada se colgó en su celda de las Corts: "Cansada de vivir", concluyó el informe oficial.<br />
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<b>Perseguidos, salvados y ausentes</b><br />
Calvet repasa, en fin, las tres fases que se pueden distinguir en el tránsito de refugiados por los Pirineos durante la guerra: la primera, entre el estallido del conflicto , el 1 de septiembre de 1939, y mayo de 1940, con la caída de París. Durante estos meses pasan de forma legal, con la documentación validada y presentándose reglamentariamente en la aduana correspondiente, sobre todo familias judías procedentes de Polonia, Bélgica y Holanda, los tres primeros países que cayeron en las garras nazis; a partir de 1940, dice el historiador, "las autoridades franquistas dejan de emitir visados y pactan con Vichy la repatriación de los evadidos detenidos en un radio de cinco kilómetros alrededor de la frontera". Al albur de esta nueva política oficial, cientos de judíos, dice Calvet, fueron devueltos a Francia hasta principios de 1943. Es precisamente en este momento, y no antes, cuando empieza el tráfico clandestino de personas. La tercera fase, en la que se concentran el mayor número de evasiones, se registra a partir de noviembre de 1942, con la ocupación alemana de la Francia de Vichy que Hitler ordena en respuesta al desembarco aliado en África.<br />
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Calvet recuerda también el papel destacadísimo del portugués Samuel Sequerra, el alma del Joint Distribution Comittee, en la atención a los fugitivos -recuerden en este punto el caso sensacional de Carla Kimhi- y también el de Joan García Rabascall, el hombre del consulado británico en el Pirineo de Lérida, con funciones similares a las de Sequerra: socorrer sobre el terreno a los evadidos que entraban en España, sufragando los gastos generados y gestionando primero el traslado a Barcelona y después a un tercer país de acogida, generalmente EEUU e Israel. Por lo que respecta a la trayectoria de Solà, les remitimos a las notas biográficas publicadas recientemente aquí mismo; otro tanto cabría decir de Baldrich, pero el caso de Curiel -raramente se produce el milagro de poder vincular a un pasador con uno de sus <i>clientes</i>- y especialmente ese pintoresco legado -¡una sepultura para su salvador!- merece sin duda atención especial.<br />
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Calvet parte del testimonio de la hija del mismo Curiel, originario de la ciudad turca de Esmirna, emigrado en 1920 a París, que en 1942 se planta en Tolosa dispuesto a cruzar los Pirineos con destino a Barcelona, donde un tío suyo comercializaba con notable éxito el entonces célebre Jarabe Famel. En fon, que lo consiguió gracias a Baldrich, dice Nelly Curiel. Un detalle de la biografía del padre -este de la evasión- que sólo llegó a conocer cuando, una vez fallecido, la familia abrió el testamento y se encontró con la sorprendente manda de un nicho "a una chica que se llamaba Maria Teresa Baldrich y que ninguno de nosotros conocía de nada". El relato pormenorizado de la trayectoria de Curiel lo encontrarán en el apartado documental de Perseguits i salvats, la estupenda web que evoca la epopeya pirenaica de los fugitivos de la II Guerra Mundial y en que Andorra, inexplicablemente, todavía no está presente. Pinchen en <i>perseguits.cat</i> y nos lo dicen: ¿tan difícil resultaría?<br />
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<b>Puigdellívol y el autorerato de Rembrandt</b><br />
El tercer protagonista andorrano de <i>Refugi de jueus</i> es Antoni Puigdellívol. Y de nuevo, con polémica incluida, como en <i>El marqués y la esvástica</i>, de Sala Rose y García-Planas, y <i>Andorrans als camps de concentració nazis</i>, de Porta y Cebrián. Rosa Serra y Víctor Sorenssen desentierran en <i>Els supervivents de l'Holocaust</i>, el capítulo que cierra el volumen, un informe de la Art Looting Investigation Unit (ALIU) -la unidad de inteligencia que investigaba el expolio de arte perpetrado por los nazis durante la guerra- que involucra al antiguo contrabandista y superviviente de Buchenwald en un oscuro caso de tráfico de obras de arte, a cuenta de un supuesto autoretrato de Rembrandt que Puigdellívol, dicen Serra y Sorenssen, intentó vender en julio de 1945 a la compañía Bauer Type Foundry de Nueva York. Pero ni ellos ni la ALIU aclaran el resultado de la operación, así que esta nueva aparición estelar de Puigdellívol el maremágnum de la II Guerra Mundial quedará otra vez envuelto en la sombra.<br />
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<b>[Este artículo se publicó el 20 de julio en el diario Bon Dia Andorra]</b></div>
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Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-56346480734133989652015-10-02T15:27:00.000+02:002015-10-05T18:32:31.798+02:00Romeu, el 'veguer' eterno<div style="text-align: justify;">
Ludmilla Lacueva debuta en la ficción con <i>L'home de mirada clara</i>, biografía novelada de Charles Romeu; en el cargo entre 1884 y 1933, suyos son -entre otros- los testimonios fotográficos de la sentencia de muerte de 1896 y la primera ascensión motorizada al puerto de Envalira, en el verano de 1912. Fue el <i>veguer </i>más longevo de la historia. Y tuvo un final más bien triste.<br />
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQDJn1vNI4TqgW5jT4TPv_4YptErXLYM1PDRoZik35nPVeFY5ult9X47WHv4sckRBjsHXCkBBdEDIG9fKQUpDikv8tg2Idq8GQ0eWz4LTHqJoBoiWcGr3e8wOcCUkzuWHZzciaYc8XzYw/s1600/romeu+1+Charles+Romeu+Fons+Jean-Pierre+Raison.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQDJn1vNI4TqgW5jT4TPv_4YptErXLYM1PDRoZik35nPVeFY5ult9X47WHv4sckRBjsHXCkBBdEDIG9fKQUpDikv8tg2Idq8GQ0eWz4LTHqJoBoiWcGr3e8wOcCUkzuWHZzciaYc8XzYw/s640/romeu+1+Charles+Romeu+Fons+Jean-Pierre+Raison.jpg" width="382" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;">Romeu, en sus tiempos de estudiante de leyes en Tolosa; ejerció como <i>veguer </i>entre 1884 y 19`33, y además de dejar testimonio fotográfico de la lectura de la sentencia de muerte de 1896 -al parricida Manuel Bacó se le conmutó la pena por la de cadena perpetua, que cumplió en un presidio francés- y del primer convoy de automóviles que circuló por la carretera de Envalira, en 1912, durante su largo mandato abrieron en el país las escuelas francesas, se tendieron las primeras líneas de teléfonos, se gestionó la concesión de Fhasa y empezó la construcción de la central eléctrica, y se completó la red de carreteras. Fotografía: Colección Jean-Pierre Raison.</td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1KHMVl9d1THNyMrO_QnNCbsFMYE-b1J4JNQr_ewJYkpYj7CrWhzJynO_w8j30S7p6J1Qowfld3e41VG2Veotgh5kUfv9kiLKBj3EfCwjx9Ii6vDj_CAi4K2xkCDZM9sNFJWm6Jfg1F4k/s1600/romeu+2+Foto+placa+cementiri+Fons+Ludmilla+Lacueva+Canut.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1KHMVl9d1THNyMrO_QnNCbsFMYE-b1J4JNQr_ewJYkpYj7CrWhzJynO_w8j30S7p6J1Qowfld3e41VG2Veotgh5kUfv9kiLKBj3EfCwjx9Ii6vDj_CAi4K2xkCDZM9sNFJWm6Jfg1F4k/s640/romeu+2+Foto+placa+cementiri+Fons+Ludmilla+Lacueva+Canut.JPG" width="480" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;">La lápida del <i>veguer </i>eterno en el cementerio de Tolosa es explícita en todo, menos en señalar al culpable de todo: el <i>veguer </i>adjunto Joseph Carbonell en opinión deLacueva, que ha novelado la biografía de Romeu en <i>L'home de mirada clara</i>, es "el más despreciable de sus conciudadanos"; es decir, el causante de la muerte de nuestro hombre. Fotografía: Ludmilla Lacueva.</td></tr>
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"Abogado, <i>veguer </i>de Andorra, caballero de la Legión de Honor, juez del Tribunal Superior, consejero de prefectura, presidente de la Oficina de Asistencia Judicial, fundador del dispensario departamental de Higiene social y de la Asociación Politécnica, y hombre de bien en toda la acepción de la palabra, y víctima del más despreciable de sus conciudadanos..." Estas son las exactas palabras que Suzanne, segunda esposa y viuda de Charles Romeu (Prada, 1854-1933), hizo grabar en la lápida del panteón familiar del cementerio de la localidad donde nació y donde hoy reposa. Entre los honores que dan lustre a la larga, larguísima carrera de nuestro hombre, nos fijaremos hoy en el segundo -<i>veguer </i>francés entre 1884 y 1933, el más longevo de la historia- y también en el último, esta lapidaria -y nunca mejor dicho- sentencia: "...víctima del más despreciable de sus conciudadanos".</div>
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El hombre a quien Suzanne culpaba de la muerte de su marido era Joseph Carbonell, a quien François Marie Taviani, delegado permanente del Copríncipe francés en la época -estamos en 1932- había enviado a nuestro rincón de mundo en calidad de <i>veguer </i>adjunto, cargo inexistente inventado para el mismo Carbonell y que el Consell General se resistió con uñas y dientes a reconocer. Con éxito, por cierto. En realidad, sugiere Lacueva, Carbonell formaba parte de una especie de confabulación pergeñada desde las altas esferas de la administración francesa para sacarse de encima a Romeu, que después de casi medio siglo en el puesto mostraba a ojos de los gabachos demasiadas simpatías por la causa andorrana. Carbonell se dedicó en sus meses como <i>veguer </i>fantasma -pero que residía sobre el terreno, mientras que el titular, incluido Romeu, sólo ocasionalmente se desplazaba al país, sobre todo para cumplir sus funciones jurisdiccionales- a minar la obra de su jefe y a enviar a Pepiñán -capital, de los Pirineos Orientales, cuyo prefecto ejercía a la vez el cargo de Delegado Permanente del Copríncipe en Andorra- informes catastrofistas que alertaban de una inminente revolución.</div>
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Tampoco iba tan desencaminado, esta es la verdad, pero esta es otra historia y nuestro hombre es Romeu, personaje casi desaparecido de la memoria pública de este país -hay otros: la lista sería larga- y que Lacueva (<i>Els pioners de l'hosteleria andorrana</i>) ha convertido en protagonista de su debut en la ficción, <i>L'home de mirada clara </i>(Editorial Andorra). La autora atribuye este olvido a la enorme transcendencia de los años inmediatamente posteriores -con la Guerra Civil, la II Guerra Mundial, la postguerra y el boom económico- que han ocultado los hitos considerables del mandato de Romeu, y también al hecho de que entre las funciones del <i>veguer </i>se encontraba entonces -y hasta la Constitución de 1993- la de impartir justicia, "cosa que no siempre hacía a satisfacción de todos, como es natural". En este punto conviene recordar la célebre lectura de la sentencia de muerte -conmutada por trabajos forzados a perpetuidad- de parricida Manuel Bacó, dictada el 17 de abril de 1896 en una ceremonia pública de la que existe una escalofriante fotografía -atribuida por otra parte al mismo Romeu, detalle éste imposible porque el <i>veguer </i>ocupa su lugar en el ritual y es uno de los personajes del centro de la escena.</div>
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<b>Tras el veguer, un hombre: marido y padre</b></div>
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Se trata en cualquier caso de un olvido absolutamente caprichoso e injusto, opina Lacueva, porque el <i>veguer </i>Romeu fue uno de los artífices de la irrupción de la modernidad en este país: las escuelas francesas, la carretera hasta el Pas de la Casa desde el lado francés, la línea de telégrafos y el primer servicio de correos (franceses, naturalmente: la Poste continúa hoy al pie del cañón) hay que ponerlos en el haber del <i>veguer</i>, que actuaba movido por un celo digamos patriótico -uno de sus objetivos era extender y ampliar la influencia francesa en el país- pero que con los años -ya se sabe que el roce hace el cariño- gestó lo que a la autora se le antoja un sincero aprecio por la cosa andorrana. Hasta el punto que este fue uno de los motivos de su caída en desgracia. Murió el 5 de marzo de 1933, así que se ahorró el espectáculo de ver cómo que materializaban algunas de sus peores pesadillas: sobre todo, la ocupación del Consell General, perpetrada en abril de ese mismo año, pero también el desembarco -con sección de ametralladoras incluida- del destacamento del coronel Baulard, a mediados de agosto, interpretado por los andorranos -y por el <i>veguer </i>adjunto, según confesión propia a la reportera catalana de <i>La Humanitat</i>, Irene Polo: "<i>Nous sommes en Andorre, chez nous!</i>"- como una especie de ocupación encubierta. Opina Lacueva que Romeu, hombre de talante esencialmente dialogante, se habría opuesto a la operación policial, y recuerda que su viuda, Suzanne, se presentó en Casa Rossell -Josep de Riba, el <i>veguer </i>episcopal, era un gran amigo de la familia- "para apoyar a los andorranos en contra de los intereses de Francia".</div>
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Al lado del Romeu oficial, que podemos encontrar en los libros de historia -aunque eso sí, con muchas dificultades- Lacueva hace emerger al hombre, porque se trata al final de una novela y no de una biografía académica. La labor de documentación ha sido en este punto especialmente delicada porque Romeu no tuvo descendencia y las noticias familiares las ha tenido que herborizar en ramas colaterales que a duras penas han conservado su recuerdo. Lacueva ha recogido suficiente material como para dibujar el perfil de un hijo de buena familia -el padre, también abogado, había sido alcalde de Prada- que se casó en primeras nupcias con Eugénie Lafabrègue, que vio morir a su esposa y a su primera (y única) hija, Cécile, justo después del parto, y que no dudó en unirse a Suzanne, mujer -por decirlo con un tópico- de baja extracción social -a saber lo que significa esto- en un episodio que causó escándalo y que terminó con parte de la familia enemistada. Pero Charles perseveró y acabó convirtiendo a Suzanne en su segunda esposa.</div>
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Entre la mina de anécdotas que trufan <i>L'home de mirada clara</i> las hay extraordinariamente suculentas: por ejemplo, la vez que en cierto hostal le sirvieron una trucha, fuera de temporada, y él se la zampó, porque era un caballero. Al terminar el ágape, y en estricto cumplimiento de sus funciones, multó reglamentariamente a la señora de la casa por la infracción cometida. O cuando se enfrentó a su gran amigo, el <i>veguer </i>De Riba a causa de seis militares turcos -estamos en la I Guerra Mundial- escapados de un campo francés de prisioneros de guerra y que habían buscado refugio en la neutral Andorra: alguien había decidido encerrarlos en la prisión -entonces en Casa de la Vall- y De Riba ordenó liberarlos sin encomendarse ni a Dios, ni al diablo ni tampoco al <i>veguer </i>Romeu, como hubiera sido preceptivo, porque las decisiones de este tipo se tomaban de mutuo acuerdo. Se armó un buen cirio. O las cartas que, ya enfermo y en su lecho de muerte, le dictaba a su esposa y que firmaba de forma más bien lúgubre: "Dictada por un moribundo..." Lean <i>L'home de mirada clara </i>y juzguen ustedes si el <i>veguer </i>Romeu merece (o no) ser elevado a los altares del callejero. Otros con muchos menos méritos lucen su nombre en estupendas placas, y no pasa nada.</div>
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<b>[Este artículo de publicó el 10 de abril de 2014 en El Periòdic d'Andorra]</b></div>
Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-9653142064758676802015-10-01T23:50:00.000+02:002015-10-05T19:40:52.408+02:00"Naturellment! Nous sommes en Andorre: chez nous!"<div style="text-align: justify;">
[Este artículo se publicó cinco semanas antes de las elecciones del 1 de marzo de 2014, que revalidaron la mayoría absoluta de Demòcrates per Andorra, el partido-movimiento surgido en 2011 y aglutinado alrededor de la figura del actual jefe de Gobierno, Toni Martí, para desalojar del ejecutivo al socialdemócrata Jaume Bartumeu, que en 2009 había obtenido la primera victoria de la izquierda en la historia constitucional de Andorra. La actual cònsol de Sant Julià -entonces militaba en DA, hoy lo hace en el Partido Liberal de Andorra- tildó los dos años de Bartumeu al frente del ejecutivo de "accidente" en la historia política del país.]<br />
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La reportera catalana Irene Polo cubrió para el periódico <i>La Humanitad </i>la jornada del 31 de agosto de 1933. Por primera vez en la historia de Andorra podían votar todos los varones mayores de 25 años. La victoria se la jugaron tres partidos: los "bisbistes", los "antibisbes" y los "jóvenes". Polo concluye que ganaron las izquierdas. Incluso en Sant Julià. Y esto sí que es una noticia bomba.</div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBtYrTk4RDKJCBKFFEmc9KkiRsgrWpmdBL3meIAO0_gvPj6YpN-AcTGtpTuV0eQCcVOUfsVTVGBxMUzLAiHqc5AHXJ2_vyFucvHnH1UMsvtR0iMq2O4lo_2e3NRGklR8aOwj2gEF2UGhc/s1600/ireenepolo3.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="414" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBtYrTk4RDKJCBKFFEmc9KkiRsgrWpmdBL3meIAO0_gvPj6YpN-AcTGtpTuV0eQCcVOUfsVTVGBxMUzLAiHqc5AHXJ2_vyFucvHnH1UMsvtR0iMq2O4lo_2e3NRGklR8aOwj2gEF2UGhc/s640/ireenepolo3.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;">La reportera catalana Irene Polo conversa los días anteriores a las elecciones con el síndico Roc Pallarès, depuesto de su cargo en junio por el Tribunal de Corts, junto con el Consell General en pleno; con el coronel Baulard, comisario extraordinario que aterrizó en Andorra a mediados de agosto con la misión de garantizar el orden público, y con Joseph Carbonell, turbio personaje -en opinión de la historiadora Ludmilla Lacueva- que fue nombrado <i>veguer </i>adjunto -un cargo creado<i> ad hoc</i> e inexistente en el ordenamiento institucional- pero que nunca fue reconocido por el Consell. Fotografías: Colección Casimir Arajol. </td></tr>
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Las elecciones, ya lo saben, el 1 de marzo. Mientras el panorama se aclara y los gurús a la izquierda y a la derecha se dejan querer, daremos un vistazo a las primeras elecciones con sufragio universal masculino que se convocaron por aquí arriba. Lo haremos, además, de la mano de la reportera catalana Irene Polo, que dejó de este episodio unas suculentas crónicas publicadas en el diario barcelonés <i>La Humanidad</i>. Los comicios tuvieron lugar el 31 de agosto de 1933, el año de la (ejem) "revolución", como dice el historiador Arnau González i Vilalta (La cruïlla andorrana de 1933). Se refiere, seguro que lo recuerdan, a la ocupación del Consell General perpetrada el 5 de abril de ese mismo año por un grupo de jóvenes -cerca de dos centenares, lo que no está nada mal si se tiene en cuenta que la población del país no superaba las 6.000 almas- que reclamaban para empezar el sufragio universal y la publicidad de las sesiones del Consell, que ejercía -salvando muchas, pero muchas distancias- una pintoresca amalgama de competencias, entre ejecutivas y legislativas, aunque el poder real -entre otras potestades, la de dirigir al servicio de policía- residía entonces en los <i>veguers</i>. La cosa se complicó con la destitución del Consell, por lo visto demasiado contemplativo, decretada por el Tribunal de Corts en junio, y para acabarlo de arreglar los obreros de Fhasa -más de medio millar, se ocupaban de levantar la central hidroeléctrica y concluir la red viaria- convocaron no una sino dos huelgas generales en un país donde las movilizaciones de este tipo eran una absoluta novedad. Suficiente berenjenal como para que el Copríncipe francés, con la aquiescencia del obispo Guitart, nos enviara a los guardias móviles de Baulard, nombrado comisario extraordinario para la ocasión.<br />
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Los gabachos llegaron mediado agosto, oficialmente para garantizar el orden público. Polo, que formaba parte del batallón de corresponsales internacionales -<i>La Vanguardia</i>, <i>El Diluvio</i> y <i>La Humanitat</i>, pero también el <i>Times</i>, el <i>Daily Mail</i> y el <i>New York Times</i>- destacados hasta la Seo para seguir de cerca (?) los acontecimientos, los describe como "gente extraña, hombretones rubicundos, pesados, vestidos de azul y negro, con casco de hierro, porra, machete y revólver en la cintura", que los nativos observaban con una mezcla de "curiosidad, rabia y pasmo". La reportera visita días antes de la jornada electoral a <i>monsieur </i>Joseph Carbonell, turbio personaje que ejercía el cargo de <i>veguer </i>adjunto -creado por cierto para él, y que el Consell jamás se prestó a reconocer- y por lo visto el hombre fuerte del momento. Un individuo que no se cortaba un pelo al advertir que el solicito copríncipe francés enviaría tropas "de verdad" -no sólo policías- si el asunto se desmadraba. Es decir, si resultaban reelegidos los <i>consellers </i>destituidos -extremo harto improbable, porque tanto ellos como el síndico, Roc Pallarès, otro personaje, había sido inhabilitados por un año- o si al nuevo Consell se le ocurría romper la baraja y cortar con los Copríncipes. "Tropas, ¿también?", le pregunta Polo con impostada ingenuidad. "<i>Naturellment! Nous sommes en Andorre, chez nous!</i>", le responde el <i>veguer </i>adjunto. Claro que el tal Carbonell tenía una visión muy particular sobre los nativos: "La mayor parte [de los andorranos] son gente honrada y trabajadora, pero ha surgido una minoría que ha soliviantado tanto los ánimos que si no llegan a acudir los gendarmes hubiéramos visto cosas terribles. Lo que queremos es evitarle al país un baño de sangre", dice el buen Carbonell, con su cara de ángel bigotudo y barbudo.<br />
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31 de agosto. La reportera recorre los colegios electorales. Dice que en Sant Julià se han registrado "incidentes". Por culpa de las mujeres que, "ganadas por la significación religiosa del obispo esperaban a sus hombres a la puerta del colegio y en cuanto iban a depositar la papeleta en la urna los abrazaban desesperadamente rogándoles que no se dejaran arrastrar por la causa del demonio". En Encamp, en fin, encuentran la puerta del colegio expeditivamente atrancada con un... ¡fusil!. A las cuatro de la tarde, los colegios cierran y comienza el escrutinio. Polo aprovecha para reemprender el peregrinaje. En Canillo, el "conseller primer Armany, a quien llaman 'el Azaña de Andorra', anuncia la victoria de los <i>consellers </i>de izquierdas: Josep Areny, Jaume Bonell, Anton Duedra y Anton Torres". Si se molestan en buscar los nombres de los políticos hoy en activo, comprobarán como 80 años después sus nietos siguen en el cargo. Como si fuera con la herencia familiar. En fin, que según Polo estos Areny, Bonell, Duedra y compañía estaban "contra el obispo, contra Fhasa y contra la invasión de los franceses". Pues ocho décadas después tenemos obispo, tenemos Fhasa -hoy, Feda- y tenemos "franceses".<br />
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Si la victoria progresista es desde la perspectiva actual sorprendente en una localidad como Canillo -donde en las últimas dos elecciones ha concurrido una sola lista: la del Gobierno- todavía lo es más en Sant Julià, cuna de cierta y muy andorrana manera de ejercer la política, entendida como cosa de unas pocas familias, y se llevan el gato al agua los que Polo -siguiendo con la terminología de la época- denomina "antibisbes". Es decir, los que van contra los gendarmes, contra el obispo y contra Fhasa". Sus nombres: Anton y Ventura Duró, Manuel Areny y Ventura Fanus. Del mismo color es la victoria en la Massana, donde salen elegidos los <i>consellers </i>Guillem Areny, Gil Font, Ventura Torres y Pere Montané. En la capital -con Josep Coma, Anton Cerqueda, Josep Pla y Joan Serra- y naturalmente en Ordino, cómo no -Ventura Adellach, Miquel Pujol, Manuel Font y Ventura Coma- arrasa la derecha "bisbista". Y Encamp resulta la única parroquia donde se registra un reparto de <i>consellers</i>: un "acérrimo" del obispo, Antoni Picart; dos de los denominados "jóvenes" (Antoni Puy i Antoni Mussoy), y un "empate". Es decir, un <i>conseller </i>no asignado. Cómputo final para el Consell salido de las elecciones: dieciséis "antibisbes" contra siete "bisbistas". Así que puede afirma sin empacho que se han impuesto "las izquierdas".<br />
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¡¿Cómo?! ¡¿La izquierda, dice usted, en Andorra?! ¿Ocho décadas antes del <i>accidente </i>Bartumeu? Vilalta interpreta los resultados de aquellas primeras elecciones más o menos democráticas con la perspectiva del tiempo transcurrido y, sobre todo, con la documentación generada por la <i>vegueria </i>francesa ante los ojos. Y no lo tiene tan claro como Polo, que ganaran las "izquierdas" y los "antibisbes", porque lo cierto es que los gendarmes se marcharon del país el 9 de octubre, antes de las nevadas cortaran el puerto de Envalira y les obligaran a quedarse toda la temporada en tierra andorrana. Y concluye que si los gabachos se fueron es porque creían que la amenaza revolucionaria había pasado.<br />
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<b>[Este artículo se publicó el 19 de enero de 2015 en el Diari d'Andorra]</b></div>
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Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-29510392766379760392015-10-01T01:11:00.001+02:002015-10-01T14:35:29.749+02:001933: el año que casi fuimos una república<div style="text-align: justify;">
El historiador Gerhard Lang, biógrafo de Boris Skossyreff, sostiene que el síndico Pallarès, secundado por el Consell General, planeaba prescindir de los Copríncipes y proclamar la República, y que estuvo "en un tris" de conseguirlo. La destitución del Consell decretada por el Tribunal de Corts, la convocatoria de elecciones para el 31 de agosto y sobre todo, la presencia de Baulard y sus gendarmes, ayudaron a sosegar los ánimos. De Pallarès, poco más se supo.</div>
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<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLM6HgXwGGNdDS1aUAM20ZRAneA53lEs0dUW_yfUYQQh-Ui16s9OfqWtvl9EIBjFK2MYY4EC368DMadjbrr83nBUQBjcSNw8phvq6GSA8pDuQZUEYDKyM2D_kOwfyC8PjK2mZEtNh3xKU/s1600/6+Col%25C2%25B7legi+electoral+en+les+eleccions+de+consellers+d%2527Andorra+amb+el+sufragi+universal+mascu%25C3%25AD+instaurat.+Escaldes-Engordany%252C+Andorra.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="428" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLM6HgXwGGNdDS1aUAM20ZRAneA53lEs0dUW_yfUYQQh-Ui16s9OfqWtvl9EIBjFK2MYY4EC368DMadjbrr83nBUQBjcSNw8phvq6GSA8pDuQZUEYDKyM2D_kOwfyC8PjK2mZEtNh3xKU/s640/6+Col%25C2%25B7legi+electoral+en+les+eleccions+de+consellers+d%2527Andorra+amb+el+sufragi+universal+mascu%25C3%25AD+instaurat.+Escaldes-Engordany%252C+Andorra.JPG" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;">Colegio electoral del quart de Escaldes, que entonces formaba parte de la parroquia de Andorra la Vella, en las elecciones que tuvieron lugar el 31 de agosto de 1933 y bajo la tutela de los gendarmes de Baulard. Una imagen de esta serie sirvió para ilustrar la portada del especial que La Vanguardia dedicó a los comicios andorranos, que llamaron la atención de la prensa internacional. Al año siguiente, calmados ya los ánimos, el encargad de soliviantar al personal fue Borís Skossyreff. Fotografía: Fondo Brangulí (Biblioteca Nacional de Cataluña). </td></tr>
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<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEC0WwcmvkD1xSLAKA2UY9sJKL15OQTv9kq-fGPS_z0AEZTQfJrVOJnOWot8TMbp3VXQvfJghmImioKCVMC_CyjhaKg9-D1Y166PlAfgwdiglK98vv5TV2Exr-ibyQ9dCVxMw1Vd_gnNY/s1600/11+Gendarmes+francesos+al+port+de+comand%25C3%25A0ncia+amb+motiu+de+l%2527anomenada+revoluci%25C3%25B3+andorrana+de+1933%252C+Andorra+la+Vella..JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="444" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEC0WwcmvkD1xSLAKA2UY9sJKL15OQTv9kq-fGPS_z0AEZTQfJrVOJnOWot8TMbp3VXQvfJghmImioKCVMC_CyjhaKg9-D1Y166PlAfgwdiglK98vv5TV2Exr-ibyQ9dCVxMw1Vd_gnNY/s640/11+Gendarmes+francesos+al+port+de+comand%25C3%25A0ncia+amb+motiu+de+l%2527anomenada+revoluci%25C3%25B3+andorrana+de+1933%252C+Andorra+la+Vella..JPG" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;">Los guardias móviles de Baulard, en la plaza Benlloch de la capital, donde tenían su cuartel general: el destacamento llegó a Andorra el 19 de agosto con la misión de garantizar el orden público -ante las movilizaciones de los obreros de Fhasa- y hacer cumplir la resolución del Tribunal de Corts, que el 10 de junio había destituido a un Consell General francamente refractario a acatar las decisiones judiciales, algo que por lo visto ha creado escuela Runer abajo. Fotografías: Fondo Brangulí (Biblioteca Nacional de Catalunya).</td></tr>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmf4gpD2OWZCtME-xXKIgW4IyPThDNzX-CMShlISFDMYUDtJZ3cQmFa7OPGPB67RnWc_dJjzS-RNRsSIDWUfHOD9pQevfUMF_Jngyx2uO2zr-lZYVwIXV-T9-tMvgDC2RVemW75l_fzTY/s1600/8+Gendarmes+francesos+en+servei+de+vigil%25C3%25A0ncia+a+les+obres+en+construcci%25C3%25B3+de+l%2527edifici+de+les+Forces+Hidroel%25C3%25A8ctriques+d%2527Andorra%252C+S.A.+%2528FHASA%2529%252C+amb+motiu+de+l%2527anomenada+revoluci%25C3%25B3+andorrana+de+1933%252C+Andorra+la+Vella..JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="408" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmf4gpD2OWZCtME-xXKIgW4IyPThDNzX-CMShlISFDMYUDtJZ3cQmFa7OPGPB67RnWc_dJjzS-RNRsSIDWUfHOD9pQevfUMF_Jngyx2uO2zr-lZYVwIXV-T9-tMvgDC2RVemW75l_fzTY/s640/8+Gendarmes+francesos+en+servei+de+vigil%25C3%25A0ncia+a+les+obres+en+construcci%25C3%25B3+de+l%2527edifici+de+les+Forces+Hidroel%25C3%25A8ctriques+d%2527Andorra%252C+S.A.+%2528FHASA%2529%252C+amb+motiu+de+l%2527anomenada+revoluci%25C3%25B3+andorrana+de+1933%252C+Andorra+la+Vella..JPG" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;">Dos policías franceses montan guardia ante la central de Fhasa entonces en construcción, a la salida de Escaldes en dirección a Encamp. El edificio existe todavía. Fotografía: Fondo Brangulí (Biblioteca Nacional de Cataluña).</td></tr>
</tbody></table>
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¡Qué año, 1933! Vale que al siguente Boris la armó, y cómo, pero admitamos que todo empezó a hervir en abril de 1933. Ya sabe, con la ocupación, el 5 de ese mes, de la Casa de la Vall por un grupo de "jóvenes" que reclamaban, para empezar, la instauración del sufragio universal -masculino, por supuesto- la publicidad de las sesiones del Consell General y la modernización de la administración; fue también el año de las dos huelgas convocadas por los obreros de Fhasa, algo jamás visto por aquí, y la consiguiente movilización del somatén, y la primera intervención de los gendarmes de Baulard, que aterrizaron en este rincón de Pirineo el 18 de agosto y se quedaron hasta el 9 de octubre, una vez elegido el nuevo (y más dócil) Consell, y restablecido aparentemente el orden.<br />
<br />
Todo esto nos lo habían contado con cierta prolijidad Antoni Morell (<i>52 dies d'ocupació?</i>) y Arnau González i Vilalta (<i>La cruïlla andorrana de 1933</i>), y parecía por lo tanto que el tema estaba finiquitado. Pues nos equivocábamos, porque Gerhard Lang, el historiador y grafómano alemán que ha buceado en los pontificados de los cuatro primeros obispos de Urgel del siglo XX - Riu, Laguarda, Benlloch y Guitart-, que ha investigado los intentos (frustrados) de Friedrich Weilenmann por establecer unos correos andorranos, además de la figura proteica de nuestro gran Borís, desarrolla una interpretación alternativa de los hechos que tuvieron lugar en ese año crucial en <i>Andorra, 1920-1940</i>, nuevo tocho que busca editor y que aporta una perspectiva inédita, por no decir revolucionaria, a los acontecimientos de 1933.<br />
<br />
Por resumir: Lang sostiene que los síndicos del momento, Roc Pallarès -el del telegrama a Roosevelt- y Agustí Coma, tenían un plan más o menos secreto, una -ejem- agenda oculta para prescindir de los Copríncipes y proclamar la república, "siguiendo un modelo similar al español", y que contaba para esta aventura pintoresca y de resultado tirando a incierto "con el apoyo de la mayoría del Consell General". Lo argumenta a partir de la interpretación de la documentación ya conocida conservada en los archivos diplomáticos de Nantes y en los de los Pirineos Orientales, en Perpiñán, así como en el vaciado de la prensa madrileña de la época -"Sigue con mucho detalle los acontecimientos de esos meses decisivos, y Vilalta la pasa por alto"- con aportaciones personales como el proyecto de Constitución redactado por el mismo Weilenmann, inspirado en el modelo suizo y tan avanzada que el Consell difícilmente la hubiera aprobado, sospecha.<br />
<br />
El trabajo de zapa estaba "muy avanzado" del lado de la Mitra: dice Lang que hacía tiempo que el obispo Guitart había dejado de ser el interlocutor del Consell, que despachaba directamente con las autoridades republicanas; del lado francés las cosas era algo más peliagudas, pero en este sentido iba la contumaz negativa de reconocer la autoridad de Joseph Carbonell, el <i>veguer </i>adjunto, una figura inventada en 1932 para vigilar á Charles Romeu -especula Ludmilla Lacueva, biógrafa del <i>veguer</i>; la sibilina asunción de competencias ajenas, como el mando <i>de facto</i> de la policía -cuenta Lang que el encargo de una partida de armas a Bilbao por parte del Consell enardeció al <i>veguer </i>francés, de quien dependían las fuerzas del orden, y que hubo repetidos intentos de prescindir de Paul Larrieu, viejo amigo nuestro que desde 1932 se encargaba de la instrucción de los agentes locales: diez años después, seguía al pie del cañón-, y la reforma de la ley electoral para que pudieran votar todos los hombres mayores de 25 años -y no sólo los <i>caps de casa</i>, como hasta entonces.<br />
<br />
<b>Pallarés, síndico y oportunista</b><br />
Esta última constituía, de hecho, una de las reivindicaciones de los amotinados de abril -aunque ellos, en realidad, pretendían rebajar la edad del voto a los 21 años y, atención, no tenían ninguna intención de romper amarras con respecto a los Copríncipes- y Pallarés la asumió de forma "oportunista". Y este "oportunista" es el adjetivo que, dice, mejor le sienta al síndico, "un individuo que sólo buscaba su propia supervivencia política y que por esto mismo, y si era postulando la <i>independencia</i>, adelante; en cierta manera, me recuerda a Artur Mas": "Tres días después de la ocupación de la Casa de la Vall se convoca una Asamblea Magna en que "tras un orden del día transido de minucias administrativas se intuye la decidida voluntad de prescindir de los Copríncipes". Cuando el Tribunal de Corts los destituye en bloque, el 10 de junio, síndicos y <i>consellers </i>ignoran la resolución y siguen ejerciendo sus funciones, hacen suyas las reivindicaciones de los revolucionarios, y el 27 de julio, dos días antes de ser desposeídos de sus cargos, les pasan la patata caliente a los <i>comuns</i>, solicitándoles que se pronuncien sobre la ruptura institucional: unos, como la capital, se oponen; otros, como Canillo, asienten, y también los hay que guardan silencio: "El caso es que el 29 de julio se impone el criterio de los consellers destituidos, un criterio que para muchos equivalía a una declaración de independencia respecto de los Copríncipes".<br />
<br />
En este contexto, la llegada de Baulard como comisario extraordinario al frente de sus guardias móviles se antoja providencial, aunque lo cierto es que hacer entrar en razón al destituido Consell General era sólo una de sus misiones. De las elecciones del 31 de agosto, convocadas por los Copríncipes, emergió un nuevo Consell con el síndico Pere Torres al frente: "No era la opción preferida por los Copríncipes, que hubieran optado por Cairat, pero Torres, por lo visto, tampoco era tan refractario a su autoridad como lo había sido Pallarès. Un hombre, este último, que solo aspiraba a "perpetuarse en el poder", y que por esta misma razón abrazó con el entusiasmo del neófito la causa de la independencia: "De hecho, pretendía que el cargo de síndico fuera vitalicio, y que los consellers se eligieran por dos mandatos -12 años en total- según un proyecto inédito que he localizado en en el alamanaque Gotha".<br />
<br />
Lang especula, en fin, que de haber planteado abiertamente sus intenciones rupturistas, el pueblo -que había encajado muy mal la destitución unilateral del Consell decretada por el Tribunal de Corts, "no lo hubieran seguido porque entendían que hubiera sido un suicidio". Y concluye que si los franceses "no hubieran intervenido, habría ganado la lista independentista". Sin Pallarès, por cierto, inhabilitado como todo el Consell destituido a un año alejado de la vida pública: "En mi opinión, todo esto estuvo en un auténtico tris de que ocurriera". Sensacional, ¿no? Pues bien pronto, más. En Andorra, 1920-1940.<br />
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<b>[Este artículo se publicó el 30 de septiembre de 2015 en el diario Bon Dia Andorra]</b></div>
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Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-49657064774445593122015-09-24T01:06:00.002+02:002015-09-25T09:53:46.625+02:0011 de octubre de 1937: la gran evasión (El otro éxodo de la Guerra Civil, 3)<div style="text-align: justify;">
Reconstruimos la peripecia de una expedición de 380 fugitivos de la España republicana que fue interceptada y tiroteada en el trayecto de la Seo de Urgel a Andorra por un pelotón de carabineros a partir del relato de uno de los evadidos conservado en el Archivo Nacional; dos centenares de los fugitivos de este enorme grupo fueron capturados, incluidas "dos señoritas", como él mismo dice.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKbhyphenhyphenGDHIYF4kkPnNJe7UaFol2p2_wLSEpK3PUN2l4tyW48qZo4lQ4rGMpechB2uEQLn1WPIeav-nXJAJ8AvlEVPjCY8l1HrJ2WyHXa5u3vVMIe-sKYQXrisbt1o0Jt2zEBZoDsf37Yvs/s1600/7.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKbhyphenhyphenGDHIYF4kkPnNJe7UaFol2p2_wLSEpK3PUN2l4tyW48qZo4lQ4rGMpechB2uEQLn1WPIeav-nXJAJ8AvlEVPjCY8l1HrJ2WyHXa5u3vVMIe-sKYQXrisbt1o0Jt2zEBZoDsf37Yvs/s640/7.JPG" width="452" /></a></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6t0_HSi9Hpxfyu3ljob0lAcTChBS3O8i56yvGSdMObEi0-Zo-STRB1e2XSH2-LR2YG-hIEvtse9sREFS-JlGd52hiCE4Etg-vRXsJDlwl3W9agYeojhgyE74nu1LZ68cvOtpfiAx8IC8/s1600/6.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6t0_HSi9Hpxfyu3ljob0lAcTChBS3O8i56yvGSdMObEi0-Zo-STRB1e2XSH2-LR2YG-hIEvtse9sREFS-JlGd52hiCE4Etg-vRXsJDlwl3W9agYeojhgyE74nu1LZ68cvOtpfiAx8IC8/s640/6.JPG" width="452" /></a></div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwEyKTqxY_hPpO0tcPxGy0cDXLbZiZnxLhfHVM1M_8M126r-pmqGrJu9K0k0wqN5BWheuOqDpZv5GVN07uxvtrX5X8vZIwAHWb54nIv9pE1IWC4J8N3ZDt083Mgta_G8kZZJ8adEK5mwQ/s1600/5.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwEyKTqxY_hPpO0tcPxGy0cDXLbZiZnxLhfHVM1M_8M126r-pmqGrJu9K0k0wqN5BWheuOqDpZv5GVN07uxvtrX5X8vZIwAHWb54nIv9pE1IWC4J8N3ZDt083Mgta_G8kZZJ8adEK5mwQ/s640/5.JPG" width="452" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;">Las tres páginas de que consta el informe del superviviente de la expedición del 11 de octubre de 1937; la copia fue remitida por la Secretaría General de Franco con fecha del 12 de noviembre del mismo año, y estaba destinada al "gabinete diplomático". Fotografía: Fondo del Ministerio de Asuntos Exteriores / Archivo Nacional de Andorra.</td></tr>
</tbody></table>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjF63wbLEAg3ILPHdpcH4X9td7IOWQ_RvMJje0XLGyoIamj6cWdm2tOah9v9SI844VytvJtPJuQSdaUoOY-Dzy8P8LK6Un7HE4TJNsKMjXsbcfpM0YXZUxf_WoMppKVzhXSqJZf30Vpi1E/s1600/ueb2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjF63wbLEAg3ILPHdpcH4X9td7IOWQ_RvMJje0XLGyoIamj6cWdm2tOah9v9SI844VytvJtPJuQSdaUoOY-Dzy8P8LK6Un7HE4TJNsKMjXsbcfpM0YXZUxf_WoMppKVzhXSqJZf30Vpi1E/s640/ueb2.jpg" width="482" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: 'Courier New', Courier, FreeMono, monospace; font-size: 10.56px; line-height: 14.784px;">El cadáver de Pere Isern Arnau, recuperado el 31 de octubre de 1938 al pie del monte Claror. Según el médico que asistió al levantamiento del cadáver, practicado en la Borda del Tosal aunque el cuerpo se localizó algo más arriba, fue "un ataque de asistolia a consecuencia del frío y del agotamiento". Sus compañeros de huida rescataron sus restos al día siguiente del fallecimiento. El hecho de que su hermano, Joan, residiera ya en Andorra, explica la rara expectación que generó el funeral de Isern, que fue enterrado en el cementerio de Escaldes. Fotografías: Fondo Casal i Vall / Archivo Nacional de Andorra.</span>.</td></tr>
</tbody></table>
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Lo decía el historiador Ferran Sánchez Agustí días atrás a cuenta de su último tocho,<i> La Guerra Civil al Montsec</i>, donde repasa la evasión desde Cataluña y a través de rutas andorranas de elementos desafectos a la República, simpatizantes del bando nacional, políticos conservadores, religiosos, profesionales, desertores: los grupos que circulaban por la frontera entre 1936 y 1939 podían ser muy numerosos. Hasta de un centenar de fugitivos. Pero las expediciones mucho más modestas -uno, dos, quizás media docena de evadidos- que iba a ser lo habitual en este rincón de Pirineo durante la II Guerra Mundial hacían que la afirmación de Agustí pareciera francamente audaz: imagine el lector un centenar de fugitivos, una pequeña multitud, intentando esquivar la vigilancia de los carabineros.<br />
<br />
Pues resulta que Agustí de quedaba corto. Cortísimo, porque el Archivo Nacional conserva un sensacional y hasta ahora inédito documento procedente de los fondos del Ministerio de Asuntos Exteriores español con el relato de la que sin duda fue la gran evasión de la Guerra Civil: 380 personas, según el testimonio literal de uno de los que lo lograron, que la madrugada del 11 de octubre de 1937 intentaban entrar en Andorra viniendo de la Seo, entre Arcavell i Juberri: ¡380! Estaba cantado que los carabineros -que por otra parte conocían muy probablemente el itinerario de la expedición- los iban a pillar. Y así fue. El resultado fue demoledor: tan solo entre 115 y 130 de los fugitivos consiguieron el objetivo de entrar en Andorra, incluidos dos heridos de bala que fueron trasladados al hospital de Pamies, en Francia. El resto fueron detenidos. También "dos señoritas" que formaban parte del grupo.<br />
<br />
Cuenta nuestro hombre, en un documento de la Oficina de Información de la Secretaría General de Franco fechado el 12 de noviembre de 1937, que nada más entrar en territorio andorrano "fueron sorprendidos por numerosos disparos, hechos de frente y dentro de dicho territorio". Algunos lo volvieron a intentar unos centenares de metros más allá, cruzando el río Runer. Pero los resultados fueron igualmente pésimos: "Los carabineros situados junto al cauce de este pequeño riachuelo hostilizaban a todos los que no quedaban bien ocultos detrás de las piedras o matas, al tiempo que otros [carabineros] pasaban la línea divisoria deteniendo a los que más cerca del cauce se encontraban". La perfidia de los carabineros no concluye aquí porque -aquí nuestro superviviente habla de oídas, según lo que le ha contado otro fugitivo- un numerosísimo grupo de evadidos, dice que cerca de dos centenares, que había regresado a la carretera se encontró con el rótulo indicador de la frontera cambiado de sentido, de manera que "como los carabineros salían de la zona indicada Andorra [los fugitivos] retrocedieron, y perseguidos a tiros fueron detenidos casi todos ellos"<br />
<br />
<b>Baulard, ay, bajo sospecha</b><br />
Él fue más hábil, o simplemente tuvo más suerte, y cruzó la frontera sin novedad. Primero, Juberri, y de aquí, inmediatamente a Sant Julià para ir a comisaría e informar a los gendarmes que desde agosto de 1936 se encargaban de mantener el orden público (y de paso, la neutralidad: ¿o era al revés?). Pero se llevó una sorpresa mayúscula: para mobilizarse, los gendarmes debían esperar al coronel Baulard, en funciones d comisario especial, pero el hombre se lo debió tomar con calma porque no compareció hasta al cabo de "algunas horas", y despachó inicialmente el incidente con una frase lapidaria: "Me contestó que no tenía por qué arriesgar la vida de un solo gendarme, causando esta frase comentarios muy poco favorables entre los numerosos vecinos, que no se recataban en censurar la actitud poco en consonancia con el fin que tenía la gendarmería en dicho territorio".<br />
<br />
No fue hasta dos días después que Baulard -siempre según nuestro hombre, que lo rebautiza como Baulary- decide al fin visitar el campo de batalla. Un poco más y le pasa como a Cómodo en Germania, a quien su padre, cuando llega por fin su lado y se le lamenta de no haber llegado a tiempo de luchar en la batalla, le suelta como un latigazo: "No te has perdido la batalla; te has perdido la guerra". En fin, que Baulard se hace acompañar por dos de sus gendarmes "con su uniforme y armamento"; por el <i>veguer </i>episcopal, Jaume Sansa, por el juez, por el notario y por el alcalde de Juberri. En el lugar de los hechos, un centenar de metros dentro del territorio andorrano, "se recogieron paquetes de ropa, mantas y objetos diversos ante los cuales era innegable haber existido bastantes personas en aquellos lugares". Al regresar a Sant Julià, "unos disparos hechos por los carabineros rojos nos obligaron a colocarnos detrás de las rocas, mientras los dos gendarmes asomaban sus kepis sobre el final de sus fusiles y gritaban: '¡Franceses, franceses!'" Actitud, la verdad, no muy gallarda. De todo lo acontecido levantó acta el notario, que para eso le habían enrolado en la excursión, así que debe quedar rastro en los fondos notariales que se conservan en el Archivo. Al día siguiente le autorizan a abandonar el país y seguir su periplo, se supone, hasta la España nacional, y el relato concluye con unas comprometedoras apreciaciones sobre las autoridades locales.<br />
<br />
Baulard es con diferencia el que sale peor parado, y nótese el retintín con el que lo describe: "Impecable en su uniforme, ceremonioso y muy correcto, o es marxista o al menos un cumplidor intachable del Frente Popular; de haber atendido mi reclamación se hubieran podido salvar más de 300 individuos" -aunque si dice que eran 380 y que unos 130 lograron llegar a Andorra, las cuentas no acaban de cuadrar. No es mucho mejor la opinión que le merece el <i>veguer </i>Sansa, de quien dice que "si ejerció presión sobre el coronel, fue demasiado tarde", le acusa de "olvidar en parte al menos sus deberes de español" al anteponer su función como representante del Copríncipe a la ayuda sus paisanos huidos, y aunque no cree que sea "simpatizante marxista", zanja la cuestión con rotundidad: "En momentos de dificultad le viene grande su cargo". Todo lo contrario del resto de las autoridades, que se portaron "estupendamente", empezando por el notario de Sant Julià, verdadero adicto al Movimiento, sin complicaciones ni trabas", y terminando por los vecinos del pueblo, "muy adepto a la España nacional".<br />
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<b>[Este artículo se publicó el 24 de septiembre de 2015 en el diario Bon Dia Andorra]</b></div>
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Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-51910052078804193082015-09-19T22:29:00.001+02:002015-09-23T21:22:24.749+02:00Peter Smith: el Tom Clancy del Serrat<div style="text-align: justify;">
Ha publicado dos decenas de novelas desde que debutó en 2004, y en este tiempo ha colocado un cuarto de millón de ejemplares; sus series más vendidas las protagonizan Paul Richter, agente secreto que trabaja para el Foreign Operations Executive, y el policía londinense Chris Bronson, especializado en el thriller arqueológico. También ha tocado la novela gótica -los británicos, siempre con sus fantasmas a cuestas-, la biografía y la crónica militar, con especial atención a la II Guerra Mundial. Y todo esto, desde su humilde refugio del Serrat, en Ordino (Andorra), y oculta su identidad bajo media docena de seudónimos.<br />
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGcahOADRH9ADeuOoTsOn8Sot6yrtczIZgW-HG3FRhazFCVy6ICopojhb0srz_nojjrJ0qYrJHTDtOQ32NsyTvDi6WN8sjKQTf48ZEIT2yVF8loh6mvBo0K-T0VgOcl0NJFVolSxT4-Xw/s1600/BONA.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGcahOADRH9ADeuOoTsOn8Sot6yrtczIZgW-HG3FRhazFCVy6ICopojhb0srz_nojjrJ0qYrJHTDtOQ32NsyTvDi6WN8sjKQTf48ZEIT2yVF8loh6mvBo0K-T0VgOcl0NJFVolSxT4-Xw/s640/BONA.JPG" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;">Peter Smith, en la librería la Puça de Andorra la Vella. Dice el padre de Paul Richter i de Chris Bronson que un escritor solo se puede permitir el lujo de mantener el Smith como nombre de letras si le antecede un Wilbur, "pero no si te llamas Peter". Así que firma como James Barrington, James Becker y como Max Adams. No es casualidad que la primera letra del apellido sea siempre una <i>a </i>o una <i>b</i>: es una estrategia editorial para que sus libros aparezcan en los primeros anaqueles de las librerías. Fotografía: Máximus.</td></tr>
</tbody></table>
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Jamás sabremos lo que habría opinado Ken Charney sobre la guerra de las Malvinas. Retrocedamos hasta abril de 1982, con la ocupación del remoto e inhóspito archipiélago del Atlántico Sur por la Junta Militar argentina, y la inmediata respuesta de Margaret Thatcher, con el envío de una fuerza expedicionaria que en poco más de dos meses reconquistó aquellos dos pedazos de tierra. Charney, ya saben, murió en junio de 1982, mientras el país donde nació y el país por el que combatió durante la II Guerra Mundial se dedicaban a guerrear el uno contra el otro. Por un montón de pedruscos y unos cuantos miles de ovejas. ¿O fue pr el petróleo?</div>
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En fin. Lo que sí conocemos es lo que opina Peter Smith (Cambridge, 1947). Y sabe de lo que habla porque en aquella época ejercía como controlador aéreo militar a bordo del <i>HMS Illustrious</i>, uno de los tres portaaviones que Su Graciosa Majestad despachó a la otra punta del mundo para poner firmes a la Argentina de Galtieri. Su campaña duró tres meses; su trabajo consistía en traer a casa -es decir, a la cubierta del <i>Illustrious</i>- a los Harrier que controlaban el espacio aéreo de las Malvinas y alrededores en los convulsos y confusos días de la, ejem, inmediata postguerra. De esta peripecia bélica dejó constancia en <i>Falklands: voyage to war</i>, y tres décadas después nuestro Smith todavía no lo tiene del todo claro: "El reto logístico de transportar hombres y pertrechos a 12.500 kilómetros era descomunal. Ten en cuenta que para que uno de nuestros bombarderos Vulcan de largo alcance lanzara dos bombas sobre la pista del aeropuerto de Port Stanley, la capital de las Malvinas, había que mobilizar una veintena de aviones cisterna que lo abastecían en vuelo. Lo conseguimos, pero lo cierto es que tuvimos suerte".</div>
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Suerte. Quizás sí, aunque lo sensato era (y sigue siendo) apostar por la Royal Navy aunque sus días de gloria sean ya más cosa del pasado que del futuro. En fin. La pregunta es: ¿valió la pena? El caso es que el gobierno Thatcher no podía consentir que le fuera arrebatado por la fuerza un pedazo de territorio británico: "Este era el planteamiento oficial, y se resolvió satisfactoriamente. Pero el precio que hubo que pagar por devolver las Malvinas a la soberanía británica fue altísimo: 650 muertos por parte argentina; 250, por la nuestra. Y eso, por no hablar de los costes económicos de la guerra."</div>
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Si volvemos hoy sobre este asunto no es sólo es porque no cada día tiene uno la oportunidad de compartir una copa de Jameson con un expiloto de helicópteros de la Royal Navy, sino también y sobre todo porque tras la muy anglosajona biografía de Smith -que en 1994, al año siguiente de licenciarse con el grado de <i>lieutenant commander</i>, qué envidia, se instaló en nuestro rinconcito de Pirineo: hoy vive en el Serrat- se esconde el que es sin duda el indiscutible<i> best seller</i> de la literatura concebida por aquí arriba. Y encima, en inglés.</div>
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<b>Cifras astronómicas</b></div>
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Por si había dudas: desde que debutó, en 2004 y con lo que el denomina su primer "<i>thriller </i>global", <i>Overkill</i>, ha publicado dos decenas de novelas y una docena más de títulos de "no ficción": 250.000 ejemplares vendidos, libro arriba, libro abajo. En otras palabras: en los últimos diez años, este anglosajón alto, discreto y grafómano ha colocado una media de 70 ejemplares diarios. Uno a uno. Y en editoriales de primerísima fila internacional: Macmillan, Penguin, Simon & Schuster y por ahí. A ver quién es el guapo que le tose.</div>
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La mayor parte de su obra de ficción se reparte en dos series: la primera, protagonizada por Paul Richter, agente adscrito a un ficticio Foreign Operations Executive que firma con el seudónimo de James Barrington -atención a los títulos: <i>Pandemic</i>, <i>Timebomb</i>, <i>Payback </i>y <i>Manhunt</i>, además de <i>Overkill</i>, que no engañan a nadie sobre su vocación de best seller; la segunda, media docena más de novelas, estas con el nombre de letra de James Becker y con otro personaje con madera de héroe de <i>blockbuster</i>: Chris Bronson, detective de Scotland Yard y prota de un racimo de títulos que dan una idea -o muchas, vaya- del territorio literario que pisa: <i>The First Apostle</i>, <i>The Moss Stone</i>, <i>The Messiah Secret</i>, <i>The Lost Testament</i>, <i>The Templar Heresy</i>... No concluye aquí la cosa, y Smith también ha abrevado en las fuentes literarias de la II Guerra Mundial: de nuevo bajo seudónimo, Max Adams, y con un par de títulos en el tintero: <i>To Do or Die</i>, <i>Right and Glory</i>. Y para acabar de lustrar su bibliografía, incluso se ha atrevido con dos de los temas mayores de la literatura conspiranoica: <i>The Titanic Secret</i>, sobre lo que ustedes y un servidor se temen, y <i>The Ripper Secret</i>, nueva incursión sobre la carrera de Jack el Destripador. Búsquenlo aquí como Jack Steel. </div>
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Las tramas, espcialmente cuando se pone en el pellejo de Richter, los saca de su experiencia en operaciones encubiertas de la Navy; porque parecerá mentira, pero nuestro hombre también anduvo liado en esas cosas. No puede hablar abiertamente de ello, porque su boca sigue atada por la ley de secretos oficiales, pero en los 80, dice, participó en ciertas infiltraciones en el Yemen, y en otras relacionadas con la extinta URSS, entonces todavía el archienemigo. Experiencia que dota a sus ficciones, intuye, de un aura de verosimilitud que combina con episodios históricos, como los maletines nucleares que la misma URSS se dice que extravió en los años 70 y que en <i>Overkill</i> van a parar a las manos de una célula de terroristas islamistas; o el caso del Richard Montgomery, <i>liberty ship</i> que en 1944 fue a embarrancar en el estuario del Támesis con su carga de proyectiles de artillería a bordo: allí continúa, esperando que un comando terrorista lo convierta en una formidable bomba con capacidad, advierte nuestro hombre, de arrasar Londres.: pues este es el punto de partida de <i>Timebomb</i>.</div>
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¿Les recuerda quizás a Forsyth, o a Clancy, o a Wilbur Smith? Mejor, porque este es precisamente su negociado. En fin, que Smith es un pozo sin fondo, porque todavía no hemos tocado su faceta como biógrafo -de John Browning, el tipo que inventó el BAR, el fusil automático más célebre de la II Guerra Mundial- ni de su lado fantástico (<i>Sanctuary</i>), ni del polemista algo visionario capaz de levantar una teoría alternativa para la desaparición del vuelo MH370 de Malaysia Airlines, que es lo que hace en<i> By Accident or Design</i>. Y todo esto, un tipo llamado Smith. </div>
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<b>The Increment, con licencia para matar</b></div>
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Con la autoridad del veterano de misiones encubiertas de la Navy que es, Smith se hace eco de una de las leyendas que envuelven los servicios secretos británicos: The Increment, nombre con que se conoce a los exmilitares que -cuenta- las agencias gubernamentales contratan para una operación en la que no quieren verse involucrados, y en la que negarán haber tomado parte si la cosa se tuerce. The Increment, nombre con que por lo visto se conoce a este <i>servicio</i>, no es ni una agencia, ni un departamento ni tiene una sede física ni un director al que pedir cuentas. Oficialmente, no existe. Es un concepto. El concepto en que se inspira el Foreign Operations Executive para el que trabaja Richter y que como Bond, James Bond, tiene licencia para matar. Y lo hace.</div>
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<b>[Este artículo se publicó el 24 de junio de 2015 en el diario Bon Dia Andorra]</b></div>
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Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-18548843231686807282015-09-19T01:09:00.003+02:002015-09-19T01:11:15.797+02:00El otro éxodo de la Guerra Civil (2)<div style="text-align: justify;">
El historiador Jordi Rubió publica <i>L'èxode català de 1936</i>, la primera monografía consagrada a los fugitivos que huyeron a través de los Pirineos durante la conflagración.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsu3slYjWXucNy2Pi2yhxyr0EtoyC0y9wODjognFKtuO9nzlTNaTk2dzELtPrs2VMP2bwKf23Mk-cMuRw-E9z1VyV_Pjyu4rH60Hg8ymyRKB1jteVUy1YKjByLsxVGw2cvFNxfGvcSAfo/s1600/web+cultura+2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsu3slYjWXucNy2Pi2yhxyr0EtoyC0y9wODjognFKtuO9nzlTNaTk2dzELtPrs2VMP2bwKf23Mk-cMuRw-E9z1VyV_Pjyu4rH60Hg8ymyRKB1jteVUy1YKjByLsxVGw2cvFNxfGvcSAfo/s640/web+cultura+2.jpg" width="498" /></a></div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgSwRrGllxL-z5VsKwAszNv378ile1xRWcm9hnaiFf5mCFICIz1AGVatAxESIhDfEleN7aiV8RV4_1wjAfzy1l1zg7lUoDseUyGXun1Mbt0cgNi9ELTQF49k0BhAjSKIBvKfsEOcpb7r0k/s1600/p.+12+fotos+cultura+1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="370" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgSwRrGllxL-z5VsKwAszNv378ile1xRWcm9hnaiFf5mCFICIz1AGVatAxESIhDfEleN7aiV8RV4_1wjAfzy1l1zg7lUoDseUyGXun1Mbt0cgNi9ELTQF49k0BhAjSKIBvKfsEOcpb7r0k/s640/p.+12+fotos+cultura+1.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;">Guardias franceses a las órdenes del coronel Baulard atienden en Sant Julià de Lòria a un refugiado aparentemente enfermo (arriba); sobre estas líneas, la <i>chenille</i>, ambulancia semioruga -¡como los<i> half track</i> de La Nueve!- que el destacamento sanitario francés utilizaba para rescatar a los fugitivos heridos en la montaña. Fotografías: Archivos departamentales de los Pirineos Orientales. </td></tr>
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Se lamentaba días atrás el historiador Ferran Sánchez Agustí del desinterés académico por los fugitivos de la zona republicana que durante la Guerra Civil se evadieron por los Pirineos, en una especie de ensayo general -pero en sentido inverso- de lo que iba a ocurrir a partir de 1942 con las redes de evasión aliadas. Antes lo hubiéramos dicho, porque precisamente esta semana llega a las librerías <i>L'èxode català de 1936 a través dels Pirineus </i>(Gregal), la primera monografía consagrada a un episodio que hasta ahora solo se había tocado de forma tangencial. El volumen parte de la tesis doctoral del autor, el historiador gerundense Jordi Rubió (Olot, 1983), constituye algo así como la precuela de <i>Las montañas de la libertad</i>, la biblia de Josep Calvet sobre la evasión pirenaica en la II Guerra Mundial, y el complemento ideal a<i> Andorra durant la Guerra Civil espanyola</i>, de nuestra Amparo Soriano. </div>
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Vaya por delante que Rubió presta especial, muy especial atención -y aquí radica la novedad- en los fugitivos de la Cataluña bajo control -más o menos, sobre todo en los primeros meses- de la Generalitat, lo que él mismo denomina "el primer éxodo de la Guerra Civil" y que hay que distinguir -porque no tienen nada que ver- con el éxodo por antonomasia, el republicano de 1939, por otro lado profusamente estudiado. Es decir, añade, militares y políticos catalanes comprometidos con el golpe de estado obligados a huir tras el fracaso del Alzamiento en Cataluña, pero también eclesiásticos -sobre todo en los primeros meses- y después comerciantes y pequeños empresarios, profesionales y propietarios, desertores del ejército republicano e insumisos -hay que tener en cuenta, advierte, que el ejército republicano se nutrió inicialmente de milicianos, y que las quintas no empezaron a ser movilizadas hasta mediados de 1937. Incluso políticos afectos al régimen legítimo y altos cargos de la misma Generalitat. Dicho esto, advierte el autor de la escasa, por no decir nula homogeneidad ideológica de este éxodo, unido tan solo -y como mucho- por "un único componente transversal": las convicciones católicas.Y entre los movimientos más o menos masivos de refugiados registrados en los dos últimos siglos a través de los Pirineos -desde los exiliados de las guerras carlistas hasta las redes de evasión aliadas en la II Guerra Mundial, pasando por el exilio por excelencia, que es el de la España republicana en febrero de 1939, Rubió opina que el más semejante al que nos ocupa es el de los insumisos y desertores franceses de la I Guerra Mundial, otro capítulo prácticamente desconocido del que pronto nos ocuparemos.</div>
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Pero pongámosle de una vez cifras: Agustí consideraba recientemente -y a cuenta de la reciente publicación de <i>La Guerra Civil al Montsec</i>- que cerca de 30.000 personas huyeron por los Pirineos de la España republicana; Rubió, por su parte, ha contabilizado 15.000 en los archivos franceses, de los que entre 9.000 y 10.000 con nombre y apellidos. Esta es la cantidad "mínima" de evadidos, dice. "Quizás la podríamos doblar con los que no constan en los archivos, que no son exhaustivos, y si añadiéramos los evadidos que huyeron en tren o por vía marítima, más los de otras zonas de España que pasaron por los Pirineos catalanes, no resultaría exagerado hablar de unos 50.000 fugitivos".</div>
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Un éxodo con todas las de la ley en que Andorra jugó -como lo haría en la II Guerra Mundial- "un papel importantísimo", tanto por el volumen de evadidos que huyó por aquí -a finales de agosto de 1936 cuenta 2.000 refugiados, para una población que a duras penas llegaba a las 6.000 almas; en septiembre había un centenar de religiosos, y en abril de 1938, 1.200 hombres en edad militar, entre los 18 y los 45 años- como por la ayuda que les prestó el destacamento a las órdenes del comisario Baulard, con sus tres compañías de guardias móviles -en total, 140 hombres- que llegaron el 27 de septiembre de 1936, a los que hay que añadir los "bomberos" del 28º Génie de Montpellier y una unidad sanitaria al mando del teniente médico Bertrezene que, entre otros cometidos, vacunaba sistemáticamente a los refugiados y les prestaba primeros auxilios muy necesarios, porque los fugitivos podían llegar con los pies destrozados a causa del periplo -cinco noches al raso no eran raras, antes de llegar a Andorra-, especialmente en invierno. Baulard disponía incluso de la <i>chenaille </i>de aquí arriba, una especie de ambulancia todo terreno equipada con orugas para operar en la montaña y rescatar a los fugitivos atrapados en la nieve. Más datos: según un informe del comité de Londres, encargado de controlar las fronteras terrestres y marítimas de España, el mayor flujo de refugiados que pasaban a Francia desde Andorra se registró entre el 24 y el 29 de junio de 1937, con 144 evadidos: de ellos, el 85% opta por ser repatriado por Hendaya e Irún; el resto, por el internamiento en campos de refugiados -casernas abandonadas, escuelas- como el que habilitado en Montauban.<br />
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<b>Agentes franquistas: una lista</b><br />
Más allá de los casos bien conocidos del obispo Guitart -que se refugió en Andorra a finales de julio de 1936- y de san Josemaría -en diciembre del año siguiente- el autor pone como ejemplo paradigmático del fugitivo por tierra andorrana a Josep Gassiot, profesor barcelonés que, dice, se sintió intimidado por la FAI. Con motivo, porque el hombre ya había tenido que largarse el curso anterior a Almería, nada menos, para evitar el acoso anarquista -se incautaron de su casa- y al regresar le faltó tiempo para darse cuenta de que corría peligro: contactó con una red de evasión que, cuenta Rubió, operaba desde el mismo Gobierno Militar de Barcelona -¿quintacolumnistas o vulgares oportunistas?- y abonó por el billete 2.000 pesetas en billetes de serie anteriores a la guerra. El periplo de Gassiot arranca el 20 de octubre de 1937: la primera etapa, en tren hasta Manresa; desde aquí tenía que llegar por sus propios medios hasta Puig-reig, donde le espera el guía, un pasador que aprovechaba la excursión para llevar a Andorra y de contrabando, claro, una saca llena de monedas de plata: "El grupo era recibido al anochecer en masías que tenían un tentempié a punto, incluso una cueva en las proximidades para descansar". El 24 de octubre llegan finalmente a Sant Julià, y Gassiot obtiene a través de los enlaces del gobierno franquista sobre el terreno "una habitación de hotel, alimentos e incluso calzado". Y todo, a cuenta del Alzamiento.<br />
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Rubió pone nombre y apellidos a estos elementos que operaban, dice, como "red de reclutamiento" en suelo andorrano, y que expedía a los fugitivos de la zona republicana en autobús, directamente hasta Irún, o bien en tren, caso este en que acompañaban a los evadidos hasta la estación de Hospitalet -la primera localidad francesa tras dejar atrás la frontera andorrana- donde eran empaquetados hacia Hendaya bajo estricta vigilancia -había que evitar la tentación de que los fugitivos prefirieran quedarse en territorio francés como refugiados. Para el coronel Baulard, dice el autor, estos elementos franquistas no eran sino "oragnizaciones humanitarias" que se limitaban a ayudar a los refugiados.<br />
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A lo que íbamos: según Rubió, Francesc Carrera es "el principal organizador del espionaje franquista en Andorra", con la ayuda de otras dos figuras prominentes -Santiago Roca y Joan Prat- y una serie de hombres a los que considera "agentes secretos": Camilo Cases, Josep Carrera, Enric Blasi y un tal Gallimó. Pero una de las sorpresas más inquietantes del libro -bueno, sorpresa relativa, porque Estat Catalá siempre actuó en el filo de la navaja- es el papel de este partido -recordemos que nuestro Esteve Albert fue un activísimo militante- tuvo en el negocio de las redes de evasión: según el autor, Estat Catalá organizó un eficaz servicio de evasión que cruzaba Andorra -viniendo de la Vall Farrera, concretamente- "con un objetivo muy claro: recaudar fondos para el partido". Y quienes mantenían esta ruta abierta eran el mismo Albert, Domènec Gironès y Joan Bachs. Un sucio asunto que linda sospechosamente con la pura extorsión. Visto lo cual, casi parece un caso de justicia de poética el hecho que políticos republicanos de una pieza como Josep Coll y Francesc Pelegrí, fundadores del POUM cruzaran por Andorra en enero de 1938, huyendo de posibles represalias. No fueron los primeros: se dice que tras los Fets de Maig de 1937 -con el preludio pirenaico de abril, con el Cojo de Málaga, Viadiu y demás- hasta un centenar de los anarquistas que hasta entonces habían impuesto su ley en la Seo y Puigcerdà se evadieron también por Andorra. Ya se sabe: la revolución, que tiene la mala costumbre de devorar a sus hijos.<br />
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<i>L'èxode català de 1936</i> escudriña también las fuerzas, esencialmente carabineros, encargadas de controlar la frontera, y documenta varios encontronazos con grupos de fugitivos. Sabíamos por Agustí que hubo muertos -recordemos tan solo los cinco hombres que fueron capturados el 5 de marzo de 1938 al pie del Bony dels Tres Culs, entre Civís y Os, y por lo tanto a "palmo y medio de la frontera", y fusilados <i>in situ</i>. Él mismo sostiene que el celo de los carabineros -los llamados 100.000 hijos de Negrín, afectos al PSOE y sospechosos de enchufismo, añade Rubió- tenía un precio, y que, sobre todo cuando ser acercaba el final de la contienda, no era raro que miraran hacia otro lado. Ya en lo primeros de la Guerra Civil, con la zona de frontera controlada todavía por las patrullas anarquistas, da cuenta de la persecución de desertores en territorio andorrano, "dándose el caso de perseguidos que fueron detenidos, incluso abatidos en suelo andorrano por las milicias antifascistas". El historiador Francesc Badia -último veguer episcopal: lo fue hasta la promulgación de la Constitución andorrana, en 1993, y biógrafo del obispo Guitart- recuerda el secuestro a manos de una patrulla anarquista de dos chicas evadidas, perpetrado en septiembre de 1936. Pero la palma se la lleva la frustrada evasión masiva -343 fugitivos- que tuvo lugar a principios de octubre de 1937, que terminó con el grupo tiroteado, dispersado y parcialmente apresado en la misma frontera. Un episodio del que ha quedado rastro en los archivos del ministerio de Exteriores y del que bien pronto daremos noticia.<br />
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También merece extensa atención el papel de Francia en la acogida de refugiados: la mano tendida con la que los recibió en los primeros meses de la contienda mutó a partir del otoño de 1937, con el cambio de gobierno, en orden de expulsión, de manera que los evadidos -con la excepción de enfermos, heridos, mujeres, ancianos y niños, y aun así, no de forma automática- se veían en la disyuntiva de continuar el peregrinaje hasta la España nacional, a través de Irún, o regresar al punto de partida, por el paso de Portbou. Obviamente, dice Rubió, el 90% decidió unirse a los sublevados -"Volver les hubiese costado muy probablemente la vida"- aunque hay que añadir que hasta entonces las condiciones en que fueron atendidos no tuvieron nada que ver con lo que al finalizar la guerra se encontrarían los exiliados republicanos. No hubo en este caso un Argelès, un Barcarès ni un Saint Cyprien. En fin, que luz, más luz, se dice que fueron las últimas palabras de Goethe antes de expirar; pues esto es exactamente lo que hace este libro imprescindible: aportar algo de luz, más luz, a un episodio hasta ahora oscuro como una noche sin luna. No se lo pierdan.<br />
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<b>[Este artículo es una versión ampliada del publicado el 9 de septiembre de 2015 en el diario Bon Dia Andorra]</b></div>
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Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-78961847901910005612015-09-04T17:56:00.000+02:002015-09-16T13:40:16.530+02:00El otro éxodo de la Guerra Civil<div style="text-align: justify;">
El historiador Ferran Sánchez Agustí, autor de <i>Maquis y Pirineos</i>, <i>Espías, contrabando, maquis y evasión</i>, <i>El maquis anarquista</i> y <i>La Guerra Civil al Montsec</i>, calcula en 25.000 el número de fugitivos que cruzaron el Pirineo oriental en dirección norte entre 1936 y 1939.</div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqh57SzovqmmSyYWvgeEki3QMzo6of-jFn-4BxpHFJrPh-cFqzqWqAYIlVOZIedGlcNseHiY_EZaz1ocfA2o9-TeidP9fbrPFVXX9gjiz7U5339YnQGwlCa-K4IroZQr2brc6gHhlyfNY/s1600/p.+15+tropes+franco+la+seu.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="456" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqh57SzovqmmSyYWvgeEki3QMzo6of-jFn-4BxpHFJrPh-cFqzqWqAYIlVOZIedGlcNseHiY_EZaz1ocfA2o9-TeidP9fbrPFVXX9gjiz7U5339YnQGwlCa-K4IroZQr2brc6gHhlyfNY/s640/p.+15+tropes+franco+la+seu.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;">Tropas franquistas en la aduana hispanoandorrana de la Farga de Moles: el 6 de febrero de 1939 una columna de requetés al mando del capitán Aguirre se entrevistó en la frontera con el síndico Cairat y el coronel Baulard. Foto: Fondo Casal i Mas / Archivo Nacional de Andorra.</td></tr>
</tbody></table>
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21 de junio de 1937: Antonio Gabriel Golet (Ponts, Lérida, 1910-1974) pasa por el coll de la Baseta, a un tiro de piedra de Sant Joan de l'Erm, y emprende la última etapa de un periplo que había comenzado cuatro días antes en su localidad natal. A la expedición inicial, que integraban él y dos amigos de Ponts -Joan Tàpies y Miquel Esteve- se le habían ido añadiendo fugitivos, y al llegar a Bixessarri, la madrugada del 27 de junio, ya eran una veintena. Cuando se vieron en Andorra, liberaron la tensión de las últimas jornadas: "Hubo una explosión de alegría y entusiasmo para no ser descrita. Encendimos una hoguera y empezamos a cantar y a chillar. Bueno, ¡la Caraba!"<br />
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Una vez en Bixessari se zamparon un plato de sopa y unas sobras de conejo -el festín les salió por 10 pesetas, una pequeña fortuna en aquel momento; en Sant Julià de Lòria visitaron a Francisco Mallol, convecino de Ponts que les había precedido, son interrogados por los gendarmes de Baulard y vacunados contra la viruela; al día siguiente los encontramos en el Café Burgos de Escaldes, "embajada oficiosa de la España rebelde, auditorio público de las emisiones fascistas de Radio Jaca y Radio Sevilla, nido de evadidos que gestionaban los papeles para llegar a la zona franquista", y el 25 de junio, después de tramitar el pasaporte a través de Manuel Cerqueda, "de facto cónsul de Franco en cualidad de Delegado de Repatriación del Estado español en Andorra", suben de madrugada al autobús que les ha de conducir hasta Fuenterrabía, en la zona del País Vasco controlada por los rebeldes, tras un periplo que pasa por el Pas de la Casa, Ax, Foix, Tarascón, Tarbes, Saint Girons, Pau y Bayona: 20 horas de viaje. Añadamos que una vez alcanzada la zona nacional, nuestro Golet se enrola en el 12º regimiento de artillería ligera, con el que hará lo que queda de guerra, hasta la entrada en Barcelona, el 26 de enero de 1939.<br />
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Golet es, en fin, uno de los 25.000 fugitivos que durante la Guerra Civil cruzaron los Pirineos huyendo de la zona controlada por la República. Estos son, claro, los cálculos de Ferran Sánchez Agustí (Sallent, Barcelona, 1951), prolífico historiador especializado en la Guerra Civil, el maquis y la II Guerra Mundial en los Pirineos catalanes, que vuelve ahora a la carga con <i>La Guerra Civil en el Montsec</i> (Pagès). Sostiene Agustí que, por el volumen total, el tráfico de refugiados en dirección norte entre 1936 y 1939 no queda demasiado lejos de las cifras de fugitivos que entre 1942 y 1945 siguieron la ruta inversa huyendo de los alemanes: "Calvet y Eychenne cifran este segundo éxodo en unos 100.000 personas, una cantidad que a mí siempre me ha parecido demasiado elevada; creo que la mitad, unos 50.000, sería un cálculo más realista".<br />
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Se trata en cualquier caso de sumas hipotéticas obtenidas de forma indirecta -enseguida lo veremos- porque no existe ningún tipo de registro ni nada que se le parezca. Pero lo más sorprendente de todo es el silencio mineral que, a pesar del volumen y del relativo boom de monografías sobre la epopeya de los pasadores de estos últimos años, envuelve todavía hoy este movimiento masivo de fugitivos que se registró durante la Guerra Civil. Agustí, que siempre se ha movido por los márgenes de la academia, lo tiene claro: "A la historiografía oficial sólo le interesa la represión franquista, así que se ha olvidado de episodios como éste, de los asesinatos cometidos durante los primeros meses de la guerra, o de los campos de concentración que proliferaron en Cataluña, un tema éste, por cierto, que solo ha tocado Francesc Badia (<i>Els camps de treball a Catalunya durant la Guerra Civil</i>)".<br />
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<b>Bentanachs, el hombre récord</b><br />
Hablar de los evadidos de la zona republicana no vende, y tampoco de los guías que los ayudaron a pasar al otro lado. Previo pago, claro. Pues precisamente esto es lo que se propone Agustí en este último libro. Con nombres y apellidos y con prolijidad casi exasperante. Golet y su grupo formaron parte, pues, de este más que considerable éxodo. Huían, dice, no necesariamente por afinidad política con los sublevados "sino sobre todo para evitar ir al frente", aunque este es como hemos visto el destino que le esperaba a Golet. Y los ayudaban los mismos contrabandistas, gentes de la frontera que cuatro años después se pondrían al servicio de las redes de pasadores aliadas. Al Goley y su grupo les tocó Antoni Cases, alias Ermengolet de Peracolls, natural de Sallent como Agustí, payés y por supuesto contrabandista, "que cobraba entre 40 y 80 duros de plata por barba, y que en el pantalón llevaba el pistolón y el rosario". Agustí hace números y especula que, hasta que fue abatido por los carabineros en Os de Civís, cerca de la frontera andorrana -"En aquella ocasión, el grupo que conducía era muy numeroso, casi un centenar de fugitivos, y la cantidad para comprar la complicidad de los agentes resultó insuficiente"- Ermengolet ayudó a cruzar la frontera a cerca de medio millar de prófugos. Para que nos hagamos una idea: ¡casi el doble de los que habitualmente se atribuyen a Joaquim Baldrich, y siempre nos han parecido muchos!<br />
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Y eso que el tal Ermengolet no fue el más <i>prolífico</i>. Este título le corresponde a Jesús Betanachs (1907-1969), que tras la guerra habría de ser durante 23 años alcalde de Noves de Segre (Lérida). Pues bien: como tantos otros colegas, Bentanachs compaginó el contrabando con el paso de fugitivos, y hasta que él mismo pasó al lado franquista -temía ser detenido, y con razón- condujo a cerca de un millar de evadidos por rutas que a través de Valls d'Aguilar, Sant Joan de l'Erm y Sant Joan Fumat, por un lado, y Noves, la Parròquia d'Hortó, Aravell, Arduix y Mas d'Alins, por el otro, confluían en Sant Julià de Lòria, ya en Andorra.<br />
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Nuestro Ermengolet y Bentanachs pasaron ellos solos a millar y medio de personas. Si tenemos en cuenta que hubo muchos otros guías -y Agustí los repasa en el volumen: Josep Gasol, de Castilló de Tor; Senén Brufau, de Vilanova de Bellpuig; Miquel Plana, de Gósol; Jacint Batalla, de Llessui, y Josep Prat, de Guardiola de Berguedà, por citar sólo los que sabemos que operaban por Andorra- y que no era extraño que se formaran grupos con más de un centenar de fugitivos, la cifra total de 25.000 evadidos que da Agustí parece a falta de datos más concluyentes plausible. Y esto, sin tener en cuenta a los que dejaron el pellejo en el intento, que los hubo. Agustí, siempre puntilloso, detalla una veintena de casos, incluida la ejecución sumarísima en la misma frontera de la desventurada expedición que terminó dramáticamente el 5 de marzo de 1938: cinco hombres -los hermanos Antonio y Agustí Codina, de Hortoneda de la Conca, y Josep Estada, Antoni Batalla y Ramon Castejón, los tres de Vilanova de Meià- intentaban ganar Andorra con la ayuda del guía Joan Guitart, que los había recogido en Isona.<br />
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Todo iba bien; tan bien, que cuando descendían por el barranco de Llimois, camino de Bixessarri y por lo tanto a un palmo de llegar a tierra andorrana, fueron descubiertos por una partida de carabineros. Guitart escapó de milagro, pero sus clientes fueron abatidos "al pie del Bony dels Tres Culs, en el camino de Civís a Os". Los fusilaron sin contemplaciones en los <i>cortals </i>de Serbella. Los cuerpos fueron recuperados por Vicenç Baró y Joan Reig, vecinos de Os, y enterrados en el cementerio de esta localidad fronteriza. El mes anterior, cuenta Agustí, habían seguido esta misma ruta, y con éxito, Climent Durich, Joan Estrada y Josep Miranda, los tres de Vilanova de Meià. ¿Qué pasó con Gasol y su grupo? Especula Agustí que cuando se vieron a un tiro de piedra de Andorra alguno de ellos, presa del entusiasmo, disparó el arma en señal de desafío. "Quizás se dejaron llevar por la emoción y lanzaron gritos del estilo de '¡Azaña, hijo de puta! ¡Viva Franco!' La patrulla -da incluso los nombres: Modesto Montesinos, Felipe RodrígueZ, Jaime Peña y N. Román, del 31º Batallón- los descubrió, los arrestó y los fusiló<i> in situ</i>.<br />
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Algo raro ocurrió, sospecha, porque no era extraordinario -opina- que los carabineros hicieran la vista gorda, especialmente cuando mediaba un soborno. Hubo encontronazos y también muertos, como en este caso, pero porque fueron muchos los que pasaron, fácilmente llevaban armas, y -no hay que perderlo nunca de vista- los evadidos se jugaban la vida y no iban a dejarse prender con facilidad. De todas formas, concluye, no puede hablarse de una persecución implacable: más bien las capturas se producían cuando el intento de evasión era demasiado flagrante como para mirar hacia otro lado.<br />
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Hubo también entre los guías de la Guerra Civil alguna oveja negra. Agustí relata el caso de Esteve Corominas, apodado el Arnau o el Gavatx, natural de Gisclareny, en la comarca del Berguedà (Barcelona), que se enriqueció con el tráfico de personas, primero durante la Guerra Civil y después, con la II Guerra Mundial. En ambos casos, Andorra era estación de paso en la ruta de evasión. En fin, la Dirección General de Seguridad lo tenía fichado, y lo describe de forma algo pintoresca como "un soltero que ha trocado su humilde existencia por la de un verdadero ricachón con el dinero que le produjo el pasar a Francia a elementos nacionales durante el período rojo, y el producto que le proporcionaba la exportación de contrabando a gran escala". Pasó un año en prisión, entre agosto de 1944 y julio de 1945, acusado de haber ayudado a cruzar la frontera, con rumbo a Barcelona, hasta a tres grupos de fugitivos en los primeros meses de 1944. Redimió la pena, dice Agustí, "asistiendo a extensión cultural y catecismo". Por lo visto, coló. El caso es que al salir volvió a las andadas, derivó en un mucho menos épico tráfico de estupefacientes y divisas al tiempo que se reciclaba en confidente de la policía franquista, hasta que un mal día, como en las aventis de Marsé, el cadáver del Arnau apareció flotando en las aguas del puerto de Barcelona.<br />
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<b>[Este artículo es una versión ampliada del publicado el 2 de septiembre de 2015 en el diario Bon Dia Andorra]</b></div>
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Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-48291894916735423812015-08-30T00:10:00.004+02:002015-09-19T01:10:52.118+02:00Pierrot el Loco, ¿también?<div style="text-align: justify;">
Pues parece que sí, aunque vaya por delante que entramos en terreno pantanoso: el laurediano Hugues Lafontaine, aquí en funciones de historiador (Avranches, 1954), recogió el relató diez años atrás de labios de Emmanuel Barrategui, antiguo resistente y passeuer de Prada hoy fallecido, que aseguraba haberlo vivido en primera persona. Como suele suceder en las historias de pasadores, sobre todo cuando las cosas salieron bien y no dejaron por lo tanto rastro en los archivos policiales, no hay pruebas ni documentos. Así que habrá que fiarse de Barrategui. Lafontaine lo hace, y el episodio constituye de hecho -advierte- la única aportación inédita y de primera mano de <i>Andorre, 10.000 ans d'histoire</i>, que vio la luz hace unos meses y por el que el próximo 12 de septiembre recibirá el premio especial a a la amistad franco-andorrana de los Juegos Florales de Maseras, en la Arieja.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxNsSxWt0ktdbdcyswd8piD0dbF7jHBZ5u3xP2Sl4IY1MVoXuMAKwYSk8sN5C8deVWUZTVOWt7UTPoR55Ezi00A0_0m0zeAKQstYTHjc7xsU6uwIrw6rbrcoN1IXCwRuvMxyHOywU9vgE/s1600/pierrot+le+fou+perfil2.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxNsSxWt0ktdbdcyswd8piD0dbF7jHBZ5u3xP2Sl4IY1MVoXuMAKwYSk8sN5C8deVWUZTVOWt7UTPoR55Ezi00A0_0m0zeAKQstYTHjc7xsU6uwIrw6rbrcoN1IXCwRuvMxyHOywU9vgE/s400/pierrot+le+fou+perfil2.JPG" width="318" /></a></div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg08HYuSe23BhULc6LqONAvDup8z35VIFcSxyaRv5z58fWzfyxjKWImV1GsjT5fROvV6iI4gRhvWN5SmdSoKr5-0zQMbl71BD2sK5C-x8UASuMhfAYooAOyJzDmyER703ZYVq1-a7oyXww/s1600/pierrot+le+fou+alta.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="448" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg08HYuSe23BhULc6LqONAvDup8z35VIFcSxyaRv5z58fWzfyxjKWImV1GsjT5fROvV6iI4gRhvWN5SmdSoKr5-0zQMbl71BD2sK5C-x8UASuMhfAYooAOyJzDmyER703ZYVq1-a7oyXww/s640/pierrot+le+fou+alta.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Fotografias de la ficha policial de Pierre Loutrel, alias Pierrot le Fou, que empezó su carrera delictiva en el París de la Ocupación, se enroló en la Carlingue -integrada por esbirros franceses al servicio de la Gestapo- y con la más que previsible derrota alemana en el horizonte, en el verano de 1944 aparece en Tolosa y <i>ficha </i>por la red Morhange. La policía le atribuye once asesinatos y, entre febrero y noviembre de 1946, una quincena de golpes. Murió el 11 de noviembre de ese mismo año como consecuencia de las disparos que recibió en el último de sus atracos; el cuerpo no apareció hasta tres años después, enterrado en una isla del Sena, cerca de Porcheville. </td></tr>
</tbody></table>
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El resto del volumen consiste en un breviario para neófitos en los asuntos andorranos confeccionado a base de lecturas algo caprichosas, así que vayamos sin dilación al rocambolesco episodio que hoy nos ocupa. Contaba Barrategui que cierto día de 1944, y con el secretismo reglamentario de la clandestinidad, recibió el encargo de servir de chófer a un individuo a quien no conocía de nada. Se encontraba entonces en Tolosa y una vez subió al coche, le hizo detenerse en la plaza del Capitolio, el centro administrativo de la ciudad. El desconocido se apeó, se dirigió a la terraza de un café, y decerrajó a un tal Jean Cavalerie, oficial francés a sueldo de la Gestapo.<br />
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El asesino resulto ser -aunque esto no lo supo hasta más tarde- Pierre Loutrel, más conocido -mucho más- como Pierrot le Fou (Sarthe, 1916-París, 1946), celebérrimo gángster francés de breve y sanguinaria trayectoria -fue el primer delincuente a quien la policía gala colgó la muy cinematográfica etiqueta de "enemigo público número uno"- y cuya peripecia inspiró en 1965 y muy libremente la película homónima de Godard -"Ay, Jean Luc, ay, Jean Luc, vull entendre-ho però no puc": pues sí, este Godard-, con en el bello Belmondo en el papel protagonista. El caso es que nuestro Pierrot, que ya exhibía con un currículum más negro que el carbón, se había plantado en Tolosa justo antes de Normandía, y cuando la derrota alemana era solo cuestión de tiempo, con el objetivo de borrar su infame paso por la Carlingue, la rama francesa de la Gestapo, especializada en el desmantelamiento de las redes de espías aliados en territorio galo.<br />
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Le Fou -hay alias que describen perfectamente a su inquilino y no necesitan explicación: recuerden aquel etarra a quien llamaban El Pajas- necesitaba borrar mancha tan peligrosa de su expediente, y la red Morhange, una especie de anti-Carlingue que operaba en la zona de Tolosa a las órdenes de la Resistencia, necesitaba tipos duros. Hombres malos con que enfrentarse a los malos más malos del momento: la Gestapo. Pierrots, en definitiva. La eliminación de Cavalerie fue algo así como un examen de ingreso, y el Loco -ahora con nuevo alias: Pierre d'Héricourt- lo aprobó, claro. Pero liquidar a los amigos de la Gestapo era un juego peligroso, incluso en julio de 1944. Así que Loutrel/Héricourt tuvo que huir, y Barrategui fue, de nuevo, el encargado de conducirlo al otro lado de la frontera. Como pasador, Barretegui acostumbraba a coger la ruta que saliendo de Prada, y pasando por Sallagosa, desemboca en Alp, ya en la Cerdaña española. Pero en aquella ocasión se dirigieron en coche hasta Acs, y aquí iniciaron a pie el último tramo del periplo: "Sallagosa quedaba demasiado lejos para ir caminando, así que decidí pasar por Andorra, que era el camino lógico; en el último momento, un contacto nos advirtió que los hoteles estaban controlados por hombres a sueldo de los alemanes, así que cruzamos el país por la montaña, evitando en todo momento las zonas habitadas".<br />
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<b>Carne de 'El Caso'</b><br />
El relato de Barrategui concluye aquí, y es una lástima porque es precisamente éste el período más oscuro de la biografía de Pierrot: según algunos, regresa a su antiguo oficio, atracos, secuestros, extorsiones y demás, que había ejercido en el París de la Ocupación.. Según otros, pasó brevemente por la prisión de Saint Michel, en Tolosa, todavía bajo mando alemán. Incluso hay quien sospecha que tuvo algo que ver en el asesinato de un tal Michel Skolnikoff, alias Mandel, hombre de negocios que se forró con la Ocupación y cuyo cadáver apareció en junio de 1946 medio calcinado en el interior de su automóvil, en la localidad de El Morlar, entre Madrid y Burgos. Según esta versión, Loutrel trabajaba en esos momentos para la Direction Générale des Études et Recherches, el servicio de inteligencia francés. En fin, que lo único claro es que durante unos meses de le pierde la pista, que reaparece en París después de la Liberación, y que en compañía de tres antiguos conmilitones de la Carlingue -Henri Fefeu, Abel Danos y Georges Bouchesseiche, qué nombre sensacional para un gángster- constituye lo que la prensa de la época bautizó con el nombre del Gang des Tractions Avant, por los coches - el popular Citroën de tracción delantera, en francés, Traction Avant, más conocido en la España del momento como Pato- con que acostumbraban a perpetrar sus golpes.<br />
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Bebedor consumado y, por lo que parece, de muy mal vino, hombre de gatillo fácil -once fiambres en el zurron- y atracador vocacional -entre febrero y noviembre de 1946 se le atribuyen una quincena de golpes- lo de Pierrot solo podía terminar mal. Y así fue: el 6 de noviembre cae herido después del atraco a una joyería de París. Hay quien dice que a consecuencia de un tiro que se le escapó al mismo Loutrel -hasta las cejas de alcohol- en plena huida. Lo cierto es que murió cinco días después, y que sus colegas enterraron el cuerpo en una isla del Sena, cerca de Porcheville: el cadáver no apareció hasta tres años después, en una operación que la policía de la capital explotó mediáticamente -no se pierdan la serie fotográfica con la exhumación del cuerpo: ¡ni Elmore Leonard! En fin, que al lado de judíos con una mano delante y otra detrás como Carla Kinhi y familia; de aviadores aliados de la estirpe gloriosa de <i>Supersonic </i>Yeager; de celebrities como los Rotschild, y de los matemáticos polacos que descifraron Enigma -Marian Rejewski y Henry Zygalski- entre los centenares, quien sabe si miles de fugitivos que cruzaron nuestras montañas durante la II Guerra Mundial también hubo gentuza como Pierrot le Fou. No nos podemos quejar: tenemos de todo.<br />
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<b>[Este artículo se publicó el 24 de agosto de 2015 en el diario Bon Dia Andorra]</b></div>
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Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-50922381274098342162015-07-01T17:25:00.002+02:002017-01-25T18:49:13.254+01:00El parricida afortunado (o Manuel Bacó: el hombre que esquivó al garrote)<div style="text-align: justify;">
Manuel Bacó, vecino de Escaldes y el segundo hombre en ser condenado en Andorra al garrote por parricidio -el tribunal lo consideró culpable de haber molido a palos y estrangulado a su señora madre, el 11 de enero de 1896- esquivó a la muerte y la pena capital le fue conmutada por la de trabajos forzados a perpetuidad; su esposa, Rosa Albós, fue condenada a diez años de prisión como instigadora del crimen. El expediente, inédito hasta hoy, se conserva en el Archivo Nacional de Andorra.<br />
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjS3kTDVNu_NM5aU8dqRE6fAsEOToHR8r6v8QahnRJfNrF8j-5LvhQMyXeR31v5sijGknn_jlIPwRgl5NcdmMldQPJ9Z-TLpQwN5YiexevgOfCrUymuYe1DyfFCx5XRJtw1RXNUL-MO30A/s1600/romeu+condemna+mort+1896+juan+mandic%25C3%25B3.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="470" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjS3kTDVNu_NM5aU8dqRE6fAsEOToHR8r6v8QahnRJfNrF8j-5LvhQMyXeR31v5sijGknn_jlIPwRgl5NcdmMldQPJ9Z-TLpQwN5YiexevgOfCrUymuYe1DyfFCx5XRJtw1RXNUL-MO30A/s640/romeu+condemna+mort+1896+juan+mandic%25C3%25B3.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;">Sensacional instantánea de lectura pública de la sentencia de muerte dictada contra Manuel Bacó el 17 de abril de 1896, en la plaza de Andorra la Vella (actual plaza Benlloch). La imagen se ha atribuido habitualmente al <i>veguer </i>Charles Romeu, aficionado a la fotografía -suyas es la serie de la primera ascensión en automóbil al puerto de Envalira desde el Pas de la Casa, en el verano de 1912. Pero es dudoso que la tomara él personalmente, porque debido a su función su puesto estaba entre las autoridades que presiden la lectura, reglamentariamente situadas frente al reo. En cualquier caso, la escena guarda sorprendentes similitudes con la que fotografió en 1943 Valentí Claverol, entonces con Pere Areny ocupando el lugar del reo. Fotografía: Biblioteca Nacional de Andorra.</td></tr>
</tbody></table>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFaGtkjQy-yTgvo8qVJ-YsUr_g-IXxH41p2YFuita3wEQHmxBOluwowkFDBy0q5nOcmvEfR6f8xozA4ZCVOh2lRdRYUrS4fzicZg7sym373aKXYVgmRB5ZlOya0MsteQJ48qUjsswCuaE/s1600/0.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFaGtkjQy-yTgvo8qVJ-YsUr_g-IXxH41p2YFuita3wEQHmxBOluwowkFDBy0q5nOcmvEfR6f8xozA4ZCVOh2lRdRYUrS4fzicZg7sym373aKXYVgmRB5ZlOya0MsteQJ48qUjsswCuaE/s640/0.JPG" width="480" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;">"Diligencias practicadas per l'Hble D. Joseph Palmitjavila en la causa criminal sobre homicidi... 1896" Fuente: Archivo Nacional de Andorra.</td></tr>
</tbody></table>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJfL9IMGynSrzf0Fp301lzFF0xtdZVeXdLztnIeXkA3Y9s7flUdIe84vCVz_ch11RQFO3iwpZl351OoCuhYIMU2NJgXIlZQ3vGGpJCGITpUqYGSiMIUv-3YSdFPvTPpA8VCK_aa6UuJa4/s1600/1.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJfL9IMGynSrzf0Fp301lzFF0xtdZVeXdLztnIeXkA3Y9s7flUdIe84vCVz_ch11RQFO3iwpZl351OoCuhYIMU2NJgXIlZQ3vGGpJCGITpUqYGSiMIUv-3YSdFPvTPpA8VCK_aa6UuJa4/s640/1.JPG" width="480" /></a></div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBHh0SAf_zv7gRfUfebVeLPjI9WohXr8AY8bQr4C-1AEX-5aaZXGHmzDzDcWLM6m3qfdd4DmgzI7HRS-kBOpCOFuZhcXvpFqo7NqIl-jJVVOO_pwvxzj2RY3Gpkc6mLXCL4NAQzpmb2M0/s1600/2.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBHh0SAf_zv7gRfUfebVeLPjI9WohXr8AY8bQr4C-1AEX-5aaZXGHmzDzDcWLM6m3qfdd4DmgzI7HRS-kBOpCOFuZhcXvpFqo7NqIl-jJVVOO_pwvxzj2RY3Gpkc6mLXCL4NAQzpmb2M0/s640/2.JPG" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.8000001907349px;">"Acusació final" a cargo del instructor del caso: el Tribunal de Corts de Andorra, única instancia penal -las sentencias eran ejecutivas y ante ellas no cabía recurso- se reunía <i>ad hoc</i> y lo integraban los dos <i>veguers</i> -el episcopal y el francés- así como el llamado<i> jutge d'apelacions</i> -que era el único que necesariamente tenía formación jurídica- y dos representantes del Consell General. Fuente. Archivo Nacional de Andorra.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRkR2Z_J_60xWRY8ouN9ZFkg8yTsIBve7fCDJbzJp0RvSwPjFTS0xzvLtnB0jvAkEbF9uR1ncflOBK2KclJugRG0lk8PYNIMW9mr90oV43wxGb3ZMHGxCkhy52-qpwqQdof_jIxEat774/s1600/3.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRkR2Z_J_60xWRY8ouN9ZFkg8yTsIBve7fCDJbzJp0RvSwPjFTS0xzvLtnB0jvAkEbF9uR1ncflOBK2KclJugRG0lk8PYNIMW9mr90oV43wxGb3ZMHGxCkhy52-qpwqQdof_jIxEat774/s640/3.JPG" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption"><br /></td></tr>
</tbody></table>
</td></tr>
</tbody></table>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgh2X8oQ_Ov98aGQemQtoI2m3m1qrJa7npk7fNhdqp_EcP8dOLZ1fWCsfmAIpQueS7kfrFyZtbXzPcM-1bYGdc_e6thqEVOs1FsFn3IBm1fRkcQr6sQuGaH9PjJHjBbP6yY1lad5kw1_DU/s1600/4.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgh2X8oQ_Ov98aGQemQtoI2m3m1qrJa7npk7fNhdqp_EcP8dOLZ1fWCsfmAIpQueS7kfrFyZtbXzPcM-1bYGdc_e6thqEVOs1FsFn3IBm1fRkcQr6sQuGaH9PjJHjBbP6yY1lad5kw1_DU/s640/4.JPG" width="480" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;">Nota en que el cónsol de Andorra la Vella, Bonaventura Calba, infora al <i>batlle </i>Josep Pal, del hallazgo del cuerpo de la víctima, Maria Calbó, de Casa Marió de Engordany, y de las disposiciones que ha tomado, entre las cuales, que los vecinos custodien el cadáver "hasta nuevo aviso". Fuente: Archivo Nacional de Andorra.</td></tr>
</tbody></table>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_IYhDq72VtG8897AV8pEN9eiDA6BRklnFjGO52Dl-uEAc4yLlDtqP4gk9qFEG7aus2_VCQJ0KcMQahdgQGxvxJsJw8iuhVrl76bGurxMZ8sh77QyWl9UukHST3XGqAkHyrywVP3NWifM/s1600/5.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_IYhDq72VtG8897AV8pEN9eiDA6BRklnFjGO52Dl-uEAc4yLlDtqP4gk9qFEG7aus2_VCQJ0KcMQahdgQGxvxJsJw8iuhVrl76bGurxMZ8sh77QyWl9UukHST3XGqAkHyrywVP3NWifM/s640/5.JPG" width="480" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><br /></td></tr>
</tbody></table>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcBx6oCzyK4bRWNObupF-KrFeYYkHTLcxNITNN6AHqmNh2WZIMRTFTw3o6O9v6bATlzbf9iPWs0rqmAMZqjythDsNnEUF0dVn_xr0nMLKwqKu7ukshlB0LtX04ZWQA4R_o6_HsR9HMMcs/s1600/6.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcBx6oCzyK4bRWNObupF-KrFeYYkHTLcxNITNN6AHqmNh2WZIMRTFTw3o6O9v6bATlzbf9iPWs0rqmAMZqjythDsNnEUF0dVn_xr0nMLKwqKu7ukshlB0LtX04ZWQA4R_o6_HsR9HMMcs/s640/6.JPG" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;">Informe del doctor Pompeyo Jordana, que asiste al levantamiento del cadáver al día siguiente del homicidio. Concluye que Maria Calbó murió a causa de conmoción cerebral y asfixia, "la primera producida por las contusiones que presentaba en la cabeza, y la segunda por constricción del cuello por medio de la mano", y sugiere que las quemaduras se produjeron con posterioridad a la muerte porque, en una alarde de erudición -es dudoso que el buen Jordana se las hubiese visto antes con un caso semejante- aduce que "por cuanto dicen los autores de medicina legal las carnes se ponen apergaminadas, que es lo que se observaba en este cadaver". No está mal para el humilde cirujano de los Valles de Andorra... Fuente: Archivo Nacional de Andorra.</span></td></tr>
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<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgYTkDQkMfZRbhUDLi9JERZoJtupx3RshXui7DmSbPzvX4ITLNcqSLg4Ow8F4ymGpqdqvH6Mh7SL571sTVLB4t1EB_AGaWc9_yebWWf1_wJjbXuNa6kqdMx0ieFbD1YwiLHisA8v2YbtY/s1600/18.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgYTkDQkMfZRbhUDLi9JERZoJtupx3RshXui7DmSbPzvX4ITLNcqSLg4Ow8F4ymGpqdqvH6Mh7SL571sTVLB4t1EB_AGaWc9_yebWWf1_wJjbXuNa6kqdMx0ieFbD1YwiLHisA8v2YbtY/s640/18.JPG" width="480" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;">Recibo fechado en Porte, al otro lado de la frontera, el 17 de abril de 1896, en que los gendarmes Negre y Baylard, del puesto de La Tour de Querol, se hacen cargo del reo, Manuel Bacó, "condamné per le tribunal des Corts aux travaux forcés à perpétuité". Fuente. Archivo Nacional de Andorra.</td></tr>
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<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEga-NPjko1JWUOEfq8JNe9lN6b3ZT_QIjPwE9mgtXggbLG_m8y3UpugvsSNI0WE2Y7qdcrHu3bKrZItd98Rdyyjicd9hoO7OPr2j6PqDgdx1UuQq5Xp97Rvf6BR-MF0RPu9PSFbAWbMKLI/s1600/19.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEga-NPjko1JWUOEfq8JNe9lN6b3ZT_QIjPwE9mgtXggbLG_m8y3UpugvsSNI0WE2Y7qdcrHu3bKrZItd98Rdyyjicd9hoO7OPr2j6PqDgdx1UuQq5Xp97Rvf6BR-MF0RPu9PSFbAWbMKLI/s640/19.JPG" width="480" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Minuta con los gastos generados con posterioridad a la sentencia que condena a Manuel Bacó a la pena de muerte -conmutada<i> in extremis</i> por trabajos forzados a perpetuidad- que incluye entradas como "lo animal" que debe conducir el preso hasta Soldeu (2 pesetas). Fuente: Archivo Nacional de Andorra.</td></tr>
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Comencemos por el final. Un final que tiene lugar en Porta, al otro lado de la frontera francoandorrana, hasta donde los gendarmes Négre y Baylard, procedentes de la Tour de Querol, han ido a recoger a Manuel Bacó. Hemos retrocedido hasta el 17 de abril de 1896 y hasta Porta ha sido conducido por la -ejem- "policía andorrana", por decirlo con las (in)exactas palabras de los gendarmes, este hombre de 39 años que cumplirá en Francia la pena de trabajos forzados a perpetuidad que le acaba de imponer el Tribunal de Corts. Esto es lo que dice la nota firmada por "<i>le gendarme chef d'escorte</i>" -Négre- con que se cierra el grueso expediente del caso Bacó, el último condenado a muerte del siglo XIX andorrano... y el segundo que iba a ser ejecutado con el garrote vil que el buen obispo Caixal introdujo en 1854 como sustituto de la "poco humana" horca. En fin, Bacó tuvo la rarísima suerte de ver cómo se le conmutaba la pena capital por la de trabajos forzados -una cadena perpetua, pero con saña- y esto convierte el suyo en un caso excepcional, porque es el único entre los cuatro condenados a muerte por aquí arriba desde lo de Caixal que esquivó el patíbulo. Le precedieron Joan Mandicó, en febrero de 1860, y el tal Masteü, contrabandista catalán -del Pallars- que fue supuestamente decapitado en abril de 1861, y le siguió el también parricida Pere Areny, en octubre de 1943, éste fusilado.<br />
<br />
Pues aquí va la historia de Bacó. O parte de ella, porque nos falta la peripecia que siguió en su condena "a perpetuidad": ni dónde cumplió la pena, ni si realmente no salió nunca más de la prisión, ni cuándo murió. En fin, que si el hombre escapó del garrote al que estaba destinado fue porque en la lectura pública de la sentencia y a diferencia de lo que ocurrió en los casos de Mandicó y Areny alguien -autoridades o particulares, no lo sabemos- pidió clemencia al tribunal, y la obtuvo. Otra particularidad del ya de por sí singular proceso penal a la andorrana, en que la sentencia del Tribunal de Corts, la instancia única, por ejemplo, no admitía recurso alguno. El <i>veguer </i>Romeu dejó una sensacional fotografía del preciso momento de la lectura de la sentencia en una escena que parece calcada a la que medio siglo después tendría a Areny como triste protagonista.<br />
<br />
Nuestro hombre fue hallado culpable de haber dado muerte a su madre, Maria Calbó de Casa Marió de Engordany. Las diligencias empiezan con la nota que el cónsol de Andorra la Vella, Bonaventura Calba, eleva al <i>batlle </i>Josep Palmitjavila informándole del hallazgo del cuerpo de la víctima: "<i>Li dono coneixement de que Isidro Pujol me adonat coneixement de que habia trobat dintre de casa de Marió de Engordany la mestressa majó morta e lo sol, lo cual coneixement estat donat lo dia 11 de jene á 13 hores y mitja del mati (...) Enseguida e practicat diligecias ay anat a troba los bains de casa Marió y los ay fet coresponsables de dit cadabre asta nou abis</i>".<br />
<br />
El parricidio tuvo lugar el 11 de enero de 1896 y según la instrucción, que firma el <i>batlle </i>Palmitjavila, la abuela Mariona -como era conocida entre los vecinos- murió molida a palos y ahogada, en el que fue el funesto capítulo final de una larga historia de encontronazos familiares en que jugó un papel destacado -al decir de la sentencia- la nuera, Rosa Albós. Tan destacado, que el mismo tribunal que condenó a Bacó a muerte la castigó a ella con diez años de trabajos forzados como "cómplice" del parricida y por haber "<i>coadyuvad</i>" al crimen. Pena que tampoco en este caso consta dónde cumplió, cabe esperar que en algún presidio francés, ni si pudo regresar a casa una vez saldadas sus cuentas con la justicia.<br />
<br />
El mal ambiente en la casa de los Bacó arranca por lo visto inmediatamente después del matrimonio entre Manuel y Rosa. Hasta el punto que la pareja decide irse a Francia -destino por otra parte habitual de los segundones andorranos- "<i>per no poder avenirse ab sos pares</i>", aunque no tardan en regresar "<i>creyentse haurien acabat las discordias</i>". Pues se equivocaban. Y la cosa no hizo sino empeorar. Incluso los vecinos, que aconsejaban a la pareja abandonar de nuevo el domicilio familiar para evitar las "discordias" habituales, le oyeron decir a Manuel que la de largarse no era alternativa, que "primerament lo portarian al cementiri o a una presó".<br />
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Pues esto es exactamente lo que ocurrió. Un mes antes del fatídico 11 de enero, Manuel ya había amenazado a su padre, Narcís, en la <i>borda </i>-o cabaña- donde cobijaban al ganado. Y se las debieron tener bastante tiesas porque el pobre Narcís se negó por lo visto a volver a la borda "pel temor de que no li fes algun ultratge dit son fill". La madre también debía verse venir algo porque los testigos que desfilan ante el <i>batlle </i>Palmitjavila declaran haberle oído decir que "<i>no volia quedarse a la nit sola a casa per temor la asesinarían</i>". El 10 de enero, nuera y suegra tuvieron un último y premonitorio encontronazo por una cuestión de dinero. Un clásico. Manuel no podía más: "<i>Estaba fastidiat de aixo y feya massa temps que duraba</i>", afirman los vecinos que repetía a quien quería escucharle.<br />
<br />
Y en estas que llegamos al 11 de enero. A las diez y media sale el padre, Narcís; tres cuartos de hora más tarde, la nuera, Rosa, con el niño que tienen con Manuel. Y se quedan solos en casa el hijo, Manuel, y la madre, Mariona. El relato del doctor que asiste al levantamiento del cadáver sostiene que el cuerpo presentaba heridas en la cabeza producidas con un palo "de unos cuatro palmos de longitud" -porque a diferencia de la sentencia, la autopsia está redactada en castellano. Golpes que por lo visto no fueron mortales y hubo que rematarla, concluye la sentencia. Pero ni así se dio por vencido el parricida: todavía tuvo la ocurrencia de acercar el cadáver al fuego de la cocina y le chamuscó la parte derecha del rostro, "<i>ja sia per precipitar la mort, ja sia per demostrar que arribá un accident a la victima</i>". La instrucción del caso lo cuenta como sigue: "<i>La escena que va succehir es facil de describi: Manuel Bacó donà tres garrotades al cap de la ferida produintli les feridas que declara lo facultatiu y</i> c<i>om sens dupte la victima encara respiraba la agafá per lo coll y la escañá segons resulta de las ungladas que tenia al mateix coll y la escañá segons resulta de las ungladas. Per ultim va collocar lo cap del cadaver al foch".</i><br />
<br />
A Manuel lo delataron no sólo los vecinos -aseguraron que el día de autos no entró ni salió de la casa familiar nadie que no fuese de la familia- sino la sangre que le salpicó la ropa. Intentó justificar las incriminadoras y sanguinolentas manchas con una pintoresca coartada: primero alegó que precisamente ese 11 de enero había ayudado en la matanza de los "tocinos" de su suegro. Como no coló -resulta que habían sido sacrificados en Navidad-, lo intentó de nuevo con el mismo argumento: que había ayudado en la matanza de los cerdos de un tal Tabacaire. También este declaró que la matanza había tenido lugar tres semanas antes del día de autor. Una y otra fueron consideradas por el tribunal, excusas "inadmisibles", y no le tiembla el pulso a la hora de dictar sentencia: "<i>De totas aqueixas circumstancias y tambe de la unanimitat de la opinió púlica es desprén que lo asasinat de Maria Calbó es imputable a son fill</i>". Y le impone a Manel la pena de muerte. No será el único condenado: su esposa también es señalada como <i>cerebro </i>del crimen: "Resulta de la instruccio de la present causa que la instigadora del crim ha estat Rosa Albós per ser la causa constant de las cuestions amb sa difunta sogra ja que la presencia de ella en la casa de sos sores feya perdre la tranquilitat y originava la discordia". No era mujer fácil, Rosa, y además demostró muy poca prudencia, porque la sentencia recoge las "expressions que habia proferit de que dos donas eran masa en una casa" para concluir que "no es duptos de que Manuel Baco, a las excitacions de sa esposa hagia cumplert son parricidi". En fin, que Rosa Albó será condenada como "cómplice" a diez años de trabajos forzados. Con un remate pelín estrambótico: y es que uno y otra resultan también condenados al pago de los gastos y las costas "solidariamente". Cabe pensar que, en caso de insolvencia, no le cargaran el asunto al pobre Narcís...</div>
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<br />
<b>La autopsia del doctor Pompeyo</b><br />
El expediente del caso, conservado en el Archivo Nacional de Andorra, incluye también el informe del "médico cirujano de los Valles de Andorra", el doctor Pompeyo Jordana, que examina el cuerpo de la víctima al día siguiente del parricidio, todavía en la escena del crimen, al que acude con el juez, el secretario y el alguacil para encontrarse, dice, "con una mujer tendida en el suelo en decúbito supino, sin pulso, sin latidos cardíacos y con el cuerpo rígido y frío (...) de unos cincuenta a cincuenta y cinco años de edad, vestida al estilo del país y no levaba pañuelo en la cabeza". Con la misma frialdad describe el doctor Jordana el arma del crimen, "un palo de unos cuatro palmos de longitud", y las heridas que el homicida provocó a la víctima: "En la cabeza presentaba en la parietal izquierda una herida contusa de unos cinco centímetros de longitud, y de profundidad hasta el hueso (...). Tenía otra contusión que tocaba a la región frontal, parietal y temporal del lado izquierdo, con los huesos un poco hundidos". La cosa no se acaba aquí, de lo que se deduce que el encarnizamiento con que obró el autor: "En la parte anterior del cuello presentaba tres escoriaciones (...) producidas al parecer con las uñas de los dedos de la mano derecha"; en la espalda, "dos contusiones de poca importancia (...), en la rodilla izquierda, ora contusión también de poca importancia." Pero lo peor está por llegar: "La cara la tenía toda quemada menos la región de la mandíbula inferior izquierda". De todo lo que antecede -y no está mal para nuestro humilde cirujano, concluye que Maria Calbó murió a causa de conmoción cerebral y asfixia, "la primera producida por las contusiones que presentaba en la cabeza, y la segunda por constricción del cuello por medio de la mano", y sugiere que las quemaduras se produjeron con posterioridad a la muerte porque, en una alarde de erudición -es dudoso que el buen Jordana se las hubiese visto antes con un caso semejante- aduce que "por cuanto dicen los autores de medicina legal las carnes se ponen apergaminadas, que es lo que se observaba en este cadáver". El doctor cobró por sus servicios unos honorarios de seis pesetas. Y ya que hablamos de honorarios, digamos que el <i>batlle</i> recibió 100 pesetas; los dos hombres que acompañaron al reo hasta Porta y que los gendarmes Negre y Baylard confunden con "policías", 32 pesetas; el arriero Sisco de Sans, 20 (¿por llevarlos a los tres a Francia?).</div>
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<b>[Esta artículo es una versión ampliada de un artícuo publicado el 6 de octubre de 2014 en el <i>Diari d'Andorra</i>]</b></div>
Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-65771301062313759092015-06-30T02:12:00.003+02:002015-11-23T13:28:44.914+01:00El secreto más negro del Montmantell<div style="text-align: justify;">
Localizamos en el Archivo Nacional localiza la <i>visura </i>de los tres aviadores norteamericanos fallecidos en octubre de 1943 en la Massana cuando intentaban llegar a Andorra; una expedición organizada por Geert van den Bogaert, guía de los campos de batalla de Normandía, reconstruirá a partir del 4 de julio el periplo de uno de ellos, Francis E. Owens; llegarán a Andorra el 9 de julio, y dos días después le rendirán homenaje en el cementerio militar de las Ardenas, donde sus restos descansan desde 1950. </div>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLRvVaETi3Ls6WrXaIQURTptqEB5tMRf3yhQ6jWjbzyn1TOYGh18Zzcx-0HJbSmHCyFd4nP0jED0B8aYFUTx4PujPJSw1SDPoSJ_rh9C9cxCYnWFDy-pg9zRnpjkvsCoMednVsTWrPJv0/s1600/BE_visures_cadavers_0001.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLRvVaETi3Ls6WrXaIQURTptqEB5tMRf3yhQ6jWjbzyn1TOYGh18Zzcx-0HJbSmHCyFd4nP0jED0B8aYFUTx4PujPJSw1SDPoSJ_rh9C9cxCYnWFDy-pg9zRnpjkvsCoMednVsTWrPJv0/s640/BE_visures_cadavers_0001.jpg" width="440" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Visura levantada por el secretario del Consell General, Bonaventura Riberyagua, el 12 de junio de 1944, donde deja constancia del descubrimiento de los cuerpos de los tres aviadores norteameicanos en "la montanya denominada Montmantell, territorio de la parroquia de la Massana". Después de registrarlos sin encontrarles en los bolsillos más que una foto "que semble que es la torre Eiffel de París" y dos francos franceses, concluye que los cadáveres habían sido expoliados. A causa del mal estado de los cuerpos -los tres hombres habían muerto en octubre de 1943, ocho meses antes- Riberaygua concluye que "no puguerem baixar-los com ere ordenat, per quan no s'haguere pogut agüantar la mala olor que feien". Fuente: Fondo Tribunal de Corts / Archivo Nacional de Andorra.</td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixvM0b_A5ZRkVKaoYoJMC4YcdtZQ6EBp3Wj5zmu_fpV0mM7w_pWpNiD5A2vQ8N7owRoT4euTYIt0OM7KNfh49os9CMJh7-1H6hkaK4OzxfchsiV0q9BGFag7A7XIXqlKyEO4YZaHUF1Dw/s1600/BE_visures_cadavers_0003.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixvM0b_A5ZRkVKaoYoJMC4YcdtZQ6EBp3Wj5zmu_fpV0mM7w_pWpNiD5A2vQ8N7owRoT4euTYIt0OM7KNfh49os9CMJh7-1H6hkaK4OzxfchsiV0q9BGFag7A7XIXqlKyEO4YZaHUF1Dw/s640/BE_visures_cadavers_0003.jpg" width="444" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Acta firmada por el batlle episcopal, Anton Tomàs, el 12 de septiembre de 1944, tras la inhumación de "tres cadavers momificats" en el cementerio de Arinsal, "con asistencia del reverendo ecónomo de la Massana, mosén Jaume Martí. El batlle concluye que se trata de los tres cuerpos "apareguts a la montanya de Montmantell i als que es refereix el precedent raport del cap de Policia de les Valls, ambdata del 14 de juny del corrent any". Fuente: Fondo del Tribunal de Corts / Archivo Nacional de Andorra.</td></tr>
</tbody></table>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZhz02yeGMOh2o_4KYpQaKav47XsVHRcvNwvM2kSTG12_dChg4UNbslN8EtaU8KsL2kwMTJw5GwmO1Ncw2cdNexnJXhyphenhyphen-7p7CjCjnF65fv7xPvF44SmYm39hNiBNGSzL_QuFOVCSEsM0c/s1600/BE_visures_cadavers_0004.jpg" imageanchor="1"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZhz02yeGMOh2o_4KYpQaKav47XsVHRcvNwvM2kSTG12_dChg4UNbslN8EtaU8KsL2kwMTJw5GwmO1Ncw2cdNexnJXhyphenhyphen-7p7CjCjnF65fv7xPvF44SmYm39hNiBNGSzL_QuFOVCSEsM0c/s640/BE_visures_cadavers_0004.jpg" width="492" /></a></div>
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</div>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr align="justify"><td><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbptjRkT_qlcl_CprkEdSi6IabfjafggT4PS3JOlU4wptm7krj5w7g3NogAaKRG5OanPHfJxwcSdcC6YiCwMIQP_5-Gtl9_OqRDgx9oODkVN3LNvMnk585vCfBo2hrJn-O_nBS1mcNLUs/s1600/BE_visures_cadavers_0005.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbptjRkT_qlcl_CprkEdSi6IabfjafggT4PS3JOlU4wptm7krj5w7g3NogAaKRG5OanPHfJxwcSdcC6YiCwMIQP_5-Gtl9_OqRDgx9oODkVN3LNvMnk585vCfBo2hrJn-O_nBS1mcNLUs/s640/BE_visures_cadavers_0005.jpg" width="500" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">El cónsul de los EEUU en Barcelona, James E. Brown Jr, comunica al Ilmmo. y Revdmo Obispo de Seo de Urgel que en fecha próxima -él escribe el 13 de octubre de 1950- se personará en Andorra un denominado Grupo de Búsqueda y Recuperación del 7887 Graves Registrations Detachment con sede en Lieja, con el objetivo "de hacerse cargo de los restos de varios soldados norteamericanos de cuya desaparición se dio cuenta en los meses de octubre y noviembre de 1943". El cónsul solicita información sobre "que permiso debe obtenerse, caso de ser necesario alguno, y de aquellas autoridades que ejerzan las funciones de un Ministerio de Sanidad en Andorra", así como de las "leyes sanitarias de Andorra y españolas, i es que existen, a las que debe darse cumplimiento durante la evacuación de los restos desde Andorra". Fuente: Fondo del Tribunal de Corts / Archivo Nacional de Andorra.</td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTTHWJo6BfTqh6PwUEclElJ1iZi4s-Xcw_V8XyzV8Qqy_glzjoVlXHBG5fb-i-uoLqj1DGUrmX27AYTZfAcY6tWHy-QYo6Jckf6Zeedbtnu3Ax2noWPA1lTX6WWNActh2GNtKauHZIH0A/s1600/BE_visures_cadavers_0006.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTTHWJo6BfTqh6PwUEclElJ1iZi4s-Xcw_V8XyzV8Qqy_glzjoVlXHBG5fb-i-uoLqj1DGUrmX27AYTZfAcY6tWHy-QYo6Jckf6Zeedbtnu3Ax2noWPA1lTX6WWNActh2GNtKauHZIH0A/s640/BE_visures_cadavers_0006.jpg" width="500" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Su Señoría Ilustrísima Perdo Pujol, presbítero, informa a Don Jaima Martí y Sanjaume, cura ecónomo de la Massana, que ha sido concedido el permiso al Destacamento de Registro de Sepulturas 7887 del Ejército de los EEUU para la exhumación de los restos del teniente segundo Harold B. Bailey, del sargento Francis E. Owens, y del sargento técnico William B. Plaskett, "desaparecidos en el otoño de 1943 y cuyos cadáveres fueron encontrados en el monte de Arinsal en la primavera de 1944". Fuente: Fondo Tribunal de Corts / Archivo Nacional de Andorra.</td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTyeCQklaiZh4a3a5ZQd_Q5UtUVODiCxRGsbL1VH7eKRXnJqD_lRgoeuym6MrDp6CUuKmHI7oGiJcyEYPqTFKERcybctnYBOsc_QLPP5afrCC6k9mpm1GhqDmkGYeyOsmGEN7m75Iuk70/s1600/BE_visures_cadavers_0007.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTyeCQklaiZh4a3a5ZQd_Q5UtUVODiCxRGsbL1VH7eKRXnJqD_lRgoeuym6MrDp6CUuKmHI7oGiJcyEYPqTFKERcybctnYBOsc_QLPP5afrCC6k9mpm1GhqDmkGYeyOsmGEN7m75Iuk70/s640/BE_visures_cadavers_0007.jpg" width="498" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;">Informe fechado en Andorra la Vella el 8 de noviembre de 1950 y firmado por el Grupo de Búsqueda destacado a Andorra, compuesto por Hermann Hilljegerde y su intérprete, Bruno Grava, dando cuenta de la exhumación "d'une tombe commune dans le cimetière d'Arinsal, comprenant 3 corps, qui apres son identification se sont revélés les corps des soldats appartenant à l'Armée Américaine". La nota concluye con la declaración que Hilljefgere y Grava se hacen cargo de los cuerpos por cuenta del Graves Registration Detachment. Fuente: Fondo Tribunal de Corts / Archivo Nacional de Andorra.<br />
<br /></td><td class="tr-caption" style="text-align: center;"></td><td class="tr-caption" style="text-align: center;"></td></tr>
</tbody></table>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIeAACF2jLi2GOa92Pt1CNbEGXpEF8mBfkU0dxK1Ae7RY9xcfqanveBMg2USa-grWvQXSOeLPsT0O3NNvufCZeUxpU_UA-21ESE-RzzgYoYtFe7EI6PhEbNbpxh0PeoxdX4e1gUzT_9ZE/s1600/BE_visures_cadavers_0009.jpg" imageanchor="1"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIeAACF2jLi2GOa92Pt1CNbEGXpEF8mBfkU0dxK1Ae7RY9xcfqanveBMg2USa-grWvQXSOeLPsT0O3NNvufCZeUxpU_UA-21ESE-RzzgYoYtFe7EI6PhEbNbpxh0PeoxdX4e1gUzT_9ZE/s640/BE_visures_cadavers_0009.jpg" width="492" /></a></div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsFyHKHA5Gj-sNSBABDnhfd_6imlakSlXMDhyphenhyphenFuKcVKSZhpGKjWMCPfVeCBkx9tsMfel3qXWAxE4c5KLf8qsO6O6Rn6NForXdqbcSiYLgHfRnIu14Ef_ou1A_ED0ArMYKu2cYr-pe5c98/s1600/BE_visures_cadavers_0010.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsFyHKHA5Gj-sNSBABDnhfd_6imlakSlXMDhyphenhyphenFuKcVKSZhpGKjWMCPfVeCBkx9tsMfel3qXWAxE4c5KLf8qsO6O6Rn6NForXdqbcSiYLgHfRnIu14Ef_ou1A_ED0ArMYKu2cYr-pe5c98/s640/BE_visures_cadavers_0010.jpg" width="488" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Informe de la exhumación practicada en Arinsal el 8 de noviembre de 1950, tras la cual el Graves Registration Detachment recupera los cuerpos de los sargentos Plaskett (número de matrícula 12011015) y Owens (33303393), así como del subteniente Bailey (0-793276). Son las dos últimas páginas del expediente del caso. Fuente: Fondo del Tribunal de Corts / Archivo Nacional de Andorra. </td></tr>
</tbody></table>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivkysO-pu0C8bR-WXBEHx8h4hm-iwZqazbYZw76u4svuuBNeD3eAeZstVxDQxHryWRSbPQHKEb-2lhiJkPW5UHEEx_sb3e6eOsd3_JFFG08kv7rXP5pQSv-YfZHw9DUL4ysD7oqEIXGMY/s1600/20130606173646061.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivkysO-pu0C8bR-WXBEHx8h4hm-iwZqazbYZw76u4svuuBNeD3eAeZstVxDQxHryWRSbPQHKEb-2lhiJkPW5UHEEx_sb3e6eOsd3_JFFG08kv7rXP5pQSv-YfZHw9DUL4ysD7oqEIXGMY/s640/20130606173646061.jpg" width="456" /></a></div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsejqcdilbUft5sQpaq2G6UxY6C6SzIbIWyMRHPZ04DK7WFxVP51GH8ugWTlDU-bQQVZ2EgT62bx6V_S1hnYfXw2XAejo5opDqOIdxBHBvoF1yJdqsOCGyidu9yVOJmWZCy5QDyEjceIk/s1600/20130606173647842.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsejqcdilbUft5sQpaq2G6UxY6C6SzIbIWyMRHPZ04DK7WFxVP51GH8ugWTlDU-bQQVZ2EgT62bx6V_S1hnYfXw2XAejo5opDqOIdxBHBvoF1yJdqsOCGyidu9yVOJmWZCy5QDyEjceIk/s640/20130606173647842.jpg" width="402" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Fotografías del sargento Francis E. Owens, natural de Pennsilvania, artillero de cola del B-17F 42-29928 del 381º Grupo del 353º Escuadrón de bombarderos de la Fuerza Aérea norteamericana, abatido sobre La Coulonche el 4 de julio de 1943. </td></tr>
</tbody></table>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjekJ-NbbmkaENj9CnXbgrfcQdnCc_ig2Q7NxNlzu1MNOpPXQimtkFS064ZWR6nLsxznhwGZqGdiZjGzoKVkiDHjB7wpXOmkRg_OCMwHOPu3nmI5p2ryYKD-VumEzs9PmPt74QJeqB5DN4/s1600/20130606173648335.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="258" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjekJ-NbbmkaENj9CnXbgrfcQdnCc_ig2Q7NxNlzu1MNOpPXQimtkFS064ZWR6nLsxznhwGZqGdiZjGzoKVkiDHjB7wpXOmkRg_OCMwHOPu3nmI5p2ryYKD-VumEzs9PmPt74QJeqB5DN4/s640/20130606173648335.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Tumba de Owens en el cementerio militar de las Ardenas.</td></tr>
</tbody></table>
<br />
<div style="text-align: justify;">
"A les set hores [...] varem arribar al lloc hont es trobave el primer [...] Vestie un traje blau-mari. cabel ros i calçave sabates baixes de color negre; al seu costat, sobre duna roca, hi habie un barret de panyo color marró". Es el 12 de junio de 1944, y quien esto escribe es Bonaventura Riberaygua, secretario del Consell General i jefe de la policía. Siguiendo las indicaciones del <i>batlle </i>episcopal, Anton Tomàs, aquel día había subido "a recullir tres homens morts a la montanya denominada Montmantell, territori de la parroquia de la Massana", con el agente Benazet "i dotze homes manats per el Sr. Capità de la citada parroquia".</div>
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<br /></div>
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La <i>visura </i>que reproducimos aquí arriba, conservada en el fondo del Tribunal de Corts en proceso de catalogación en el Archivo Nacional y que constituye un documento excepcional -nunca hasta ahora se había publicado el acta de las víctimas de una expedición de fugitivos de la II Guerra Mundial- no nos dice los nombres de los tres "homens morts". Pero por la documentación adjunta -una carta del cónsul de los EEUU en Barcelona que le anuncia al "Ilmo. y Revdmo. Obispo de Seo de Urgel" la inminente llegada de una delegación del 7887 Graves Registration Detachment, la unidad del ejército norteamericano que en la época se encargaba de localizar los restos de los soldados yanquis muertos en Europa durante la contienda, y el acta de exhumación de los cuerpos, fechada el 8 de noviembre de 1950- sabemos que se trata del subteniente Harold B. Bailey y de los sargentos Francis E. Owens y William B. Plaskett, muertos en el pico de Montmantell -y no al cruzar el Port del Rat, como creíamos hasta ahora- el 25 de octubre de 1943, cuando intentaban ganar Andorra desde la localidad de francesa de Suc. </div>
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La odisea con final luctuoso de estos tres militares la apuntó Claude Benet hace un par de años en un suculento artículo publicado en la revista <i>Portella</i>, y la recordábamos ayer a cuenta del singular proyecto impulsado por el Geert van den Bogaert, guía belga especializado en los campos de batalla de Normandía que entre el 4 y el 12 de julio reconstruirá el periplo que llevó a Owens -artillero de cola de un B-17 del 533º escuadrón de bombarderos de la USAF abatido el 4 de julio de 1943 sobre la Couloche, al noroeste de Francia- a morir en este rincón de mundo nuestro: el 9 de julio, procedente del lago de Soulcem, en la Arieja francesa, llegará a Arinsal la expedición, en que participan una sobrina y una sobrina nieta de nuestro hombre. Al día siguiente partirá rumbo a Barcelona, donde será recibida por el cónsul británico, e inmediatamente después, a las Ardenas, donde el sargento fue finalmente inhumado.</div>
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Pero regresemos con el secretario Riberaygua a, 12 de junio de 1944. En aquel primer cadáver no encontraron nada más que unas fotografías "mitg borrades entre les quals nhi ha una que sembla que és la torre Eiffel i una cadeneta molt senzilla amb una petita medalla que duia al coll". Un centenar de metros más arriba localizan el segundo de los cuerpos: los bolsillos, al revés y desgarrados, la hacen sospechar que lo habían registrado de arriba abajo; igual que al tercero, que aparece a unos 300 metros, "sense cap mena de documentació ni paper, únicament una moneda de dos francs francesos". El caso es que Owens, Bailey y Plaskett habían muerto ocho meses antes, cuando los dos primeros tomaron la heroica decisión de cargar al sargento Plaskett, derrengado. Heroica y también suicida, porque dejaron el pellejo en el intento. Se entiende, por lo tanto, la durísima apreciación con que el secretario Riberaygua concluye la <i>visura</i>: "Estant els tres amb llastimós estat, no puguerem baixar-los com ere ordenat, per quan no s'haguere pogut agüantar la mala olor que feien". Glups.</div>
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<b>La USAF entra en acción</b></div>
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Los cuerpos de los tres hombres quedaron por lo tanto en la montaña hasta el 12 de septiembre, cuando el <i>batlle</i> Tomàs levanta acta de la inhumación en el cementerio de Arinsal "de tres cadàvers momificats (...) els mateixos cadàvers apareguts a la montanya de Montmantell". Como se ve, ni el secretario ni el <i>batlle </i>consignan los nombres de los militares. Para identificarlos habrá que esperar -lo hemos visto- hasta octubre de 1950, cuando el Graves Registration Detachment comunica a los servicios del Obispo la intención de enviarnos "un grupo de búsqueda y recuperación" con el objetivo de "buscar y hacerse cargo de los restos de varios soldados americanos de cuya desaparición se dio cuenta en los meses de octubre y noviembre de 1943 durante una tentativa de pasar de Francia a España a través de Andorra". Y así fue: el 8 de noviembre aterrizan aquí arriba -o abajo, o abajo- Hermann Hilljegerdes, miembro del Detachment, y su intérprete, un tal Bruno Grava, y proceden -dice el acta, que se conserva con el dosier del caso- "a la exhumacion de una tumba común en el cementerio de Arinsal donde aparecen tres cuerpos que, después de ser identificados, corresponden a soldados del ejército norteamericano, según informes de la desaparición de estos tres hombres en otoño de 1943".</div>
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Se trata, claro, del navegante Bailey, con número de matrícula 0-793276; del operador de radio Plaskett (12011015), y de nuestro Owens (33303393). El primero tuvo la mala suerte de saltar en paracaídas cuando su bombardero fue tocado en un raid sobre el aeródromo de Le Bourget, cerca de París. Fue el 16 de agosto de 1943, y decimos que tuvo mala suerte porque el piloto logró finalmente controlar el B-17 y conducirlo hasta Inglaterra -¡oh, los blancos acantilados de Dover! Fue inhumado en su localidad natal, Lancaster (Carolina del Sur); Plaskett, en fin, se lanzó en paracaídas el 6 de septiembre del mismo año cuando su avión se quedó sin combustible a la vuelta de una incursión sobre Sttugart. Fue enterrado en Salem, Nueva Jersey. Para los detalles del periplo que los acabó conduciendo hasta su tumba helada de la montaña de Montmantell, pinchen en <i>La muerte espera en el port del Rat</i>. Y todavía más, en la reconstrucción de aquellas fatídicas jornadas del otoño de 1943 a cargo de Warren B. Carah, hijo de un antiguo compañero de tripulación de Owens -con mejor fortuna que él: sobrevivió a la guerra.</div>
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<b>[Este artículo se publicó el 30 de junio del 2015 en el diario <i>Bon Dia Andorra</i>]</b></div>
Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-27493064295648845382015-06-27T22:36:00.003+02:002015-09-16T13:42:21.088+02:00Lluís Solà: el último pasador lo cuenta (casi) todo<div style="text-align: justify;">
Excombatiente republicano, exiliado en Francia, internado en el campo de Arles sur Tech, de donde se fugó para ser repatriado y deportado al penal gaditano de Isla Saltés, y huido de nuevo a Andorra, adonde llegó a finales de 1939, Lluís Solà evoca a sus 99 años su peripecia como contrabandista y guía durante la II Guerra Mundial, así como su amistad con Marcel·lí Massana y Ramon Vila, Caracremada, los últimos maquis antifranquistas.<br />
[Lluís Solà murió el 1 de julio de 2015 en Andorra la Vella; nos cuenta su nieta, Regina Solà, que esta crónica fue una de sus últimas lecturas, y que se sentía especialmente satisfecho del resultado. Que la tierra le sea leve.] </div>
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<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIPGO1Hasxnjl_rplbhdabiCJjRz7XZ08mOgjiSoFe8BFnq-N6rRAq49q8DPWJ1L7bd-LKuQo5PRhIaAocgVyNIXmuYLEIDChZJECiQMmLuhblX5S-PHcVR6Wgbf2mUPIZ6rmnrQl55WU/s640/lluis+sola+bona.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="484" /></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Solà, en agosto de 2014 en Andorra la Vella, donde reside. Fotografia: Archivo Familia Solà.</td></tr>
</tbody></table>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgSIgf0pmRmu8-Wy7bxmV8stnNG1ctebpE5tyHXb_VvjJP_5JK9zRpzGaarMEoSSPB8oQ1AHNn6U4IdbKbxLp-gnXsR1xI-suNEZQUm_uRroHKAk360zmnDW6At4dD_dr9n2JFfOg3GOaY/s1600/lluis+sola2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgSIgf0pmRmu8-Wy7bxmV8stnNG1ctebpE5tyHXb_VvjJP_5JK9zRpzGaarMEoSSPB8oQ1AHNn6U4IdbKbxLp-gnXsR1xI-suNEZQUm_uRroHKAk360zmnDW6At4dD_dr9n2JFfOg3GOaY/s640/lluis+sola2.jpg" width="544" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Foto de carnet tomada probablemente durante la Guerra Civil. Fuente: Archivo Familia Solà.</td></tr>
</tbody></table>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9ELIHYzse80JrDcAKXK_Smd3zLRgtsKFvOAm2yTlLmg4mCh8BMNlU0x-e-nNXg2G3EdRcsWY43z5DEpV5tdFKOVhyBRe_syf9jVZqk4WeB0H4VQIlzjMiw1uHp4Enl1YTgHMzyDxUYrk/s1600/lluis+sola+carnet.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9ELIHYzse80JrDcAKXK_Smd3zLRgtsKFvOAm2yTlLmg4mCh8BMNlU0x-e-nNXg2G3EdRcsWY43z5DEpV5tdFKOVhyBRe_syf9jVZqk4WeB0H4VQIlzjMiw1uHp4Enl1YTgHMzyDxUYrk/s640/lluis+sola+carnet.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Carnet de antiguo combatiente expedido por la oficina francesa de veteranos y víctimas de guerra, válido para el período comprendido entre junio de 1982 y junio de 1983. Fuente: <i>Guies, fugitius i espies </i>/ Archivo Familia Solà.</td></tr>
</tbody></table>
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Normalmente, a <i>sus </i>fugitivos los acompañaba hasta Josa del Cadí (Lérida), donde se hacía cargo de ellos el siguiente tramo de la cadena, que los conducía hasta el consulado británico de Barcelona. Eran grupos de siete u ocho: "así es como pasé a muchos polacos", dice Lluís Solà (Santa Eulalia de Lluçà, Barcelona, 1916), vecino de Andorra la Vella y el último superviviente de la estirpe de los pasadores. Gente de una pieza, poco dada a los alardes -recuerden los casos de Forné, Baldrich, Molné o Català- y que mantuvo casi hasta el final el silencio más absoluto sobre sus gestas. En fin: el caso es que en aquella ocasión modificó, a saber por qué, el procedimiento habitual: el <i>cliente </i>era un aviador norteamericano derribado en los cielos de Francia, y decidió acompañarlo personalmente hasta el final del trayecto. Todo fue bien hasta Manresa, adonde llegaron en tren: como polizones, subidos a la cabina del guardafrenos, dice, y saltando justo antes de entrar en la estación, cuando el convoy empezaba a frenar. El plan era esperar en la misma estación la salida del primer tren para Barcelona: al aviador, que no hablaba una palabra de español, lo colocó en el primer vagón; él se subió al último. Y como pudo, recuerda, "le hice entender que si le pillaba la Guardia Civil, a él no le pasaría nada, pero que a mí me cortarían el cuello".</div>
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Hizo bien en advertírselo porque la cosa se torció enseguida. Solà sospecha que los delató algún chivato que los pilló en los servicios, cambiándose de ropa para la etapa final. El caso es que llegada la hora -"Muy pronto, no recuerdo si salía a las 6 de la mañana"- el tren no acababa de arrancar. Al cabo de un cuarto de hora, sacó la cabeza y lo que vio encendió todas las alarmas: <i>su </i>aviador se acercaba cada vez más... amablemente escoltado por la reglamentaria pareja: "Iban controlando a todo el pasaje. '¿Conoce usted a este hombre?', le preguntaron al americano cuando llegaron a mi altura. Él no dijo nada. Me pidieron la documentación, y todo estaba en orden. 'No pases cuidado', le dijo un guardia al otro, 'que ya hablará antes de llegar a Barcelona'".</div>
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Solá no se quedó para comprobarlo. Antes de que ganara velocidad, ya había saltado del tren marcha -lo que hay que hacer cuando uno se ve con un pie en el calabozo, especialmente si el calabozo es franquista. "No debieron verme, porque si hubiera sido así, me fríen a balas", deduce. Pues esta es la vez que más cerca estuvo de caer en su larga carrera como guía o pasador de fugitivos durante la II Guerra Mundial. Una trayectoria que ya habían apuntado Claude Benet en <i>Guies, fugitius i espies</i> -lo pone a las órdenes de Antoni Forné i de Francesc Viadiu- y también Josep Calvet en <i>Las montañas de la libertad</i>, y que el mismo Solà relató en una extensa entrevista hasta ahora inédita, recogida por su nieta, Regina, y a la que hemos tenido el privilegio de acceder. </div>
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Como en tantos otros casos, el origen de su peripecia como <i>pasador </i>-del francés <i>passeur</i>, aunque ellos raramente se referían a sí mismos con esta palabra, sino más bien como guías- hay que rastrearlo en el oficio de contrabandista que empezó a ejercer al año de instalarse en Andorra. Y esto ocurrió a finales de 1939: se empleó de mozo con los masoveros de Casa Rebés. Venía de pasarlas de todos los colores: excombatiente republicano -voluntario de primerísima hora en la columna Acero Rápido, que combatió en el frente de Tardienta, Huesca, y perdió a un altísimo precio la ermita de Santa Quiteria: apenas sobrevivieron una treintena de los 150 hombre de la unidad-, fugitivo del campo de concentración francés de Arles sur Tech, capturado por la gendarmería y empaquetado en un tren hacia España, fue a parar al campo de prisioneros de Isla Saltés, en Huelva, donde tampoco lo pasó tan mal y de donde fue finalmente puesto en libertad. Volvió a casa, en Obiols (Barcelona), pero cuando Franco vuelve a llamar a filas a todos los quintos de los reemplazos del 35 al 42 él se planta y huye. A Andorra, con otro compañero y con la ayuda de cierto contrabandista que se negaba a cobrar por el trabajo y al que obligaron a aceptar 20 duros por sus servicios. Lo pasó mal, en sus primeros tiempos por aquí arriba, como sus compañeros de exilio: "Nos teníamos que esconder: los que tenían algo de dinero, en el hotel Espel de Escaldes o en el Pol de Sant Juliò; los que no, aunque tuviéramos trabajo no podíamos dejarnos ver demasiado". Solà tuvo la habilidad de ir encadenando faenas, pero esto no le evitó la inquina de cierto policía que le hizo la vida imposible y que por lo menos en dos ocasiones lo amenazó explícitamente: "'No te quiero ver más por aquí', me decía. No sé si porque era un refugiado republicano o si simplemente me tenía manía. En fin, me aconsejaron que me casara, porque así no me molestarían, pero la verdad es que hasta que terminó la guerra [mundial] nos sentimos perseguidos por la policía [andorrana] y por los gendarmes [franceses]".</div>
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Solà, en fin, debutó como <i>paquetaire </i>-o porteador- por cuenta de un tal Tarrés, de Sant Llorenç de Morunys (Barcelona): por llevar hasta esta localidad de la comarca del Solsonés un fardo con 35 kilos de tabaco de picadura le pagaban 300 pesetas; 500, hasta Berga: "¡<i>Collons</i>! Si yo ganaba 15 <i>pelas </i>diarias, y 10 o 12 se me iban en pagar la habitación y el plato en la mesa!" Así que no es de extrañar que en cuanto reunió un capital se instaló por su cuenta. El género lo colocaban en Avià o en cal Rosal. Y para amortizar algo más la excursión, en el trayecto de regreso -un itinerario que transcurría por la mina de Coll de Jou, el Pi de les Tres Branques, Llinars, Sorribes, Gósol y Josa, antes de salvar la sierra del Cadí, cruzar por el puente de Arenys i desembocar en la Rabassa, Andorra- cargaban el fardo con lana. Cada expedición le reportaba, recuerda, un beneficio de entre 700 y 1.000 <i>pelas</i>. Añadamos aquí que quien con al poco tiempo se convertiría en su suegro se había dedicado al contrabando con cierta intensidad, dice, durante la Guerra Civil: "En la ida cargaban tabaco; a la vuelta, gente de derechas que querían huir a la zona de Franco a través de Andorra y de Francia. Con este negocio hizo bastante dinero".Y recuerda en este punto -otra muesca en la leyenda negra- el caso de cierto individuo -su viuda era la propietaria de la compañía de taxi para la que trabajó durante un tiempo- que se hizo rico durante la contienda traficando con lana... y con fugitivos de la zona republicana: a algunos de ellos los entregó, sostiene, a la Guardia Civil antes de llegar a Andorra. "Era una mala persona", concluye, y el consuelo es que lo liquidaron en la Palanca de Noves. </div>
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<b>Inquilino en la Tercera galería de la Modelo</b></div>
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Recibían una cantidad similar -unas 1.000 pesetas, la tercera parte de la tarifa de la cadena de Baldrich- por cada hombre que entregaban. Contaban con la complicidad de ciertas masías de la zona que, dice, "o bien eran gente de izquierdas o bien tenían un hijo en el contrabando y nos camuflaban: allí comíamos, descansábamos y comprábamos pan para el camino: la Casa Gran, lo llamábamos". Algunas de aquellas familias lo pagaron caro: Solà recuerda más de un caso en que la Guardia Civil les aplicó la infame ley de fugas. Los contrabandistas también se la jugaban: lo hemos visto en el caso de su topetazo en Manresa. Escapó por los pelos, pero la Guardia Civil liquidó sin contemplaciones, dice, a "tres o cuatro compañeros que pillaron por las montañas". Él mismo, en cierta ocasión en que se dirigía a la Seo con otros dos compañeros, oyó el sonido apagado de unos pasos en la nieve -una nieva muy oportuna, por otra parte. No les hizo falta más para abandonar allí mismo el fardo y largarse: "Pegaron tres o cuatro tiros, pero no sentí ninguna bala y no pasó nada, pero en el trayecto de regreso [en sus primeros años andorranos residió en Sant Julià de Lòria, donde se casó en 1942 con la hija de la casa donde se hospedaba] me rompí el dedo gordo de pie y estuve por lo menos un mes con bastón". Y sin contrabando, cabe pensar.</div>
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Para el anecdotario queda la cena que compartió en Ca la Castellar de Gósol con Marcel·lí Massana, en la última expedición como contrabandista que protagonizó el después celebre maquis catalán. El único, por cierto, que salió con vida de este asunto. Y Massana no desaprovechó la oportunidad de captarlo para su grupúsculo, en cuanto se hubo pasado al maquis <i>full time</i>: "'Si quieres unirte a mi grupo, siempre estarás a tiempo', me decía. Yo les respondía que tenía mujer y dos hijos y que por lo tanto debía de andar con ojo. Pero él no se daba por vencido: 'Lo que ganes con el contrabando, también lo tendrías...' Pero nunca intervine en nada con ellos, porque se jugaban del pellejo de verdad."</div>
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Ni el dedo gordo ni Massana son nada comparados con el episodio que puso el punto final a su carrera como contrabandista: fue en marzo de 1957, cuando ya ejercía de taxista a Barcelona y aprovechaba las carreras para bajar "un par de botellas de whisky, unos kilos de Rosly, en fin, cuatro cosillas". A los guardias de la aduana los tenía en el ajo -"Siempre dejaba cinco duros en el cenicero o en una cajetilla de cerillas dentro de la guantera"- pero aquel día, en la plaza de la Villa de Madrid de Barcelona, cuando estaba a punto de subirse el coche para emprender el camino de vuelta, "se presentaron dos señores: 'La documentación, haga el favor'. Lo tenía todo en regla, pero no sirvió de nada; iban a por mí". De la comisaría de la calle Lauria a la de Vía Layetana, y de aquí, fin de trayecto, a la tercera galería de la Modelo. Lo acusaban de distribuir propaganda contra el régimen -franquista, se entiende. No le encontraron nada que pudiera inculparle, pero lo mejor del caso es que los guardias burlados estaban en lo cierto: "Llevaba propaganda, sí, pero, ¿sabes dónde? Escondida entre las hojas de papel de fumar de aquellos libritos que se lamaban Jan; la escribía Ventura Armengol [el Mestre Orelleta, personaje conocido en la Andorra de los años 40 y 50, incluso antes]". Pero la broma le salió cara: el fiscal solicitaba para él cuatro años de prisión. Y se temía lo peor cuando una noche, al cabo de once meses, lo llaman: "'Coja usted la ropa o lo que sea y afuera'. No me dieron ninguna explicación. Eso sí, tuve que pagar 50.000 pesetas de fianza y otra 50.000 más al abogado: "En aquellos años, con este dineral hubiera podido comprar toda Andorra".</div>
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<b>[Este artículo es una ampliación del que se publicó el 25 de junio de 2015 en el diario <i>Bon Dia Andorra</i>]</b></div>
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Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-60419712118624317672015-06-26T18:27:00.000+02:002016-04-14T20:20:15.018+02:00Charney: duelo aéreo en 16 mm<div style="text-align: justify;">
El historiador Claudio Meunier lcoaliza en los archivo del escuadrón 602 de la RAF una película con una veintena de combates de pilotos de la unidad; entre ellos, Ken Charney, que el 14 de enero de 1944 se bate sobre Boulogne con Focke Wulff alemán y lo derriba: fue su cuarta victoria confirmada.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkgrCvzBD6lzW6j67ArNQPwqBrxbXkLip1n_XWY3Xfvj9Tyg51m2CaqPHfrudappFX8Kv2Zxgbhmoavu-0P4DU-KNvAfAGvJDxE-uQBLLBdkH1-6TkXfYesxD5dWe3j47pe509LYPJpmM/s1600/charney1.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkgrCvzBD6lzW6j67ArNQPwqBrxbXkLip1n_XWY3Xfvj9Tyg51m2CaqPHfrudappFX8Kv2Zxgbhmoavu-0P4DU-KNvAfAGvJDxE-uQBLLBdkH1-6TkXfYesxD5dWe3j47pe509LYPJpmM/s640/charney1.JPG" width="640" /></a></div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEilAitdnzqJRcoO_5wx8t4GIzTh-JLllR_mRpRMRA7YDmla4Z4fP1jJe-Qq3WmycakLiOp9-peuKhFOKQWKoGCzquoyvYSzTZuVZ-LWsdbQP7xy5vI5u158Ep3WYy2hqKh34C0Pf8maPsY/s1600/p.+18+1+charney2.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEilAitdnzqJRcoO_5wx8t4GIzTh-JLllR_mRpRMRA7YDmla4Z4fP1jJe-Qq3WmycakLiOp9-peuKhFOKQWKoGCzquoyvYSzTZuVZ-LWsdbQP7xy5vI5u158Ep3WYy2hqKh34C0Pf8maPsY/s640/p.+18+1+charney2.JPG" width="640" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Tarjetones que preceden a cada registro para identificar al piloto de cada misión; estos dos corresponden a Charney, en un ataque contra un objectivo terrestre el 15 de diciembre de 1943, y en el derribo del FW el 14 de enero de 1944. Fuente: Ian Blair / 602 (City of Glasgow) Squadron Museum Assoiciation.</td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgV2OAmZK4FULRYqwmEP0-mt4WMaeJz3RApFC9FwzHc0a8EDAlv-ZN7RKnAwflFZ6VKyZ4w6RNMkESwBCXH1nkn4HmQ24lbmQBXiWQlUf5YJGZMpAx3WwZV5xAzjhMoOBFKpQ5hoWw1wa8/s1600/p.+18+2+combat+report+ramrod+453+extracto.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="512" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgV2OAmZK4FULRYqwmEP0-mt4WMaeJz3RApFC9FwzHc0a8EDAlv-ZN7RKnAwflFZ6VKyZ4w6RNMkESwBCXH1nkn4HmQ24lbmQBXiWQlUf5YJGZMpAx3WwZV5xAzjhMoOBFKpQ5hoWw1wa8/s640/p.+18+2+combat+report+ramrod+453+extracto.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Informe de la misión del 14 de enero de 1944 en la zona de Boulogne-Hardin-Saint Pol; tomaron parte en ella 24 Sptifires pertenecientes a los escuadrones 602 y 132, al mando de Colloredo-Mansfield, desaparecido en combate. Charney destruyó su Focke Wulff 190, al igual que un piloto australiano apellidado Smith; Lumbrell y Paggett compartieron el deribo probable de un Messerschmitt 109, mientras que Yule y Boulinger dañaron el primero un Me 109 y el seguno, un FW 190. Fuente: Archivo Claudio Meunier.</td></tr>
</tbody></table>
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Era lo que nos faltaba por ver: a Ken Charney en combate, y abatiendo con su Spitfire IX y sobre el cielo de Saint Pol, al noroeste de Francia, un Focke Wulff 190 de la Luftwaffe. Madre mía. Es una secuencia brevísima que se resuelve en diez segundos escasos: la persecución frenética, el cañón que dispara varias ráfagas, y el aparato enemigo que inicia lo que parece un vertiginoso picado que acaba -según el informe de combate de la misión- con el FW estrellándose sobre el suelo de la dulce Francia. Pobre piloto alemán, pero así es la guerra: era él o Ken, y ganó Ken. Como siempre.</div>
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Ya lo ven, un documento sensacional que el historiador Claudio Meunier, claro, localizó en los archivos del museo virtual del escuadrón 602 City of Glasgow de la RAF, en que nuestro héroe sirvió entre noviembre de 1943 y julio de 1944. Lo pueden visionar aquí mismo: http://www.602squadronmuseum.org.uk/exhibitions/videos/gun-camera.php. Cliquen, tengan paciencia hasta el 1' 24" y verán lo que es bueno. Tiene poco que ver, ya lo avanzamos, con la épica de Hollywood, y mucho -curiosamente- con un videojuego caótico y más bien primitivo donde el resultado parece depender más de la diosa fortuna que de la pericia. Aunque precisamente Charney debió de tener mucho de ambas, fortuna y pericia, porque sobrevivió como sabemos a cuatro años de guerra y logró en el ínterin o seis victorias confirmadas y, de paso, dos DFC. No está nada mal.</div>
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La que recoge la sensacional película de hoy debió de ser la cuarta que se anotaba, y se la cobró el 14 de enero de 1944 en misión sobre la región de Boulogne y Saint Pol. El Spitfire de Charney formaba parte de una formación de 24 cazas procedentes de los escuadrones 602 y 132 -según el informe de combate localizado por Meunier- que aquella mañana despegaron con la misión de escoltar a 72 Marauders que se dirigían a bombardear la zona de Dieppe. La travesía del Canal fue tranquila, pero al llegar a las costas francesas, y divididos ya los cazas en dos secciones, aparecieron inmediatamente los cazas alemanes. La sección de Charney fue atacada por dos decenas de Mersserschmitt. Sin novedad. Fue mientras regresaba a la formación cuando nuestro hombre tropezó con el solitario FW. Con la buena suerte que la ráfaga que le disparó dio en el blanco: el aparato alemán, cuenta Meunier, voló invertido durante unos veinte segundos que para el piloto debieron de ser terroríficos y terminó estrellándose contra el suelo. Ni rastro, como vemos, de la temeraria táctica de embestir a la formación enemiga de frente que le valió en la campaña de Malta el sobrenombre de Caballero Negro. En aquella misma acción, en fin, los compañeros de Charney abatieron otros dos FW más un Me probable, y dañaron a otros dos Me. Pero también recibieron: el jefe del escuadrón, un tal Colloredo Mansfield -menudo nombre para un<i> squadron leader</i>- despareció en combate. Nunca más se supo. </div>
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Lo cierto es que el puñado de frikis que colabora con Meunier ha localizado incluso el aparato que Charney pilotó aquella jornada: el Mk IX MJ147, que fue posteriormente asignado a diversos escuadrones canadienses y que después de la guerra fue vendido a Turquía. La sorpresa es que por lo visto se conserva más o menos íntegro en la Gran Bretaña, gracias a los desvelos de un coleccionista de parafernalia bélica. Impresionante, ¿verdad?</div>
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Por lo que respecta a la película, se trata de una filmación en 16 milímetros que apareció por sorpresa en la buhardilla de Ian Blair -ay, las casas de campo inglesas y sus estupendas buhardillas. Hete aquí a todo un veterano del 602 que no tenía ni idea de lo iba a encontrarse en las bobinas aquella y que se llevó la sorpresa de su vida cuando, una vez digitalizadas, vio emerger a sus colegas en acción: dos decenas de misiones entre septiembre de 1943 y febrero de 1944, filmadas con la cámara que los Spitfire llevaban empotrada en el morro y que se activaba automáticamente cuando el piloto disparaba el cañón. Se trataba, dice Meunier, de evaluar las tácticas de los pilotos y el comportamiento en combate de los aparatos. Una película, en fin, que había permanecido oculta los últimos 70 años y que ahora podemos visionar desde el salón de casa en un homenaje íntimo y póstumo a Ken Charney, el Caballero Negro de Malta y, por qué no, el as de la Quera.</div>
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<b>[Este artículo se publicó el 17 de junio del 2015 en el diario <i>Bon Dia Andorra</i>]</b></div>
Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-42296184827038796602015-06-13T23:18:00.000+02:002015-06-13T23:19:50.848+02:001860: al garrote por 30 libras<div style="text-align: justify;">
Juan Mandicó, vecino de Canillo, fue condenado a la pena capital y ejecutado el 29 de febrero de 1860. Fue el primer reo que sufrió en Andorra el garrote vil, que en 1854 había sustituido a la horca como método de ejecución. El primero... y también el último. El garrote no volvería a funcionar por aquí arriba: el siguiente condenado a muerte -Manuel Bacó, en 1896- vio en el último momento conmutada la pena por la de prisión a perpetuidad, y Pere Areny fue ejecutado en 1943 por un pelotón de fusilamiento. </div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjl_RfP0367N2ZVclZRm-RTzqXzU5RN0Ap8ZEAt_L_LT8nLUQ5W-ltGfwcyB-9vxxYBIjGONAeaunhPVSrtQD9gN3LltT8NvMIF0DGBWfzbNbIsLjbIsZpJXiafU-Us1dMNhop06hA4g-A/s1600/GARROT1.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjl_RfP0367N2ZVclZRm-RTzqXzU5RN0Ap8ZEAt_L_LT8nLUQ5W-ltGfwcyB-9vxxYBIjGONAeaunhPVSrtQD9gN3LltT8NvMIF0DGBWfzbNbIsLjbIsZpJXiafU-Us1dMNhop06hA4g-A/s640/GARROT1.JPG" width="428" /></a></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwHU-tBxNy7uIS3hyphenhyphenqsgR4GyP0N6kAQxaFwoPwBRyBb8f4O59pI-kACEkmCKctSNUtPqt-Yw-P4shLupOSvWUOTQTROErmrmA2Al5-z0lpcvBElHcK0OvNJv7-qtJ6xW3rtqrVVjPS430/s1600/GARROT2.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="428" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwHU-tBxNy7uIS3hyphenhyphenqsgR4GyP0N6kAQxaFwoPwBRyBb8f4O59pI-kACEkmCKctSNUtPqt-Yw-P4shLupOSvWUOTQTROErmrmA2Al5-z0lpcvBElHcK0OvNJv7-qtJ6xW3rtqrVVjPS430/s640/GARROT2.JPG" width="640" /></a></div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisG8O8TJTd70x6JLr_Wa4CaSrVAql8htNy1IJf4G7YndmXiI9a5kn2NutcCBO6Ug5OURaTZIjCD2hvdUl7wqL7YYG33GOhFptLwToRJIRnovYoXOBERTLerZ6XwAe2zsRqp2y01Z5nc4M/s1600/GARROT3.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisG8O8TJTd70x6JLr_Wa4CaSrVAql8htNy1IJf4G7YndmXiI9a5kn2NutcCBO6Ug5OURaTZIjCD2hvdUl7wqL7YYG33GOhFptLwToRJIRnovYoXOBERTLerZ6XwAe2zsRqp2y01Z5nc4M/s640/GARROT3.JPG" width="428" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">A instancias del Consell, el obispo Caixal instituyó en 1854 el garrote como forma de ejecución en el caso de pena capital, en sustitución de una horca que el Excelentísimo y Reverendísimo Señor tenía por método algo primitivo. Según el prelado, el garrote permitía conciliar "lo últim e inevitable rigor de la justicia ab la humanitat y la decencia en la execucio de la pena capital", en una pintoresa interpretación de lo que es y no es "humanitario". En fin, que el garrote de aquí arriba se conserva hoy en el depósito del servicio de Patrimonio del ministerio de Cultura. A principios de los años 80 apareció por sorpresa en el interior de un cuartucho situado bajo las escaleras de Casa de la Vall que por lo visto utilizaban los verdugos. Hay que tener en cuenta que el garrote original es el artefacto metálico; poste y silla son añadidos actuales. Fotografía: Servicio de Patrimonio.</td></tr>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3_VSgf-fPe5Bg5OoVXRPKHc2ag710UdGrUDUhMUv-_Evxe316p5KHkRRzs9K5mGSfWovBgjvxdUNEbHBSKGvF9ktH0gD1nCok364Y9U1IFfGOuLXdXoXm97fmAGoe7dr6EypEgH0HMiE/s1600/SENTENCIA+1860+181.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3_VSgf-fPe5Bg5OoVXRPKHc2ag710UdGrUDUhMUv-_Evxe316p5KHkRRzs9K5mGSfWovBgjvxdUNEbHBSKGvF9ktH0gD1nCok364Y9U1IFfGOuLXdXoXm97fmAGoe7dr6EypEgH0HMiE/s1600/SENTENCIA+1860+181.jpg" width="480" /></a></div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtdGO4VqfUMdeFfBUjF0OngVn5h7dAACNu_2_lHG1Td94s5wIlXYPOvUvmrABQiMhU9vD674EQda8r2s8QhqqQozvjxoPoAPH7yIBdyeqVPfKyMgQb4v_ndMR9LDVFCfAQXj0Gr8y0FgM/s1600/SENTENCIA+1860+182.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtdGO4VqfUMdeFfBUjF0OngVn5h7dAACNu_2_lHG1Td94s5wIlXYPOvUvmrABQiMhU9vD674EQda8r2s8QhqqQozvjxoPoAPH7yIBdyeqVPfKyMgQb4v_ndMR9LDVFCfAQXj0Gr8y0FgM/s1600/SENTENCIA+1860+182.jpg" width="480" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">El notario, Pere Calvet, y el <i>veguer</i>, Don Guillem Torres, son junto con el fiscal -de quien no aparece citado el nombre- los protagonistas destacados del caso Mandicó. Por la causa desfilan una docena larga de testigos, aparte del mismo reo, de cuyas declaraciones se deduce la culpabilidad del inculpado. Hay que decir que entre que es detenido, el 28 de enero de 1859, y la ejecución, el 29 de febrero de 1860, transcurre más de un año. En este caso, como ocurrirá en 1943 con el reo Pere Areny, nadie ejerció por lo visto el derecho de solicitar la gracia para el condenado; Manuel Bacó, en 1896, tuvo más suerte: la pena capital le fue a él conmutada por la cadena perpetua, que cumplió en una prisión frabcesa. Fotografía: Màximus / Fondo Tribunal de Corts / Archivo Nacional de Andorra. </td></tr>
</tbody></table>
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"<i>Lo dia 27 de febrer del 1860, entre les tres i les quatre horas de la tarda, fou posat en capella en la iglesia de Casa la Vall Juan Mandicó, y lo dia 29 del corrent mes y entre onse y dotse del mati fou executada la sentencia, y entre 5 y 6 de la tarda li daren sepultura a la fosa de la vila de Andorra</i>". Esta es la lacónica nota que da carpetazoal caso Mandicó, por no decir que lo <i>liquida</i>. Que tiene de especial que fue el primer y último agarrotamiento que ha tenido lugar en nuestro rincón de Pirineo. Y eso que el garrote jubiló a la horca en 1854 y estuvo teóricamente vigente hasta que se abolió la pena de muerte por aquí arriba, en 1990. Fue el obispo Caixal quien tuvo la ocurrencia: consideraba por lo visto que el garrote era un método mucho más humanitario que la horca. Mandicó fue, en fin, el único de los cuatro sentenciados a muerte desde 1854 que fue agarrotado: en abril de 1862, un tal Masteü, contrabandista acusado de asesinar a un colega de oficio de quien hemos dado cuenta aquí mismo, fue decapitado a golpe de espadón en la misma plaza de Andorra la Vella. Según la noticia que dio tres lustros después de los hechos el historiado Héliodore Castillon, que muy fiable no parece porque no hay rastro ni de la sentencia ni del caso en el archivo del Tribunal de Corts que se conserva en el Archivo Nacional de Andorra. A Manuel Bacó, el parricida de Escaldes que en 1896 fue condenado por la muerte de su madre, Maria Calbó, la pena le fue conmutada por la de trabajos forzados a perpetuidad. Como es bien sabido, hubo un cuarto condenado a muerte, este ya en el siglo XX: Pere Areny Aleix, otro parricida y vecino como Bacó de Canillo, que sí que fue ejecutado -en octubre de 1943- pero no al garrote sino fusilado.<br />
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En fin, que nuestro hombre de hoy tuvo el dudoso privilegio de estrenar el garrote. El tribunal lo consideró culpable de la muerte de Gil Areny, yerno de la casa Marticella de Els Plans (Canillo), la noche del 25 de enero de 1859. Y no vacila: "<i>Vist, ates i considerat tot cuant devia veure's, atendre's i considerarse, declara que deu condemnar com ab la presenta condemna a Juan Mandico, fadrí, pagès de Canillo, segons la pena de mort en garrot vil, que deura ser executada en lo terme de esta vila en lo punt designat per l'execució de la sentencia</i>". Lo firma el <i>veguer</i>, Don Guillem Torres. La sentencia fue reglamentariamente publicada "<i>entre las onse y dotse horas del mati del dia de avui</i> [27 de febrero de 1860, un año y un mes después de los hechos],<i> pel jurat de esta cort, que la ha cridada ab clara e inteligible veu</i>".<br />
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El informe del fiscal no deja lugar a la duda desde la primera línea: acusa a Mandicó, que tenía en el momento de los hechos 27 años, de ser "<i>plenament convicte del homicidi alevos comes en la persona del mencionat Gil Areny</i>". Los hechos se remontan a la noche del 25 de enero de 1859: "<i>Després de haber sopat, resat lo rosari y enseñat la doctrina a sa familia</i>", declara la suegra de Areny, Antonia Font, la víctima salió de su casa -Cal Marticella de Els Plans- para dar de comer a los animales. Como tardaba en regresar, "<i>baixa la muller de dit Gil y fila de la declarant y lo troba mort y estes davant la porta del estable, regresant a casa amb gran alarma davant la noticia</i>". Inmediatamente acuden los vecinos, y el primero en llegar es Andreu Rossa, quien depone al día siguiente ante el veguer, Guillem Torres. Y es éste quien ordena al batlle de Canillo "<i>la formació de las diligencias, rebent las declaracions convenients y evacuant las citas dels testimonis</i>". El fiscal no puede evitar la tentación y tira de retórica para explotar el dramatismo del momento: "<i>Pero esta mort, fou natural o violenta? Y en est cas, que causas la produiren, quina clase de medis o instruments emplea lo agresor?</i>"<br />
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La víctima, en fin, murió "per un derrame de sanch en las yugulars" y como consecuencia de la docena de cuchilladas en el cuello que le propinó Mandicó, así como de un porrazo que le soltó en la cabeza "con un palo largo y ensangrentado" que los vecinos encontraron "<i>seguint un rastre de sanch y pasos deixat per lo agresor prop del lloch de la ocurrencia</i>". Un tal Joan Bofastar, probablemente médico, que inspecciona el cadáver, cuenta una decena de heridas: "<i>Una ferida grave en lo cap feta amb instrument contundent; altra molt grave en la part superior de la part dreta del costat de la traquea feta mab instrument punxant i cortant; altra també molt grave en la part superior del coll esquerra; tres feridas graves en la mateixa part del coll donades amb arma igual; altra ferida grave en la regó humilical feta també amb instrument punxant y cortant, altra de molt grave en los nas amb instrument contundent y en fi tres feridas leves totas de arma punxant y cortan</i>t". El informe forense concluye con la opinión de Josep Rey, médico y cirujano, y Pere Rialp, cirujano, de que "<i>algunas de las feridas descritas son per si solas mortals de necessitat, tant mes quan anaven acompañadas de moltas altras de no tanta gravetat</i>".<br />
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El vicario de la parroquial de San Cernín de Canillo, mosén José Campmajor, certifica a instancias del tribunal el 16 de febrero la muerte de Gil Areny, "estado, casado, que falleció de muerte violenta entre las ocho y las nueve del día 25 [de enero de 1859], de edad cerca unos veinte y seis años poco más o menos, hijo legítimo y natural de los consortes Francisco Areny, natural de la Costa, y de Maria Heretes, de la Seo de Urgel" (en castellano, en el original). El vicario termina advirtiendo -como si hiciera falta- que el difunto "no recibió sacramento alguno por ser imprevista su muerte, y se le dio sepultura con misa baja".<br />
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El homicida no sólo no tuvo la prudencia de deshacerse del arma del crimen -el día que es capturado le encuentran encima <i>"lo ganivet brut de sanch</i>"- sino que además perdió durante la trifulca el corbatín, que apareció chorreando sangre al lado del cuerpo de la víctima. Por si no fuera poco, el día que presta declaración ante el <i>veguer</i>, inmediatamente después de ser capturado, presentaba heridas en cuello y rodillas. El fiscal rechazó por "<i>ridículas e inadmisibles</i>" las explicaciones que al respecto aportó el reo: que "<i>estaba ple de sanch o gabinet per haber ajudat a sos amos a matar lo tosino</i>", y que las heridas se las había hecho la noche de autos durante un errático periplo entre Canillo y Os, entre Os y Andorra la Vella, y vuelta a Canillo, donde se presenta la noche del 26 de enero "<i>tot ensangrentat, especialment del mich en amunt</i>".<br />
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No se acaban aquí los "indicios indubitables" -según el fiscal y el sentido común, claro- de culpabilidad: añade la "mala fama y no bona conducta que [Mandicó] tenia en la parroquia", los antecedentes penales -el reo admite haber birlado algún dinero a un tal Anton del Magistre, y haber estado preso en España por el robo de treinta carneros- y, atención, "<i>a circunstancia de estar devent al difunt trenta lliures</i>". Esto es lo más próximo a un móvil que aporta el fiscal. La conclusión de lo que antecede se veía venir desde el principio. No se trata de un "<i>simple</i>" homicidio, dice el señor fiscal, un lince, sino de una muerte "<i>alevosa</i>", "<i>per haberlo comes en una persona desprevinguda y indefensa</i>", "<i>ab premeditació coneguda y evident", </i>en la<i> "soledat del lloch</i>", y "<i>per haber escollit una hora de nit</i>". La lista de agravantes enterita. Y con voluntad de matar. Dolo, vamos, como deduce "<i>per lo número y gravetat de feridas, per haber esperat una ocasio tan favorable per la poca resistencia que pogue fer el difunt, desarmat y indefens com estaba</i>". Gil Areny fue sin duda víctima de un asesinato. Y el culpable es Juan Mandicó, como se concluye de la "<i>serie de indicis cuasi tots indubitables y evidents</i>" que obran en autor.<br />
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Desfilan ante el tribunal varias decenas de testimonios. Y cada declaración es un clavo más en los maderos del garrote: Antonia Farré, la <i>mestressa </i>de casa Call del Font, en Canillo, la casa donde trabajaba como mozo, asegura haberle visto a Mandicó un pañuelo igual al que aparece en el suelo, al lado de la víctima, y que al siguiente de los hechos apareció en casa sin el corbatín dichoso. El marido de Farré, Nicolau Naudí, sostiene que el cuchillo que se le encuentra "es propi de sa casa, reconeguentlo com a tal per haverlo lo declarant treballat". El cerco se va estrechando, y las desposiciones de lo vecinos dejan cada vez lugar a menos dudas. Jaume Font, Miquel Casal y de nuevo Andreu Rossa, los tres que primero llegaron al lugar del crimen, localizan en el prado de la casa Marticella de Els Plans "un tros de pal llargarut y ensangrentat" que otros testigos aseguran que era propiedad de Mandicó, que por lo visto se paseó por medio país con las manchas de sangre y las heridas que se llevó de la pelea: Juan Pintat, vecino de Os, dice que a las 7 de la mañana del 26 de enero -pocas horas después del homicidio- Mandicó se presentó en su casa ensangrentado y con un dedo malherido, y al sospechoso no se le ocurre coartada mejor que alegar que de camino a Os, y a la altura de Bixessarri, se le ha caído encima un muro. En su declaración, Mandicó alega haber ido por a Os a reclamarle al tal Pintat una deuda en nombre de "la vella Marticella dels Plans", la suegra del difunto Gil; deuda que resulta ser cierta según Pintat. El hombre, sin duda aturdido, aparece a mediodía en la capital y echa un trago en el hostal de Pau Martí, que también repara en las heridas que luce en la cara, el cuello y el dedo índice de la mano derecha. Los cirujanos que lo reconocieron una vez capturado -el ya conocido Rialp y un tal Francisco Rafartés- coinciden con los testigos: Mandicó presentaba cuatro lesiones, una en el cuello producida por instrumento "punxant y cortant"; otra en la rodilla izquierda del mismo origen, y dos más "en lo expressat dit indice de la ma dreta".<br />
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El fiscal y probablemente todo el mundo lo ve claro desde el primer moment: ""Esta sang, estas feridas, ¿no son un indici vehement y clar de que lo desgraciat Gil Areny a pesar de trobarse desprevingut i indefens se resisti tot lo posible y lucha hasta caure mort?" El cuchillo que se le incauta es para el perspicaz fiscal otro indicio "indubitable de culpabilitat del reo Mandicó", que se enreda en un ovillo de coartadas a cual más inverosímil: sostiene que la sangre de su cuchillo se debe a haber ayudado a sus amos con la matanza del cerdo, y al carnicero de Canillo a despellejarlos, excusa "ridícula e inadmisible", rebate el fiscal, "cuant l'últim tocino que es mata en sa casa lo fou quinse dias abans del dia de la desgracia". Y en un último y poco convincente intento, a la pregunta de por qué cree que ha sido conducido ante el tribunal, responde el hombre que por el asunto del tal Anton de Magistre. El alegato final es demoledor, y lo cierto es que lo tiene fácil, por no decir chupado, acusarlo de homicidio con los agravantes de alevosía, "per haberlo comes en una persona desprevinguda y indefensa", premeditación "coneguda y evident", dice, y nocturnidad, "per la soledat del lloch y per lo haber assaltat una hora de nit".<br />
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Así que el fiscal pide la única pena que cabe al caso: la de muerte, aparte las costas ocasionadas "en la present inquisició", en lo que a todas luces parece un exceso de celo leguleyo: difícilmente cabe pensar que el desgraciado Mandicó tuviera pecunio suficiente para cubrir los 193 duros a que -enseguida lo veremos- subió la minuta del caso. El Tribunal de Corts lo vio igual de claro. "En garrote vil y por mano de verdugo". Y así fue. No sabemos dónde -quizá en la misma plaza de la capital donde se leyó públicamente la sentencia "ab clara e inteligible veu", quizás en el cementerio, o puede que en la intimidad de la Casa de la Vall- pero lo cierto es que Mandicó murió agarrotado "entre las 11 y las 12 del 29 de febrero de 1860", en la primera y última vez que rechinó el garrote vil que ven aquí arriba.</div>
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<b>Lo que costaba una ejecución: 193 duros</b><br />
El expediente del caso Mandicó conserva una detallada nota con la relación de gastos generados durante los trece meses que se alargó la instrucción, entre el 26 de enero de 1859 y el 29 de febrero del año siguiente. La minuta más onerosa la presenta el notario, Pere Calvet, que asiste a las declaraciones y las transcribe extensamente: 48 duros. Le sigue, atención, el verdugo, que contra todo pronóstico -recordemos que el reo fue agarrotado- no es español sino que hubo que ir a buscarlo a Francia -por cierto: el hombre que fue a buscarlo, no sabemos dónde, recibió 2 duros y 12 reales. El verdugo, en fin, se embolsó por sus servicios 26 duros, más un complemento de 16 reales "por los días que está tancat"; al <i>veguer</i>, don Guillem Torras, le tocaron 7 duros y 12 reales; los carpinteros, menudo trabajito, se llevaron seis duros más por arreglar el cadalso, un duro con ocho reales suplementarios por la -ejem- caja donde depositar el cuerpo del reo tras la ejecución, y otro duro con cuatro reales <i>"per engrandir els forats dels seps</i>". Los guardias que custodiaron a Mandicó los tres días que estuvo en capilla recibieron dos duros, y por el transporte del cuerpo hasta el cementerio hubo que abonar un duro y 12 reales. La <i>factura </i>incluye incluso la nota por "desfer y portar lo cadalso en Casa la Vall": un duro y doce reales. En total, 193 duros con 17 reales. Y queda la duda de dónde estuvo recluido Mandicó durante los trece meses que transcurrieron entre la captura y la ejecución.<br />
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<b>[Este artículo es una versión ampliada del que se publicó el 13 de octubre de 2014 en el <i>Diari d'Andorra</i>]</b></div>
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Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-39978338972823713232015-06-09T01:26:00.001+02:002015-06-15T18:43:49.035+02:00Los vencedores de Enigma, fugitivos pirenaicos<div style="text-align: justify;">
Dos de los tres matemáticos polacos -Marian Rejewski (1905-1980) y Henryk Zygalski (1907-1978)- que descifraron la criptografía nazi a principios de los años 30 fueron capturados por la Guardia Civil en Puigcerdà (Gerona) cuando huían de la Francia ocupada: fue el 29 de enero de 1943; el tercero, Jerzy Rozycki, había muerto en enero de 1942 en el naufragio del <i>Lamoricière </i>en aguas de las Baleares.</div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAfF3fjg1hIz7cTAhZiuCVsAGFLIJGjDr4R_isawnGTbOmMr8TAh2f9Co4tq2r4wL3Q2_bvgNmOTIpvWQgymrJMlW9ihqLXPYbAok-raqsww7PEQS0pSbpceHFvSV17y8psJxyJ5wEPKM/s1600/p.+12+2+Henryk_Zygalski.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAfF3fjg1hIz7cTAhZiuCVsAGFLIJGjDr4R_isawnGTbOmMr8TAh2f9Co4tq2r4wL3Q2_bvgNmOTIpvWQgymrJMlW9ihqLXPYbAok-raqsww7PEQS0pSbpceHFvSV17y8psJxyJ5wEPKM/s400/p.+12+2+Henryk_Zygalski.jpg" width="316" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Arriba, Marian Rejewski, que en 1932 realizó una réplica de Enigma; como sus compañeros, Jerzy Rozycki y Henryk Zygalski (abajo), fue reclutado tras licenciarse en Matemáticas en la universidad de Poznan por la Oficina de Criptografia del Estado Mayor polaco; tras la guerra regresó a Polonia, trabajó como contable y no reveló su pasado como criptógrafo hasta 1967; Zygalski, por su parte, se estableció en la Gran Bretaña y se consagró a la docencia: fue profesor de matemáticas en la Universidad de Surrey. Fotografías: Wikipedia.</td></tr>
</tbody></table>
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29 de enero de 1943. Dos fugitivos agotados, asustados y esquilmados son capturados por la Guardia Civil en la localidad fronteriza de Puigcerdà (Gerona). Son polacos y hace tres meses, desde que en noviembre del año anterior los alemanes han ocupado lo que quedaba de Francia, pululan arriba y abajo, adelante y atrás, buscando el momento de cruzar la frontera por los Pirineos y ganar la neutralidad española: desde Uzés, en el Languedoc, hasta Niza, y desde Niza a Cannes, Antibes, de nuevo Niza, Marsella, Tolosa, Narbna, Perpiñán y finalment Ax-les-Thermes, la última población francesa antes de la frontera andorrana. Parece que por fin han llegado al fin del periplo. Y es en Ax donde se hacen con los servicios de un guía paa que los ayude en la última etapa: el salto a España.</div>
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Pero no tienen suerte: el guía que el destino les depara es uno de los infames espavilados que se dedican a desplumar a los desgraciados que, como Rejewski y Zygalski, caen en sus garra: a punta de pistola les despoja de sus últimas pertenencias de valor y los abandona a medio camino. Pero aquí sí que se reencuentran con la fortuna: otros en su misma situación vuelven desorientados al punto de partida para caer en manos de los alemanes o, pero aún, se extravían en la montaña y nunca más vuelve a saberse de ellos.. Eso, si el guía de turno no los liquida en las mismas montañas para no dejar rastro, como Lázaro Cabrero.</div>
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En fin, que nuestros dos hombres de hoy han tenido la relativa suerte de ser sólo atracados por su guía, y de ir a darse de cabeza con la patrulla de la Guardia Civil de Puigcerdà, que los empaqueta inmediatamente para Bellver y, de aquí, a la Seo, donde se encuentra la prisión del partido. Aquí se quedarán hasta el 23 de marzo, cuando son transferidos a Lérida, punto de encuentro de todos los fugitivos capturados en la provincia bajo la acusación de "paso clandestino". De fronteras, se entiende. Volveremos enseguida a Lérida para seguir la pista que los conducirá hasta Londres. Pero, ¿quiénes son, Rejewski y Zygalski, estos dos polacos de quien jamás habíamos oído hablar? Pues ni más ni menos que dos héroes (semi)olvidados de la II Guerra Mundial: ellos dos, junto con un tercer hombre -el también matemático y también polaco Jerzy Rozycki, fallecido en enero de 1942 en el naufragio del transporte de pasajeros Lamoricière, en aguas de las Baleares- tuvieron una participación decisiva en la reconstrucción, primero, y el descifrado, después, de las primeras máquinas Enigma, el célebre artefacto supuestamente inviolable que el ejército y la marina alemana utilizaban para encriptar (y desencriptar) sus mensajes.</div>
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La historia que cuenta Imitation Game, vaya, con la particularidad de que la película británica sigue la vida y milagros del muy mediático Alan Turing, la estrella polar del equipo de criptógrafos que desde el cuartel general de Bletchley Park luchan contra reloj y a mayor gloria de Su Graciosa Majestad para descifrar las nuevas y cada vez más sofisticadas versiones de Enigma, mientras que pasa de largo por los antecedentes polacos de una gesta que, al decir de ciertos historiadores, abrevió dos años el desenlace de la guerra.</div>
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<b>Héroes (semi)olvidados</b></div>
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El descubrimiento se lo debemos, como es habitual en el negociado de la II Guerra Mundial y alrededores, a Claude Benet, aquí en funciones de historiador emérito, preso de legítimo entusiasmo por el hecho de que dos personajes clave en la derrota de Hitler fueran a parara a la prisión de la Seo, qué pequeño es el mundo, y quién sabe si con deriva andorrana incluida: "Una vez en Ax, no es gratuito pensar que pudieran pasar por Andorra o que el guía que los traicionó fuera conocido de los Forné, Molné, Solá y compañía". Quizás uno de los aragoneses con los que Baldrich pasó en cierta ocasión por el pico del Port Negre y le indicaron el lugar exacto donde habían esquilmado y liquidado a una pareja de judíos. Quizás. Rejewski, Zygalski y Rozycki tuvieron en los primeros años 30 un papel destacadísimo cuando, tras pasar por la Universidad de Poznan fueron reclutados por la Oficina de Criptografia del Estado Mayor polaco: Rejewski construyó en fecha tan avanzada como 1932 una réplica de Enigma, mientras que Zygalski y Rozicki idearon un método para descifrar los famosos y diabólicos rotores del artefacto.</div>
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Con la invasión de Polonia, el 1 de septiembre de 1939, los criptógrafos polacos fueron inmediatamente evacuados a Francia en un tren especial, y en septiembre de 1940 los encontramos en una base secreta camuflada en el castillo de Fauzes, en Uzés, hasta que la ocupación de Vichy, en noviembre de 1942, los obliga a huir. Ya saben: Niza, Cannes, Antibes, Niza, Marsella, Tolosa, Narbona, Perpiñán y Acs. Los reencontramos en Lérida, en la especie de prisión habilitada en el Seminario Viejo que Alberto Poveda describe en <i>Paso clandestino</i>. Pero no se quedarán ahí por mucho tiempo porque, dice Benet, el MI6 -el espionaje exterior de Churchill- mueve cielo y tierra para recuperar a estos dos hombres: el 4 de mayo salen rumbo a Madrid; el 21 de mayo, hacia Lisboa, y el 3 de agosto llegan a Londres tras hacer escala en Gibraltar, para incorporarse a las filas del ejército polaco en el exilio, en labores de inteligencia de segunda fila.</div>
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Terminada la guerra siguieron trayectorias diversas: Rejewski regresó a Polonia, ejerció de contable y no dijo ni pío de su trabajo como criptoanalisa hasta 1967; Zygalski se estableció en la Gran Bretaña y se consagró a la docencia -profesor de matemáticas- en la Universidad de Surrey. En el 2000 recibieron a título póstumo la máxima condecoración civil polaca, y su epopeya la recoge Sekret Enigmy, ignoto largometraje estrenado en 1979 que no tuvo ni remotamente la fortuna mediática de The Imitation Game -¡era polaco!- y que quizás deberíamos recuperar. Así que cualquier día de estos volvemos a la carga.</div>
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<b>Sánchez Agustí pone nombre a víctimas y verdugos de las evasiones en la Guerra Civil</b></div>
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Empecemos por el final, con la desventurada expedición que terminó trágicamente el 5 de marzo de 1938: cinco hombres -los hermanos Antoni y Agustí Codina, de Hortoneda de la Conca (Lérida), y Josep Estrada, Antniet Batalla y Ramón Castejón, los tres de Vilanova de Meià (Lérida)- intentan pasar a Andorra huyendo de la Guerra Civil, como tantos otros antes, y tantos otros después. Lo hacían con la ayuda del guía Joan Guitart, que lo había recogido en Isona. Y todo parecía ir bien; tan bien, que cuando descendían por el barrando de Llimois, en dirección a Bixessarri -ya en Andorra- fueron descubiertos por una patrulla de carabineros. Guitart pudo escapar de milagro, pero sus clientes cayeron "al pie del Bony dels Tres Culs, en el camino de Civís hacia Os". Fueron fusilados sin contemplaciones allí mismo, en los <i>cortals </i>de Serbellà." Los cuerpos fueron recuperados los días siguientes por Vicenç Baró y Joan Reig, ambos vecinos de Os, y enterrados en el cementerio de esta localidad. El funesto desenlace de esta expedición lo recoge el historiador barcelonés Ferran Sánchez Agustí en<i> La Guerra Civil al Montsec</i>, que llega la semana que viene a las librerías, y una auténtica mina que en el capítulo dedicado a la etapa final de las evasiones por Andorra -<i>Del Rialb a les Valls de Valira, carrefour d'evasió, por i mort</i>- pasa luctuosa lista a una treintena de casos como el del grupo del guía Guitart, la mayoría -religiosos, carlistas, disidentes, desertores o simplemente desafectos que huían de la España republicana- víctimas de los carabineros.</div>
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<b>[Este artículo se publicó el 9 de junio de 2015 en el diario <i>Bon Dia Andorra</i>]</b></div>
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Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-8138503670102398762015-06-05T18:27:00.002+02:002015-06-09T01:28:25.122+02:00Vivir y morir en los años de la peste<div style="text-align: justify;">
Los historiadores Valentí Gual y Jordi Buyreu avanzan las primeras conclusiones del estudio sobre la demografía andorrana entre los siglos XVI y XIX; el país calca los patrones y tendencias de las comarcas y valles vecinos excepto en un aspecto: la peste y otras enfermedades epidémicas tardaban una media de dos años en cruzar el cordón sanitario que las autoridades locales establecían en las <i>puertas </i>del país para evitar el contagio. Unas medidas de eficacia limitada, porque la peste terminaba imponiéndose, y con efectos igual de devastadores que en casa del vecino.</div>
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"Vui a catorse de juliol de mil sis cents y vuit, aresta lo concell que de esta hora en avant se tinga guardes a Soldeu y també a Llorts". Guardias de ocho días en las que se iban a suceder, por lo que respecta a la zona de Soldeu, un tal Pallarés de Encamp, un Vidal de Prats y un Areny, también de Encamp, mientras que por el lado de Llorts el muerto les toca a un Giberga de la Aldosa, a un Babot de Ordino y a un tal Jovany de quien no consta vecindad. Parece que se ha declarado una epidemia de peste en la Arieja, y el Consell toma las medidas profilácticas habituales en estos casos: sellar la frontera e impedir el paso de los forasteros "encara que portant certificatorias". Lo cuenta en documento número 1.165 del Archivo Nacional.</div>
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El cordón sanitario se relajará esta vez muy pronto -"Aresta que de avuy endevant no.s tinga sino una guarda a Llorts y altra a Soldeu y Pradaderodo, y asò per lo morbo, en pena del quot de la terra", decreta el Consell tres semanas después- pero constituye la prueba documental de una de las particularidades de la historia demográfica de nuestro rincón de Pirineos: el cierre más o menos hermético de las fronteras retrasaba la llegada de las grandes epidemias de peste que hasta el siglo XVIII castigaron Europa Occidental de forma recurrente. Y aunque la alarma de julio de 1608 solo se prolongó por espacio de dos meses, "lo morbo" tardaba una media de dos años en cruzar la frontera.</div>
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El problema era previsible: mantener un retén de guardia era caro. Cuando la vigilancia se relajaba, cosa que acababa pasando, la peste aprovechaba para colarse. Y lo hacía, de esto no cabe la menor duda, y enseguida lo comprobaremos. Pero este retraso es precisamente uno de los fenómenos mas interesantes -y diferenciales- que ha constatado el historiador tarraconense Valentí Gual, y una de las conclusiones del <i>Estudi demogràfic de l'Andorra moderna</i> -es decir, entre 1563, cuando el Concilio de Trento instituye la obligatoriedad de los libros de bautismos, matrimonios y defunciones, y 1838, fecha del primer censo moderno, obra de fra Tomàs Junoy- que todavía tardará un curso en completar.</div>
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Pero hablábamos de la peste negra. Y no nos engañemos: la Humanidad no ha tenido enemigo más letal ni peligroso. Ni el Sida, ni el Ebola, insiste Gual: sostienen los epidemiólogos que la peste ha sido la única enfermedad que hubiera podido liquidar a la especie humana. La buena noticia es que la última aparición estelar del bacilo en Europa se remonta a 1725, en la zona de Marsella, y que nunca más ha rebrotado con la virulencia y morbilidad de siglos anteriores. Pero subsiste en determinadas zonas de África y de Asia. En fin, nada mejor que una ducha de datos para comprender el alcance de la amenaza que representaba la peste: en 1590 se registraron en Encamp 13 defunciones, cuatro veces la cifra anual ordinaria. ¿Culpable? La peste. Un siglo más tarde es la capital, Andorra a Vella, la que sufre el devastador azote de la epidemia: de una media de 25 óbitos anuales, en 1694 pasa a 76. De nuevo, la peste, que hace de las suyas. Son los que Gual denomina, de forma gráfica, "años de mortalidad catastrófica".</div>
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<b>Vivir hasta los 60</b></div>
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Será, en fin, la retirada de la peste uno de los grandes argumentos que explican la explosión demográfica del siglo XIX, con un descenso acusado de la mortalidad y el mantenimiento de altísimas tasas de natalidad. Pero esta es otra historia. Volvamos atrás: sostiene Gual que la demografía andorrana de los siglos XVI, XVII y XVIII se mueve en los parámetros habituales de las regiones vecinas. Es decir, una natalidad elevada, entre el 35 y el 45 por mil -para hacernos una idea, en Europa Occidental hoy no supera el 10 por mil- con una mortalidad que rozaba el 25 por mil -hoy, el 3,5 por mil- pero que escalaba hasta un dramático 450 por mil en el caso de niños y jóvenes -hoy oscila entre el 20 y el 25 por mil. Esta última variante, la mortalidad infantil, es la principal diferencia entre la demografía moderna y la contemporánea, concluye.</div>
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Aventura el historiador, basándose en unas primeras proyecciones a partir del número de bautismos registrados en el siglo XVIII, que la población de Andorra oscilaba entre los 4.000 y los 5.000 habitantes; que Sant Julià de Lòria y Andorra la Vella concentraban la mitad de la población total, y que las parroquias altas -la Massana, Ordino, Encamp y Canillo- mostraban una clara tendencia a la endogamia que se traduce, dice, en el sistema de patronímicos y alias que se repiten una generación tras otra. En este punto, Gual y su colaborador, el también historiador Jordi Buyreu, tienen entre manos un proyecto tan fascinante como monumental: reconstruir a partir de los libros sacramentales ni más ni menos que la genealogía de las familias que vivieron por aquí arriba durante este período: "Es el único país de Europa donde algo así es posible", advierte. Y calcula que entre 1563 y 1838 les saldrán entre 70.000 y 80.000 personas: curiosamente, la población de Andorra en la actualidad.</div>
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Más cifras: según los casos estudiados -de momento, una parte ínfima del total- los hombres se casaban a los 24 o 25 años; las mujeres, un poco antes, a los 21 o 22. Y tenían entre 8 y 10 hijos por pareja: tres, cuatro, incluso cinco de ellos no llegaban a la edad adulta: "Eran familias prolíficas, es evidente, pero no numerosas". Con estos devastadores índices de mortalidad infantil, no es extraño que la esperanza de vida no superara los 30 años. Pero es una cifra engañosa: pasada la primera infancia, pongamos que los 5 años y de largo la etapa más vulnerable, nuestros tatarabuelos podían razonablemente esperar vivir hasta los 60 años; hasta los 70 con algo de suerte. "Nos falta comprobar si existen diferencias substanciales entre hombres y mujeres a la hora de morir -en Cataluña se han obtenido resultados contradictorios- y también entre parroquias, y en el caso de que las haya, proponer una interpretación", dice Gual.</div>
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También les interesa la estacionalidad. Es decir, la época del año en que se concentraban las defunciones: de momento, se ha confirmado que los picos de mortalidad infantil se registraban en verano, mientras que en los adultos se repartían durante todo el año... excepto en caso de peste, que por lo visto tenía especial predilección por la primavera y el verano. ¿Y de qué moríamos, por aquí, hace tres, cuatro siglos? Los registros callan, en este punto; los libros de óbitos se limitan a decir en la inmensa mayoría de los casos que el difunto ha fallecido de muerte "natural", y solo en caso de muerte accidental o violenta el párroco de turno se digna a registrar las causas. Porque sí: había en Andorra muertes violentas. Entre tres y cuatro por década, a finales del XVII, dice Gual. Pero todo esto es solo el entrante. Para que vayamos salivando. Gual y Buyreu han descubierto una mina. En unos meses, más.</div>
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<b>[Este artículo se publicó el 3 de junio de 2015 en el diario Bon Dia Andorra]</b></div>
Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-63407567385970230312015-05-17T23:27:00.002+02:002015-06-05T16:16:27.190+02:00Una de cátaros<div style="text-align: justify;">
El historiador Carles Gascón lo tiene claro: Andorra y los andorranos -o lo que fuésemos por entonces: estamos hablando de la primera mitad del siglo XIII, antes incluso de los Pareatges- tuvieron en el asunto cátaro un papel más bien marginal, y el hecho de que nuestro rincón de universo se convirtiera durante una década larga, pongamos que entre 1235 y 1240, en una especie de refugio para los Hombres Buenos es antes fruto de una imposición condal -del conde de Foix, se entiende- que de una repentina conversión en masa de nuestros tatarabuelos a la herejía occitana. De hecho, y según Gascón, autor de <i>Càtars al Pirineu català </i>(Salòria), los andorranos del segundo tercio del siglo XIII se vieron casi literalmente entre la espada y la pared. O mejor dicho, entre la espada y el crucifijo.</div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg68V5aPdwiOvyWmnMrV7mWt0_XFM3-Mzea6vZAb4PMez0mJAQ_EFKUvKnoy9Be_JhWxB1WNOMkwB8bz4MEgzAPtkj_iBbWpZ90Vx8zOR0YbNjlIthyphenhyphen6L0OIWWVtc173YUT3FfzQe02VoY/s1600/2015-05-13+15+02+33.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg68V5aPdwiOvyWmnMrV7mWt0_XFM3-Mzea6vZAb4PMez0mJAQ_EFKUvKnoy9Be_JhWxB1WNOMkwB8bz4MEgzAPtkj_iBbWpZ90Vx8zOR0YbNjlIthyphenhyphen6L0OIWWVtc173YUT3FfzQe02VoY/s640/2015-05-13+15+02+33.JPG" width="640" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Monumento a Arnaldeta de Caboet, <i>pubilla de les Valls d'Andorra</i>, que puso por su matrimonio con el vizconde Arnau de Castellbó las tierras de Andorra en la órbita de Foix y, por lo tanto, del catarismo. Una aproximación que un siglo después sancionarían los Pareatges de 1278 y 1288. La pieza, obra del tallista y grabador Sergi Mas, se encuentra en el Prat Gran de Escaldes. Fotografía: Máximus.</td></tr>
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Por una parte, el poder efectivo que el conde de Foix detentaba sobre el territorio andorrano -y nunca mejor dicho, porque faltaba todavía medio siglo para los Pareatges, y el de Foix podía tener muchas pretensiones, pero ninguna jurisdicción sobre él- le permitía embarcarse en aventuras tan descaradas como erigir en la Bastida de Ponts -justo frente a la Farga de Moles, donde hoy se encuentra la frontera hispanoandorrana- una especie de fortaleza con el objetivo de proteger a los fugitivos de la escabechina de Castellbó, el reducto o, más bien, la avanzadilla cátara en el obispado de Urgel. Fortificación que fundamenta uno de los agravios que el obispo Ponç de Vilamur repasa en el <i>Memorial de danys donats per lo comte de Foyx a l'iglesia d'Urgell</i>, documento redactado en 1239, exhumado por Cebrià Baraut y que constituye la primera (y última) referencia explícita a las peligrosas relaciones cátaras de Andorra.<br />
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Del otro lado se encontraba el obispo de Urgel, legítimo señor feudal de estos parajes y que pese a encontrarse en horas bajas -y las que vendrían- podía hacer la puñeta, y mucho, a los pastores andorranos: "Conde y obispo tenían la llave de paso para los rebaños trashumantes que constituían la base de la economía andorrana del momento. Se imponía por lo tanto actuar con tacto extremo. Abrazar la causa cátara de forma activa les podría haber granjeado a los andorranos -de hecho, les <i>habría </i>granjeado- la inquina episcopal. Y consecuencias tan terrenales como que les impidieran el paso a los pastos del sur."</div>
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Un precio que no se podían permitir. Así que se dedicaron a lo que mejor sabían: hacer el andorrano. Dice Gascón que el país servirá durante estos años de "puente" para los cátaros catalanes que huyen hacia el norte de Italia, y poco más. No se imagina la existencia de "casas" cátaras que actuaran como foco activo de la herejía del estilo de las que en esos mismos años sí funcionaban en Castelló. El caso es que la huella cátara por aquí arriba es más bien escasa. Por no decir inexistente al margen de los cuatro pedruscos de la Bastida de Ponts que han sobrevivido hasta nosotros. En cambio, sí que hay noticia -sucinta, pero no nos vamos a poner ahora tiquis miquis- de paisanos más o menos comprometidos con la herejía. Para empezar, cita Gascón a un tal Joan "<i>de la Vall d'Andorra</i>", así se le designa, de quien el obispo de Tarragona sospecha que se ha pasado al bando de Foix: en 1237 lo reclama por prófugo -al mismo conde de Foix: iluso que era el obispo- y se le pierde inmediatamente la pista. Igualmente de puntillas pasan por esta historia otros posibles paisanos y correligionarios suyos: un tal Ramon Boer, "<i>hereticus, qui fuit de Andorra</i>", es denunciado en 1274 y de nuevo en 1278 por dos cátaros capturados por la Inquisición de Tolosa.<br />
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Parece, dice Gascón, que el buen Ramon abandonó Andorra hacia 1250. En cualquier caso, en 1264 lo reencontramos establecido en la Campania y acompañando al diácono de Cataluña, hecho que podría sugerir, especula, que Andorra se convirtiera en algún momento en refugio de la jerarquía cátara catalana. Pero de nuevo carecemos de toda evidencia documental al respecto. Telegráfica es también la noticia sobre un Michael Andorrà que entre 1234 y 1239 asiste regularmente a las prédicas heréticas en Montsegur. Por lo menos tuvo el buen tino de desaparecer para cuando el sitio de la plaza, en 1244. Pero desconocemos si los apelativos -"<i>de la Vall d'Andorr</i>a", "<i>qui fuit d'Andorra</i>", "Andorra"- se debían al lugar de origen de los interesados o los habían heredado de sus padres. O simplemente, que Andorra fue su última parada antes del exilio.<br />
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Lo más sorprendente de todo es que la penetración del catarismo en las tierras de lo que hoy es el Alto Urgel, sobre todo en Castellbó, fue una maniobra del vizconde Arnau, puro cálculo político para cohesionar a los suyos antes sus rivales: el obispo y el conde de la Cerdaña. Una forma de atizar las diferencias y de fomentar -no sé si les suena- una identidad supuestamente propia. Esto explicaría el auge del catarismo en una zona que queda, advierte Gascón, en la periferia de las rutas de entrada de la herejía en Cataluña, que seguían los caminos que comunicaban las grandes ciudades occitanas -Tolosa y Foix- con Lérida, a través del Valle de Arán y la Cerdaña. Lo que hoy es el Alto Urgel quedaba definitivamente a trasmano de todo este barullo herético. Una lumbrera, Arnau, a la altura -ya lo ven- de ciertos políticos actuales que juegan a revolver el avispero identitario, no por nada, solo por ver si pillan cacho. Lo peor de todo es que la jugada le salió medio bien: los Pareatges reconocieron una singularidad que ha perdurado hasta hoy. Lástima -para él- que no fuera la de Castellbó, sino la de Andorra.<br />
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¿Exageramos unos y otros, en fin, el papel del catarismo en la historia medieval pirenaica, movidos quizás por el gancho de la hecatombe gloriosa de Montsegur y el indudable atractivo que tienen los perdedores, especialmente si les da por perder con épica y más todavía si cultivan con cariño un lado ocultista? Gascón se decanta por un punto intermedio entre esta historiografía cautiva por el gesto wagneriano de Montsegur y la que en épocas algo más reculadas simplemente ninguneó el papel de la herejía cátara. Lo cierto, insiste, es que fue lo suficientemente peligrosa -o por lo menos así lo percibió la jerarquía católica- como para que en Cataluña se instaurase la Inquisición. Dos siglos antes, por cierto, que en Castilla. Y recordemos que la Inquisición sobrevivió hasta la Constitución de Cádiz. La de 1812 <br />
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<b>[Este artículo se publicó el 14 de mayo de 2015 en el diario <i>Bon Dia Andorra</i>]</b></div>
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Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-86005110777659589072015-05-15T23:53:00.002+02:002015-06-05T16:29:04.748+02:00Cairat: el síndico providencial<div style="text-align: justify;">
Teresa Cairat repasa en <i>El meu padrí</i> la trayectoria vital del hombre que dirigió el destino de Andorra entre 1937 y 1960: el estadista que sorteó tanto las amenazas anarquistas como el bombardeo franquista de la central hidroeléctrica de Escaldes y la ocupación alemana durante la II Guerra Mundial. Su nieta revela además capítulos hasta ahora inéditos de la biografía del síndico, como la detención en Barcelona, en los primeros años 50, por unas supuestas connivencias con los refugiados republicanos a los que acogió en su casa de Sant Julià de Lòria tras la victoria franquista.</div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhE4-kYuClqRstL0HtIY1XwS_SNn0NupOHN3jvdumaysqS1WzkhRuZ2rgCwxcM1Wmpqaf-NyH7WkWg2APlxuAYZCONsR-NDpNDbe311UoKJ5GQ1I2HCnbD0vmG8hj2K22N2M2SKjO8mmnw/s1600/cairat1.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="428" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhE4-kYuClqRstL0HtIY1XwS_SNn0NupOHN3jvdumaysqS1WzkhRuZ2rgCwxcM1Wmpqaf-NyH7WkWg2APlxuAYZCONsR-NDpNDbe311UoKJ5GQ1I2HCnbD0vmG8hj2K22N2M2SKjO8mmnw/s1600/cairat1.JPG" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;">El síndico pronuncia unas palabras ante el micrófono de Radio Andorra, el 7 de agosto de 1939, día en que se inauguró la estación. El estallido de la II Guerra Mundial aconsejó suspender las emisiones hasta el 3 de abril de 1940. Fotografía: Archivo familiar.</td><td class="tr-caption" style="text-align: center;"></td><td class="tr-caption" style="text-align: center;"></td><td class="tr-caption" style="text-align: center;"></td><td class="tr-caption" style="text-align: center;"></td></tr>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifV3lI4tbxrWKpupvWLfh9cbb0xIvvAmOOb4Hhd3GDZVYNjMPzQlzfay65WSiwlAL3tEOvkqqN2NjFKQv5y5WK4bOTQr3kUuzacr48XAJY_aZYhQTHWZONpzH4rrpRrMyiH8Bj6HuHAeY/s1600/cairat2.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifV3lI4tbxrWKpupvWLfh9cbb0xIvvAmOOb4Hhd3GDZVYNjMPzQlzfay65WSiwlAL3tEOvkqqN2NjFKQv5y5WK4bOTQr3kUuzacr48XAJY_aZYhQTHWZONpzH4rrpRrMyiH8Bj6HuHAeY/s1600/cairat2.JPG" width="376" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Con el coronel Baulard, comandante de las fuerzas de la gendarmería francesa que se estrenaron en Andorra en el verano de 1933, un año especialmente convulso en la historia de Andorra, y que regresaron en septiembre de 1937 para garantizar la integridad del país durante la Guerra Civil; cuenta Teresa que entre Cairat y Baulard nació una cordial que mantuvieron tras la marcha del coronel, en 1940. Fotografía: Archivo familiar.</td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8Pose8MRlT74Tntz7tCZPEOQ7tC5byTu4Ntcp8RT9Yxp1d0YciazLVwU-SHk5_5lX5m4qNmE5ilQkXR7LbO6Rp4v-ErIeRjB2p0Nkko8Ha7Rlj-Sw6ITxpcBo6oy7r4oWANHOel_lTBU/s1600/cairat100.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8Pose8MRlT74Tntz7tCZPEOQ7tC5byTu4Ntcp8RT9Yxp1d0YciazLVwU-SHk5_5lX5m4qNmE5ilQkXR7LbO6Rp4v-ErIeRjB2p0Nkko8Ha7Rlj-Sw6ITxpcBo6oy7r4oWANHOel_lTBU/s640/cairat100.JPG" width="620" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Con el subsíndico Josep Areny, en 1956, en un reportaje de la revista <i>Life</i>.</td></tr>
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Parecía mentira que el primer hombre de estado propiamente dicho que tuvimos en este rincón nuestro de Pirineo careciera a estas alturas ni que fuese de una aproximación biográfica. Sobre todo porque pueden contarse con los dedos de una mano los -ejem- estadistas de verdad, y todavía nos sobrarían unos cuantos. Pues ya no: Teresa Cairat (Sant Julià de Lòria), nieta de nuestro héroe de hoy, acaba de publicar un curioso volumen titulado <i>El síndic Cairat: el meu padrí</i>, que no es estrictamente una biografía académica -"No puedo ser objetiva porque era mi abuelo y lo quería mucho"- sino una especie de evocación personal, familiar y también política, claro, aliñada con anotaciones históricas e incluso sociológicas, que traza un perfil humano, como si dijésemos en zapatillas, de Francesc Cairat Freixes (Sant Julià de Lòria, 1881-1968), <i>cònsol </i>de Sant Julià, <i>conseller general</i>, subsíndico y finalmente síndico, cargo que ejerció ininterrumpidamente entre 1937 y 1960. En otras palabras: asistimos a la transformación del Cisquet de can Manel -por el comercio de ultramarinos que regentaba su esposa- en el casi venerado síndico Cairat, cuyo mandato transcurrió en los años sin duda más convulsos de la historia contemporánea de Andorra.<br />
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Cairat fue un hombre "menudo y valiente, de talante conservador y extremadamente religioso", dice Teresa, que llevaba la política en las venas y que pasó, superados ya los cincuenta, por pruebas que sacaron a relucir un coraje, un sentido común y unas habilidades negociadoras inusitadas en alguien que a los 14 años dejó los estudios dispuesto a embarcar para América. No pasó de Barcelona -atrapado y quizás asustado por las tensiones sociales derivadas de la guerra de Cuba: estamos en 1896- y que empezó su vida laboral como aprendiz en un comercio de tejidos -Torre Eiffel, se llamaba- con sede en la calle del Carme. Regresó pronto a Andorra, se casó con Lola Ribot en 1907, el año de su primer cargo público -<i>cònsol </i>de Sant Julià: lo fue por dos años- y en sus primeros años de matrimonio regentó el Cafè del Cisquet, frente a la iglesia parroquial. Y estuvo a punto de acabar aquí esta historia, antes incluso de empezar, cuando en 1914 contrajo el tifus. Sobrevivió de milagro, pero cuenta Teresa que Cairat jamás volvió a caer enfermo y que no pisó nunca un hospital. Como paciente, claro. En 1922 fue elegido <i>conseller general</i>, y en 1923, subsíndico, cargo que ejerció hasta 1927. Desaparece después un tiempo de la vida pública -se ahorra la los algo sainetescos hechos de 1933, con la ocupación del Consell General, la huelga de los trabajadores de Fhasa, la movilización del somatén y la llegada de los gendarmes de Baulard, incluso el golpe de estado de Borís Skossyreff- y en diciembre de 1936 es elegido síndico. Teresa pasa lista a la liliputiense administración que se encontró al asumir el cargo: el secretario del Consell General, Bonaventura Riberaygua; la secretaria del síndico, Dolors Ubach, y el <i>nunci</i>, Josep Ubach: "Este era todo el personal que movía la burocracia del país". Un país que en aquellos años apenas superaba los 6.000 habitantes.<br />
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Nada más asumir el cargo estalla la Guerra Civil y comienza un largo período de convulsiones internacionales que afectan de pleno a Andorra. Cairat tuvo que hacer frente a las incursiones faístas y a las amenazas de franquistas de bombardear la central hidroeléctrica de Fhasa, en Escaldes, durante la Guerra Civil. Empezó entonces un tránsito de refugiados -primero de derechas, y terminada la contienda, de republicanos que huían al exilio- que continuó durante la subsiguiente guerra mundial, ahora en dirección sur y con la amenaza de ocupación nazi: Hitler mantuvo desde noviembre de 1942 un pequeño destacamento en la aduana del Pas de la Casa -que cayó en manos de la Resistencia en agosto de 1944, pero esta es otra historia-, y el caso es que el buen Cairat tuvo que lidiar con lo mejor de cada casa: "En cierta ocasión, en plena Guerra Civil, unos conocidos le advirtieron de que aquella noche una patrulla iba a subir desde la Seo con la intención de liquidarlo. Él se tomó la amenaza muy en serio, pero no quiso pedir ayuda a los gendarmes de Baulard, que había regresado con sus gendarmes en septiembre de 1937, y que se quedó hasta 1940. Se vistió con el traje que llevaba a las sesiones del Consell General, y se dirigió a su despacho, donde se sentó a esperar la llegada de los incontrolados. Así pasó toda la noche, pero no se presentó nadie". Por lo visto, la patrulla de milicianos -faístas, dice Teresa- entró efectivamente en el país, pero pasó de largo por Sant Julià y se dirigió a Os de Civís. "Después supieron que otros vecinos de Sant Julià se habían enterado de la posible llegada de milicianos y que pasaron la noche agarrados a sus escopetas de caza". ¿Recuerdan a Quevedo: "Caló el chapeo, miró al soslayo, fuese y no hubo nada..."? Pues eso.</div>
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<b>Faístas, nazis y grises</b></div>
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En cualquier caso, la anécdota ilustra tanto el valor del síndico como la inquietante impunidad con la que circulaban por aquí los faístas de la Seo, así como cierta inoperancia de los gendarmes franceses, que parecen vivir en la inopia. Y eso que con el coronel Baulard mantuvieron unas relaciones "muy cordiales y cultivaron una amista que se prolongó durante décadas". Años después, ya durante la contienda mundial, tuvo lugar un incidente parecido pero ahora con una partida de maquis armados que aparecieron de nuevo por Os de Civís -enclave español al que solo se puede llegar por una carretera que pasa por Sant Julià y cuyo último trecho transcurre por territorio andorrano. En esta ocasión Cairat fue a esperarlos a la carretera de la Rabassa, donde se levantaba por entonces el hotel Pla y por donde se esperaba que apareciera el grupo. El plan era convencerlos de que tenían que abandonar el país con cierta urgencia. Se trataba de no soliviantar a las fuerzas franquistas estacionadas en la Seo. Y no las tenía todas consigo, porque cualquiera convence a una treintena de milicianos armados con naranjeros.<br />
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Pues Cairat lo consiguió: mandó que les prepararan algo de comer, y se agenció un camión con el que los empaquetó hacia la frontera del Pas. Claro que esto no fue nada, prosigue Teresa, comparado con la vez que se vio parlamentando con los alemanes de la aduana, de nuevo en el Pas: "Todavía no me explico cómo mi abuelo, desarmado y con la única compañía de Lluís Duró, alias Colltort -una especie de guardaespaldas que ya lo había acompañado en su encuentro con el maquis- les convenció de que no debían entrar en Andorra. De mayor le pregunté en más de una ocasión qué argumentos había esgrimido: 'Les dije lo que había que decir, que aquello era Andorra, un estado soberano, y que ellos no podían entrar en el país". Contra todo pronóstico, le hicieron caso. Hubo otros episodios con los nazis de por medio: cuenta Teresa que en otra ocasión un oficial alemán se presentó en cal Manel y le exigió a Cairat que dejara de proteger a las redes de pasadores, "y que si no lo hacía, se atuviera a las consecuencias: una amenaza con todas las de la ley que no pasó de ahí, parece, pero que desde luego no era del todo infundada: "Nunca mostró excesivo celo en expulsar a los extranjeros que sabía o intuía que trabajaban para uno u otro bando; frente a ellos mantuvo siempre una actitud neutral y por ejemplo con Viadiu [el autor de<i> Entre el torb i la Gestapo</i>] se saludaban casi a diario y como si nada. Su máxima preocupación era evitar la ocupación alemana, y asegurarse de que los refugiados, del signo que fuesen, no fueran molestados: en noviembre de 1942 el Consell General promulgó un edicto en que solicitaba a la población que no participara en ninguna actividad que pudiera comprometer la neutralidad del país".<br />
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Claro que en estos años oscuros llevó a la perfección el noble arte de hacerse el andorrano; es decir, mirar hacia otro lado -cuenta Teresa- tanto cuando entraban en el país grupos de refugiados que huían de los rojos, como cuando lo hicieron los refugiados republicanos después de la victoria franquista, o cuando se establecieron por aquí espías de todos los países contendientes en la guerra mundial y las redes de pasadores que operaban a través de Andorra. La amenaza de ocupación alemana -que por lo visto no fue solo un rumor ni un bulo más o menos exagerado- fue uno de los momentos clave de larguísimo mandato de Cairat. El otro -con el permiso de los conflictos diplomáticos que ocasionó la gestión de Fhasa y de la concesión de Radio Andorra- fueron los alimentos que en plena guerra civil, y con una población que se había visto incrementada en varios centenares, quizás miles de refugiados, para un total de 6.000 naciones, hizo traer desde la España nacional y a través de Francia y de la Cataluña republicana.<br />
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En todos estos asuntos sacó nuestro hombre a relucir un sensacional poder de convicción, porque como es de suponer, la posición de Andorra y del menudo Cairat frente a una patrulla anarquista, una partida de maquis, un destacamento alemán, o las autoridades franquistas recién instaladas en la Seo y comarca, era francamente precaria. Pero según Teresa el episodio más ingrato -y atención, hasta hoy inédito- en la trayectoria de su abuelo tuvo lugar en los años 50, no concreta más, y estuvo estrechamente relacionado con su actuación durante la Guerra Civil, cuando acogió en su propia casa de Sant Julià a refugiados de uno y otro signo: "Fue en Barcelona. Se hospedaba en un hotel de Portaferrissa, y cierta noche se presentaron en el hotel una patrulla de la policía y se lo llevaron a la comisaría de Vía Layetana". Y aunque faltaban quizás unos años para que Vía Layetana adquiriera su funesta reputación, pasar una noche en el calabozo no debía de ser lo que entendemos por un buen plan.<br />
<br />
El caso es que lo retuvieron durante 24 horas y lo interrogaron sobre los refugiados rojos a los que supuestamente había protegido. Algo había de cierto, y es que Cairat abrió su casa de par en par, dice Teresa, a refugiados de uno y otro signo: "Como persona de ideas conservadoras y profundamente religiosa, estaba más próximo a los nacionales que a los rojos, pero acogió a combatientes y refugiados de los dos bandos. Al comenzar la Guerra Civil se instalaron en cal Manel el doctor Palau, un canónigo de la Seo y su hermana; más adelante llegaron el doctor Sicre, amigo suyo y republicano convencido, y Antoni Forné. Pero por encima de todo era un pacifista que jamás comprendió por qué España se había embarcado en aquella guerra fratricida".<br />
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La detención se debió a una denuncia -"Nunca supimos la identidad del delator"- y sólo la familia y un restringido círculo de íntimos tuvieron noticia del incidente. Pero aunque la broma no pasó a mayores, "él siempre lo interpretó como un golpe demoledor a su dignidad personal e incluso a la nacional, porque no dejaba de ser la primera autoridad del país. Todo esto hacía que se sintiera muy avergonzado y que casi nunca hablara de ello".<br />
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Hay más, mucho más. Por ejemplo, su papel en la ejecución de Pere Areny, el fratricida que se convirtió en el último condenado a muerte de la historia penal de Andorra - "Abiertamente contrario a la pena de muerte, se vio obligado a asistir a la ejecución, y aunque chocaba con sus creencias profundas sobre la pena de muerte, prevaleció su deber como síndico"; la admiración incondicional que le profesaba a De Gaulle, la antipatía que le generaba el <i>veguer </i>francés durante la Guerra Muncial, Lesmartres -colaboracionista notorio con quien el síndico rompió formalmente relaciones en abril de 1943, y la desonconfianza que le inspiraban Trémoulet -el factótum de Radio Andorra- y Miguel Mateu, el fundador de Fhasa que gestionó ante las autoridades de Burgos la ayuda alimentaria que Franco prestó a Andorra en plena Guerra Civil y que evitó el bombardeo de la central - "Se lo cobró con creces", repetía con cierta amargura. <i>El meu padrí</i> es, en fin, un libro necesario. Pero si hay un personaje del siglo XX andorrano que merece sin duda una biografía académica y como dios manda, sin duda es Cairat. Y con urgencia.</div>
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<b>[Este art</b><span style="text-align: justify;"><b>í</b></span><b>culo es una ampliaci</b><span style="text-align: justify;"><b>ó</b></span><b>n del publicado el 17 de abril del 2015 en el diario<i> Bon Dia Andorra</i>]</b></div>
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Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-47903199173068956292015-05-08T18:18:00.000+02:002015-06-05T16:29:29.725+02:00Charney: retrato de un as<div style="text-align: justify;">
Lo recuerda perfectamente aunque han transcurrido 33 años porque aquel 3 de junio de 1982 hizo campana. Por supuesto, con una buena excusa: Rafael García y sus padres, Rafael Y Ángeles, iban a asistir al entierro de Kenneth Langley Charney (Quilmes, Argentina, 1922-la Massana, Andorra, 1982). El piloto angloargentino, as de la II Guerra Mundial, acababa de fallecer y sus restos iban a ser enterrados en el nicho número 209 del cementerio de la Quera. Fue una ceremonia íntima, recuerda Rafael. Incluso demasiado íntima: apenas seis allegados, con la viuda al frente, con los García como refuerzo: ellos asistían porque desde 1978 Charney residía en la planta baja de la casa familiar, el chalet Carvajal de la Massana.</div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHhSEIo-Kc0JIDCVXSxYFb1eLRJh9R5ZA31HlQl7uFRorDRAw6BGRA1j8n9MYuKA0AmvusQ_355EUEijoNqzA5V-FuHzMYgM8RWBfme12tFL0n5EtHhM5Ia-Y-X9mq3dydITmKCK7N1jY/s1600/rafael+garcia.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHhSEIo-Kc0JIDCVXSxYFb1eLRJh9R5ZA31HlQl7uFRorDRAw6BGRA1j8n9MYuKA0AmvusQ_355EUEijoNqzA5V-FuHzMYgM8RWBfme12tFL0n5EtHhM5Ia-Y-X9mq3dydITmKCK7N1jY/s640/rafael+garcia.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;">Rafael García posa en el rellano del cementerio de la Quera, en la Massana, donde el Comú ha colocado la placa en memoria de su ilustre vecino (a la derecha). Sostiene una copia de la célebre fotografía en que Ken Charney, en la cabina de su Spitfire, recibe el saludo de Pierre Clostermann, a quien tuvo bajo sus órdenes en el escuadrón 602 durante la campaña de Normandía. Fotografía: Máximus.</td></tr>
</tbody></table>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxraz8fVzM9nL3pTGdrrgdw0Zqq3dmtiBD7OXTLktzA5h6ssTV4d1yce-aAavJluzFA0XLu6-BQ2jtI6JhG0r7-fdCNcZtYXiI8yodQeMOKcE2NdBJe3bbElEiyNoGmCB2uiMq2ALUogk/s1600/mike+leonard.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxraz8fVzM9nL3pTGdrrgdw0Zqq3dmtiBD7OXTLktzA5h6ssTV4d1yce-aAavJluzFA0XLu6-BQ2jtI6JhG0r7-fdCNcZtYXiI8yodQeMOKcE2NdBJe3bbElEiyNoGmCB2uiMq2ALUogk/s640/mike+leonard.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;">Mike Leonard tenía 25 años cuando conoció a Charney: eran vecinos en Soldeu, la primera llocalidad andorrana donde nuestro as residió. En 1978 se mudó al chalet Carvajal de la Massana. Con Leonard, piloto deportivo, compartió su pasión por los aviones. En la imagen, sostiene un retrato de Ken en los años de la guerra. Fotografía: Máximus.</td></tr>
</tbody></table>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyVMlqpUxhzG99MPJS7-1Wxq7N1IXCekfmWasuJmVFJ3L0Z3MPGLoZnRW5Kwlb-MkbIB_D4Cv8jKYtrRwHRWZTKOUtsOt8zP4h1rs5U5Dhe5vkE1xLvty-q9c-dCPVan-EKNdNA5MSTU0/s1600/p15+ken+5+cuadro+carlos+garc%C3%ADa.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="422" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyVMlqpUxhzG99MPJS7-1Wxq7N1IXCekfmWasuJmVFJ3L0Z3MPGLoZnRW5Kwlb-MkbIB_D4Cv8jKYtrRwHRWZTKOUtsOt8zP4h1rs5U5Dhe5vkE1xLvty-q9c-dCPVan-EKNdNA5MSTU0/s640/p15+ken+5+cuadro+carlos+garc%C3%ADa.JPG" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;">Recreción artística del ilustrador argentino Carlos García del combate que Charney y Clostermann mantuvieron el 2 de julio de 1944 y sobre la localidad normanda de Cabourg y Lisieux con un enjambre de 40 Focke Wulff 190: nuestro hombre abatió dos cazas enemigos, en una acción por la que se fue recomppensado con la Distinguished Flying Cross. El Spitfire de Charney, en primer término. Ilustración: Carlos García.</td></tr>
</tbody></table>
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Así que Rafael conserva un recuerdo muy vivo de aquel hombre "alto y delgadísimo, que siempre llevaba calada una gorra blanca". Un tipo taciturno, poco dado a las efusiones ni a sincerarse con extraños, y por lo visto tampoco con sus caseros: "Sabíamos que había sido piloto de combate porque tenía las paredes llenas de fotografías y condecoraciones. En cierta ocasión en que preparaba para el instituto un trabajo sobre la II Guerra Mundial quedé pasmado al encontrar en un libro una referencia a Kenneth. Naturalmente, bajé a su piso y le mostré, orgulloso, mi descubrimiento. El hombre sonrió y eso fue todo. No le gustaba evocar los viejos tiempos. Por lo menos, conmigo. Aunque es normal, porque no tenía ni quince años: ¿qué me iba a contar, a mí?"<br />
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Pero lo cierto es que no siempre fue el tipo más bien huraño de sus últimos años. Sostienen los García que experimentó un cambio radical cuando conoció a June Cherry, vecina suya en la Massana, con quien en 1980 contraería matrimonio y hoy residente en East Sussex (Inglaterra). Poco a poco, continúan, fue dejando de lado sus antiguas aficiones -el esquí, la montaña y el cámping, a bordo de una furgoneta VW T1 de color crema- así como las escapadas hivernales a Jávea (Alicante), hasta que prácticamente se recluyó en el chalet Carvajal. Así pasó sus últimos meses, hasta que un día, dice Rafael, "June subió a nuestro piso y se puso a gritar: '¡Marrrido muy infermo!' Un infarto. Se lo llevaron al hospital, y ya no volvió a casa". Días atrás revivía estos recuerdos desde el rellano del cementerio de la Quera donde el Comú de la Massana ha instalado la placa que hasta ahora estaba en el nicho 209 y que rinde tributo a Charney: ¡Rafael no lo había vuelto a pisar desde ese lejano 1982!</div>
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<b>Morir de tedio</b></div>
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Rafael está naturalmente entusiasmado ante la perspectiva de la repatriación de los restos de su ilustre inquilino -bueno, de sus padres, pero no vamos a ponernos tiquismiquis: sus seis (o siete) victorias probadas, más las cinco probables que consiguió entre 1942 y 1944, enrolado en los escuadrones 185, 602 y 132 de la RAF y siempre a la carlinga del mítico Sptifire suponen un <i>score </i>de as -categoría que requiere por lo menos cinco victorias en el zurrón. Igualmente entusiasmado se confiesa Mike Leonard, en la época un chico de 25 años que conoció íntimamente a Charney, de quien fue vecino en su primer destino andorrana -en Soldeu, antes de mudarse en 1978 a la Massana- y con quien compartía la pasión por la aviación: Leonard es él mismo piloto deportivo y destila un genuino interés por las operaciones aéreas de la II Guerra Mundial. Así que con él sí que compartió nuestro hombre algunos de los episodios de su biografía bélica, con dos capítulos decisivos: la defensa de Malta, a donde es enviado en 1943 y donde conseguirá tres de sus seis derribos -los tres a cuenta de sendos Macchi 202 italianos- y Normandía, donde en julio de 1944 abatió sobre Cabourg y Lisieux dos Focke Wulff alemanes, en una célebre misión en que lo acompañaba el as francés Pierre Clostermann y que les reportó sendas Distinguished Flying Cross, la máxima condecoración aérea británica.<br />
<br />
Coincide Leonard en el carácter reservado de nuestro héroe, "pero él mismo tenía una explicación para esto: decía que había llevado una vida tan intensa, tan estimulante, pilotando cazas durante la guerra y aviones a reacción tras ella, que al jubilarse, a principios de los 70, se moría literalmente de tedio". Quizás por este motivo, aventura, se abandonó durante sus últimos años a la bebida, "algo que no es en absoluto extraño entre los pilotos de combate: pero es que era perfectamente capaz de dar cuenta de una botella de whisky, él solo y antes de comer!" De lo que no tiene la menor duda es de que Charney fue un piloto "excepcional", aunque él mismo sostuviera que muchos otros mejores que él habían caído en combate: "Pero lo cierto es que para abatir seis aviones enemigos tenías que ser bueno, muy bueno, ¡y todavía mejor para sobrevivir a cuatro años de guerra! Terminada ésta, además, conservó su plaza en la RAF -de donde se retiró en 1968, para convertirse durante un breve período en instructor de la Fuerza Aérea Saudí- y ahí sólo se quedaban los mejores".<br />
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Leonard, en fin, se perdió el entierro de su amigo, en 1982. Lo que no se perderá por nada del mundo -él ha sido pieza clave en la investigación que ha permitido al historiador argentino Claudio Meunier localizar el nicho anónimo donde Charney fue enterrado y en la gestión de la autorización de la viuda para repatriar los restos a la Argentina- será la exhumación de los restos del piloto, que tendrá lugar el 10 de enero [de 2015]. Al día siguiente, las cenizas viajarán a Buenos Aires a bordo del Airbus del capitán Covello, para ser enterradas -esta vez, definitivamente- en una tumba del cementerio de la Chacarita. Será, ahora sí, el último vuelo de Ken Charney, el as de la Quera.</div>
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<b>[Este artículo se publicó el 22 de diciembre de 2014 en el <i>Diari d'Andorra</i>]</b></div>
Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-67394671709379398722015-05-07T02:38:00.004+02:002018-04-29T23:18:11.046+02:00Claudio Meunier, historiador: "La Bolsa de Falaise, en la campaña de Normandía, fue el momento estelar de Charney"<div style="text-align: justify;">
"Per ardua ad astra". Hacia las estrellas, a través de la adversidad. He aquí la sensacional divisa de la RAF, y he aquí también la leyenda que lucirá a partir del 9 de mayo la tumba de Kenneth Langley Charney (Quilmes, Argentina, 1920-La Massana, Andorra, 1982) en el sector británico del cementerio de la Chacarita, en Buenos Aires, donde será enterrado con todos los honores del as de la aviación que nuestro hombre fue. Los restos del piloto viajan hoy [12 de enero de 2015] hacia su Argentina natal, siete años después de que el historiador Claudio Meunier (Bahía Blanca, 1970) los localizara en un nicho anónimo del cementerio de la Quera, en la Massana. A partir de ahora descansaran definitivamente en casa. "Per ardua ad astra": capitán Ken, ¡qué envidia! En la conversación que transcribimos a continuación, mantenida el 10 de enero en el homenaje de despedida que el comú de la Massana le tributó a nuestro hombre, participan también el capitán Alejandro Covello, antiguo piloto de combate de la Fuerza Aérea Argentina, y Mike Leonard, quien fue vecino y amigo de Charney en sus años andorranos -además de piloto deportivo.<br />
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<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: justify;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgRb3QIFt3fnTs7o1frzFrQfmBNjn9rFSjOmVTggD9FroF4aAHNiguK2Ed3VUjf_YH_j3kshn4ms7XFsp4UUbI1z1igfVTOuD06wuHubCnY8MFQvMJbLolf8Opa93IXcfZp0nY3-hhh2g/s1600/LAQUERA.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgRb3QIFt3fnTs7o1frzFrQfmBNjn9rFSjOmVTggD9FroF4aAHNiguK2Ed3VUjf_YH_j3kshn4ms7XFsp4UUbI1z1igfVTOuD06wuHubCnY8MFQvMJbLolf8Opa93IXcfZp0nY3-hhh2g/s1600/LAQUERA.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: "courier new" , "courier" , "freemono" , monospace; font-size: 10.5600004196167px; line-height: 16.4266681671143px; text-align: justify;">10 de enero de 2015: Michael Leonard, amigo de los años andorranos de Charney, conversa con el historiador Claudio Meunier y con el piloto Alejandro Covello en el cementerio de la Quera, en la Massana (Andorra), después de recoger la urna con las cenizas del aviador angloargentino. Fotografía: Máximus.</span></td></tr>
</tbody></table>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDYAzeXxd4qcPhLK1CprOzDSVu9sm4gKEOSIRWjG7QWObufr1cpsYV3etxSHKdlh3vKbu4VPL7cW4EbHXFW2q6AnlFHhxmSDS1Eby5Wf1-jE0rOPqI0gwJJRsTNzKEsu5DPemxxqcYbds/s1600/charney.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDYAzeXxd4qcPhLK1CprOzDSVu9sm4gKEOSIRWjG7QWObufr1cpsYV3etxSHKdlh3vKbu4VPL7cW4EbHXFW2q6AnlFHhxmSDS1Eby5Wf1-jE0rOPqI0gwJJRsTNzKEsu5DPemxxqcYbds/s640/charney.JPG" width="640" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Lápida de la tumba del sector británico del cementerio de la Chacarita (Buenos Aires) donde yacen las cenizas de Kenneth L. Charney. El encabezamiento de la lápida, "Per ardua ad astra", es la sensacional divisa de la RAF; Charney se enroló en 1942, obtuvo su bautismo de fuego en julio de 1943 durante la campaña de Malta, y terminó la guerra con siete derribos confirmados y cinco probables. El rey Jorge VI le concedió la Distinguished Flying Cross, máxima condecoración del arma aérea británica, no una sino dos veces, de ahí la "bar", o banda. El sobrenombre de Caballero Negro se lo ganó en Malta por su temeraria táctica de combate. Foto: Archivo Claudio Meunier.</td></tr>
</tbody></table>
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<b>La tumba de Charney se encuentra a escasos 100 metros de la de Hans Langsdorff, el capitán del <i>Graf Spee</i>, el célebre acorazado de bolsillo. Ironías que tiene el destino.</b></div>
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<b>Claudio Meunier:</b> El sector británico de la Chacarita está al lado del alemán, donde descansan los caídos en la batalla del Río de la Plata. Pero han transcurrido 70 años y no hay rencor: angloargentinos y germanoargentinos conmemoran a sus muertos en armonía y con absoluto respeto. Al final todos son camaradas de armas. Lo mismo ocurre con los veteranos de las Malvinas, sean argentinos o británicos.</div>
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<b>Charney es un as de la II Guerra Mundial porque abatió más de cinco aviones enemigos. Pero no queda claro si fueron seis o siete.</b></div>
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<b>Claudio Meunier:</b> Recientemente he localizado un informa de combate del piloto neozelandés Gray Stenborg. Volaron juntos en Malta y cuenta que en una misión conjunta derribaron un Messerschmitt 109. De regreso a la base, y en el momento de apuntarse la victoria, Ken le soltó: "¡A la mierda: quédesela usted!"</div>
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<b>¿Conclusión?</b></div>
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<b>Claudio Meunier:</b> Los pilotos de combate eran así: cumplían con su deber, hacían su trabajo y no se daban importancia porque sabían que tarde o temprano les llegaría su hora, que vivían con los días contados. No acaparaban victorias para aumentar su <i>score</i>. </div>
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<br /></div>
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<b>Sobrevivió a cuatro años de guerra, y él mismo contaba que había visto morir a muchos pilotos que eran mejores que él. ¿Tuvo suerte?</b></div>
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<b>Claudio Meunier:</b> El Charney que llega a Malta en 1942 -a bordo del<i> HMS Eagle</i>, desde donde despegó sin experiencia previa en operar desde la cubierta de un portaaviones- es un piloto indudablemente novato y con escasas perspectivas de supervivencia. Pero de la veintena de pilotos que defendían la isla sólo dos salieron de ella con vida. La suerte en combate cuenta, por supuesto. Pero también la pericia, y el Ken que combate en Caen y en Normandía es un veterano con dos Distinguished Flying Cross en el zurrón. Va camino de la leyenda y lo sensato era apostar por él.<br />
<b>Mike Leonard:</b> Pienso que era un piloto muy, muy bueno. Y la prueba es que tras la guerra permaneció en la RAF, algo que sólo lograban los mejores.</div>
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<br /></div>
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<b>¿Es el más letal de los pilotos argentinos de la guerra?</b></div>
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<b>Claudio Meunier:</b> Este honor es para Eric Norman Woods, que ants de desaparecer en 1944 sobre el Adriático sumó 17 victorias. Por otra parte, en el Imperial War Museum de Londres se conservan filmaciones tomadas desde el avión -una cámara instalada en el morro se activaba automáticamente cuando el piloto disparaba el cañón- y resulta que tenemos documentadas 38 misiones de Charney. Hay que estudiarlas, y es posible que aparezcan nuevas victorias que hasta ahora no teníamos contabilizadas.</div>
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<br /></div>
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<b>¿Cuántos veteranos angloargentinos quedan con vida?</b></div>
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<b>Claudio Meunier:</b> En 2004, cuando publiqué Alas de trueno -donde recogía la trayectoria de los 880 argentinos enrolados en las fueras aéreas aliadas- quedaban una veintena. Hoy, sólo uno: Ronald Scott, que tiene 97 años y que voló en el 838 escuadrón. Y que asistirá a la ceremonia del 9 de mayo.</div>
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<br /></div>
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<b>Piere Clostermann, el gran as francés -además de íntimo de Charney: lo saca en su Gran circo- abatió 23 aviones enemigos; el récord absoluto de la guerra lo tiene el piloto alemán Eric Hartmann, con... ¡353! Las seis (o siete) de nuestro Ken le pueden saber a alguien a poco.</b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Claudio Meunier:</b> Los aliados, sobre todo en los primeros años, cuando perdían la guerra, necesitaban saber por que y llevaban una estadística rigurosa; Hitler, en cambio, necesitaba héroes; la Luftwafe no hacía estadísticas, sino propaganda. Por otra parte, no era lo mismo combatir en el frente del Este, donde los alemanes consiguieron centenares de victorias, que en el del Oeste.</div>
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<br /></div>
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<b>¿A qué se debe el sobrenombre de El Caballero Negro que Charney se ganó en Malta?</b></div>
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<b>Claudio Meunier:</b> A la nueva doctrina de combate que él y su compañero Alfred Ogilvie idearon: consistía en atacar de frente, con rumbo de colisión, a las formaciones cerradas de bombarderos enemigos, como los caballeros medievales que se enfrentaban en un torneo. Para evitar el impacto, los aviones enemigos acababan rompiendo la formación, dispersándose y convirtiéndose en un blanco fácil para los cazas. Ea el momento en que el resto del escuadrón aprovechaba para lanzarse a por el enemigo. Por supuesto, hacían falta grandes dosis de sangre fría, y por lo visto Ken la tenía.<br />
<b>Alejandro Covello:</b> Se trataba de ver quién aflojaba primero. Un clásico de la aviación de combate.</div>
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<br /></div>
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<b>Comparado con sus enemigos -el Macchi 202 italiano, y los Me 109 y Focke Wulff 190 alemanes- el Spitfire de Charney, ¿era una máquina superior?</b></div>
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<b>Claudio Meunier:</b> La guerra también se libró en el campo de batalla tecnológico: los británicos fabricaron una veintena de versiones del Spitfire. Más que superior, requería una habilidades diferentes, y una manera diferente de pilotar: los cazas alemanes atacaban en picado, disparaban y salían pitando; el Spitfire, en cambio, aprovechaba el excelente comportamiento en los virajes que le confería su ala llevar al enemigo a su terreno: si el Me 109 picaba el anzuelo, estaba <i>frito</i>.<br />
<b>Mike Leonard: </b>Los últimos modelos del Spitfire tenían hasta 3.000 CV de potencia. Una barbaridad. Hubo pilotos que tras la guerra intentaron pilotarlos y se estrellaron porque era una máquina especialmente caprichosa, sobre todo al despegar y al aterrizar. Como el Mersserscmitt, por otra parte.<br />
Alejandro Covello: Durante la Batalla de Inglaterra, por lo visto un día Goring se acercó a Galland, otro de los grandes ases alemanes, muy desmoralizado por las enormes pérdidas de la Luftwaffe. "¿Qué necesitas?", le preguntó. Y Galland respondió: "Un escuadrón de Spitfires".</div>
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<b>En 1945 fue transferido al Pacífico, pero no llegó a entrar en combate: ¿cuáles hubieran sido sus <i>prestaciones </i>ante los Zero japoneses?</b><br />
<b>Claudio Meunier: </b>A aquellas alturas de la guerra las fuerzas aéreas niponas prácticamente habían dejado de existir. He entrevistado a veteranos del Pacífico que cuentan que podían transcurrir semanas enteras sin divisar un solo aparato enemigo. En cualquier caso, Ken formaba parte del primer escuadrón que llegó a Hong Kong, a bordo del portaaviones <i>HMS Smiter</i>.<br />
<b>Mike Leonard:</b> Cuentan también que los Zero que intentaban seguir los virajes del Spitfire rompían las alas: no podían resistirlo.<br />
<br />
<b>Su historial de guerra incluye Malta y Normandía, raids sobre las rampas de lanzamiento de las V-1, y la célebre misión sobre Casen en que abatió con Clostermann cinco aviones alemanes. ¿Con cuál se queda usted?</b><br />
<b>Claudio Meunier:</b> El momento estelar de Ken en la II Guerra Mundial fue la Bolsa de Falaise, en agosto de 1944. Él fue el primero en localizar lo que quedaba del VII Ejército pánzer en retirada, intentando huir de la ratonera en que se había convertido Normandía. Fue él quien dio la voz de alarma - "Envíen toda la fuerza aérea", fue su mensaje por radio. Los aliados destruyeron en aquella acción centenar y medio de blindados alemanes. Fue un golpe decisivo de la campaña, que allanó el camino hacia París.<br />
<br />
<b>Charney falleció en junio 1982, en el momento álgido de la guerra de las Malvinas. ¿Cómo cree que encajó aquel conflicto?</b><br />
<b>Claudio Meunier:</b> Algunos compañeros de Ken, veteranos como él de la II Guerra Mundial -pienso en Wittinghton y en Harvey- se ofrecieron para volar con la fuerza aérea argentina. Otros quemaron su pasaporte y sus condecoraciones británicas. No sé lo que Ken hubiera hecho, ni lo que pensó, por supuesto. Pero probablemente hubiera dicho algo así como: "¡Mierda de guerra! Vayamos a tomar un whisky".<br />
<br />
<b>Nació en Quilmes, vivió en Bahía Blanca y lo entierran en Buenos Aires. ¿Por qué?</b><br />
<b>Claudio Meunier:</b> También vivió en Buenos Aires, y en Rosario. Lo iban echando de todos los internados, porque por lo visto era un estudiante especialmente rebelde. Lo apodaban El Indio, que es como en Argentina llamamos a los tipos indomables.<br />
<b>Mike Leonard:</b> Es curiosoque un tipo tan indisciplinado como Ken se enrolara en la RAF e hiciera carrera. Sus primeros meses debieron ser para él un auténtico suplicio.<br />
<b>Alejandro Covello:</b> Esta querencia por la indisciplina es un rasgo de carácter muy común entre los pilotos de combate. Por otra parte, la comunidad británica tiene su centro en Buenos Aires, donde la comunidad inglesa tiene mucha presencia y mucha actividad. Era el lugar ideal para preservar su memoria.<br />
<br />
<b>¿Es fácil, disparar contra otro avión?</b><br />
<b>Alejandro Covello:</b> Es algo instintivo. Cuando estás en el aire apenas hay tiempo para pensar. Si te agarra una turbulencia lo correcto, lo sensato y lo que te sale por instinto es responder tal como te has entrenado a hacer.<br />
<br />
<b>La viuda de Charney, June, ¿nunca propuso repatriar los restos de Ken a Inglaterra, a Sussex, donde ella vive?</b><br />
<b>Claudio Meunier:</b> Jamás. Siempre estuvo de acuerdo con la idea de devolverlo a la Argentina.<br />
<b>Mike Leonard:</b> Creo que también tiene un memorial en la capilla de Saint Clementines, donde se recuerda a todos los caídos de la RAF.<br />
<br />
<b>Oficialmente murió de un ataque al corazón. Pero existe la sospecha de que falleció a consecuencia de un cáncer que pudo tener su origen en las pruebas atómicas en Christmas, en el Pacífico, que tuvieron lugar durante su servicio en la isla.</b><br />
<b>Claudio Meunier:</b> Esto es lo que sostiene su viuda, June. Por otra parte, se ve que dio bastante la tabarra a sus superiores porque empezó a cuestionar las pruebas: decía que comprometían la supervivencia de las formaciones coralinas que rodean la isla.<br />
<b>Mike Leonard:</b> Un tío de mi esposa estuvo también destinado en Christmas y murió de cáncer a los 39 años. Es posible que recibieran altas dosis de radiación.<br />
<br />
<b>¿Pilotó siempre cazas, Charney? ¿Nunca lo hizo a bordo de bombarderos?</b><br />
<b>Claudio Meunier:</b> El piloto de caza es un ser especial, individualista, que esta acostumbrado a volar solo y a solucionar por sí mismo los problemas que van surgiendo. Por otra parte, una de las primeras decisiones que se toman en una escuela de vuelo es el destino de los candidatos según sus cualidades: los hay que claramente no serán buenos pilotos, pero en cambio apuntan a artilleros, navegantes, ingenieros de vuelo...<br />
<b>Alejandro Covello:</b> La verdad es que los que tienen mejores condiciones van a la aviación de caza. Y el resto, a bombarderos. Además de habilidad, el piloto de caza necesita ese plus de agresividad que es fundamental para este oficio. El piloto de bombardero está entrenado para despegar, volar cuatro horas -o las que haga falta- hasta el objetivo-, esquivar a los cazas enemigos y el fuego antiaéreo, soltar su carga de bombas y regresar a casa. El piloto de caza es todo lo contrario: básicamente, un depredador.<br />
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<b>[Esta entrevista se publicó de forma muy resumida el 12 de enero el 2015 en el<i> Diari d'Andorra</i>]</b></div>
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Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-74133795070611064232015-04-10T18:59:00.000+02:002016-05-06T13:10:53.664+02:00Y le cortaron la cabeza en la plaza de Andorra<div style="text-align: justify;">
Bueno, o eso es lo que cuenta Héliodore Castillon en sendos artículos publicados en abril y mayo de 1878 en <i>Le Soleil Illustré</i> y rescatados por el bibliófilo Casimir Arajol. Y dice el polígrafo francés que un contrabandista catalán llamado algo así como Masteü fue ejecutado en abril de 1861 en la plaza de Andorra la Vella. A golpes de espadón, y luego de ser declarado culpable del asesinato de un colega de oficio para arrebatarle un botín de 100 duros. Es el único caso de decapitación -por lo menos en época moderna-documentado hasta la fecha en nuestro rincón de Pirineo. Aunque decir "documentado" es en este caso quizás demasiado. Castillon es la única fuente, y del caso Masteü (¿deformación de Masdéu, quizás?) no queda rastro en el archivo del Tribunal de Corts que se conserva en el Archivo Nacional. Pero aunque el asunto atufa a mixtificación histórica perpetrada por nuestro buen Castillon, echémosle un vistazo. Nunca se sabe.<br />
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcFhXN27zN7OBCqjF6_5-JJnb8b2YfIkmXVMs6A8XsT9WXARrdW8w_pS90uNocM5vlr16UDhR9dz5-yuIP6BRx0SYPH_DsZ1NMpizJ00Ex1gL3VWtPF1TKg-66uEJhfGoSkH9p59yLM1E/s1600/18616.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcFhXN27zN7OBCqjF6_5-JJnb8b2YfIkmXVMs6A8XsT9WXARrdW8w_pS90uNocM5vlr16UDhR9dz5-yuIP6BRx0SYPH_DsZ1NMpizJ00Ex1gL3VWtPF1TKg-66uEJhfGoSkH9p59yLM1E/s1600/18616.JPG" width="480" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Portada del número de Le Soleil Illustré del 28 de abril de 1878 en que se publicó la primea parte del artículo de Héliodore Castillon en que el historiador (?) evoca el asesinato, diecisiete años antes, <span style="font-size: 12.8000001907349px; text-align: center;">de un contrabandista de nombre Olette a manos de un colega de oficio, un tal Masteü, y la captura, juicio y ejecución de éste último: el verdugo le cortó la cabeza, cuenta Castillon, en una ceremonia que tuvo lugar el 11 de abril de 1861 en la actual plaza Benlloch de Andorra la Vella, un trabajo por el que se le abonaron 50 francos. Fotografía: Archivo Arajol.</span></td></tr>
</tbody></table>
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Sabíamos por Robert Pastor que por aquí a las brujas las colgaban de horca bien alta y levantada -dice- hacia la parte donde hoy se encuentra el aparcamiento de los grandes almacenes Pyrénées, en pleno centro comercial de la capital. Sabíamos también por Lídia Armengol que el buen obispo Caixal decretó en 1854, y a instancias del Consell General, que en adelante las penas capitales dictadas por aquí arriba fuesen ejecutadas por el mucho más compasivo garrote vil, siguiendo el ejemplo de España, donde Fernando VII lo había instaurado en 1822. Argumentaba el prelado, en una pintoresca, o cuanto menos discutible interpretación de lo que es (y no es) "humanitario", que el garrote "permite conciliar el último e inevitable rigor de la justicia con la humanidad y la decencia en la ejecución de la pena máxima". Claro: no como la horca, que era inhumana e indecente. Y sabíamos, en fin, por Antoni Morell y sus <i>Set lletanies de mort</i>, por el documentalista Jorge Cebrián y su <i>Pena capital</i>, y de nuevo por Armengol, que en la última sentencia de muerte, dictada el 18 de octubre de 1943 -recuerden la celebérrima instantánea de Valentí Claverol, y las recientemente descubiertas por Climent Miró- el parricida Pere Areny, vecino de Canillo y el último reo condenado a muerte (y ejecutado) en Andorra, fue pasado excepcionalmente por las armas. Corría la II Guerra Mundial y la situación internacional no permitía recurrir al procedimiento habitual -importar un verdugo de Barcelona o de Foix, según- con lo que el Tribunal de Corts tomó una decisión salomónica: el pelotón de fusiamiento.<br />
<br />
Pero todo esto yal lo sabíamos. Lo que desconocíamos, y que a muchos probablemente les helará la sangre, es que entre la horca, el garrote y el fusil -caramba, esto parece <i>La hoguera</i> de Krahe- habrá que añadir desde ahora mismo y en adelante la espada. O mejor, el espadón. Porque fue así, de un tajo de una enorme espada de doble filo -decapitado, glups- como ejecutaron a el 11 de febrero de 1861 al tal Masteü, alias El Borni [el Tuerto], contrabandista de 24 años de edad, originario de Esterri d'Àneu, en la vecina comarca del Pallars Sobirà, y culpable de haber asesinado a puñaladas y "a poca distancia del lugar de Salden" (¿quizás Soldeu?) a José Olette, colega de correrías por estas montañas. El homicidio había tenido lugar por lo visto el 10 de enero de 1861 en un lugar entre el Serrat y Ordino -que para los estándares andorranos esta más bien a "mucha distancia" de Soldeu. El móvil, un saquito con cien duros -500 francos, a lo que se ve y según Castillon- que el tal Olette se había agenciado como jefe de la partida en la última operación de contrabando en la que también había participado Masteü. Porque resulta que uno y otro eran socios.La víctima, dice el cronista, "era un hombre de constitución robusta, como lo suelen ser los contrabandistas del país, y muy conocido en el lugar; había recibido diecinueve puñaladas, y el robo había sido el móvil del crimen, porque el saco de cuero que la víctima llevaba a modo de riñonera, como acostumbran los contrabandistas, fue localizado cortado en tres pedazos, a unos 50 pasos del cuerpo y totalmente vacío". El pobre Olette fue trasladado a Ordino y enterrado en el cementerio de la localidad.<br />
<br />
El caso es que nuestro hombre no fue capturado hasta una semana después del crimen y por una partida de hombres de Canillo, después de reconstruir los últimos días de vida de Masteü y su paso por una especie de hostal con muy mala reputación, de nombre Tête de loup (!), que servía de refugio y punto de reunión a los contrabandistas". Castillon aprovecha para esbozar un retrato entre tremendista y romántico del contrabandista, "oficio plagado de peligros que reporta a quienes lo ejercen grandes ingresos que casi siempre son dilapidados en bebida, juego y juergas". El antro en cuestión lo sitúa sin gran concreción por la parte del puerto de Callat, que según él conduce a Tavascan, en la Cerdaña (¿quizás el puerto de Cabús?). Por lo que respecta al homicida, dice que lo tuvieron que conducir atado y entre doce hombres hasta la Casa de la Vall, en Andorra la Vella, y que apenas lo podían contener: "Enseguida lo reconocieron: era el célebre Masteü, apodado El Tuerto, contrabandista de la peor especie, hombre de fuerza hercúlea y de audacia contrastada, nacido en el vecino valle de Esterri y que recorría estas montañas desde la infancia, primero como pastor y después como contrabandista".<br />
<br />
Dice que lo pillaron "no lejos del puerto de Niouve (?), peligrosísimo durante todo el año pero sobre todo en invierno, en una cabaña de pastor abandonada". Se explaya luego en la vida y milagros del Tuerto, entonces de 24 años y cuya mayor hazaña fue una sonada <i>guerra </i>entre pastores españoles y franceses que pastoreaban por la parte de la solana del puerto de Garbet -dice-, y que tuvo lugar en 1858 terminó con tres hombres de Sigues muertos, y cinco de Montgarri gravemente heridos. Fue en esta ocasión donde el mismo Masteü perdió un ojo y se ganó el sobrenombre con que llegó al patíbulo. Aún hay más: al año siguiente, y cuando se había enrolado en una partida de muleteros que hacían el trayecto entre Huesca y Lérida, fue señalado por la justicia de Huesca como el principal sospechoso del asesinato de un viajero extranjero que había hecho insensatamente acto de presencia en medio de una reunión de contrabandistas en cierta Posada del Rey. Cuando lo fueron a prender, el bueno de Masteü ya se había esfumado: lo fichó un tal Meritchel, "jefe de los contrabandistas de Tabescan".<br />
<br />
La operación que terminó con la carrera de Olette y del Tuerto fue una vulgar carrera entre la Seo y el albergue Tête de loup -"al pie del puerto de Callat, insiste, y después de pasar por Setúria y Pal- adonde uno y otro, junto a otros tres contrabandistas, llevaron sendos fardos -lástima que no se detenga en el contenido- por cuenta de su contacto francés. Es el 8 de enero de 1861, y cuando entregan la mercancía se reparten los honorarios pactados: Olette, como jefe de la partida, de embolsa sus 500 francos; los otros cuatro, 300 (o 60 duros, según dice). La misma noche del 8 de enero abandonan la posada, bajan por Pal y Arinsal y pasan por la fragua del Serrat, con la intención de llegar hasta Ordino. En la madrugada del 10 de enero, a Olette lo encuentra, exangüe y cerca de Soldeu -el itinerario es ciertamente caprichoso- un sacerdote francés que se dirige a pie hacia Andorra la Vella.<br />
<br />
Entre los indicios que apuntan la culpabilidad de Masteü, la justicia señala un puñal "que hacía pasar por cuchillo", con sangre incrustada en el mango y el filo recientemente afilado, la ropa desgarrada y fuertes contusiones en la zona de la cabeza y de la espalda causadas supuestamente tras un forcejeo. Lo más sospechoso: los 700 francos que le fueron encontrados en su saquito reglamentario (140 duros, aclara Castillon), "suma exorbitante por cuanto su parte del negocio se limitaba a 300 francos". La suerte del Tuerto estaba echada. El juicio tuvo lugar el 10 de abril en el "palais de la République". Es decir, en la Casa de la Vall. De nada sirvió que el raonador -una especie de abogado defensor, dice Castillon- suplicara clemencia al tribunal -integrado por el veguer francés y el episcopal, el juez de apelaciones civiles y dos consellers generals que se limitaban a velar por el estricto cumplimiento de la legalidad- "para que el nble suelo andorrano no sea violado por a sangre criminal de este facineroso". A cambio, propone que lo condenen a cadena perpetua en los "presidios" -en los penales españoles del norte de África- "para que tenga la oportunidad de arrepentirse, hacer penitencia y reconciliarse con Dios".<br />
<br />
No hubo lugar. La lectura de la sentencia, al día siguiente, en la actual plaza Benlloch y ante la expectación general: 200 persones asistieron al espectáculo -para una población que en la época difícilmente superaba los 5.000 habitantes en todo el país: el tribunal condena a Masteü, llamado el Tuerto, convicto de robo y asesinato, a la pena de muerte, que será ejecutada en las próximas 24 horas en la plaza de la capital. ¡Que Dios tenga misericordia del condenado!"<br />
<br />
Todos estos detalles, y muchos otros, los aporta el historiador (?) Héliodore Castillon -autor de una curiosa <i>Histoire d'Ax et de la Vallée d'Andorre</i> (1851) y buen conocedor, cabe suponer, de nuestras cosas- en sendos artículos publicados en abril de 1878 y bajo el título <i>Cour criminelle de la République d'Andorre</i> en<i> Le Soleil Illustré</i>, revista quincenal -¡<i>hebdomanaire</i>!- con sede en París. La aguja en el pajar la ha localizado el bibliófilo Casimir Arajol -¿quién, si no? Recuerda Castillon que en las dos penas capitales que se habían dictado recientemente en Andorra -no aporta más detalles, ni los nombres de los reos ni las fechas- "si no aparecía un voluntario el Consell General mandaba buscar un verdugo a Barcelona o a Foix para hacer el trabajo: en este caso, el condenado sufría la pena ya fuese en el cadalso, ya en el garrote, según el estado del que provenía el verdugo". En el caso de Masteü, la espada. Así que no sabemos si fue un espontáneo o importado.<br />
<br />
A mediodía del 11 de febrero, el verdugo -"Un individuo macizo, de cuello robusto y de constitución hercúlea, con el rosto oculto tras un pañuelo negro"- se dirige a la mazmorra de la Casa de la Vall para recoger al reo. "Así que tú eres el verdugo", le suelta Masteü. Y la respuesta es de una frialdad y de un estoicismo digna de Epicteto: "Sea yo o cualquier otro, alguien tiene que hacer el trabajo". Dicho esto, la arranca de un manotazo la barretina al Tuerto y lo conduce hasta la plaza escoltado por una guardia de ocho hombres y al carcelero, que responde al improbable nombre de Bepo: "En medio de la plaza, sigue el cronista, se ha erigido un patíbulo de un metro de altura sobre un lecho de arena y paja. Nada más llegar, el enmascarado le cubre al reo los ojos con un trapo, lo obliga a arrodillarse y le coloca la cabeza sobre un madero al que lo ata por los hombros; inmediatamente después, el verdugo coge con las dos manos una enorme espada de doble hoja, y de un solo tajo la cabeza del desgraciado cae al suelo".<br />
<br />
Glups. Esto es exactamente lo que debieron pensar los centenares de vecinos que, siguiendo una tradición por lo visto universal, asistieron a la ejecución. Continúa Castillon -que por cierto, ni cita fuente ni dice en ningún lugar que él mismo fuera testimonio presencial de los hechos- que "un grito de terror se escapó del pecho de los espectadores", y que luego de la ejecución, "tres o cuatro vagabundos" reclutados para la ocasión se llevaron cuerpo y cabeza del reo mientras el verdugo, todavía enmascarado, regresaba a la Casa de la Vall para recoger sus emolumentos: 50 francos. Lo que son las cosas: la décima parte del botín por el que el ¿pobre? Tuerto perdió la cabeza.</div>
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<b><br /></b></div>
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<b>[Esta entrada es una versión ampliada del artículo publicado el 29 de septiembre de 2014 en el <i>Diari d'Andorra</i>]</b></div>
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Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-13483517572248700072015-03-31T00:53:00.001+02:002015-05-17T23:36:26.592+02:00Pau Castell, historiador de la brujería: "Les ataban las manos a la espalda, las izaban con una polea y las dejaban suspendidas en el aire lo que duraban tres Avemarías"<div style="text-align: justify;">
Ha exhumado medio centenar de procesos del Tribunal de Corts -la jurisdicción penal andorrana, en la época sin apelación posible- conservados en el Archivo Nacional y fechados entre principios del siglo XV y 1593. El resultado es un fascinante a la vez que inquietante Quién es quién de la brujería local, con sorpresas como que las, ejem, hechiceras confesas -y confesaban, vaya si no, ya verán cómo- acababan no sólo en la horca, como reveló Robert Pastor años atrás, sino también y en la hoguera reglamentaria o, peor aun, descuartizadas. Lo cuenta en su tesis doctoral, accesible en línea en www.tdx.cat. Un festín.</div>
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<br /></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGHB_8_VJel1GBSBFYTFnAuC-Wf9mpKCpu2Zo1ORQf1ojfiyHU_cPrUHdeRpUIqQI5f1LZt3Wte0a7hcz866m29k53GLm-8Wwx_8X2r5SLsuA0gHawme89IEmCAlst5tBpBk25GP5SClI/s1600/pau+castell.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="422" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGHB_8_VJel1GBSBFYTFnAuC-Wf9mpKCpu2Zo1ORQf1ojfiyHU_cPrUHdeRpUIqQI5f1LZt3Wte0a7hcz866m29k53GLm-8Wwx_8X2r5SLsuA0gHawme89IEmCAlst5tBpBk25GP5SClI/s1600/pau+castell.JPG" width="640" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">El historiador leridano Pau Castell se doctoró con una tesis titulada <i>Orígens i evolució de la cacera de bruixes a Catalunya (segles XV-XVI)</i>, accesible en línes en<i> www.tdx.cat</i>. También ha publicado<i> Un judici a la terra dels bruixots: la cacera de bruixes a la Vall Fosca (1548-1549</i>). Fotografia: P. Castell.<br />
<br /></td></tr>
</tbody></table>
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<b><br /></b></div>
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<b>¿Conocemos los nombres de las primera brujas andorranas?</b></div>
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Sabemos de Caterina Yvona de Escaldes, que ejerció hacia 1430. Pero el juicio se ha conservado fragmentariamente y además no se refiere a ella como bruja sino como "metzinera" ("envenenadora"), que es un término muy vinculado a la brujería, pero que no es exactamente lo mismo.</div>
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<br /></div>
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<b>¿Y de las primera que terminaron sus días en el patíbulo?</b></div>
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La Vidala del Pujol [¿Puial?] y la Duranda de Canillo, hacia los años 50 del siglo XV.</div>
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<b>¿Colgadas?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Primero las colgaron y después quemaron el cadáver: era el procedimiento habitual. Pero también hubo casos de descuartizamiento.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Glups.</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Joana Call, alias la Sucarranya, de Engordany. El escribano dibujó una viñeta donde se ve claramente como la trocean. ¡Y adjuntó el dibujo al legajo! Nos ha llegado hasta hoy.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>¿Por que la descuartizaron, a la pobre Sucarranya?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Era la pena reservada a los crímenes más graves. La acusan de haber envenenado a unos vecinos, lo que no deja de ser una acusación recurrente en estos casos. El caso es especialmente penoso porque declara an te el juez merecer la hoguera "antes de que su hermano pase vergüenza". Fue un juicio exprés: denuncia, interrogatorio, sentencia y ejecución se sustanciaron entre el 21 y el 27 de junio de 1471. Y aun tuvo arrestos para hacer unas mandas testamentarias: 10 libras para misas y cirios por su alma.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Perdone que me ponga gore, pero, ¿cómo se procedía al descuartizamiento de un reo?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Habitualmente, a golpes de hacha.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>¿En vivo?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
No necesariamente. El descuartizamiento era una vergüenza pública que se infligía después de la ejecución, que habitualmente era en la horca.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>La hoguera, ¿constituía también una pena añadida a la horca?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Dos de las brujas andorranas terminan en la hoguera: Maria Guida de Encamp y Maria Tomassa de la Mosquera. La primera, en 1473; la segunda, en 1499. Pero insisto: lo normal era que las quemaran sólo una vez muertas: "Que sea ahogada hasta que el alma se le separe del cuerpo y su cuerpo [sea] quemado", acostumbran a dictar las sentencias.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>¿Cuál era el repertorio de prácticas brujeriles habituales?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Las acusan de provocar enfermedades como los "galtirnons", una inflamación del cuello que es todo un clásico. También de entrar de noche en casas ajenas para sorber la sangre de los niños, y de hacer "<i>bruixonades</i>": provocar una granizada y cargarse la cosecha del vecindario, por ejemplo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>¿Con esto era suficiente para acabar en el patíbulo?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Era suficiente para ser acusadas. En el juicio se encargaban de obtener la confesión mediante la tortura, porque de otra forma eran acusaciones muy difíciles de probar. Vamos, imposible: ¡a ver cómo se prueba que alguien ha provocado una granizada! La confesión era lo que las llevaba al patíbulo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Entonces, ser acusado -mejor dicho, acusada- equivalía a condena segura.</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Había una remota posibilidad de escapatoria: llevar el caso a una instancia judicial fuera de Andorra. Pero pocas lo conseguían. Es el caso de Toneta de Escaldes, que consigue ser juzgada de nuevo en Barcelona, y por la Inquisición. Cuando la interrogan -atención, mediante tortura- sobre la confesión que había hecho ante el tribunal de Corts, alega que "había bebido vino y no estaba en su sano juicio".</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>¿Cuáles eran las torturas habituales?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
El derecho penal de la época permitía interrogar al reo "con la ayuda de los tormentos" para así "obtener la verdad sobre su culpa". Los métodos que he podido documentar en Andorra son el "estrep de corda" o "estrepada", que consistía en atar las manos de la víctima por la espalda, pasarle una cuerda por las muñecas y levantarla con una polea de manera que quedara suspendida en el aire.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Duele solo de pensarlo.</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Se entiende que la acusada acabara admitiendo cualquier cargo que le imputaran. Otro tormento consistía en atar los pulgares del reó y levantarlo a peso con la polea dichosa. Estaba estipulado incluso el tiempo que debía estar suspendida: tres Avemarás. Se trataba de obtener la confesión, no de matar al reo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>¿Por qué lo izaban por los pulgares?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Porque cualquier otro dedo no habría resistido el peso; simplemente, se habría partido.Más tormentos: el fuego.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>A ver...</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Ataban los pies del reo, se los untaban con aceite o sebo y, si no confesaba, retiraban el pedazo de madera que separaba los pies de las brasas. Y el último: el de la mano. Ponían un bastoncillo entre los dedos de la acusada y se los ataban con una cuerda.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>¿Dónde está el suplicio?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Iban tirando de la cuerda, y te aseguro que al final duele. Y mucho.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>¿Ha documentado alguna absolución?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Maria Carta, de Andorra la Vella, acusada en 1461 y absuelta por falta de pruebas. En estos casos, lo habitual era desterrar a la supuesta bruja para evitar represalias.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>¿Qué debemos pensar del tribunal de Corts? ¿Que eran una pandilla de crédulos que se encarnizaban con la primera mujer que tenía la mala suerte de caer en sus zarpas?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Eran hijos de su tiempo: la mayor parte de la población creía sinceramente que las brujas eran capaces de "dar mal"; es decir, de matar a una oveja solo con tocarla, o de hacer que un bebé dejara de mamar para matarlo. Unas creencias que en el Pallars se han mantenido vigentes hasta bien entrado el siglo XX. Había que buscar un culpable para las desgracias que no tenían explicación. Y estas culpables eran a brujas. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Brujos, ¿los hubo?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
En el Pallars, pocos; en Andorra, ninguno en el período que he estudiado, que termina en 1593 con el juicio de Rosella de Sornàs, Jaume Joana de Llorts y Salvatge de Encamp. Antes de que me lo preguntes, no sabemos cómo acabaron. Falta esta parte del proceso.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
<b>[Esta entrevista se publicó el 19 de marzo de 2015 en el diario <i>Bon Dia Andorra</i>]</b></div>
</div>
Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-26165290254431457422015-03-31T00:03:00.000+02:002015-05-17T23:41:44.164+02:00Carles Gascón, autor de 'La catedral saquejada': "Los agresores eran gente del país, mercenarios que hacían la guerra a tiempo parcial"<div style="text-align: justify;">
Año del Señor de 1195: medio millar de hombres a las órdenes del conde Ramon Roger de Foix pone sitio a la Seo de Urgel, prende fuego a la ciudad y expolia la la catedral. Empieza lo que el historiador local Carles Gascón denomina la Guerra de los Cien Años del Pirineo, que trastocará para siempre el orden establecido e influirá decisivamente en la configuración del Coprincipado de Andorra. Lo cuenta en <i>La catedral saquejada</i> (Salòria), donde propone también suculentas novedades historiográficas, como que fue la madre del conde de Urgel, Dolça, quien reclamó la intervención de Ramon Roger de Foix en contra de su propio hijo, y que el obispo, Bernat de Castelló, se puso muy probablemente del lado del invasor. Sin que se notara demasiado.</div>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjICR51ozBW_MNfrlrFkIQfd3_eYJMMJZtyZnq2Qp8_-OKmbaMHhpDEhd5CGt3A-aWeDTqWdOBeuJvrE9Z4UQITGVrUCEuSbd9BMr0StccWDTYDe-yI9Lm_IFb95W2KWaTPAW2ASfYu-1I/s1600/carles+gascon.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjICR51ozBW_MNfrlrFkIQfd3_eYJMMJZtyZnq2Qp8_-OKmbaMHhpDEhd5CGt3A-aWeDTqWdOBeuJvrE9Z4UQITGVrUCEuSbd9BMr0StccWDTYDe-yI9Lm_IFb95W2KWaTPAW2ASfYu-1I/s1600/carles+gascon.JPG" width="428" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">El historiador de la Seo Carles Gascón, autor también de <i>Càtars al Pirineu català </i>i de<i> Comarques oblidades</i> -donde sigue la peripecia de José Zulueta, el ideólogo de la Cooperativa del Cadí- propone en<i> La catedral saquejada</i> la tesis de que fue la misma madre del conde Ermengol de Urgel, Dolça, quien auspició la intervención del conde Ramon Roger de Foix, y que el obispo de Urgel, se unió sibilinamente a los invasores. Fotografía: Ricard Lobo.</td></tr>
</tbody></table>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<b>¿Por qué estalla esta Guerra de los Cien Años pirenaica?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
La unión de las casas de Castellbó y de Caboet, primero, y de Castellbó y Foix, después, culmina la maniobra envolvente sobre los territorios del obispo de Urgel, que se encuentra en la disyuntiva de luchar para conservar su poder o resignarse a un papel secundario, que es lo que acabará ocurriendo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>¿Serán cien años de reloj?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
La guerra se prolongará durante todo el siglo XIII, hasta que el Pareatge de 1278 resuelve aunque sea parcialmente las principales disputas políticas en juego.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>¿Quién gana?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Más bien quién pierde: el obispo de Urgel, que empieza la guerra como poder hegemónico en los territorios del norte del condado, la terminará siendo obligado a compartir el señorío de Andorra con el conde de Foix.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>¿Es gracias a esta guerra, que Andorra es Andorra?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Entre otras causas, porque se firmaron otros pareatges similares en Orgañá, la Vallfarrera y Ferri de la Sal, por ejemplo, y ninguno de estos territorios dio lugar a una entidad remotamente parecida a Andorra, regida por dos soberanos -el obispo de Urgel y el conde de Foix- que ejercen un poder indiviso.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Pero sin el coseñorío, que es consecuencia de la guerra, ¿habría seguido Andorra el camino de los otros valles pirenaicos?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Sin duda.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Dice el historiador Climent Miró que el norte del condado de Urgel no se recuperará jamás de este siglo de enfrentamientos fratricidas. ¿Por qué?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Todo el territorio desde Coll de Nargó hasta los valles de Andorra había estado hasta entonces en la órbita del condado de Urgel. En adelante serán los señores de Foix los que mandarán por aquí arriba, y el condado de Urgel, que en otro tiempo no muy lejano llegaba hasta las mismísimas puertas de Lérida, queda reducido a la mitad de lo que actualmente es la comarca de la Noguera. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>¿Y el señor obispo?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Seguirá siendo un actor importante, pero el que podría haber sido el árbitro de los litigios de esta región acaba confinado tras las murallas de la Seo. Y todavía puede darse con un canto en los dientes.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Vayamos a la guerra: ¿en qué consistió, la invasión?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
En el sitio e incendio de la Seo y el consiguiente saqueo de la catedral, donde se había refugiado la población -en la época, un millar escaso de almas. Pero el saqueo fue tan solo un efecto digamos colateral, no el objetivo de las operaciones: el conde lo autorizó para pagar la soldada de los mercenarios que servían en su ejército.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>¿Hubo víctimas?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Muertos, sin duda. Y nos consta que algunos defensores fueron secuestrados y tuvieron que satisfacer luego el consiguiente rescate. También fueron muy comentados los sacrilegios cometidos por las huestes del conde de Foix.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>A ver, a ver.</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Hubo quien dio de comer a las monturas en los altares de la catedral.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>La datación del saqueo, con la transcendencia que tuvo, sorprende por incierta. ¿Cómo se explica esta ausencia de fechas concretas?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Durante años se dijo que había tenido lugar en 1198. Pero hemos reducido la horquilla a un período comprendido entre mayo de 1195, cuando Bernat de Castelló es nombrado obispo de Urgel, y agosto de 1196, cuando el mismo obispo y la condesa dan unos dineros para reconstruir precisamente el altar mayor de la catedral, signo inequívoco que el saqueo ya se había producido.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Los hombres de Foix, ¿eran un ejército de verdad, o simples bandoleros?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Ni una cosa ni otra. Los documentos de la época los describen como "aragoneses" o "brabançones" -de Brabante, en Falndes, tesis que considero altamente improbable. En mi opinión, se trataba de gente el país que se dedicaba a la guerra a tiempo parcial. Incluso conocemos el nombre de uno de ellos: un tal I. de Nargó.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>¿Eran muchos?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Medio millar, quizás, pero es una cifra que deducimos de lo que sabemos de episodios similares en territorios próximos. Las crónicas coetáneas no nos dicen nada al respecto. Pero para un ejército feudal, medio millar de hombres no estaba nada mal.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>¿Y los defensores?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
En el mejor de los casos hubo una milicia integrada por los <i>caps </i>de casa. Pero la gran diferencia es que los agresores eran mercenarios, profesionales que guerreaban a cambio de una paga; los defensores eran civiles, tejedores, sastres, herreros, tenderos...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Propone una tesis alternativa a la tradicional para explicar la invasión del obispado. Primero de todo, ¿cuál es la tesis digamos oficial?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Que el conde Ramon Roger de Foix saqueó la catedral porque era intrínsecamente malo. Un degenerado. Un argumento completamente ahistórico que en los últimos tiempos se había apuntalado en el supuesto catarismo del conde.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>¿Y qué relectura propone?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Que un hecho de tan graves consecuencias no se puede explicar simplemente porque el conde era "malo". El deber del historiador es buscar las causas geopolíticas, económicas y sociales que condujeron a esta guerra.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Pues díganoslos usted.</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Se puede resumir en la lucha de facciones dentro del condado de Urgel.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>¿Cuáles eran, estas facciones?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
De un lado, y simplificando, la alta nobleza, con Arnaldo de Castellbó como figura prominente.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>¿Y del otro?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
El obispo, el conde y el rey, que intentarán en vano limar los poderes de los señores feudales e imponer una especie de nuevo orden público. Fracasarán.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>El conde de Foix, ¿a quién apoya?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
A los barones, para enfrentarse a Ermengol de Urgel. La cosa se complica porque la madre de Ermengol -y a su vez tía del conde Ramon Roger- es quien insta al conde de Foix a intervenir...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>¡...contra su propio hijo!</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Eso es, porque Ermengol estaba casado con Elvira, a quien creía estéril, y quería promover a otra de sus hijas, casada ésta con el conde de Cabrera.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Mala pécora, esta Dolça.</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Y encima se equivocó por todo lo alto: Ermengol de Urgel tuvo finalmente una hija con esta esposa supuestamente estéril, Auremabiaix. Quien, por cierto, fue amante de Jaime I el Conquistador.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>También insinúa que el obispo se puso del lado del de Foix: ¡el invasor de su propio obsipado! ¿Un traidor?</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Más bien un peón al servicio de la facción que lo había puesto en el cargo, los canonges de la catedral, a su vez extraídos de la nobleza local.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
<b>[Esta entrevista se publicó el 4 de marzo de 2015 en el diario <i>Bon Dia Andorra</i>]</b></div>
</div>
Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-6887759482779846172015-03-27T17:32:00.001+01:002015-06-05T16:30:43.601+02:00Samuel Sequerra, el ángel de los Pirineos<div style="text-align: justify;">
El historiador Josep Calvet rescata del olvido el papel del delegado de la Joint Distribution Committee en la acogida a miles de fugitivos judíos que durante la II Guerra Mundial huyeron a través de los Pirineos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Se llamabab Nanette Fleischmann y Regine Heit. La una, polaca nacida en 1903; la otra, alemana de 1906. Y las dos, judías. Por esta razón, ambas ingresaron el 19 de enero de 1903 en el Santo Hospital de la Seo de Urgel con gravísimas congelaciones; tan graves, y tan mal tratadas fueron, que al cabo de un mes tuvieron que amputarles los do pies. A Nanette y a Regine. Desconocemos cómo llegaron a la Seo, pero es muy probable que con alguna de las numerosas expediciones de fugitivos que aquellos días cruzaban la frontera de norte a sur y pasando por Andorra. Esta fue la ruta que había seguido el marido de Nanette, Siegfried, con otros tres compañeros y camino de la Seo, en una peripecia que ya hemos relatado aquí mismo y en la que fueron engañados, expoliados y abandonados por los guías. Aunque por lo menos sobrevivieron; otros, ni eso.<br />
<br />
El caso de Nanette y de Regine es tan solo uno de los que recoge el historiador leridano Josep Calvet en Huyendo del Holocausto. El mismo Calvet, seguro que lo recuerdan, que días atrás reconstruïa documentalmente en periplo de Carla Kimhi y de su familia, los Bernson. Pero si nos hemos detenido precisamente en estas dos fugitivas es porque en junio de 1943 fueron trasladadas desde la Seo hasta la clínica del doctor Pi i Figueras en Barcelona, eminencia de la cirugía de la época, gracias a los buenos oficios de Samuel Sequerra, que en cuanto supo del caso de nuestras dos protagonistas de hoy, se fue hasta la Seo y se las llevó inmediatamente.<br />
<br />
¿Sequerra? Sí, hombre, el gran olvidado de la epopeya de los pasadores y la figura clave, sostiene Calvet, para entender la supervivencia de los miles de fugitivos judíos -el historiador calcula que entre 4.000 y 6.000, solo para los Pirineos leridanos- desfilaron entre 1943 y 1944 por Viella, Sort, La Seo, Lérida y finalmente, Barcelona (o Madrid, como en el caso de los Bernson). Nacido en 1913 en Faro (Portugal), Sequerra era un economista -judío, por supuesto- que trabajaba para el gobierno portugués y que en noviembre de 1941 desembarca en Barcelona con el cargo oficial de delegado de la Cruz Roja portuguesa -una tapadera- pero con el objetivo real de abrir una sede de la American Joint Distribution Committee (JDC), organización de ayuda a los refugiados judíos sufragada con fondos de sus correligionarios norteamericanos. La fijó en el hotel Bristol, entonces en la plaza de Cataluña y epicentro de una frenética actividad. Hasta que las oficinas, que ocupaban toda una planta del hotel, fueron asaltadas el 18 de julio de 1944 por un grupo de falangistas y Sequerra y los suyos tuvieron que emigrar al vecino Paseo de Gracia.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Héroe busca biógrafo</b></div>
<div style="text-align: justify;">
Entre estas localidades, y como hemos visto en el caso de Nanette, se encontraba la Seo, así que Calvet cree más que probable que Sequerra protagonizara alguna incursión andorrana para comprobar<i> in situ</i> las condiciones de <i>sus </i>fugitivos en el Principado. De hecho, uno de los judíos que efectivamente cruzó a través de Andorra la frontera, el austríaco Franz Glück -encontrarán su peripecia en el libro- se quedó en Barcelona trabajando a las órdenes de Sequerra, así que nuestro hombre conocía la importancia de la estación andorrana en el tinglado de los pasadores. ¿En qué consistía el trabajo de Sequerra y las dos decenas de hombres y mujeres que integraban la JDC? Según Calvet, mantenían un contacto continuo con los hoteles de los pueblos de frontera, que les informaban de la llegada de una expedición y estaban autorizados a alojar por cuenta de la JDC a cualquier apátrida que recogieran. Una vez informado de la llegada de un grupo, Sequerra los recogía, pagaba la cuenta y se los llevaba a Barcelona, donde buscaba alojamiento temporal para una gente que, como los Bernson, llegaban al final de la escapada con lo puesto. La JDC abonaba 23,50 pesetas diarias por persona entre alojamiento, manutención y dinero de bolsillo. Además, gestionaba los permisos para abandonar el país y organizó los primeros grandes convoyes de refugiados judíos que zarparon hacia Palestina, como el que en enero de 1944 salió de Cádiz con los Bernson a bordo.<br />
<br />
Sequerra era un todoterreno, sabía con quién estaba tratando y no dudaba en sobornar a guardias, policías y si convenía, incluso gobernadores civiles. Cuenta Calvet que ideó una hábil argucia para evitar que los refugiados judíos en edad militar acabaran en el campo de refugiados de Miranda de Ebro: "A partir de un cierto momento, todos los judíos detenidos en España tuvieron menos de 18 o más de 40 años; y como tenía a las autoridades en nómina, funcionaba". Con este expediente, lo más sorprendente de todo es el absoluto desconocimiento del papel prominente de este portugués discreto en el capítulo de los pasadores de la II Guerra Mundial. El hecho de ser judío, advierte Calvet, le impide ser reconocido Justo entre las Naciones -como el Schindler de Spielgberg, o como el embajador Sanz Briz, biografiado por Arcadi Espada en En el nombre de Franco- pero esto no explica ni el silencio que hasta hoy había caído sobre su figura, ni tampoco el escaso interés de la JDC en rescatar del olvido la memoria de este hombre.<br />
<br />
Hasta ahora, claro. En fin, que Sequerra continuó al frente de la JDC de Barcelona hasta 1952, atendiendo a los huérfanos judíos que recalaban en la ciudad y gestionando su traslado a Palestina. Y hay que añadir que lo hizo con la ayuda de su hermano Joel. Gemelos, por cierto. En 1952 dejaron Barcelona y se instalaron en Brasil, para continuar desde allí la labor que habían empezado en España: ahora, acogiendo a los judíos que arribaban a América huyendo del Egipto de Naser. Digamos para terminar que la JDC continúa hoy en activo en Barcelona, dedicada ahora a socorrer a los inmigrantes judíos de la Europa del Este. "Por no tener, se lamenta Calvet, Sequerra no tiene ni la biografía que se merece. Es un olvidado". Pues ahora, por lo menos, ya tiene artículo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: right;">
<b>[Este artículo se publicó el 13 de marzo de 2015 en el diario <i>Bon Dia Andorra</i>]</b></div>
Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8189452256989126160.post-79338392424361988022015-03-24T00:28:00.000+01:002015-06-05T16:31:22.099+02:00Muertos que recuperan su identidad (75 años después)<div style="text-align: justify;">
El Archivo Nacional de Andorra pone nombre y apellidos a los cadáveres de los tres refugiados de la Guerra Civil aparecidos en el fondo fotográfico de Narcís Casal i Vall, adquirido en diciembre y formado por 144 placas de vidrio: Pere Isern, Emili Font i Josep Forradelles. Los tres eran catalanes y murieron entre 1937 y 1938 cuando intentaban huir de la zona republicana a través de Andorra.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
"Pronunciadas por el <i>nunci </i>las palabras <i>mort qui t'ha mor</i>t y <i>mort es qui no parla</i>, el Sr. facultativo ha practicado el reconocimiento del cadáver y ha determinado que la defunción se produjo a consecuencia de un ataque de asistolia a causa del frío y del agotamiento". Es el 31 de octubre de 1938 y el difunto en cuestión es Pere Isern, "vaquero, natural de Lavansa (Lérida), de veinticinco años de edad y de estado soltero". Así consta en el acta de la <i>visura </i>practicada ese mismo día por el <i>batlle </i>episcopal, Antón Tomàs Gabriel, en la borda del Tosal, y si hablamos de este asunto hoy y aquí es porque Isern es el protagonista de la impactante fotografía que tienen aquí abajo: la publicó el Archivo Nacional de Andorra a principios de diciembre, formaba parte de un lote de 144 placas de vidrio de autor anónimo que acababa de ingresar en el mismo Archivo, y mostraba a un nutrido grupo de hombres -con importante presencia de gendarmes franceses, dando a la escena un raro empaquen institucional- que exhibía el cuerpo exánime de un hombre no identificado. El conservador de los fondos fotográficos del Archivo, Isidre Escorihuela, se preguntaba entonces por la identidad de aquel pobre diablo, por los motivos de la enorme expectación que generó el funeral del difunto -que tuvo lugar en la parroquial de Escaldes y que nuestro anónimo fotógrafo tampoco se perdió- y por los misteriosos individuos ataviados con cazadoras de cuero, polainas y aspecto paramilitar que acompañan el cortejo fúnebre -¿milicianos, o quizás requetés? Y por supuesto, por el autor de la serie.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSQyt0KORrs4U9yWsgwqkBWymgeKLwdOidryJNjvNMzYCd7_hSE2gzaTqJgPS746dGnAnHi3cwZZLiLRjlp3fJNYbOAeztoX2RNyLePwkHtzBAc1HCTfrvEP14mpSlTrv0iOltmlBPYmc/s1600/1.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSQyt0KORrs4U9yWsgwqkBWymgeKLwdOidryJNjvNMzYCd7_hSE2gzaTqJgPS746dGnAnHi3cwZZLiLRjlp3fJNYbOAeztoX2RNyLePwkHtzBAc1HCTfrvEP14mpSlTrv0iOltmlBPYmc/s1600/1.JPG" width="476" /></a></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKQDylpfcgYYdW2q6SAGTlcnPkOMgJ3AnzpbnR-9IqoiP_xkL5aKwx4QItzViFmzLwsUfUTyIYq3Fu_154MIj69QsgVyD2XjNkcrl0T2VuOdrll6P8re_enH6zB1uxVBIc75pZpyUjTBQ/s1600/6.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKQDylpfcgYYdW2q6SAGTlcnPkOMgJ3AnzpbnR-9IqoiP_xkL5aKwx4QItzViFmzLwsUfUTyIYq3Fu_154MIj69QsgVyD2XjNkcrl0T2VuOdrll6P8re_enH6zB1uxVBIc75pZpyUjTBQ/s1600/6.JPG" width="486" /></a></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjf6zpq5dYW6oCuF4bfpjrbpHydo6b8ffuElUrUavDG8GDPU3c19gnErm4f16wdMOylyoFv1E5OS_Kwlvw7tXbct3uZElRRDu4XVAM7khF1zlw5uBrA8JRP_8C5cEGoeXozh8YRSIgJRZ8/s1600/josep+forradelles.JPG" imageanchor="1"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjf6zpq5dYW6oCuF4bfpjrbpHydo6b8ffuElUrUavDG8GDPU3c19gnErm4f16wdMOylyoFv1E5OS_Kwlvw7tXbct3uZElRRDu4XVAM7khF1zlw5uBrA8JRP_8C5cEGoeXozh8YRSIgJRZ8/s1600/josep+forradelles.JPG" width="480" /></a></div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiq-YtphD0ZCmUEQEB4UTs27prxzgv-Yj6JcJ5JFMDUORsggfzn8_i7uEz9mgBj8yph3ghVrtyVlcSUqUO7O3NH4S-zgd6x1tqmJR_LZ60BflNRcSjqe0L1RXrDsX5C1FKAGWOrOpgDyIo/s1600/2.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiq-YtphD0ZCmUEQEB4UTs27prxzgv-Yj6JcJ5JFMDUORsggfzn8_i7uEz9mgBj8yph3ghVrtyVlcSUqUO7O3NH4S-zgd6x1tqmJR_LZ60BflNRcSjqe0L1RXrDsX5C1FKAGWOrOpgDyIo/s1600/2.JPG" width="482" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">El cadáver de Pere Isern Arnau, recuperado el 31 de octubre de 1938 al pie del monte Claror. Según el médico que asistió al levantamiento del cadáver, practicado en la Borda del Tosal aunque el cuerpo se localizó algo más arriba, fue "un ataque de asistolia a consecuencia del frío y del agotamiento". Sus compañeros de huida rescataron sus restos al día siguiente del fallecimiento. El hecho de que su hermano, Joan, residiera ya en Andorra, explica la rara expectación que generó el funeral de Isern, que fue enterrado en el cementerio de Escaldes. Fotografías: Fondo Casal i Vall / Archivo Nacional de Andorra.<br />
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</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjU8yUJk9ZQF9T76xpkV_2FtLvXM9UfQoGL2_mKIiB585zLwtULKrGOeQDJ2_aeeRHhStI6a9_LiWwRTuhvCbzDdtwWe2A0Q32Trm5Sb7bfhyphenhyphendgTiIuA4TUEi9uEq1Q3RmeMQUMuDh_K7E/s1600/3.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjU8yUJk9ZQF9T76xpkV_2FtLvXM9UfQoGL2_mKIiB585zLwtULKrGOeQDJ2_aeeRHhStI6a9_LiWwRTuhvCbzDdtwWe2A0Q32Trm5Sb7bfhyphenhyphendgTiIuA4TUEi9uEq1Q3RmeMQUMuDh_K7E/s1600/3.JPG" width="486" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: justify;"> Emili Font Alex, de quien solo conocemos el nombre, apareció muerto en la montaña de Perafita el 9 de abril de 1937. De nuevo, el reconocimiento médico practicado in situ por el doctor Nequi establece que falleció "a causa del frío y por inanición, a consecuencia de la fatiga experimentada". Fue enterrado en el cementerio de la capital. Fotografía: Fondo Casal i Vall / Archivo Nacional de Andorra. <br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRSlhk0FRoByc8-p2uSeLg2LcLFo6Xl_txzPBRUffyq9o1jPl-cxXoIe4khMFIwX2AkHa1VzRWTyDtwzJVhlcYqo5kOxpCB4b6MWBxO0J8qs_NBZFjQ2o5-rAfnok4dyiA8pqBq9SUek4/s1600/emili+font.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRSlhk0FRoByc8-p2uSeLg2LcLFo6Xl_txzPBRUffyq9o1jPl-cxXoIe4khMFIwX2AkHa1VzRWTyDtwzJVhlcYqo5kOxpCB4b6MWBxO0J8qs_NBZFjQ2o5-rAfnok4dyiA8pqBq9SUek4/s1600/emili+font.JPG" width="480" /></a></div>
</td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKmUxMJKZRYgM2pL-lZYRKiojNK-d2gluIgyLooxf652H9XF5JzwzyO2q_URx4IXJnHvvkqy8ZMT_ARpHYOcdJ2ABVQT_7Scaba2wydK02Uu-zznYghKVJuaUeAB83eMgN4Wd-VLcGNRI/s1600/4.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKmUxMJKZRYgM2pL-lZYRKiojNK-d2gluIgyLooxf652H9XF5JzwzyO2q_URx4IXJnHvvkqy8ZMT_ARpHYOcdJ2ABVQT_7Scaba2wydK02Uu-zznYghKVJuaUeAB83eMgN4Wd-VLcGNRI/s1600/4.JPG" width="490" /></a></td></tr>
<tr align="justify"><td class="tr-caption">Josep Forradelles, nacido en Noves de Segre, "de unos 26 años de edad y maestro de primera enseñanza", según el acta de la <i>visura</i>, formaba parte de una expedición que había partido de la localidad de Tost el 26 de agosto de 1938. Tuvo la mala suerte de golpearse la cabeza en una caída, y aunque pareció recuperarse, cuatro días después, y cuando el grupo ya llegaba a Andorra, falleció de repente, tras sentirse muy cansado, a medio kilómetro de la frontera andorrana, por la parte del Port Negre. Sus compañeros y las autoridades andorranas rescataron el cadáver al día siguiente, luego de trasladarlo hasta territorio andorrano. Fotografía: Fondo Casal i Vall / Archivo Nacional de Andorra.</td></tr>
</tbody></table>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjsonyN82WyItXgWqDDLj4k9ISPb8PJZnrjmaHCBL1VuTZ9cWkDRzWmnB7Jgq_lK-0Fy9yiHsLA1ULFExWjJ0pcpAnvPpV0tTWMJ6kNnA8Wb6u_HECmqar9uapdU_mEIpko4Lzh1vkwJg/s1600/josep+forradelles.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjsonyN82WyItXgWqDDLj4k9ISPb8PJZnrjmaHCBL1VuTZ9cWkDRzWmnB7Jgq_lK-0Fy9yiHsLA1ULFExWjJ0pcpAnvPpV0tTWMJ6kNnA8Wb6u_HECmqar9uapdU_mEIpko4Lzh1vkwJg/s1600/josep+forradelles.JPG" width="480" /></a></div>
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Pues tres meses después, enigma resuelto. El fotográfo es el futuro editor Narcís Casal i Vall (Barcelona, 1911-1987), y resulta que entre el lote de 144 placas adquirido por el Archivo hay dos más de temática mortuoria: las tienen también aquí arriba y muestran los cuerpos de dos individuos encontrados también muertos en nuestras montañas, que Escorihuela presumía hace tres meses y con buen tino fugitivos de la España republicana. Un documento extraordinario porque jamás hasta la fecha, dice, se había documentado el fatal destino de un buen número de refugiados que durante la Guerra Civil cruzaban la frontera con la esperanza de dejar atrás la zona roja.<br />
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Escorihuela ha identificado también a estos dos infortunados: Emili Font Aleix, de quien no sabemos más que el nombre y los apellidos -ignoramos su procedencia y las circunstancias concretas de su defunción- y cuyo cuerpo fue localizado y rescatado el 10 de abril de 1937 en la montaña de Perafita; y Josep Forradelles, que formaba parte de una expedición que había salido el 26 de agosto de 1938 de la localidad de Tost (Lérida) y que dos días después sufrió a la altura de Vinyoles de Segre una caída que acabaría resultando fatal para él: Foradelles murió el 30 de agost a consecuencia de este golpe en la cabeza cuando se encontraba, en un negro giro del destino, a medio kilómetro de la frontera andorrana, por la parte del Port Negre, como relataron sus compañeros de escapada al <i>batlle </i>Tomàs.<br />
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El caso es que después de tocar sin mucha suerte las teclas más variopintas -el Memorial Democrático de Barcelona, el madrileño Archivo Nacional de la Memoria, el Museo Militar de Montjuïch, e incluso la asociación de veteranos de los tercios de Nuestra Señora de Montserrat- resulta que la respuesta estaba mucho más cerca: el historiador alemán Gerrhard Lang -sí, hombre, el biógrafo de Skossyreff- dio la pista aportando copia de una carta que el jefe de la policía andorrana de la época, Secundí Tomàs, envió en mayo de 1937 al gobierno franquista de Burgos con la fotografía de Font con la vaga esperanza de confirmar su identidad, porque lo cierto es que sus señas proceden de una papel que los policías que fueron a recuperar el cuerpo a Perafita encontraron a unos metros del cadáver, papel "que parecía ser una autorización a nombre de Emili Font Aleix con fecha del 28 de noviembre de 1936". Y esto es todo. En fin, a partir de aquí, y por una rara confluencia astral, la archivera que precisamente estas semanas ha inventariado el monumental fondo documental de la Batllia episcopal, cayó en la cuenta de la existencia de una impresionante serie de fotografías de levantamientos de cadáveres que coincidían temporalmente con las fechas probables de las imágenes de Narcís Casal. Y todo encajó cuando adjuntas a las fotografías mortuorias (o al revés) aparecieron las actas de las <i>visures </i>practicadas por el <i>batlle </i>Tomàs, que han permitido poner nombre y apellidos a estos tres cadáveres hasta hoy anónimos. </div>
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<b>Morir en el Port Negre</b></div>
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Una apasionante labor detectivesca, ya lo ven, que no se termina aquí porque las <i>visures </i>contienen información valiosísima para comprender las condiciones en ocasiones letales a que tenían que hacer frente los fugitivos en un trayecto relativamente corto como era el que seguían para pasar a Andorra, habitualmente por la antigua ruta de contrabandistas que parte de la Cerdaña y que penetra en Andorra por el Port Negre. Emili Font, "que había aparecido en la montaña de Perafita todavía nevada" -la <i>visura </i>la practica el <i>batlle </i>en Entremesaigües, hasta donde han trasladad el cadáver, el 10 de abril de 1937- murió según el "facultativo" que asiste al levantamiento -el doctor Nequi, por cierto, hoy con calle a su nombre en la capital- "a causa el frío, por inanición como consecuencia de la fatiga experimentada". Fue enterrado en el cementerio de Andorra la Vella.<br />
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En el caso de Pere Isern, el cadáver lo identifica<i> in situ</i> un hermano suyo, Joan, vecino en la época de la capital. Sus compañeros de periplo tuvieron que abandonarlo, ya muerto, en la zona de Claror -asistolia, o parada cardíaca, ¿recuerdan?- "a un kilómetro aproximadamente de la frontera española", y al día siguiente vuelven al lugar del fatal desenlace para trasladarlo hasta la Borda del Tosal para las preceptivas diligencias. El acta del <i>batlle </i>concluye con una declaración casi sorprendente del hermano superviviente, Joan, "que tiene el convencimiento de que la defunción ocurrió a consecuencia del agotamiento y del frío, sin que tuviera la menor sospecha de que existiesen móviles que pudiera haber inducido al crimen a los compañeros con los que viajaba". Signo inequívoco de que en casos similares se habían registrado, sin duda, circunstancias comportamientos sospechosos. La leyenda negra, pero en la Guerra Civil. Como hemos visto, en fin, Pere Isern fue enterrado el 31 de octubre de 1938 en el cementerio de Escaldes, en una multitudinaria ceremonia a la que no debía ser ajeno la presencia en Andorra de su hermano.<br />
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Pero el caso más singular, enseguida lo verán, es el de Josep Forradelles, natural de Noves de Segre (Lérida), "de unos 26 años de edad y maestro de primera enseñanza", dice el acta de la <i>visura</i>, con el reglamentario<i> mort qui t'ha mort </i>y <i>mort és qui no parla</i>. Singular porque murió, lo hemos visto, a consecuencia de un mal golpe que se pegó en la cabeza de camino hacia Andorra. Sus compañeros de viaje lo relatan como sigue: "El martes, de madrugada [30 de agosto de 1938] se encontró muy cansado diciendo que no podía seguir [...] Como nevaba y hacía muy mal tiempo, intentamos hacerle reaccionar practicándole unos masajes, y entre dos lo ayudamos a caminar hasta que estuvimos a medio kilómetro de la frontera [con Andorra]". Fue aquí, a la vista del Port Negre, donde cayó muerto. Al día siguiente, sus compañeros, que habían continuado el camino sin él, "convencidos de que no podían hacer nada por él y resultándoles imposible trasladarlo hasta territorio andorrano por lo agotados que se encontraban", regresaron al lugar del Cap dels Clots de la Tora, en Claror -este es el topónimo que consta en el acta-, donde habían abandonado el cadáver, para recoger el cuerpo. Necesitaron una comitiva de ocho hombres, a las órdenes de los policías Riberaygua y Benazet, reforzados por "dos guardias mandados por el Sr. Coronel Comisario Extraordinario" -¡Baulard!- para trasladarlo hasta las Feixes del Jaumetó, en Escaldes, "donde el tribunal nos estaba esperando".<br />
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El expediente de Forradelles se completa con la correspondencia en que su padre, Josep, reclama sus pertenencias y el dinero que llevaba encima al morir. No parece muy satisfecho con las cuentas del <i>batlle </i>andorrano, según el cual al difunto se le encontraron al morir "en total, 4.700 pesetas de serie, tres billetes de veinticinco pesetas serie nueva y un miliciano de 5 pesetas, y además 21,50 pesetas de plata". De esta cantidad, la familia recuperó exactamente 2.200 pesetas, "después de deducidos todos los gastos que dice [el <i>batlle</i>] que tuvo que liquidar en francos y haciendo un mal negocio". "Ruinoso", dirá el padre Forradelles con cierto humor negro, y sin conseguir sacarse la mosca de detrás de la oreja porque, dice, su hijo "llevaba más de 6.000 pesetas en serie y el guía cobróse 675". Pues lo cierto es que hechas así, las cuentas no salen. </div>
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<b>Casal i Vall, eslabón perdido de la fotografía andorrana de entreguerras</b></div>
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El primer enigma de esta estupenda historia de misterio era el nombre del autor de las 144 placas de vidrio adquiridas en otoño por el Archivo Nacional en una librería de lance de Barcelona, con escenas de la vida cotidiana de la Andorra de los años 30 -los pioneros del esquí y los primeros excursionistas, más bien exploradores; procesiones religiosas y fiestas mayores, faenas del campo y <i>caramelles</i>, gendarmes y naturalmente, fotografía digamos forense. Escorihuela intuía entonces y con buen ojo qe el autor tenía que ser un andorrano (o hijo de andorrano) establecido en Barcelona pero que pasaba largos períodos en el país. La pista que nos lleva hasta Narcís Casal -que en 1956 levantaría, junto a sus tres hermanos, la editorial Casal y Vall, sello fundamental en el mercado editorial catalán de los años 60- es el reverso de la fotografía de Emili Font enviada a Burgos por la policía andorrana para confirmar la identidad, y donde consta nítidamente la firma del autor: "Cliché N. CASAL". Un fotógrafo de quien hasta la fecha no teníamos noticia, pero que ayudará a reconstruir gráficamente uno de los períodos más convulsos y, por lo tanto, interesantes, del siglo XX andorrano. También obligará al Archivo a un esfuerzo suplementario para adquirir -si todavía está a tiempo- el resto de la colección de Narcís Casal, inicialmente descartada porque era de temática ajena a Andorra. </div>
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<b>[Este artículo se publicó el 24 de marzo del 2015 en el diario <i>Bon Dia Andorr</i>a]</b></div>
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Pirineos en guerrahttp://www.blogger.com/profile/08379158078310805119noreply@blogger.com0