El fondo del historiador Gerhard Lang depositado en el Archivo Nacional conserva copia de la felicitación del Síndico Roc Pallarés a Franklin D. Roosevelt con motivo de la primera investidura del presidente de los EEUU; lo más sorprendente es que el yanqui respondió.
La cosa va hoy de presidentes. Uno, Franklin D. Roosevelt, acababa de ser investido 32º presidente de los EEUU. Esto ocurría el 4 de marzo de 1933 -recordemos que Roosevelt fue reelegido en 1936, 1940 y 1944- y a nuestro Síndico, entonces Roc Pallarès, le faltó tiempo para enviarle una carta de felicitación fechada aquel mismo mes de marzo. De tú a tú, porque Pallarès, que apuraba sus últimos meses de mandato, no tenía pelos manías: "Mensaje dirigido por el Presidente de la pequeña República de Andorra al nuevo Presidente de los Estados Unidos, Mr. Roosevelt..." El mensaje en cuestión, que forma parte del muy prometedor fondo que el investigador alemán Gerhard Lang ha depositado en el Archivo Nacional, consiste en dos páginas manuscritas, una veintena escasa de líneas encabezadas por el sello de Sindicatura, redactadas en un esforzado castellano y con una caligrafía más que razonable -¡y sin faltas de ortografía! El contenido constituye una lacónica y algo pelotera declaración de buena voluntad, sin florituras ni divagaciones, en que Pallarès no descuida "hacer votos para que pueda ver realizados y con feliz éxito todos los proyectos que en bien de América y de sus ciudadanos tiene proyectados".
Hasta aquí, nada que se salga de la cortesía habitual en las relaciones (ejem) internacionales. Al fin y al cabo, se trata de dos presidentes interactuando en razón de su cargo. Lo curioso del caso es la pintoresca fórmula en que el Síndico le hizo llegar a Roosevelt su "más cordial y sincera felicitación": a través del corresponsal en París de la agencia United Press, un tal Ralph Heinzen que por lo que parece aterrizó por nuestro rinconcito de Pirineos en el invierno de 1933, quizás atraído por la (digamos) revolución que se estaba cociendo por aquí. Así lo cuenta el primer documento de este exótico dosier que parece salido, comprenderá el lector, de una película de los hermanos Marx: una carta que el presidente -jolín, otro- de UP en Nueva York le envía al delegado de la agencia en Washington, Fred Storm: "Aquí va una interesante: he ejercido a lo largo de mi vida de intermediario entre jefes de gobierno, y también de consejero en la sombra de pobres diplomáticos, pero jamás me habían solicitado que mediara entre dos presidentes". La cosa comienza bien., y continúa todavía mejor con el relato de cómo el presidente de Andorra -"La República más antigua del mundo, según tengo entendido", suelta Storm en un alarde de originalidad- le solicitó al bueno de Heinze que trasladara sus congratulations a Roosevelt: "Como no tiene secretario, lo escribió él de su propia mano, y como tampoco tiene ministro de Asuntos Exteriores ni, de hecho, problemas exteriores -¡hombre afortunado!- tuvo que recorrer a nosotros para llegar a la Casa Blanca". Lo mejor de todo llega en el post scriptum: "Por cierto: su nombre es Roc Falleres" [sic].
El caso es que contra pronóstico, la carta del Síndico acabó llegando a la Casa Blanca, después de pulular unos días por la Secretaría de Estado y de generar el correspondiente papeleo sobre cómo procedía responder al presidente de la república más antigua del universo -según tenía entendido Heinze. Y aquí viene la segunda sorpresa: que Roosevet encontró un momento para contestar. Bien, quien hizo un hueco en su agenda fue su jefe de gabinete, Louis Howe, el cerebro de la todavía más concisa respuesta, a duras penas una decena de líneas, mecanografiadas y en inglés, encabezadas por un sonoro "My Dear Mr. President", y que dicen así: "Es con mi más sincero agradecimiento que he recibido la amable comunicación que me dirigió con motivo de mi investidura como Presidente de los EEUU. Reciba un cordial saludo, créame, señor Presidente. Sinceramente, Franklin D. Roosevelt". El caso es que la carta -en el Archivo Nacional se conserva una copia procedente de la biblioteca personal del presidente norteamericano- no está dirigida ni a Roc Pallarès ni tan solo a Roc Falleres, sino a "Su Excelencia Roi [sic] Palleres, presidente de la República de Andorra".
El epílogo de este sainete -uno se imagina a los funcionarios del Departamento de Estado buscando desesperadamente información sobre nuestra remota y minúscula república- es el viaje inverso que tuvo que girar la respuesta presidencial. Nos da de ello oportuna noticia un artículo del Majorca Sun publicado en mayo de 1934 y rescatado de las profundidades abisales de la hemeroteca universal por el mismo Lang. Según el diario mallorquín, los encargados de trasladar el mensaje a Andorra fueron el cónsul general de los EEUU y su esposa, Mr. y Mrs. Dawson, que según la crónica viajaron en coche desde Barcelona, fueron recibidos "calurosamente" por el "ejecutivo" andorrano y por los consellers, se instalaron unos días en el hotel de Bernat Mas en Encamp -el histórico hotel Oros, que resultaría arrasado en las devastadoras inundaciones de octubre de 1937, pero ésta es otra historia- y tuvieron el humor de hacer alguna escapadita, con especial atención a la vez que se desplazaron hasta Soldeu, "la localidda más alta del país", dicen, "y hasta donde nos permitió avanzar la nieve".. La excursión, probablemente la primera misión diplomática norteamericana en Andorra, tuvo como guía de excepción al periodista y viajero Lawrence Fernsworth, que acababa de publicar en el National Geographic un extenso reportaje, Andorra: Mountain Museum of Feudal Europe, con un título que delata los prejuicios con que los yanquis se plantaron por aquí. Pero no nos pondremos ahora tiquis miquis, porque de lo que se trataba hoy era de celebrar la "sincera" y "cordial" amistad entre Roi Falleres y Franklin D.
El caso es que contra pronóstico, la carta del Síndico acabó llegando a la Casa Blanca, después de pulular unos días por la Secretaría de Estado y de generar el correspondiente papeleo sobre cómo procedía responder al presidente de la república más antigua del universo -según tenía entendido Heinze. Y aquí viene la segunda sorpresa: que Roosevet encontró un momento para contestar. Bien, quien hizo un hueco en su agenda fue su jefe de gabinete, Louis Howe, el cerebro de la todavía más concisa respuesta, a duras penas una decena de líneas, mecanografiadas y en inglés, encabezadas por un sonoro "My Dear Mr. President", y que dicen así: "Es con mi más sincero agradecimiento que he recibido la amable comunicación que me dirigió con motivo de mi investidura como Presidente de los EEUU. Reciba un cordial saludo, créame, señor Presidente. Sinceramente, Franklin D. Roosevelt". El caso es que la carta -en el Archivo Nacional se conserva una copia procedente de la biblioteca personal del presidente norteamericano- no está dirigida ni a Roc Pallarès ni tan solo a Roc Falleres, sino a "Su Excelencia Roi [sic] Palleres, presidente de la República de Andorra".
El epílogo de este sainete -uno se imagina a los funcionarios del Departamento de Estado buscando desesperadamente información sobre nuestra remota y minúscula república- es el viaje inverso que tuvo que girar la respuesta presidencial. Nos da de ello oportuna noticia un artículo del Majorca Sun publicado en mayo de 1934 y rescatado de las profundidades abisales de la hemeroteca universal por el mismo Lang. Según el diario mallorquín, los encargados de trasladar el mensaje a Andorra fueron el cónsul general de los EEUU y su esposa, Mr. y Mrs. Dawson, que según la crónica viajaron en coche desde Barcelona, fueron recibidos "calurosamente" por el "ejecutivo" andorrano y por los consellers, se instalaron unos días en el hotel de Bernat Mas en Encamp -el histórico hotel Oros, que resultaría arrasado en las devastadoras inundaciones de octubre de 1937, pero ésta es otra historia- y tuvieron el humor de hacer alguna escapadita, con especial atención a la vez que se desplazaron hasta Soldeu, "la localidda más alta del país", dicen, "y hasta donde nos permitió avanzar la nieve".. La excursión, probablemente la primera misión diplomática norteamericana en Andorra, tuvo como guía de excepción al periodista y viajero Lawrence Fernsworth, que acababa de publicar en el National Geographic un extenso reportaje, Andorra: Mountain Museum of Feudal Europe, con un título que delata los prejuicios con que los yanquis se plantaron por aquí. Pero no nos pondremos ahora tiquis miquis, porque de lo que se trataba hoy era de celebrar la "sincera" y "cordial" amistad entre Roi Falleres y Franklin D.
[Este artículo se publicó el 23 de enero de 2014 en El Periòdic d'Andorra]
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