El U-47 de Günther Prien, as de la flota submarina nazi, torpedeó el 2 de julio de 1940 el SS Arandora Star, transporte de pasajeros que el boca-oreja histórico ha convertido, como en el juego del teléfono, en el Andorra Star.
Días atrás les hablábamos aquí mismo, a cuenta de Radio Andorra y ni que fuese de refilón, de Günther Prien. Sí, hombre, el as de la flota submarina nazi, el capitán del U-47 que la madrugada del 14 de octubre de 1939 humilló a la orgullosa Royal Navy colándose en el santuario de Scapa Flow y hundiendo el acorazado Royal Oak -y a 800 de sus tripulantes. Pues hoy, cómo son a veces las cosas, nos volvemos a encontrar con Prien. Ahora, a cuenta de una mixtificación histórica que ha creado escuela -tanta, que incluso el Imperial War Museum le concede carta de naturzaleza- y nos toca de lleno, ni que sea nominalmente, en seguida lo verán.
Resulta que el 2 de julio de 1940, en plena Batalla del Atlántico, en los Tiempos felices -para los alemanes, claro- en que la flota submarina de Dönitz -la U-Bootwaffe, glups- se hartaba a enviar al otro barrio buques aliados, el U-47 patrullaba la costa noroeste de Irlanda a ver qué presa se podía cobrar. Así es como hacia las 6.15 de la mañana descubrió al SS Arandora, crucero de pasajeros de la Blue Star requisado en los inicios de la II Guerra Mundial y reconvertido en transporte de tropas -con una notable hoja de servicios, por cierto: participó en la evacuación de Dunkerke, no diremos más. El caso es que Prien no se lo pensó demasiado: aquel buque pintado de gris, sin los distintivos de la Cruz Roja, parecía una presa de buena ley. Y le disparó un torpedo. Uno solo, con la buena fortuna -o mala, según se mire- que impactó de lleno al lado de babor del Arandora, que sólo tardó 25 minutos en hundirse... y a llevarse con él a 805 de los 1.500 civiles que viajaban a bordo.
Resulta que el 2 de julio de 1940, en plena Batalla del Atlántico, en los Tiempos felices -para los alemanes, claro- en que la flota submarina de Dönitz -la U-Bootwaffe, glups- se hartaba a enviar al otro barrio buques aliados, el U-47 patrullaba la costa noroeste de Irlanda a ver qué presa se podía cobrar. Así es como hacia las 6.15 de la mañana descubrió al SS Arandora, crucero de pasajeros de la Blue Star requisado en los inicios de la II Guerra Mundial y reconvertido en transporte de tropas -con una notable hoja de servicios, por cierto: participó en la evacuación de Dunkerke, no diremos más. El caso es que Prien no se lo pensó demasiado: aquel buque pintado de gris, sin los distintivos de la Cruz Roja, parecía una presa de buena ley. Y le disparó un torpedo. Uno solo, con la buena fortuna -o mala, según se mire- que impactó de lleno al lado de babor del Arandora, que sólo tardó 25 minutos en hundirse... y a llevarse con él a 805 de los 1.500 civiles que viajaban a bordo.
El Arandora Star atraca en Hamburgo, en una fotografía de antes de la guerra; a babor se intuye el nombre del buque. Fotografía: Archivo.
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Después volveremos con las víctimas de Prien. Pero si hablamos hoy aquí de uno de los peores desastres que la marina británica tuvo que digerir durante la II Guerra Mundial es porque un persistente, curioso lapsus linguae ha acabado convirtiendo el Arandora en el Andorra, en una degeneración que recuerda los errores y absurdos del juego infantil del teléfono. Y con este nombre, SS Andorra, es como consta en muchas referencias del naufragio, incluido, atención, el testimonio de algunos de los supervivientes y sorprendentemente -lo decíamos hace un momento- los archivos del Imperial War Museum, que parecen creer que existieron dos buques, el SS Andorra y el SS Arandora, y que los dos fueron tocados y hundidos el 2 de julio por el U-47 de Prien, y precisamente -ya es casualidad- en el mismo rincón del Atlántico: a escasas 75 millas náuticas al Oeste del condado de Donedal, en el extremo norte de Irlanda.
La mancha británica
Pero volvamos a las víctimas, que ya vemos que nos tocan muy de cerca. El caso es que la tragedia del Arandora ha pasado casi desapercibido para la historiografía militar -nada que ver con los casos celebérrimos del Lusitania y del Wilhelm Gustloff, por ejemplo- es porque a bordo viajaban -es un decir, en seguida lo verán- cerca de 1.300 pasajeros, en su gran mayoría ciudadanos de origen alemán, austríaco e italiano instalados en la Gran Bretaña y a los que el gabinete de Churchill -recuerde el lector que nos encontramos en 1940, inmediatamente después de la retirada de Dunkerke y del armisticio francés, y que la victoria de Hitler era una amenaza muy plausible- había internado en los campos porque los consideraba sospechosos de quintacolumnismo.
En cualquier caso, una mancha en el historial de guerra británico, porque entre los 1.300 pasajeros del Arandora había, sí, alemanes que eran nazis convictos, pero también judíos que habían tenido la suerte de huir a tiempo de la Alemania de Hitler -lo explica William Rabinowitz en Tails of Norman, a cuenta del judío Otto Braun, de Dusseldorf- y descendientes de antiguos emigrantes italianos instalados en Inglaterra desde varias generaciones atrás. Todos ellos, sin distinción, fueron empaquetadors en el Arandora, que había zarpado el 1 de julio de Liverpool rumbo a la localidad de Saint John's, en Terranova. Una deportación como la copa de un pino que se asemeja mucho a la que los EEUU iban a poner meses después en práctica con sus ciudadanos de origen japonés -recuerden Bienvenidos al paraíso, la estupenda película de Alan Parker- y que, las cosas como son, cesó casi por completo tras el desastre del Arandora.
En cualquier caso, una mancha en el historial de guerra británico, porque entre los 1.300 pasajeros del Arandora había, sí, alemanes que eran nazis convictos, pero también judíos que habían tenido la suerte de huir a tiempo de la Alemania de Hitler -lo explica William Rabinowitz en Tails of Norman, a cuenta del judío Otto Braun, de Dusseldorf- y descendientes de antiguos emigrantes italianos instalados en Inglaterra desde varias generaciones atrás. Todos ellos, sin distinción, fueron empaquetadors en el Arandora, que había zarpado el 1 de julio de Liverpool rumbo a la localidad de Saint John's, en Terranova. Una deportación como la copa de un pino que se asemeja mucho a la que los EEUU iban a poner meses después en práctica con sus ciudadanos de origen japonés -recuerden Bienvenidos al paraíso, la estupenda película de Alan Parker- y que, las cosas como son, cesó casi por completo tras el desastre del Arandora.
De hecho, y según recuerda el historiador irlandés Michael Kennedy en The sinking of Arandora Star: drowned like rats -artículo de referencia sobre este episodio- ésta fue la única consecuencia que tuvo la cadena de errores y despropósitos que condujo al naufragio, porque el ministerio de la Guerra corrió un espeso muro de silencio sobre el asunto. Tenía mucho que ocultar: entre otras cosas, que las cubiertas del buque estaban recubiertas para la ocasión con alambre de espino, oficialmente para evitar incidentes. De ahí el título de Kennedy, extractado del comentario que hizo el capitán del Arandora, Edward Moulton, cuando vio la trampa mortal en que habían convertido su barco: "En caso de naufragio, moriremos como ratas".
Y así fue. Para los anales queda el balance del audaz golpe de Prien: se dejaron la piel en el Arandora 470 italianos -los que salieronpeor librado porque los encasquetaron en las cubiertas inferiores-, 243 alemanes y 37 soldados ingleses, la mayoría miembros del cuerpo de guardia, pero también el capitán Moulton, que siguiendo una tradición muy británica -"Faithfull in duty, friendly in spirit, firm in command, fairless in disaster"- murió en el puente de mando. Dicen las crónicas locales que en agosto de 1940 continuaban llegando cuerpos de los desventurados náufragos a las costas de Donedal. Para que la cosa tenga un cierto sabor de justicia poética, digamos para acabar que el U-47 y Prien, el héroe de Scapa Flow y el villano del Arandora, desaparecieron en algún lugar del Atlántico el 1 de marzo de 1941. Eso sí, después de haber hundido 30 buques aliados. Incluido el Andorra Star.
Y así fue. Para los anales queda el balance del audaz golpe de Prien: se dejaron la piel en el Arandora 470 italianos -los que salieronpeor librado porque los encasquetaron en las cubiertas inferiores-, 243 alemanes y 37 soldados ingleses, la mayoría miembros del cuerpo de guardia, pero también el capitán Moulton, que siguiendo una tradición muy británica -"Faithfull in duty, friendly in spirit, firm in command, fairless in disaster"- murió en el puente de mando. Dicen las crónicas locales que en agosto de 1940 continuaban llegando cuerpos de los desventurados náufragos a las costas de Donedal. Para que la cosa tenga un cierto sabor de justicia poética, digamos para acabar que el U-47 y Prien, el héroe de Scapa Flow y el villano del Arandora, desaparecieron en algún lugar del Atlántico el 1 de marzo de 1941. Eso sí, después de haber hundido 30 buques aliados. Incluido el Andorra Star.
[Este artículo de publicó el 2 noviembre de 2013 en El Periòdic d'Andorra]
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