Localizamos en el Archivo Nacional localiza la visura de los tres aviadores norteamericanos fallecidos en octubre de 1943 en la Massana cuando intentaban llegar a Andorra; una expedición organizada por Geert van den Bogaert, guía de los campos de batalla de Normandía, reconstruirá a partir del 4 de julio el periplo de uno de ellos, Francis E. Owens; llegarán a Andorra el 9 de julio, y dos días después le rendirán homenaje en el cementerio militar de las Ardenas, donde sus restos descansan desde 1950.
Tumba de Owens en el cementerio militar de las Ardenas. |
"A les set hores [...] varem arribar al lloc hont es trobave el primer [...] Vestie un traje blau-mari. cabel ros i calçave sabates baixes de color negre; al seu costat, sobre duna roca, hi habie un barret de panyo color marró". Es el 12 de junio de 1944, y quien esto escribe es Bonaventura Riberaygua, secretario del Consell General i jefe de la policía. Siguiendo las indicaciones del batlle episcopal, Anton Tomàs, aquel día había subido "a recullir tres homens morts a la montanya denominada Montmantell, territori de la parroquia de la Massana", con el agente Benazet "i dotze homes manats per el Sr. Capità de la citada parroquia".
La visura que reproducimos aquí arriba, conservada en el fondo del Tribunal de Corts en proceso de catalogación en el Archivo Nacional y que constituye un documento excepcional -nunca hasta ahora se había publicado el acta de las víctimas de una expedición de fugitivos de la II Guerra Mundial- no nos dice los nombres de los tres "homens morts". Pero por la documentación adjunta -una carta del cónsul de los EEUU en Barcelona que le anuncia al "Ilmo. y Revdmo. Obispo de Seo de Urgel" la inminente llegada de una delegación del 7887 Graves Registration Detachment, la unidad del ejército norteamericano que en la época se encargaba de localizar los restos de los soldados yanquis muertos en Europa durante la contienda, y el acta de exhumación de los cuerpos, fechada el 8 de noviembre de 1950- sabemos que se trata del subteniente Harold B. Bailey y de los sargentos Francis E. Owens y William B. Plaskett, muertos en el pico de Montmantell -y no al cruzar el Port del Rat, como creíamos hasta ahora- el 25 de octubre de 1943, cuando intentaban ganar Andorra desde la localidad de francesa de Suc.
La odisea con final luctuoso de estos tres militares la apuntó Claude Benet hace un par de años en un suculento artículo publicado en la revista Portella, y la recordábamos ayer a cuenta del singular proyecto impulsado por el Geert van den Bogaert, guía belga especializado en los campos de batalla de Normandía que entre el 4 y el 12 de julio reconstruirá el periplo que llevó a Owens -artillero de cola de un B-17 del 533º escuadrón de bombarderos de la USAF abatido el 4 de julio de 1943 sobre la Couloche, al noroeste de Francia- a morir en este rincón de mundo nuestro: el 9 de julio, procedente del lago de Soulcem, en la Arieja francesa, llegará a Arinsal la expedición, en que participan una sobrina y una sobrina nieta de nuestro hombre. Al día siguiente partirá rumbo a Barcelona, donde será recibida por el cónsul británico, e inmediatamente después, a las Ardenas, donde el sargento fue finalmente inhumado.
Pero regresemos con el secretario Riberaygua a, 12 de junio de 1944. En aquel primer cadáver no encontraron nada más que unas fotografías "mitg borrades entre les quals nhi ha una que sembla que és la torre Eiffel i una cadeneta molt senzilla amb una petita medalla que duia al coll". Un centenar de metros más arriba localizan el segundo de los cuerpos: los bolsillos, al revés y desgarrados, la hacen sospechar que lo habían registrado de arriba abajo; igual que al tercero, que aparece a unos 300 metros, "sense cap mena de documentació ni paper, únicament una moneda de dos francs francesos". El caso es que Owens, Bailey y Plaskett habían muerto ocho meses antes, cuando los dos primeros tomaron la heroica decisión de cargar al sargento Plaskett, derrengado. Heroica y también suicida, porque dejaron el pellejo en el intento. Se entiende, por lo tanto, la durísima apreciación con que el secretario Riberaygua concluye la visura: "Estant els tres amb llastimós estat, no puguerem baixar-los com ere ordenat, per quan no s'haguere pogut agüantar la mala olor que feien". Glups.
La USAF entra en acción
Los cuerpos de los tres hombres quedaron por lo tanto en la montaña hasta el 12 de septiembre, cuando el batlle Tomàs levanta acta de la inhumación en el cementerio de Arinsal "de tres cadàvers momificats (...) els mateixos cadàvers apareguts a la montanya de Montmantell". Como se ve, ni el secretario ni el batlle consignan los nombres de los militares. Para identificarlos habrá que esperar -lo hemos visto- hasta octubre de 1950, cuando el Graves Registration Detachment comunica a los servicios del Obispo la intención de enviarnos "un grupo de búsqueda y recuperación" con el objetivo de "buscar y hacerse cargo de los restos de varios soldados americanos de cuya desaparición se dio cuenta en los meses de octubre y noviembre de 1943 durante una tentativa de pasar de Francia a España a través de Andorra". Y así fue: el 8 de noviembre aterrizan aquí arriba -o abajo, o abajo- Hermann Hilljegerdes, miembro del Detachment, y su intérprete, un tal Bruno Grava, y proceden -dice el acta, que se conserva con el dosier del caso- "a la exhumacion de una tumba común en el cementerio de Arinsal donde aparecen tres cuerpos que, después de ser identificados, corresponden a soldados del ejército norteamericano, según informes de la desaparición de estos tres hombres en otoño de 1943".
Se trata, claro, del navegante Bailey, con número de matrícula 0-793276; del operador de radio Plaskett (12011015), y de nuestro Owens (33303393). El primero tuvo la mala suerte de saltar en paracaídas cuando su bombardero fue tocado en un raid sobre el aeródromo de Le Bourget, cerca de París. Fue el 16 de agosto de 1943, y decimos que tuvo mala suerte porque el piloto logró finalmente controlar el B-17 y conducirlo hasta Inglaterra -¡oh, los blancos acantilados de Dover! Fue inhumado en su localidad natal, Lancaster (Carolina del Sur); Plaskett, en fin, se lanzó en paracaídas el 6 de septiembre del mismo año cuando su avión se quedó sin combustible a la vuelta de una incursión sobre Sttugart. Fue enterrado en Salem, Nueva Jersey. Para los detalles del periplo que los acabó conduciendo hasta su tumba helada de la montaña de Montmantell, pinchen en La muerte espera en el port del Rat. Y todavía más, en la reconstrucción de aquellas fatídicas jornadas del otoño de 1943 a cargo de Warren B. Carah, hijo de un antiguo compañero de tripulación de Owens -con mejor fortuna que él: sobrevivió a la guerra.
[Este artículo se publicó el 30 de junio del 2015 en el diario Bon Dia Andorra]